Apreciado general enemigo: Supongo que le extrañará la lectura de esta misiva, quizás tanto como su escritura para mi, pero le pediré el beneficio de la duda para acabar de leerla y contestarme como corresponde a su rango. Hace mucho tiempo que estamos enfrentados en esta cruenta guerra, atrás quedaron aquellos ideales enfervorizados capaces de mover montañas, algunos acertados otros no tanto, pero el paso del tiempo y el sobreesfuerzo humano de esta guerra te llevan a recapacitar muchas cosas, aquí en las trincheras la atrocidad humana hace que perdamos la capacidad de ser hombres racionales cuando fue ello lo que nos trajo aquí. Penurias, calamidades, abusos, injusticias .no son ya palabras lejanas, son hechos cotidianos que pueden endurecer el estomago de los mas fuertes y pulverizar al de los mas débiles. Puede que algún día la historia nos convierta en dictadores o en conquistadores, que mas da, en nuestra mano no esta, pero muchos de nosotros no saldremos de estas trincheras y la verdad es que se me hace difícil encontrar cualquier excusa valida para explicarme como hemos llegado hasta este punto. Esta mañana de calido otoño es igual que la de ayer y la de anteayer y la de la semana pasada, la misma tierra rota, los mismos árboles masacrados, el aire enviciado y los corazones emponzoñados por el odio impuesto aunque puede que hoy no sea igual. Apreciado general enemigo le propongo una tregua para esta mañana de otoño, le propongo que salgamos de nuestras trincheras y podamos dar un paseo, unos y otros, otros y unos, dispongo de 7 viejas bicicletas que aunque destartaladas y abandonadas a su suerte en su día ahora puede que nos lleven a encontrar un camino y quien sabe quizás encontrar un enorme castaño o suculentos madroños, quizás escuchar el armonioso canto de un pájaro, quien sabe, pero sobre todo y aunque sea por unos instantes fugaces el poder saber que somos mas que lo que nos dicen que somos y que podemos hacer mas que lo que nos dicen que podemos. Mi general le estoy proponiendo pedalear un rato por la paz en esta mañana de calido otoño. Firmado el general. Aquella mañana se cambiaron los gritos por saludos, las trincheras por caminos, los proyectiles por comida, el egoísmo por ayudas, el dolor por una tímida sonrisa y los caballos de batalla por unas simples olvidadas y destartaladas bicicletas de la paz. Nos vemos, buen finde tropa.
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