La Iñigo Cuesta: primera edición

Tema en 'General' iniciado por joanfry, 1 Jun 2006.

  1. Ragar

    Ragar Miembro activo

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    Buff, me gustaría ir, pero tardo 2 horas en llegar a Villarcayo, sería un madrugón tremendo.

    No creo que vaya. Seguiré con mis planes de ruta por la sierra de Ayllón.
     
  2. Ragar

    Ragar Miembro activo

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    Además, es mi cumple, y me gustaría convidar a mi familia, si voy a esa marcha, me supone estar todo el dia fuera de casa.
     
  3. koniek

    koniek ni empujándome subo

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    Pues otra marcha cicloturista más para el pecho, ayer día 24 Tinez y yo salimos a las 5:15 de la mañana rodeados de gente que venía de la berbena de San Juan con cara de "flipaos" (lo que hace el alcohol y lo que no es alcohol) dirección Villarcayo. Más adelante os pondré la crónica de la marcha, adelantaros que el recorrido es una pasada y que espero volver el próximo año. La pena que nos llovió durante más de la mitad del recorrido de la prueba y la niebla en todos los puertos. La organización muy bien.
     
  4. pasku

    pasku Adicto al foro 0-24h

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  5. joanfry

    joanfry Novato

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    Hola Koniek, yo soy uno de los Piratas que iba con Serpal. Nos vimos en el tramo de salida justo cuando nos paró la organización para recordarnos lo de "a la derecha, a la derecha". Desde luego la marcha es un rutón. Increible y aún más con la climatología que hizo. Habrá que poner una crónica. Un saludo.
     
  6. serpal

    serpal Moderador Ciclismo Crta. Moderador ForoMTB

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    Pedazo de cacho de marcha. A ver si sacamos un ratin y escribimos algo, que todavia os debo la cronica de la Paris Roubaix
     
  7. serpal

    serpal Moderador Ciclismo Crta. Moderador ForoMTB

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  8. abb306svl

    abb306svl Sin cadena

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    Mucho frio, mucha niebla, mucho agua, mucha dureza... pero glorioso.

    Puesto 47, segun la organización 5h 17 min, aunque mi cuenta ticó 5h 11min
     
  9. joanfry

    joanfry Novato

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    Os dejo una crónica de la Iñigo Cuesta, que he escrito para el blog y los colegas al más puro estilo Serpal. Perdonad la extensión, porque me he puesto y no he parado...
    Un saludo.

    Es difícil explicar que siente uno a la hora de apuntarse a una marcha. Tal vez por ligera envidia hacia los colegas más “viajeros”, tal vez por ganas de nuevas aventuras o, simplemente, tal vez por buscar un aliciente nuevo. Lo cierto es que llega el momento en el que decides que estarás en el sitio y el lugar propuesto con muchas ganas de sufrir en los puertos. Algo así pensé al apuntarme. Y algo así me provocó más de un ligero cosquilleo en el estómago. La noche previa, algo acostumbrado a unos horarios laborales un tanto anárquicos, fue una batalla contra las ganas de dormir. Yo quería ensoñarme y un incipiente insomnio me obliga a devorar, lentamente, los boletines horarios de cada hora. Pero el sueño llegó. Como el que da una cabezada, me sobresalté con algo y descubrí que había vencido la batalla al canto del despertador. El día había llegado.

    Lentamente, el perezoso peregrinar del cicloturista. Equipación, casco y demás revisiones. Luego, el desayuno, aderezado con bromas y comentarios. Enfilas con el coche, previa colocación de la montura, el rumbo hacia una jornada de placentero masoquismo. Entre Briviesca (gracias por la hospitalidad, Edu) y Villarcayo, el paisaje nos va ganando. Profundas hoces, afiladas paredes de roca salpicadas de vegetación en las que se respira vida. Y cerca del destino el Ebro, el gran Ebro, que horada la montaña buscan su salida hacia zonas más amplias.

    El cielo no permite ser optimista y la duda se aloja en todos. Aún más crecerían los miedos al ver que se aproxima la hora y no hay tanta gente como había pensado. Soñaba con buenos grupos de gente como yo, que viene a sufrir y disfrutar. La presencia de los Iñigo Cuesta, Garrido y otros pros me anima al desaliento. Aquí se va a andar mucho. Me dicen que está Félix García Casas y veo, al lado del buga de mi gregaria de lujo, Frances, al gran Ivan Santurde.

