hoy hace 30 años de las primeras elecciones libres. recordais aquellos tiempos?

Tema en 'OFF TOPIC' iniciado por juanjo marin, 15 Jun 2007.

  1. juanjo marin

    juanjo marin yanci

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    Yo concretamente recuerdo que tenia 10 años, y esos tiempos los recuerdo con mucho cariño, pues le veia mucha ilusion a mi entorno y muchiiiiiiisimas ganas de salir adelante.
     
  2. OvEr0n

    OvEr0n Rallyman

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    Ya ves, menudas carreras me hacia yo con mis compis en los huevos de mi padre XDDDDDD
     
  3. MARS

    MARS Ex-Ptret

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    sin duda uno de los pasajes mas importantes y vitales de nuestra historia reciente, no lo viví pero si me hubiera gustado formar parte de todos aquellos compatriotas que siguieron con esperanza e incredulidad la Transicion

    me quedo con las imágenes de Suarez y Gutierrez Mellado haciendo frente a Tejero en el Congreso....eso si que son agallas y servicio a los españoles
     
  4. Joe Kid

    Joe Kid Bicivolador

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    Te olvidas de Santiago Carrillo
     
  5. juanjo marin

    juanjo marin yanci

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    lo mas importante es que habia buena clase politica, diria yo, eran gentes venidas de la universidad y del exilio, eran mentes preparadas y con animo de servicio a la patria..................
    que tiempos aquellos..................y ahora tenemos estos cachorritos.....
     

  6. bartok

    bartok Miembro Reconocido

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    pues yo apenas tenia 1 año y realmente me considero afortunadisimo de haber nacido en esa epoca y poder tener una infancia y una vida sin soportar una dictadura
     
  7. Paco Macià

    Paco Macià biciclista

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    Yo ya tenia 18 y alguna carrera delante de los "grises" hice, a la mínima te inflavan a palo.

    En Semana Santa estaban cerrados hasta los bares, esto era bastante parecido a lo que es ahora Iran, pero sin lapidar en público.
     
  8. MARS

    MARS Ex-Ptret

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    ya, es una pena que no le pillen las cámaras porque tambien hizo lo mismo.

    lo que pasa que viendo su historial...no se...quizá los otros que he nombrado esten una linea por encima...
     
  9. Alcais

    Alcais obikeguan

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    jajaja, con 1 añito, la verdad es que no recuerdo nada, pero lo mejor de todo es que ahora estoy aqui y que estoy loco con la btt.
    Un saludo
     
  10. carlocito

    carlocito Baneado

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    cuanto ha cambiado todo
     
  11. alcala city

    alcala city BocinaflojaComandoHenares

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    :banda
    A los grises empezabamos a llamarlos garbanzos,
    Las bicis que teniamos o eran BH o GAC, y alguna Torrot.
    Empezaban a circular los cigarros de la risa.
    Con 14 años o estudiabas o a currar de camarero, mecánico o similar.
    Tardabamos 8 horas en llegar a Andalucia por Despeñaperros y los maleteros de los coches ranchera eran para llevarnos (a los crios) y en la baca las maletas,peor que los moros.
    Muchos cohes solo llevaban 4 velocidades, eso si doble carburador de doble cuerpo.
    Los camioneros te daban paso para que los adelantaras...
    Las revistas de "americanas" eran muy demandadas.
    Salieron mogollon de tbos eroticos.
    Y las tias de mi edad ya dejaban que te acercaras a ellas, ésto con diferencia lo mejor.
    :foto

    Por cierto ese avatar tan chulo me parece El Borosa, ¿ Me equivoco?
     
  12. Bikersindo

    Bikersindo Novato

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    te ha faltado decir que conocimos a Maira Gomez Kemp y vimos Orzoguei, je je

    Se hacian unos dibus de PM, es lo que mas echo de menos. Lo del 23 F me acuerdo ya que no hubo clase y se tiraron todo el dia poniendo pelis y dibus.

    Me acuerdo de mi padre cuando dimitio Suarez, ya que le vi de llorar y me marcó mucho, ahi me di cuenta que tubo que ser un gran politico.
     
