Buenas tardes Canyoneros, Abro este post para que los canyoneros que vais a hacer la clásica Bilbaina podáis contar aquí vuestra experiencia al igual que los 6 seleccionados por méritos para hacerla este año con seis de nuestras bicicletas tres Ultimates CF SLX y tres Aeroad CF. La única premisa es que escriban su cronica aquí. Crónica que nos gustaría que empezara con una foto con la bicicleta en parado y presentación personal que incluya nombre, edad, si son padres de familia, experiencia ciclista y modalidades que practican. Este es el plan: Sábado 17 Hotel NH Deusto, Bilbao. 19:00 Entrega de habitaciones y bicicletas. 19:30 Ajustes personalizados. 20:45 Cena restaurante Abaroa http://www.abaroa.net/default.asp Domingo 18 07:00 Desayuno 08:00 Salida de la clásica. http://www.bilbaobilbao.com/cas/site/salida.asp Recorrido: http://www.bilbaobilbao.com/cas/site/recorrido.asp Perfil: http://www.bilbaobilbao.com/cas/site/perfiles.asp Espero que no nos llueva y que todos puedan terminar el recorrido para contarnos su experiencia positiva del mismo. Un saludo Manuel
Que suerte, a mi no me ha tocado, yo también estaré por allí ¡Con la de monte!,así que si me ves espero un saludete. ¿Has gastado bonobici o Canyon se ha estirado y te has llevado a toda la family?
Tienes las fotos en la página de el correo: www.elcorreo.com Es un poco rollo para encontrarte pero es lo que hay
En primer lugar, dar mi más sincero agradecimiento y enhorabuena a Canyon, en especial a Canyon España y más en concreto a Manuel. De verdad, como te lo has currado. Qué implicación y preocupación porque todo, en cada momento, saliera a la perfección. Esto ha sido la confirmación de por qué confío en esta firma desde hace unos años. Cuando las cosas se hacen bien, al final, los resultados están ahí. Mi segundo agradecimiento es para mi amigo Javier, Isengarder, por invitarme a este fantástico evento y brindarme así la posibilidad de vivir una experiencia inolvidable. Me considero un privilegiado. Han sido muchos, los factores que han hecho que este fin de semana haya sido muy especial para mí: El viaje con Javier, con el que había salido a rutear en varias ocasiones, pero nunca habíamos pasado tantas horas juntos, con el estrechamiento en una relación que eso conlleva. Los compañeros que han participado en el evento, Adrián, Eneko, Julián y David, representante, también de Canyon España, que hizo la marcha con nosotros y también con las mujeres de David y Julián, con las que cenamos y fueron partícipes sufridoras de una amena conversación sobre ¿Bicis? Encantadores todos y todas. La cena, fantástica. Comida de la región, así que os podéis imaginar. Otro detallazo más de Canyon. Nos obsequiaron con un precioso maillot corporativo, que podréis ver en las fotos que, al menos a Javier y a mí, nos hizo una grandísima ilusión. Estábamos como niños con zapatos nuevos. Una pena que no hubiera hecho unos grados más para haber podido lucirlo en Bilbao. Pero vamos, que ya os imagináis qué prenda voy a llevar en todas las carreras en las que participe La Canyon Aeroad CF 9.0, con la que participé, simplemente ESPECTACULAR. Mi experiencia es nula en esta disciplina, ya que soy practicante de BTT, pero las sensaciones que me ha transmitido este aparato han sido de ponérsele a uno los pelos de punta, y no estoy exagerando. Ligereza, aceleración, avance, frenada, velocidad, sensación de seguridad a altas velocidades y, algo que me ha sorprendido mucho, dada la notable diferencia de postura con respecto a mi Lux MR, comodidad. Es increíble la forma de avanzar cuando simplemente apoyas los pies en los automáticos y si le imprimes potencia de verdad, ya es alucinante. Que sensación La ruta, impresionante. Una pasada de entorno, por el que estuvimos rodando 4 horas. El planteamiento era hacerla en plan paseo, como se debe afrontar esta marcha, según el consejo de Adrián y Eneko, que han participado en 9 y 11 ocasiones, respectivamente. Tratándose de un evento multitudinario, participaron 7800 ciclistas, es complicado afrontarla en plan competitivo, ya que se trata de un pelotón continuo y sería peligroso ir a machete. Pues así salimos, David, Adrián, Julián, Javier y yo, ya que Eneko se enganchó al grupo de su club, en plan muy tranquilo, hasta que llegó el primer puerto. Julián, que es un auténtico máquina, empezó a destacarse del grupo y yo, que me puede el carácter competitivo, no pude evitar pegarme a su rueda y tirar parriba. Ahí es donde empecé a darme cuenta del potencial que tienen estas obras de ingeniería. La