    Los nervios aparecen. Tomamos, previa visita al servicio para descargar y cargar el botellero, camino hacia la salida. Y a esperar. La suerte está echada y yo, para jugar más con ella, he optado por cargar con la cámara y dejar el chubasquero. La veteranía será un grado, de momento pago la novata.

    Comienza el baile. Una lenta procesión de calas cliqueando se conviernte en el improvisado redoble de los forzados de la ruta. El callejeo por Villarcayo, aún temprano, invita a más de un curioso a aplaudirnos y despedirnos con la mirada. ¡Suerte!, veo en los ojos de una niña sorprendentemente despierta. Busco la posición de cola porque no quiero cebarme. Frances ya está pendiente de mí y me invita a no perder la rueda. Veo a Iñaki parar, por algún descuido, y pierdo comba. Tengo que comenzar caliente porque me he despistado unos metros. Pronto, tras una amistosa arenga cargada de precaución por parte de la organización, la cosa se lanza hacia el giro en el que comienza la primera subida. Menudo arranque. El cielo, que comienza a chispear, se nos acerca con el inicio de la primera subida. La mejor forma de calentar, pero a base de cadencia. Las gotas se hacen más persistentes y definitivamente me pongo a cola del grupo. Me rebasan los últimos, nuestros colegas los Piratas de Bilbao incluídos, y hacemos un amago de grupeta durante un par de kilómetros. Ellos siguen y Frances, que no me deja ni a sol ni a sombra, comienza con su labor didáctica que apuntala mis ánimos. “Vamos chaval, que esto se hace”. La moto de la Guardia Civil comienza a hacerse familiar para mi naciente fatiga. La lluvia me nubla mucho las gafas y, a medida que ganamos altura, aparece una leve cortina de niebla que no me deja desempañarlas. Con dudas, opto por ponerlas en el maillot. Aparece una gota en la punta del casco y, como una estalagmita que se forma durante siglos, comienza a estirarse en un leve hilo que al ponerme de pie sobre los pedales muere en mi afilada nariz. Con el plato mediano, y a ritmo, Frances y yo hacemos la primera herradura para salir a la carretera general y coronar. Esto está hecho.

    El asfalto mojado, aunque es nuevo, me hace desconfiar. Frances se me distancia y tiene que frenar para que conecte. Así, salvando algún repecho que otro, conectamos con un cicloturista de Vizcaya que se queja de que ha comenzado frío y ha pensado hasta en abandonar. No hubiera sido el primero. Con las primeras gotas hasta Santurde se dio la vuelta hacia la zona de salida. Con este afable corredor, muy amable y simpático, hacemos el resto de la ruta hasta el primer avituallamiento. Frances resulta que tiene un amigo común en Durango con él y todo se torna mucho más familiar. “Hemos estado en París-Roubaix y la QH”, comenta Frances. Y así, entre anécdota y anécdota, como el que no quiere la cosa, asisto a la conversación de forma entretenida y olvidando el ruido de la moto de cola.

    Veo una guapísima conductora a la altura del desvío hacia la Matanela que me anima. Cosas que pasan por la cabeza de uno entre pedalada y pedalada. El asfalto se vuelve sorprendentemente barro y, entre socavones, lo que antes era una sucesión esporádicas de repechos enfila hacia arriba. Tendido sí, pero con un firme que agarra y en el que los socavones hacen la subida dura. Un bosque de helechos en un arcén me avisa de que llegamos a un paraíso del verde. Poco vería, sin embargo. En el avituallamiento, con la ambulancia lanzándonos ánimos por la megafonía, reponemos comida y líquidos. Nos avisan de que hay agua, que vayamos con cuidado. Comienza una bajada larga. Antes, un llaneo muy entretenido entre la Madalena y La Matanela, el mismo puerto con dos altos algo distanciados entre prados. La niebla ha hecho su aparición. Yo voy ya calado, hace algo de frío, hay mucho agua por el firme y la rueda de atrás de Frances me suelta un chorro molesto. Yo, sin gafas, parpadeo mucho más. Y con precaución, comenzamos la bajada. Tras un rato de angustia por la bajada, con un manso y enorme perro incluido por el medio de la carretera, las paredes de nubes desaparecen para mostrar lentamente un paraje verde que se pierde en el valle. En San Pedro del Romeral, una preciosa curva a derechas nos ofrece una perspectiva nueva del valle al que bajamos vertiginosamente entre curvas enlazadas y alguna leve herradura.

