A principios de septiembre he recorrido solo el camí dels bons homes en siete etapas. Ha sido una experiencia increíble y me gustaría compartirla por si alguien está pensando en prepararla. Empecemos por el principio, con antecedentes, y luego os cuento sobre la ruta. A finales de mayo empecé a plantearme la idea de hacer una ruta de varios días en bicicleta. El camí dels bons homes fue uno de los primeros que encontré con estas características y había una guía para la variante en bicicleta de montaña. Los comentarios que leía destacaban lo dura que es, pero todos coincidían en que merece la pena. Me fui equipando poco a poco mientras iba haciendo salidas los fines de semana y probando el material, viendo los inconvenientes e imprevistos que surgen durante la ruta. Con disciplina espartana amanecía a las siete los sábados para subir cuestas e ir entrenando. Empecé con etapas de 40 km y menos de mil metros de desnivel y poco a poco me iba encontrando cada vez más a gusto sobre la bici. Cargué las alforjas con mantas para simular el peso que llevaría en el viaje y me recorrí gran parte de la provincia y aledaños. Vivo en Barcelona y gracias al entrenamiento he conocido la cara oeste de Collserola y todo el bosque espectacular que hay detrás del Tibidabo. He disfrutado de vistas espectaculares de la ciudad, desde el Llobregat hasta más allá de Badalona con sólo mover la cabeza a izquierda y derecha. Entrenando he subido al Montseny, he conocido las montañas de Tarragona, el Corredor del Montnegre, el parque de la Serralada Marina, La Garrotxa, el valle de Àger en Lleida... sí que he visto mundo, sí. El entrenamiento también me ha servido, como decía antes, para darme cuenta de los inconvenientes que pueden surgir en una ruta. Los pinchazos son casi el menor de los problemas que puedes tener. En una ocasión calculé mal el desnivel de la etapa y lo que me había planteado como una ruta de medio día se volvió poco menos que una pesadilla en la que los últimos diez kilómetros me hicieron sufrir como nunca antes, hasta la extenuación. Aquel día aprendí a llevar siempre más comida y agua de la necesaria y también a plantear el perfil de la ruta según el sentido de la marcha. También la caída del primer día que salí a entrenar me enseñó la importancia de los llevar buenos neumáticos y la presión correcta en las ruedas. Un punto en la rodilla me tuvo parado sin poder entrenar casi dos semanas. Los fines se semana me tiraba al monte, como las cabras, y entre semana seguía el entrenamiento en el gimnasio haciendo el hamster en la bicicleta estática. Sobra decir que se va mucho mejor con el viento en la cara, por supuesto. Cada vez que salía a la montaña me encontraba más en forma, me costaba menos trepar por rampas de las que normalmente dan susto. Acabé comprando un GPS cuando vi que todo el que publica rutas en bici de montaña lo hace en formato para GPS. Es bastante difícil encontrar rutas descritas y, todo hay que decirlo, seguir rutas en papel es más engorroso que ir viendo el caminito en la pantalla. Sobre todo me ha sido útil para entrenar, porque sólo tenía que descargar el archivo de la ruta al GPS y salir. Si hubiera tenido que entrenar con rutas en papel habría acabado repitiendo muchas rutas y me habría perdido más de lo que me he perdido con el GPS. Pasé mucho tiempo investigando sobre la ruta, preparando las etapas para compensar distancias y desniveles, reservando el alojamiento en albergues con la ayuda de los amigos francófonos y planeando lo que sería la rutina diaria en el viaje. Ahora que he recorrido todo el camino puedo decir que todo este tiempo estuvo más que bien empleado porque tanto la división de las etapas como los alojamientos han sido un éxito y me han permitido disfrutar al máximo del viaje. Tomando como base la guía de Ignasi Besora editada por Altaïr y después de darle muchas vueltas, estas son las etapas diseñé: Berga-Saldes: 50 km y 1800 m. de desnivel Saldes-Refugio de Sant Jordi: 35 km y 1400 m. Ref. Sant Jordi-Porta: 55 km y 1350 m. Porta-Orlu: 43 km y 1200 m. Orlu-Comus: 32 km y 1000 m. Comus-Montsegur: 20 km y 300 m, Montsgur-Foix: 32 km y 1000 m. Y lo puse todo junto con las