cuestión es que aguanté el chaparrón de la forma más digna posible y coronamos el puerto juntos, con el consiguiente subidón. Claro que, por supuesto, soy consciente de que, si a Julián le da por apretar de verdad, me deja más tirado que una colilla con lo que mi autoestima hubiera sufrido un estacazo, jajaja. Pues así fue sucediéndose la ruta hasta el puerto de Morga, el más largo del recorrido. Cuando empezamos a subir, David me miró y me debió leer el pensamiento porque sus palabras fueron, anda tira para arriba. No dudé ni un instante. Plato grande, piñón pequeño, de pie y a apretar Qué buena subida, como la disfruté con esa Aeroad. No voy a decir que el puerto fuera un paseo, pero la bici me permitió subirlo a tal ritmo que tan solo un chaval joven me adelantó. Debió ser un calentón, porque yo seguí con mi ritmo y a los pocos metros se desinfló y le pasé. Vamos que os podéis hacer idea de la sensación de adelantar a cientos de ciclistas.Otro subidón si es que hubo en dos ocasiones que hasta me animaban, Vamos, vamos, vamos , otra inyección a la autoestima. Y después de coronar, una vez bajamos el puerto, que eso también tiene si miga, empezamos la zona de llaneo hasta Bilbao. Madre mía, impresionante. Una pena no haber llevado velocímetro para saber a qué velocidad estábamos llaneando. Me puse a rueda de un grupo y a volar. Lo curioso es que, a esas alturas de la marcha, ya llevábamos 100 kilómetros encima, pero es que no acusaba cansancio alguno. De hecho la entrada en Bilbao fue con tal energía que parecía que estaba empezando la ruta. Yo creo que lo que más influyó en ese aspecto fueron las sensaciones que fui acumulando, con mi Aeroad, a lo largo de la ruta. Por unas horas me sentí Contador remontando en una etapa... Como anécdota graciosa, al no llevar cuentakilómetros y además tener totalmente perdida la noción de los mismos, por lo diferente que es esta disciplina del BTT, pregunté en un par de ocasiones al ciclista que pillaba, cuántos kilómetros quedaban. Claro, la gente debía alucinar. Un tío, con una bici de casi 4000, con zapatillas y chaqueta de montaña, sin cuentakilómetros, que le pregunta lo que queda, le da las gracias y sale como un misil. Pues me imagino la perplejidad con la que se quedarían. La verdad, fue una situación cómica. Bueno, creo que, si habéis llegado hasta esta línea, ya habéis aguantado suficiente ladrillazo, así que, no os preocupéis, que acabo. Pero antes de hacerlo, quiero destacar los huev , bueno, vamos a decir las narices, que le echa mi amigo Javier. Qué tío, no duda en afrontar retos del calibre del maratón de la Sierra Norte, la Bilbao-Bilbao o el mismísimo Soplao, que vamos a hacer este año, con una preparación mínima. Daos cuenta de que sus entrenos consisten en ir a trabajar en bici, que no sé si en total suma 20 kilómetros por ciudad al día y una salida, no todos los fines de semana. De verdad que admiro su tesón porque me ha demostrado en varias ocasiones que ha terminado rutas, por su perseverancia y, qué leche, ahora sí lo voy a decir, por sus huevos. Enhorabuena Javier. Se me quedan muchos detalles en el tintero, pero no soy un gran narrador y además mi memoria es poco mayor que la de un pez globo, así que espero que mis compañeros de la Clásica Bilbao-Bilbao, sepan disculparme si hay algo digno de ser mencionado y se me ha pasado. Un saludo a todos y nos vemos en la Bilbao-Bilbao 2013...
Hola a todos, vaya envidia la que os han preparado desde Canyon. Bueno, no sé si acabaron muchas dobles, pero para que quede claro lo buena rodadora que es la Nerve XC ( y bueno a ver si cae también un maillot corporativo, jeje) subo la foto de cómo terminó los 115 km mas otros 30 de ida y vuelta a casa con un novato total como yo. Para ser una 120 doble que por monte va de lujo, por carretera se porta también de maravilla. Es un maquinón. A ver si sale la foto:
Yo también os pongo mi crónica: http://10000delsoplao.blogspot.com.es/2012/03/19-marzo-cicloturista-bilbao-bilbao.html Y una foto cruzando la meta: Otro más que la hizo con la Nerve XC y con rueda gorda, ya que no hubo suerte con el sorteo para participar con la Aeroad a ver si los de Canyon os portais y nos regalais algún maillot corporativo de esos. La verdad es que la Canyon fue como un tiro y oí muchísimos comentarios de gente a la que iba adelantando o con la que iba en grupos que alucinaban al verme a la velocidad que iban ellos con la Nerve y con cubierta de monte, pero como se suele decir lo importante es el indio, no las flechas (aunque ayudan).