    Yo, que voy con guantes cortos, tengo los dedos bastante fríos. La verdad, pensaba que sería peor. Tampoco me agarrado abajo, pero no lo he necesitado. Supongo que es un riesgo, pero expuse menos los dedos al frío. Llegamos al cruce que nos conduce al pueblo de Valle del Pas, perfectamente señalizado, y con un grupito en los que va un pinchado llegamos a un avituallamiento. Va a empezar el baile de puertos y hay que reponer fuerzas. No voy tan mal, aunque estoy mojadísmo. Me guardo las gafas en el maillot, no fuera que las perdiera bajando como pensé en La Matanela, y salimos a por La Braguía. El cruce nos avisa. ¡Vamos para allá! Un mini callejeo no lleva a un puente sobre el río Pas, un descansito y primera herradura. Los pinchados nos cogen al poco y nos pasan. Estos son unos fieras. Yo tengo que sufrir. La moto de la Guardia Civil, que nos visita de vez en cuando, sin embargo ya no va detrás. No somos los últimos. Bueno, pues igual la cosa no va mal. Ganando altura, y unas maravillosa vistas sobre lo que la niebla, que vuelve a aparecer, deja ver del valle, veo a lo lejos a un par de corredores. A lo largo de la subida nos pasaron y fueron para adelante. Buenos galgos que van tranquilos. Yo sigo a lo mio, con Frances marcando el ritmo. A ratos me cuesta, a ratos voy más suelto. Se notan los porcentajes que Ander y Juanto nos han regalado a todos en esta página. El cartel que anuncia el Mirador de la Braguía me confunde y acelero el ritmo. Le doy alegría pensando que en el margen derecho hay una carpa de la organización. Error, es un pintor y el puerto, salvada la curva, sigue subiendo. Hay que aprender chaval….

    Superado el bache, llegamos a la cima. Aquí, el agua y la niebla es mucho más persistente y el líquido elemento disfraza de espejo el firme de la calzada. Me asusto, he de reconocerlo, y opto por apurar los frenos. Sigo sin bajar con las manos abajo y me sobrecarga mucho los dedos. El miedo se apodera de mí cuando veo un monovolumen que entra muy rápido en una curva de herradura y hace un trompo para dirigirse a mí de frente. Rápido corrige y me sorprende que el guardia civil, que está detrás, no haga nada. Al menos no le veo. También voy preocupado de salvar esa horrenda bajada. Veo mucha gente en las curvas. Aún con temor, me da aire y me envalentona ver la gente. Llego al pueblo y me encuentro con un montón de carpas con coches de competición. Va a ver una carrera. Eso lo explica todo. Frances, que ha bajado como una flecha, me espera resguardada bajo la carpa de un equipo. El guardia civil pone la sirena y, como el terreno pica hacia abajo, nos lanzamos. Llegamos a un cruce, un giro a la derecha y la carrera mira de nuevo hacia la montaña.