  13. Embarrado_

    Embarrado_ Senior Barrior

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    Es que a Carrillo no se le veia como se tiro al suelo.....Suarez y Mellado aguantaron el tipo,y viendo estos 30 años de elecciones ahora a mi lo que me sienta fatal es cuando alguien dice ""yo no voto si no vale para nada"" entonces para que lucho la gente por la democracia....?'
     
  14. Joe Kid

    Joe Kid Bicivolador

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    Lo decía porque Carrillo tampoco se tiró al suelo, y en ocasiones ha dicho, que si no lo hizo fue porque llegado a un punto así, sabiendo que probablemente lo iban a matar de todas formas, no les daría ningún motivo para poder burlarse de él a los golpistas.
     
  15. supermoyi

    supermoyi Buscador de barrancos

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    16 añitos tenia yo jejeje, y mis hermanos me inflaban a escuchar rock y cancion protesta....asi he salido
     
  16. En las alas del viento

    En las alas del viento Novato

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    -“¡Oh my darling, you were wonderful tonight!” Hijos del Blues nos llamaron. ¿Recuerdas? Lo que no sé muy bien es cuando la escuchamos por primera vez. Creo que el álbum era del setenta y siete, pero aquí, seguro que, como siempre, llegó con retraso. Fue distinto. Clapton, “Mano Lenta”, fue nuestro aliado, nuestro sentimiento hecho música y cómplice melancolía. Fue soledad en cualquier rincón de cualquier lugar en el que nos recostamos a llorar nuestras miserias. No importaban ni el cómo ni el cuándo. Éramos así, de esa manera, de esa pasta, de ese papel escrito a bolígrafo barato que se emborronaba al menor roce con la humedad y se descomponía en una mancha azul, no una mancha definida de hermosa tinta de pluma, no, nuestra mancha era borrosa, opaca, deforme..., parecida a una sombra mal esbozada en un surrealista lienzo del que nadie entendía su significado pero transmitía sentimiento, lo dejaba entrever. Éramos eso, sombra. Sombra difusa de una luz macilenta y pálida, nebulosa, como la huella de un atardecer moribundo y abocado a la noche. Nunca al amanecer. Por eso, esa canción se grabó en nuestros dedos, se hizo sangre entre nosotros, se hizo aire y se hizo vino que libamos con todo el deseo de nuestro corazón encogido. No importaban ni el luego ni el más tarde. Y menos aún el mañana. No aferramos, nos agarramos con uñas y dientes el instante, el segundo siguiente más inmediato para devorarlo y alimentarnos con su intemporal e inmortal presencia. Por eso el blues nos bendijo, “se hizo carne y habitó entre nosotros”, para insuflarnos su aliento triste, melancólico y decadente, su calma susurrante e insinuante, su paz cansina en medio de una guerra librada, a sangre y fuego, con el tiempo que se nos escapaba y en la que, de antemano, estábamos derrotados. Éramos perdedores natos. Y nos estaban venciendo, una a una, en todas sus batallas. Del armisticio, ni hablamos. No importaban ni el qué ni el porqué... ¿Qué? ¿Por qué? ¡Cuidado! El porqué estaba muy claro. Tuvimos la desgracia de nacer de culo. No. Tuvimos la desgracia de nacer con la pregunta en la boca y no conformarnos, nunca, con la respuesta. Mala suerte. Y nunca nos callamos. Mamamos de la miseria y del pan con chocolate. Crecimos sin bicicleta, agostados por el sol entre la paja y el grano. Hijos del desencuentro navegando entre dos aguas turbias, entre lo que era y lo que tenía que ser. Heredamos una posguerra que no era la nuestra pero de la que nos obligaron a beber con leche en polvo y a tragar con queso, eso sí, americano. Con estufa de carbón, después butano, pantalón corto y rodillas amoratadas. Con “yo pecador y pésame señor”. Temiendo al temor, sin frescura y con roña, espulgando los sueños entre los piojos, inclinando la cabeza en sumisión constante y reverencia, sin mirar de