No había entrado nunca en este hilo, pero está interesante... Extraido del hilo "Clásicas en Singlespeed", copio y pego uno de esos momentos que se tienen cuando llegas emocionado a casa, después de haber probado algo nuevo relacionado con unos pedales...
EL FIN DEL CAMINO Se acabó. Estamos en el avión de vuelta a la civilización, a las buenas costumbres, a los hábitos, a los vicios, a las paredes y a los techos. Terminó. Fuimos peregrinos y ahora toca despedirse, aparcar las alforjas y descansar. Llevaba varios días esperando este momento, poder llegar a casa y ducharme, dormir en un colchón y comer bien, pero ahora que se acaba no quiero desprenderme de todo lo que he vivido, necesito de algún modo que se convierta en eterno. Recuerdo como hace 17 días íbamos hacia lo desconocido, con miedo e incertidumbre. A día de hoy poco nos importa nada y nos hemos arrancado el miedo a golpe de pedal. Podemos decir sonrientes que hemos sobrevivido y que lo hemos hecho como nadie. Hemos sido capaces de fusionar el camino del norte y el primitivo, creando la bestia para superarla, para no dejar ni una flecha, para evitar siempre la carretera que nos llamaba. Lo nuestro era el camino y por el camino es por donde fuimos. Gracias a esto hemos podido descubrir tierras que no pensábamos que este país pudiese ofrecernos, País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia, cada una ha sido especial a su manera. Por un momento pienso en volver y me pierdo en mi desconcierto, en no saber que hacer sin esos paisajes, sin las noches Por suerte, tengo una pequeña brújula en Barcelona que me guía y me mantiene a flote. En este punto de la historia te doy las gracias, por ser mi norte particular, mi motivo y mi noche perfecta. Ahora toca despedirse del mar cantábrico, del olor a pez, del pulpo, del café mañanero, del madrugón voluntario, de las cuestas y de nuestros huevos. Del verde gallego capaz de cubrir hasta el troco de los árboles, de su niebla mística, de la queimada, de las estampidas de caballos libres, de la generosidad de las personas. Toca desprenderse del cielo en tres dimensiones, de la totalidad de las estrellas, del silencio únicamente interrumpido por los animales del camino. Decimos adiós a la ausencia de gentes en kilómetros a la redonda, a sus gritos de ánimo, al agua que tantas veces nos han dado. No sabemos si volveremos a sentir el duro asfalto o la húmeda hierba al dormir en la calle y eso lo voy a echar muchísimo de menos. Dejamos atrás colarnos en cementerios, en albergues, polideportivos, parques Toca despedirse de la sensación de ser reyes, dueños de nuestro propio camino, del más duro que hemos podido realizar jamás. Me despido con un beso y un abrazo a este, uno de los viajes más sacrificados y recompensados que he hecho en mi vida. Camino del Norte + Primitivo en bici
Aquí en Albacete hay otra Peña que se llama poco a poco, son de chinchilla de monte Aragón! Un saludo.