    Vemos a un corredor que se retuerce, pero no le cogeremos. El Caracol, la subida más dura, hay que tomarla con calma. Frances vuelve a marcar el ritmo. ¡Menuda gregaria! La ambulancia vuelve a lanzar ánimos a través de su altavoz e incluso son ofrecen un poco de tortilla. “Para coger fuerzas, chavales”, nos dicen. Es un ánimo muy bueno poder reirte cuando afrontas una rampa exigente. El Campillo nos da más juego con el paisaje y no sólo podemos ver mejor cómo ganamos altura en su primera parte, sino que también nos deja ver algún recodo del valle y las moles que se levantan enfrente. Algún erizo bien vivo nos mira perplejos. Muchas aves, rapaces casi todas sobrevuelan los campos como enseñándonos el camino correcto hacia lo más alto del cielo. Así, la subida se hace agradable. Sufres, pero disfrutas. Frances comienza a quejarse de un ruido. Suena como a aire. Es su rueda trasera. Mientras ella cambia yo sigo, como me pide. Poco después me alcanza, pues va como un tiro, pero vuelve a quedarse porque pincha otra vez o hay algo que no funciona. Yo cojo algo de comida mientras un chico sale del bus escoba y me ofrece su windstopper. Un poco por orgullo, aunque voy calado, no se lo cojo. Pero el detalle se lo agradezco, no es para menos. A Frances le deja su rueda trasera para que no pierda mucho tiempo, que estamos con opciones de superar el control. Y seguimos hacia arriba. Me comenta mi compañera que los primeros o han llegado a meta o han superado La Lunada. No la entiendo muy bien y tampoco unas instrucciones del número de la Guardia Civil. Pero llegamos arriba y el puño, como si fuera Rafa Nadal, se me dispara de alegría.

    Otra placa superada, aunque no haya tiempo para fotos. La niebla aquí ha sido menor, creo yo. O al menos ha levantado algo y puedo ver el valle mejor que en el puerto anterior. Pero es igual, yo sigo mojado. Con alevosía, he desobedecido al chaval del Windstopper, que me dijo, “vale, pero en la cima lo coges antes de bajar”. No se puede parar.
    Una bajada rápida, divertida y con buenos paisajes nos lleva al cruce en el que comienza La Lunada. Una espectacular mole de roca nos avisa de que entramos en una zona pata negra. El paisaje en este punto bien merece todos los esfuerzos; el sufrimiento hacia la cima será sólo una propina en pago a tanta belleza.

    En este punto, sin embargo, me vengo abajo. Aunque comienzo con ánimos, alegre y bromeando, a la cola de la marcha y con una legión de coches de la organización detrás, las placas que nos indican cada kilómetro me desalientan. No puedo dejar de pensar que *****, todavía quedan once. Y ahora diez. Momento duro. Ni el paisaje, los saltos de agua o las verdes colinas rocosas me anima. Paro y pido comida. También agua. Asalto a los chicos de la ambulancia y el coche escoba. Como no vamos a superar el corte, lo mejor es abandonar. Qué putada. Pero bueno, yo no me bajo de la bici. Entregamos los dorsales y Frances y yo decidimos seguir sin dorsal. Igual es una temeridad, pero no estoy dispuesto a acabar todo así. Al menos hasta la cima, por mis medios y luego hasta la meta. Es cuestión de orgullo. La comida y la bebida me sientan muy bien y, quizá liberado de la presión de tener la guardia civil detrás, subo mejor. Despacio pero a ritmo.

    Tiqui-taka, que diría Andrés Montes, y llegamos arriba. La niebla no nos ha dejado ver el valle. Quizá haya sido mejor para no desalentarnos viendo las alturas. Las rapaces siguen dándonos ánimos. Es la única vida que vemos salvo un par de coches que nos rebasan poco antes de coronar. Se sube bien, pero las rampas más duras se dejan notar. Un gran puerto.

    Aquí sin prisa pero sin pausa hay momento para una foto. Esto es como subir al Everest para mí, pero tengo que demostrarlo. Nos hacemos la foto y comienza la bajada. En los dos últimos puertos he tirado del triple plato y lo he agradecido, pero volver al grande me da la vida. La bajada, muy descarnada, me da miedo. Pronto aparecen las obras y la gravillas, pero yo ya he hecho un curso rápido de agarrarme “abajo” y disfruto esta suerte de improvisado Finestre descendente.

    La putada, porque así es, viene cuando Frances pincha. Momento de pena. No podemos seguir. ¿No? Sí, tengo una cámara más. Alegría, el acabar está más cerca. Nos queda un kilómetro de gravilla y llegamos a Las Machorras. Luego, todo para abajo. Frances arregla el percance y montamos. Pero la desgracia se torna realidad. Frances, que ha pinchado tres veces, pincha otra vez. Ahora no hay repuesto… retirada clandestina y sin cobertura en el móvil. Bajamos andando hacia el pueblo algo más de un kilómetro. Nos compadecemos de la suerte, pero con ánimo. Hemos subido los puertos y la cosa se ha acabado en la bajada. Me hace gracia recordar a Sergio, Serpal, “esta ruta se acaba en La Lunada, luego todo es favorable”. Pues si se acaba ahí, sí, pero en la bajada. Y nos reímos. No llueve pero hace airecillo. Esto es la lucha contra los elementos. Menudo fuego el de San Juan, un fuego pasado por agua y niebla.