frente, con la espalda marcada, las manos agrietadas y las orejas con sabañones, con las cuentas del rosario enredadas en los dedos, con hambre y sed de caricias, de besos furtivos, de miradas lascivas... Por eso crecimos entre preguntas que no quisieron respondernos. Y seguimos preguntado una y otra vez, hasta hacernos incómodos. Hasta vernos, uno a uno, marcados, señalados con el puntero, apuntados en la lista. Hasta cruzar la frontera y llegar al otro lado, al nuestro, al que, en realidad, siempre pertenecimos y del que nunca tuvieron intención alguna de sacarnos salvo para colgarnos del patíbulo. A partir de ahí todo fue rodado. Hacia abajo. Hacia el fondo. Hacia esa nada profunda y sin retorno que nos tuvo y nos mantiene ajenos al resultado final. Sin balance. Sin cuenta de resultados. Ajenos a los beneficios y con las acciones a la baja. Perdiendo, siempre, y con números en rojo. Como nosotros mismos. Y el blues, azul como la tinta, nos lo evocaba, nos lo recordaba en cada nota, con cada dedo, lento, deslizándose suavemente por el mástil buscando la distorsión de cuerda en cuerda, de traste en traste, y, con su negra voz desgarrada, nos provocaba y desarraigaba un poco más a cada instante. El porqué estaba muy claro. Porque quisimos ser de otro tiempo. Distinto al nuestro. Y nos negamos, de mano, a jugar con su baraja. El qué no lo estaba tanto. Cambiar el mundo. Suena bien. Algunos estuvieron convencidos de querer hacerlo. Y lo intentaron. Pusieron todo su empeño en revolver la estructura del pensamiento, en dilapidar los arcanos caducos de una cultura aberrante incapaz de resolver la más elemental de sus ecuaciones, la equis del dos mas dos, incapaz de despejar las incógnitas planteadas por siglos de incertidumbre sobre el más básico de los principios y el más absurdo de los postulados. ¿Qué? Viéndolo con perspectiva las motivaciones, aunque sean otras, no cambian. Comenzar el castillo por los cimientos... ¿A edificarlo o a derrumbarlo? Los que optaron por lo primero creyeron que la educación, manipulación, era la forma más determinante y se empeñaron en rebuscar entre los rescoldos de las viejas libertarias ideas. El naturalismo rousseauniano de Jean Piaget, Summerhill, la tan traída y llevada Institución Libre de Enseñanza, los libertarios planteamientos de Iván Illich, o Ferrer Guardia, la recién creada, en aquellos años, Paideia..., tantos y tantos sueños desperdigados en pro de una educación incapaz de remover unas estructuras inamovibles, unas ideas ancladas al propio ser y existir del ente humano y que, con honrosas excepciones, han desembocado en el devenir del monstruo más aberrante creado por la propia naturaleza. ¿En que punto de la evolución se truncaron los genes? Cuando al principio de los setenta aparece en las pantallas la, para muchos incomprensible, Odisea de Kubrick, transformada en novela por su guionista y premonitor cienciaficionista Arthur C. Clark, la sorpresa evolucionista hizo mucho daño a las bienpensantes estructuras del sistema. Puros y simples monos luchando, con una quijada, por beber en la charca. ¿Así qué es ahí? Si la charca hubiese sido un poco más grande... ¿Habría evolucionado el gen asesino de la estructura genética? Eso ya no era puro instinto animal de supervivencia, noble al fin y al cabo, era ansia de poder, de dominación, de subyugación. Era la recién nacida inspiración asesina que acabaría por instalarse en cualquiera de los recovecos de la consciencia otorgando a su poseedor, a cualquier demente en definitiva, el derecho, en nombre de cualquier cosa, a discernir sobre la vida y la muerte de cualquiera de sus semejantes. Bonita jugada de la susodicha evolución. Y el mono se hace hombre. ¿Para qué? ¿Para ser capaz de llegar a generar un poder tal de destrucción que pueda matar a doscientos mil, trescientos mil, humanos de la misma especie, juntos o separados, en un instante, en apenas