imágenes de los perfiles y la información de los albergues en una hoja de ruta que podéis descargar abajo. Dejé una copia en casa bien explicada para casos de emergencia. También adjunto el archivo de los track para MapSource y el archivo kmz para ver la ruta en 3D en Google Earth, impresionante. El equipo: Merida Matts HFS 1000 XC Portamantas Old Man Mountain Sherpa (sujeto al eje) Alforjas MSX Mainstream impermeables GPS Garmin eTrex Legend Se acercaba la fecha del viaje y lo tenía casi todo. Unas compras de última hora y la semana antes ya tenía la "maleta" preparada. En las alforjas metí: Dos culotes Dos maillot Calcetines Herramientas, parches, bombín y una cámara de recambio Unas bridas de plástico Una navaja pequeña Pilas para el GPS y el cuentakilómetros Camiseta de manga larga Cortavientos Pantalón largo Mallas largas Sobres de glucosa y frutos secos Chanclas Una toalla de fibra ultraligera (50 gramos) Gel de ducha, pasta y cepillo de dientes Un par de pastillas para la diarrea y paracetamol Toallas húmedas Teléfono móvil y cargador Saco de dormir ultraligero (640 gramos) Un libro Un boli En total, cada alforja pesaba 4 kilos, casi ná. El menda lerenda, 84,5 kg., de lo que tomé buena nota para reírme a la vuelta. Creo que salvo las herramientas para arreglar pinchazos, que no me han hecho falta, lo he utilizado todo, así que no puedo decir que haya cargado con cosas innecesarias. Aparte de eso... un billete de autobús de ida a Berga y la hoja de ruta, de la que dejé copia en casa por si pasaba algo. Día 1: Barcelona-Berga Salí por la tarde hacia Berga en autobús. De camino, tenía una sensación rara, como de incertidumbre. Tenía muchas ganas de hacer el viaje, pero también me habría gustado quedarme en casa con Marta y pasar unos días tranquilo, de fin de semana permanente. Supongo que también tenía algo de miedo a lo desconocido, a llegar a una ciudad, buscar el albergue... en definitiva, a ejecutar el plan que llevaba tanto tiempo preparando. En Berga ya estaba anocheciendo, pero me pude orientar bastante bien para encontrar el albergue. Un dormitorio con mucho espacio para mí y mi bici. En la cena me atiborré de ensalada, arroz y albóndigas y me fui a dormir temprano. Como de costumbre, caí a plomo y perdí la consciencia al poco de poner la cabeza en la almohada. Creo que no llegué a despachar ni tres páginas del libro. Día 2: Berga-Saldes Amanecí a eso de las ocho con el despertador y me empujé el desayuno como pude, porque hambre, hambre no tenía después de la abundante cena. Pero había que hacer un esfuerzo para ir bien de energía en la primera etapa, que ya sabía iba a ser de las más duras del recorrido. Preparar las alforjas se me hizo un poco raro, pero ya tendría tiempo durante el resto del viaje de automatizar esta tarea matutina. Salí a las nueve y desde el albergue fui subiendo hacia el cruce del Santuario de Queralt, donde empezaba la pista forestal y también mi viaje. Aquí es donde hice las primeras fotos. La pista subía bastante suave y antes de darme cuenta ya estaba en el primer puerto del día. Aún me quedaban más de 30 km por delante y otro puerto más, pero me sentí muy bien al ver que había llegado hasta ahí con relativamente poco esfuerzo. La bici iba realmente bien y seguiría así el resto del viaje. Salvo un pequeño traqueteo de las alforjas al dar con el soporte, el resto del material funcionaba de maravilla... y también mis piernas. Paisajes espectaculares y vistas alucinantes del pantano de Baels en estos primeros tramos. Antes del segundo puerto paré a comer, pero había tantas moscas que apenas pude estar una hora. Iba comiendo kilómetros y no notaba el cansancio, pero sabía que tenía que dosificar. A unos 15 kilómetros del final noté un pinchazo en el muslo izquierdo, cerca de la rodilla, que me hacía muy difícil apretar con la izquierda. El dolor iba y venía, así que tras una parada en Gósol pude acabar la etapa en el camping El repós del Pedraforca, poco después de Saldes. Llegar al final de la primera etapa fue un poco desconcertante porque no tenía muy claro el orden de las tareas que debía hacer. Después aprendería que el orden, nada más llegar y entrar en la habitación