    Frances pide ayuda en una casa cuya dueña nos deja hacer una llamada. Avisados los colegas, Frances les recuerda que avisen al dueño de la rueda trasera, no piense mal. Seguimos andando y llegamos a una cafetería. Café, bocata de lomo autóctono con queso autóctono y tomate autóctono… y a esperar. Sergio llegó con el coche de Josan y su remolque. Comienza el retorno hasta llegar a Villarcayo. No ha podido ser en bici, pero moralmente hemos superado las cinco montañas. El descenso y el reloj se nos han resistido después de pedalear bajo el agua y acabar como el pellejo del garbanzo. Pero he disfrutado como nunca con una organización que se ha volcado no sólo con medios, sino con simpatía e ilusión. Aunque para volcarse, mi “gregaria” Frances, que me ha dado una lección.
     
  10. Tinez

    Tinez Miembro activo

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    Cuento lo ocurrido en la Iñigo Cuesta, salimos a too cisco y yo me meto en el grupo de alante con Felis Garcia Casas, Iñigo Cuesta, Ventoso, otro estranjero de Cofidís, Angel Castresana, Santurde y compañía subo el primer puerto corto pero con rampas guapas alrededor de un 10% con ellos y hay un ataque subiendo, se pone el grupo en fila de uno a por él y yo sufriendo como un perro corono con ellos, y llega un falso llano hasta el siguiente puerto que eran 5, les dejo irse porque veo que a ese ritmo no acabo y mañana tengo la ciclo de mi club, hay un parón y los vuelvo a coger, empiezo el segundo puerto la Madalena con ellos, pero empieza a llover a todo trapo y yo me agarroto, cómo no, subo como puedo y al llegar arriba paro a ponerme el chubasquero, bajo con mucha precaución y esquivo a unos caballos que están en la carretera, hasta llegar al avituallamiento que hay en Vega de Pas antes de empezar a subir la Braguía, me coge Serpal y voy con él toda la subida del puerto a buen ritmo, a veces escesivo para mí pues aún voy raro con el agua, luego lo mismo de siempre al coronar a ponerse el chubasquero para no quedrse frío en la bajada donde también llueve un poco, avanzamos hasta el siguiente puerto el Campillo o el Caracol y allí empiezo a desentumecer las patas y subir muy suelto, dejamos de hablar pues vamos ya cebaos el uno con el otro, jejeje llagamos arriba pillamos líquido y comemos un poco y para abajo de nuevo, mucha niebla y lluvia en la bajada, llegamos abajo del todo del valle y afrontamos la subida a Lunada hablando y bajando un poco el ritmo pues es muy larga, de unso 15 km, esto parece una etapa mítica de estas de la vuelta, mucha niebla, y a mitad de puerto avituallamient líquido sin siquiera bajarte de la bici, ya cerca de coronar, nos coge el Melenas ( al que le tiramos el folleto del club desde la furgo en la QH) un grandísimo personaje que es un diesel en toda regla que ha hecho la MGM 1200 km que fiera, me voy con él y empiezo a hablar y me doy cuenta que Serpal y su compañero se han quedado,llegamos al avitualliento completo del alto y zampamos algo y bebemos tranquilos ya allí todos, Serpal, el otro que iba de Liquigas el Melenas y yo y empezamos el descenso recién asfaltado por decir algo porque había demasidad gravilla lo que lo hacía muy peligroso, bajamos con precacución, y empezamos el llano, organizamos un pelotón de unos 15 en el que vamos tirando a relevos hasta Villarcayo Serpal otros dos y yo, llegada a Villarcayo donde el tiempo respeta la temperatura es muy buena y comidita en el cesped y ducha, sorteos de diverso material ciclista y electrónico mucho en general etc
    Una lástima que por la niebla no se pudieran ver los escelentes paisajes de estos lugares.
    Buenos avituallamientos paisajes gentes y bien en general, la pena el agua, volveré.
    Admiren las fotos, jejeje.
    Salu2
     