un minuto, y treinta o cuarenta o cincuenta millones en un plazo de cuatro o cinco años? Para este viaje no hacían falta las alforjas. Esto era lo que quisieron cambiar en un par de años. Con la educación. “!Qué se pare el mundo que nos queremos bajar!” Nos lo predicaron unos cuantos años antes, un poco más al norte, en París, cuando quisieron levantar, a ritmo de blues ¿cómo no?, los adoquines para encontrar la playa. ¡Ilusos! ¡Desgraciados desahuciados! Éstos fueron los otros. Unos pocos más, al menos en bulto. Los que optaron por derrumbar el castillo por los cimientos. Lógico, se les calló encima. Se nos calló encima y nos dejo despachurrados contra el suelo, triturados como la pasta de papel sobre la que quisimos escribir, con tinta borrosa, nuestros sueños. La Naturaleza es sabia, predijo algún infausto descerebrado ante el manifiesto desaguisado que se nos avecinaba. ¡La Naturaleza es **********! Si no, ya hace tiempo que hubiese enmendado sus errores con una determinada especie, aunque, a la vista de los últimos acontecimientos, aún no es tarde para cobrar su venganza. Y, creo, se está despabilando y se la está cobrando. A la vista está, aunque, como siempre, el protagonista de la película cierre los ojos en la última escena. ¿Qué? ¿Qué había detrás de todo esto? Cuando corría delante de los grises con sus porras, siempre pensaba lo mismo. ¡*****! ¡Éstos no son el mono de la quijada! Después de despistarlos y con las costillas molidas, al final siempre me alcanzaban y me las daban todas juntas, me sentaba para recuperarme en algún portal o en algún rincón de cualquier parte y, mientras me lamentaba de mi mala suerte, me preguntaba sobre quién les ponía la porra en la mano, la quijada del mono que les daba el poder sobre los que corríamos delante. En buena lógica la charca era de todos, eso reclamábamos una y otra vez con nuestras preguntas, nuestras manifestaciones, nuestra rebeldía innata... ¿Por qué una y otra vez nos echaban a golpes de nuestro lugar escogido para beber? Aunque el planteamiento parezca simplista en realidad no lo es. Desde el primer cráneo de mono abierto en dos por el golpe, certero, del primer propietario de una quijada se establece el sagrado principio de que “la propiedad es sagrada”. ¿Sagrada para quién? ¿Para el propietario de la susodicha quijada? Al fin y al cabo ésta también era patrimonio común, como la charca. ¿Quién le otorga el derecho, sagrado, sobre las propiedades comunes creadas por la naturaleza para la pervivencia de la especie? Sé la respuesta de muchos, el instinto natural dirán. Pues no. El instinto animal por calmar su sed en la charca habría llevado al mono a atacar o a defenderse con sus propios medios naturales, sus manos. No se me ocurre, actualmente, ningún león que calme sus instintos cazadores, naturales, con una rama de acacia en la mano. ¿Entonces...? ¿Quién le pone a mano la quijada? Si el paso de instinto a lo que hemos dado en llamar inteligencia consiste en abrir en dos el cráneo del que no te deja beber en la charca, hemos evolucionado en cualquier cosa menos en lo que nosotros mismo hemos definido como eso, como inteligencia. A partir de esto ya no tiene solución. Las pruebas cotidianas son palpables de lo que hemos llegado a ser con la utilización de la inteligencia. Claro que..., no es culpa de los inteligentes. Ellos tienen asumido su papel. La culpa, por llamarlo de alguna manera, es de los estúpidos. Los que, por estar cerca del poder, por tener el privilegio de recoger sus migajas, les obedecen con una fe ciega y sin dudas. El inteligente descubre que si encuentra explicaciones creíbles para los estúpidos, éstos comerán en su mano, le servirán y obedecerán. Y monta el circo. Ponen nombres al misterio y lo encierran en el sancta santorum, detrás del velo, en el sacro lugar inaccesible al que sólo tendrán acceso los elegidos, los acólitos, los encargados de