El día amaneció con un sol sin fuerza, que a duras penas conseguía penetrar entre las nubes, aunque no hacía frío. Cuando comienza el buen tiempo, el profesor del colegio se lleva a los chavales a dar un paseo por el pinar por el único camino que conoce, así que me ofrecí hace unos días a preparar una rutilla corta para cambiarles un poco el recorrido. Salgo prontito para hacerla yo primero y ver en qué estado están los caminos tras las brutales lluvias de los últimos días. ¡Perfectos! Es más, para los chavales estarán divertidísimos ya que el terreno está muy compactado y los charcos son de un agua cristalina. Apenas 10 kilómetros por senderos mojados y con algún que otro charco entre encinas y pinos, casi todo llano, una cuestecilla sin dificultad y el resto, todo bajada hasta el colegio. A las 11:20 salimos nueve chavales y chavalas de edades comprendidas entre los 8 y 12 años. La perspectiva de salir por terreno desconocido les crea un sentimiento confuso entre el miedo y la emoción, que se disipa en cuanto afrontan los primeros dos kilómetros y se abandonan al disfrute del camino, sorteando charcos al principio por miedo a mancharse, y luego pasándolos a todo trapo entre risas y vítores. El maestro va detrás con una niña con una bici pequeña y yo voy delante guiando y echando el lazo a los más mayores que se empiezan a soltar y a picar entre ellos. Están disfrutando como monos. Tras el llano y una breve parada para reagruparnos y abrevar, comenzamos una subidita suave hacia El Coso. Pasan por encima de raíces e incluso alguno se atreve a pasar por unas piedras, apuntando maneras. Yo voy yendo de adelante a atrás viendo como van los chavales, espoleando al que veo más cansado. Ningún problema, todos en mayor o menor medida notan la subida, pero les está resultando fácil. Me quedo un rato con el maestro y la niña de la bici pequeña, que se lo está pasando en grande cruzando los charcos (a estas alturas todos tiene la espalda empapada y llena de barrillo). Llegamos arriba y hacemos otra parada para que los más débiles recuperen el aliento. El maestro, les va haciendo notar las diferentes especies de árboles y plantas que se van encontrando, va aconsejando a los chavales sobre el desarrollo a llevar (yo me limito a hacer de guía, él manda y así debe ser). Llega la bajada. Los últimos 5 km son una bajada suave, y sin peligro, pero muy divertidos. Curvas enlazadas muy abiertas y ligeramente peraltadas que hacen la delicia de los más valientes del grupo. Yo los dejo hacer y me quedo con los más precavidos marcándoles la trazada. La llegada al colegio es una algarabía. Están emocionados. Le cuentan a la maestra que se ha quedado con los pequeños por dónde han ido, los charcos que han pasado, la bajada Nos despedimos dándonos palmetazos Y yo me ofrezco al maestro a repetirlo cuando crea conveniente. Por mí, si quieres y puedes, todos lo viernes. Pues así quedamos.
Saludos Segoviano Da gusto ver a la cantera, supongo que el pinar estará guapo, buenas lluvías para los nicalos. Cuidadín con los abrojos...... Segoviano en Madrid
El pinar es la leche, llevo un año recorriendo senderos y en cada salida descubro uno nuevo jejeje. Anímate un día y vente.:biker :biker
hola, yo tb soy maestro de educación físcia de escuela rural, me ha encantado tu iniciativa, me parece que podeis pasarlo muy bien de aqui a fin de curso, y crear unos hábitos en los chavales muy saludables. Solo voy a poner una pega entre comillas, y a modo de crítica constructiva, y asi espero que os la tomeis. El profe, que me figuro que es el que sale en la foto, debería llevar casco aunque solo fuera por aquello de dar ejemplo. Soy compañero suyo y espero que sepa encajar mi comentario. Muchos saludos y mucha suerte.