  11. puskas

    puskas Señor de los Watios

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    **** tinez, tu si que te llevastes los mejores trofeos, claro asi andais algunos en bici................ ;)
     
  12. serpal

    serpal Moderador Ciclismo Crta. Moderador ForoMTB

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    Voy a ser breve con la cronica, que ando petadete de curro y apenas hay tiempo para una cronica en condiciones (si, ya se que aun os debo la de la paris-roubaix, paciencia).
    Pues eso, aprovechando el momento dulce de la QH, para alla nos encaminamos a disfrutar de la primera edicion de esta marcha. En la salida, estabamos Neuro, Josan, Iñaki, un colega de Briviesca: Edu, Joanfry, Frances y Yo. Alli conocimos a otro par de foreros, entre ellos Tinez con el que coincidiriamos casi toda la marcha.
    Esta vez me lo voy a tomar tranquilo, que no estaba la cabeza para sufrir despues de tanta caña ultimamente. Lo primero que veo que se ha rajado mogollon de gente por el mal tiempo, seriamos al final unos 200. En la salida no llueve, aunque el cielo cubierto amenaza, por suerte la temperatura es casi ideal para esto de la bici. Nos dan la salida y los primeros kilometros nos llevan neutralizados hasta que tomamos un desvio a la izquierda para abandonar la carretera que nos llevaria a Burgos, para tomar en direccion Santander. El desvio coincide con el ascenso al Alto del Repetidor. Puerto cortito, pero que nos saluda con un largo rampon al 12% que asi en frio como que hace daño. De hecho desde el primer momento la prueba queda completamente rota, salvo la grupeta delantera a la que vemos marchar a lo lejos. Voy subiendo comodisimo a mi ritmo y mirando para atras esperando a Edu al que parece atragantarsele esta subida en frio. Como he dicho la subida al comienzo es dura, hasta que nos desvian por una carreterilla aledaña que nos permite recuperar unos kilometros, para volver a salir a la general y finalizar la ascension con una nueva serie de rampones, vamos, que no esta mal para calentar. Tras el puerto lo malo que no hay una bajada potente como tal sino que son pequeños descensos seguidos de repechones de a plato, pero de los que te dejan las patas finas. Aqui la cosa se estabiliza y nos juntamos una buena grupeta de unos 30 o asi y vamos rodando muy alegres en direccion al alto de la Matanela. Poco a poco, los repechos se van conviertiendo en un suave picar hacia arriba, y en el momento que dejamos la carretera, comienza este alto, que no es mas que un largo rampon de 3-4 kms sin ninguna dificultad especial. Aqui me emociono y voy remontando posiciones en el grupo (no conscientemente, yo iba a mi ritmo) y cuando me doy cuenta, voy tirando del pelotoncillo y llevo a la gente enfilada, alguno se acordaria de mi familia cuando de golpe vi el avituallamiento liquido en la cima y me aparte para repostar tan preciado elemento. Llegados a este punto, nos hemos metido entre la niebla y comienza un pertinaz txirimiri que ya no nos abandonara hasta el final. Por suerte no hace frio. Nos abrigamos y a tirar en direccion a Vega de Pas por un larguisimo descenso en ocasiones bastante tecnico. Pena de no podernos lanzar demasiado porque la cosa estaba bastante precaria con el agua porque las curvitas enlazadas con que contaba, auguraban un descenso muy divertido. Por suerte es una bajada que permite pedalear bastante y con buen asfalto con lo que no llegas a quedarte frio.