mantener y propagar el tinglado, de preservar los privilegios. Y les dan un palo, primero, para mantener el orden, después un garrote, una lanza, una arco con sus flechas, la espada..., los símbolos del poder con los que, en nombre de lo sagrado, ejercen el derecho a decapitar, a mutilar, a masacrar cualquier atisbo de duda contraria a sus dogmas, cualquier pregunta que amenace su status, su secreto tan bien conservado y que, transmitido a sus elegidos, les ha perpetuado a través de los siglos. Sacerdotes, druidas, oráculos, pontífices, muecines, monjes, ayatolaes, apóstoles, brujos, predicadores, milagreros..., un sin fin inagotable de perpetuadotes de la opresión y la justificación de la muerte en nombre de las sagradas ideas que no deja de ser, al fin y al cabo, la única forma de controlar y mantener el poder sobre los demás elementos, estúpidos, de la especie y poner ésta a su servicio. ¡Odio a los estúpidos! Ellos son los culpables. ¿De qué le hubiese servido a cualquier usurpador de derechos naturales, llámese emperador, rey, pontífice, faraón, dictador de turno, presidente elegido democráticamente, sí, éstos también, declarar apta cualquiera de sus innumerables e innombrables matanzas en nombre de las ideas, en nombre de su status y de su forma de pensar y sistema de acumular la riqueza, si en el momento de declararla no hubiesen tenido cientos, miles de estúpidos dispuestos a seguirle? A esto nos ha llevado el listo del mono con la quijada.
    - ¿Y todo esto por una canción?
    - Todo esto porque quisimos cambiar el mundo en cuatro días, tú también estabas allí, y esa canción, el blues, se revolcó con nosotros en nuestros sueños, hasta dolernos, hasta descubrirnos que no éramos sino una absurda melancolía que se lamentaba. Pero nos hizo creer, vivir lo que podíamos ser, reafirmar nuestra individualidad y sentir. Sentir hasta dolernos el aire al roce de la piel. Tener al alcance de la mano las respuestas que nunca nos dieron y morir, como algunos lo hicieron, por defenderlas. Sí, ya lo sé, desarraigados, insociables, solitarios empedernidos, vagabundos en un mundo que no es el nuestro, incapaces de amar, sólo el momento, el instante, sentir las sensaciones hasta morir y dejarnos las vida por ese momento único e irrepetible, el resto... ¿Qué **** importa?
    - ¡Sigues eternizándote en cada una de las preguntas! No sería mejor dejarlo todo correr..., plantearte o plantearnos vivir, simplemente, fácil, como cada uno de los mortales que nos rodean. ¿De qué sirve la eterna duda? Sé lo que me vas a contestar, pero tengo que reconocer que estoy cada vez más cansada, ¡harta! de acostarme cada noche con los mismos interrogantes, de intentar conciliar el sueño contándome una y otra vez las mismas ovejas, de adorar a mis propios fantasmas, a mis dioses de barro. Y tú, sigues con lo mismo. Anclado a una filosofía de hace mas de treinta años, o siglos ¿Qué más te da? ¡Deja de morirte en vida! ¡Déjate a un lado la carga que llevas atada a la espalda! Ese fardo te está corroyendo y te mantiene anclado al fondo, sin oxigeno, sin vida.
    - Te lo dije antes, nacimos con la pregunta en la boca y nunca obtuvimos una respuesta acertada. ¿Qué quieres que haga? Lo sé, estoy muerto en una vida que soy incapaz de vivir, amarrado a un concepto, peor aún, a una sensación. Atado, toda mi vida, al desencuentro con el papel que me ha tocado interpretar. ¡No lo quiero! ¡No lo busqué! ¡No lo pedí! Pero aquí estoy y no voy a renunciar ni un milímetro del último paso hacia delante, y no me voy a arrepentir ¡nunca! de ser un despojo de este inconmensurable galimatías en el que se ha convertido lo que hemos dado en llamar vida, mundo, civilización o lo que quiera que queramos llamarlo. Plantearse, a día de hoy, este absurdo dilema no sirve de mucho. Preguntarse por la felicidad, por el amor, incluso por la solidaridad no deja de ser una quimera heredada