es: Desmontar las alforjas y el saco de la bici Estirar las piernas Darse una ducha Poner la ropa, la toalla y las chanclas a secar Comer algo (frutos secos, barritas de cereales) y seguir bebiendo mucha agua Repasar la bici para hacer pequeños ajustes Leer hasta la hora de la cena Cenar sobre las 19:00-19:30 Preparar la ruta del día siguiente, leer un poco más y seguir bebiendo agua Irse a dormir sobre las 21:30-22:00 Rebuscando entre el material del bunga de lona donde me quedé encontré la solución perfecta para el traqueteo de las alforjas: bayeta de cocina. Con dos tiras sujetas en el soporte se amortiguan los pequeños golpes que se dan contra el soporte. A partir de entonces no volví a oír las alforjas. Día 3: Saldes-Refugio de Sant Jordi Este segundo día ya automaticé la rutina de por la mañana: Pis y lavarse la cara Desayuno Recoger el saco de dormir, la ropa e ir montando las alforjas Segunda visita al baño para hablar con Roca Llenar el bote y la mochila de agua Estirar las piernas Poner todo en su sitio y salir De camino al refugio del Gressolet volví a sentir el dolor en la pierna. Empecé a desesperarme un poco y al ser cerca de la rodilla, pensé que si era el tendón, no iba a poder seguir dando pedales un día más. El pinchazo iba y venía, así que pude llegar hasta Bagà un rato antes de la hora de comer. Bajando hacia Bagà ya se puede ver la Sierra del Cadí, impresionante, a la izquierda y también el puerto por el que iba a pasar al día siguiente: el Coll de Pendís. Saliendo de Bagà paré a comer en un área de descanso con mucha sombra y un río con agua estupenda y fresquita que me sirvió para enjuagar un poco el maillot del día anterior. Decidí llamar a Javi, mi viejo amigo y compañero de muchos kilómetros en bici, que es fisioterapeuta. Después de darle mucha envidia por el viaje que estaba haciendo, le pregunté por el dolor de la pierna. Con unos movimientos descartó el problema de tendones y de hecho acertó de pleno en el diagnóstico y el tratamiento: seguramente se trataba de una microrrotura fibrilar y eso se arregla estirando bien antes de empezar el ejercicio, calentando un poco y volviendo a estirar antes de empezar a rodar en serio. Como la seda, oye. En el resto del viaje seguí al pie de la letra la recomendación y el pinchazo no volvió a molestarme en los más de 200 kilómetros que me merendé. Creo que lo que más me animó fue su frase: "Piensa que este viaje sólo lo vas a hacer una vez en la vida." Menos mal que dejé atrás el dolor en la pierna, porque la segunda parte de la etapa fue seguramente el tramo más duro de todo el viaje. Y no tanto por la pendiente, sino por la cantidad de kilómetros que tuve que hacer a pie. Para llegar al Coll de Pendís hay que subir primero el Coll d'Escriu por una pista con muchas piedras y una pendiente de aúpa. Puede que algún valiente se atreva a subirla encima de la bici, pero desde luego no con alforjas. Yo sólo me crucé con dos compis ciclistas que iban montaña abajo y tampoco iban muy sobrados con la pendiente. Después del Coll d'Escriu se bajan unos 300 metros con mucho cuidadito sobre la bici porque la pendiente es terrible. Luego hay que volver a subir hacia el refugio de Sant Jordi por un camino de cabras en el que de nuevo tuve que cargar con la bici. Después de 30 y pico kilómetros no es fácil andar cargando con 20 kilos dando saltos. Sufrí como un condenao para llegar al refugio a eso de las cinco de la tarde. Fin de la etapa más dura del viaje y descanso más que merecido. El refugio está totalmente aislado y sólo se puede llegar andando. El punto más cercano en coche es el Coll de Pendís, un kilómetro más arriba. No me quiero ni imaginar cómo se lo pasa Toni, el guarda del refugio, para cargar las bombonas de butano hasta allí. Pagué más que contento los dos euros que cuesta la ducha de agua caliente. También me dejó alucinado la cena, abundante y muy bien hecha. Una sopa de calabacín que me recompuso y me abrió el apetito, una ensadala con lechuga, tomate y zanahoria fresca y de tercero butifarras con patatas asadas y alioli. Sabía que lo sudaría todo al día siguiente, así que no me privé de ajo. Sigo en otro mensaje con la segunda parte...