    Al fonde del valle, desvio a la derecha y encaramos en direccion a la localidad de Vega de Pas, por un entorno que se adivinaba espectacular pero que no pudimos disfrutar debido a la densa niebla. Justo en el mismo pueblo comienza el tercer alto de la jornada, La Braguia. Una delicia de puerto. Al poco de comenzar, con Edu siempre a mi rueda, alcanzamos al amigo Tinez con el que ya ire hasta el fin de la marcha. Voy subiendo este puerto sin cadena, voy sin forzar y disfrutando del poco paisaje que se deja entrever en los escasos claros que deja la niebla. Que decir, que el txirimiri sigue constante calandonos de arriba a abajo, menos mal que no hacia frio. Coronamos el alto, otra vez chubasquero y nos lanzamos por un veloz descenso. Carretera en excelentes condiciones y aunque el suelo estaba mojado, se podia correr ya que salvo varias herraduras perfectamente visibles, no tenia curvas complicadas. Pasamos junto a los boxes de la "subida a la Braguia", una prueba automovilistica que se iba a disputar en cuanto terminasemos nosotros de pasar y sin descanso le hincamos el diente al Alto del Caracol, o de Campillo tal y como aparecia en el perfil oficial de la marcha. Nuevamente ponemos el ritmo tiki-taka y para arriba, disfrutando mogollon. Tras un descansito en la ascension, pasamos por las rampas mas duras de este puerto a su transito por la localidad de Campillo que no son mas que un monton de caserios dispersos por la ladera y en esto que dejamos de hablar el ritmo se acentua un poquito, Edu se me descuelga y voy codo con codo con Tinez que ninguno aflojabamos (si es que somos unos jodios picados). Se agradece la llegada del puerto donde esperamos a Edu mientras nos abrigamos para el descenso que nuevamente es muy veloz, de caracteristicas similares al anterior. Ya solo nos queda afrontar la larga subida al portillo de Lunada, 14 kms suaves, pero que a estas alturas ya comienzan a pesar en las piernas. Nos lo tomamos con tranquilidad, vamos de charleta, pero de estas veces que te lias a hablar a hablar y sin darte cuenta van pasando los kilometros casi sin darte cuenta. De hecho poco antes de la mitad del puerto miramos para atras y tenemos a un monton de gente que hemos ido adelantando haciendo grupeta y total que llego un kilometro que hay un poco mas duro y en cuanto dimos dos pedaladas de mas otra vez todos desparramados. Aun asi, subimos a ritmito disfrutando, hasta que quedando un par de kilometros para arriba, como dice Tinez en su cronica nos alcanza el tio ese de los pelos con el maillot de la MGM y me sacaron de punto un poco, pero vamos.....falsa alarma, solo es un momentin de crisis, aprieto el lomo el ultimo kilometro y me quedo a 10 metros de engancharles antes de la cima. Paramos en el avituallamiento y descubro el porque de la minicrisis. Es ver la comida, pegarle un tiento a los croisants rellenos de chocolate y ver que tenia una gula en el cuerpo considerable la cosa es que llevaba toda la ruta con dos barritas y claro, ya empezaba a estar el deposito en reserva. Tras el atraconcillo en el avituallamiento, nos lanzamos por una descarnada carretera, que me dice Edu que esta incluso mejor que el año pasado cuando subio el por ahi, porque han parcheado los agujeros. Se ve que la estan arreglando, porque llegados a la mitad, la carrtera se convierte en sterratto como dirian los italianos, ya que se ve que van a arreglar la carretera y el primer paso ha sido echar una buena capa de gravilla encima. Aun asi, como abajo hay asfalto y las curvas son abiertas, se puede seguir bajando a buen ritmo. Enlazamos con una carretera de verdad y espero a Edu y a Tinez. Nos ponemos a rodar hacia Espinosa de los Monteros y se nos va uniendo gente a la grupeta. En este punto, ya con la cercania a meta, voy pletorico y derrochando esfuerzo en los relevos a los que me corresponde Tinez al que se le ve fuerte. Poco a poco la gente se empieza a animar y empezamos a pasar 5 o 6 al relevo y sencillamente volamos hacia meta. Los ultimos kilometros transcurren en un santiamen y alcanzamos Villarcayo con un tiempo de 5:32:00 (5:35:00 oficial) y con una sensacion en las piernas de llegar bien. Sin fatiga, habiendo disfrutado de una marcha guapisima. Vamos, que el año que viene repito.
     
  13. serpal

    serpal Moderador Ciclismo Crta. Moderador ForoMTB

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    Ufff....es que estaba brutal la moza. Como decia el colega Edu. "Esta no es de Burgos, yo no he visto de esas por aqui", jajaja.
     

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