de una filosofía caduca que no sirve, ni sirvió nunca para nada. ¿De qué sirvieron tantos siglos de pensamiento? ¡Mira a tu alrededor! La única filosofía que pervive es la de los vencedores, los ganadores, los que siempre miraron a la historia desde la parte de arriba y así la escribieron, desde su perspectiva, sin pensar en los otros, los vencidos, los miserables, los desahuciados, los desarrapados, los derrotados de por vida, ¿Crees que la Filos de Platón o Aristóteles iba dirigida a los periecos o a los ilotas? ¿Qué Cicerón, Séneca o el tan loado Marco Aurelio pensaban en los esclavos o los gladiadores? Podría nombrártelos uno a uno, los siervos de la gleba medievales, los campesinos alemanes traicionados por Lutero, los sans-culotte vendidos en la revolución francesa, los proletarios de la revolución industrial... ¿Dónde está escrita su filosofía? ¿Donde se escribe la filosofía de los cientos de miles de africanos que sobreviven, en estos momentos, peor que nuestros antepasados del neolítico, que se embarcan en la misma muerte por alcanzar lo que nosotros les mostramos, les ponemos al alcance de la mano para cortársela en el momento que la estiran para recoge nuestras migajas? ¿Dónde están nuestros filósofos? ¿Dónde está escrita su filosofía sobre las pateras? Y tú ¿me planteas que lo olvide? Qué viva mi vida rodeado de mi famosa cotidianeidad, que mire para otro lado, que me pregunte sobre la felicidad... Creo que sólo he sido feliz, en el concepto que manejan todos éstos, algunos segundos en mi vida. Uno, cuando comprendí, días después, lo feliz que sería mi amigo Luisete si de verdad, cosa que no creo en absoluto, estuviese contemplándome desde el lado de la muerte y viese la ****** que me ha dejado en este lado...
    -¿Cómo eres capaz de decir esas cosas? ¿Te alegras de que esté muerto?
    -No me alegro, porque me falta su cariño, su amor, pero ¿Te imaginas lo que fue de él cuando le abandonamos? ¿Te imaginas su futuro? El mismo que el de esos millones de seres a los que hemos abandonado a su suerte en la zona sur del planeta. Muertos vivos que nos tienden sus manos para que sintamos en nuestra conciencia el más ruin de todos los sentimientos, la compasión, la **** lástima. Y además pretendemos que sean buenos, los evangelizamos para que no se muevan, para que se estén quietecitos y no nos molesten con sus llantos y sus lamentos, sus absurdas reivindicaciones, mientras explotamos en nuestro beneficio sus recursos naturales. ¡Somos increíbles! Por eso me reí con ganas y fui feliz por un segundo, mirando la cara de los niños africanos, llenas de mocos y de moscas e imaginando a un tiempo la sonrisa de Luis diciéndome “¡Ahí te quedas! ¡Apáñatelas como puedas!” Después he tenido otros cuatro o cinco segundos más, algunos de ellos contigo, casi todos, pero no me queda ni uno. Eso sí, el día que no sienta que soy yo, como soy, con mis ansias y mis pasiones, mi dolor, mis sentimientos y sensaciones a flor de piel, en cada instante, en cada segundo de los que me toca sobrevivir, ese día estaré muerto. Como Luisete. Y sigo estando vivo. Sin creer absolutamente en nada, pero vivo.
     
  17. bartok

    bartok Miembro Reconocido

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    tengo que leerlo un par de veces mas para quedarme con todo
     
  18. [Free-Ski]

    [Free-Ski] Miembro activo

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  19. Joe Kid

    Joe Kid Bicivolador

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    ¿El qué corriges?
     
  20. Warsman

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    Yo no recuerdo nada ya que no tenia ni 2 años.
    Lo que si recuerdo son las bicis G.A.C, BH, Orbea, Torrot... mas tarde salieron las BMX. Bueno y muchas cosas mas que no voy a enumerar o me saldra un pedrolo como el de alas :whistle
     

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