Yo agradeceros el pedazo de fin de semana que me tocó disfrutar con la gente de Canyon. Luego colgaré mi crónica, que me ha salido algo larga. Ha sido un placer conoceros a todos, y dar las gracias a Canyon por la posibilidad que hemos tenido unos afortunados de disfrutar de sus máquinas. ---------- Mensaje añadido a las 12:35 ---------- El anterior mensaje fue a las 12:34 ---------- Bueno, ahí va mi crónica. Todo esto empieza cuando un día, revisando el foro de marchas en foromtb, serpal pone una nota en el hilo de la Bilbao-Bilbao, comentando que Canyon va a organizar un bike-test y con una dirección de e-mail de Canyon. Canyon siempre me ha llamado la atención, pero por una razón u otra no he dado el paso de coger una, así que era la ocasión ideal para probar una. “Pues voy a probar suerte”, me digo, y envíe un correo con mis datos y contándoles por qué quería probar una Canyon. La sorpresa fue mayúscula cuando un par de días después, me llaman de Canyon España diciéndome que contaban conmigo para el test. ¡La ost… !!! Vaya suerte! Estaba flipando. Contaba con ir un año más a la Bilbao-Bilbao (llevaré ya unas 11 ), pero además con el aliciente de probar una flamante Canyon. La víspera de la marcha, el sábado, nos citan en el NH Deusto a 6 afortunados en el sorteo, para hacernos entregas de las bicis, la inscripción y encima nos invitan a cenar (y nos pagan el hotel). Estos de Canyon lo han bordado. Dicho y hecho: el sábado a las 19:00h me presento en el NH, y allí nos esperan Manu de Canyon y las bicis. Son 6 bicicletones a estrenar, equipadas con lo mejorcito, y lo único que tenemos que llevar son los pedales y el portabidón. Voy conociendo al resto de los afortunados, y después de la entrega de las bicis, vamos hacia el restaurante comentando el tiempo que va a hacer, como vamos a afrontar la marcha (había algunos que se estrenaban en esto de las marchas de carretera), de bicis, etc, etc. Tuvimos una deliciosa y amena cena, pero tocaba retirarse pronto, que a la mañana siguiente era el día D. Llego prontito al hotel (yo había ido a casa a dormir, al vivir cerca), y espero a que Manu me entregue la bici para ajustarla a mis medidas. La bici que me ha tocado es una Canyon Ultimate CF SLX, montada en Record y con ruedas Mavic Ksyrium SLR WTS. Podéis verla aquí: http://www.canyon.com/_es/roadbikes/bike.html?b=2511 Son todo alicientes para mí, porque aparte de probar el cuadro, podré probar el grupo Campagnolo Record. Yo siempre he sido de Shimano (me encanta), pero el probar el Campagnolo también me hace ilusión. Pongo la bici a medida, y salgo a dar una vueltita por los alrededores del hotel (que está lleno de ciclistas, como no). Todo va bien (ajusto un poco mejor la altura del sillín), pero hay una cosa que me sorprende: el chillido que dan las ruedas al frenar, porque es eso realmente, un chillido. Las zapatas son específicas para las Mavic (que tienen un recubrimiento especial), pero madre mía, creo que he despertado a unos cuantos vecinos al frenar a 10km/h. En fin, espero que se vaya pasando. Por lo demás, tiene buena pinta, las medidas las llevo bien, así que preparado para salir. El suelo está mojado, y a todos nos entra la duda si nos vamos a mojar o no, pero no se me pasa por la cabeza el no salir… ni de coña! Tomaremos las bajadas con mucha prudencia y ya está! Mientras estoy esperando a la puerta del hotel, veo que ya se ha dado la primera salida, la de las 8:00, y me acerco hasta el puente de Deusto a verlos pasar (primer pelotón gigante). Mientras estoy charlando con algunos conocidos (me preguntan por mi bici nueva, jejeje), veo que Josean y Pedro (de mi grupeta) vienen por el puente. ****! Pues me voy con ellos! En menos de lo que canta un gallo me junto a ellos, y empieza la Bilbao Bilbao 2012. Los primeros kilómetros los hacemos despacito, porque hay mucha gente, y esta marcha es para ir tranquilos. Voy haciéndome a la bici (bueno, la verdad es que me he hecho en el kilometro cero), sobre todo al tema de los cambios, que es algo diferente a lo que estoy acostumbrado, y tocando suavemente el freno, para ver si se va gastando algo la zapata, porque en cada frenada se gira medio pelotón preguntándose a ver quien leches está frenando sin tacos de freno para sacar ese ruido. Poco a poco van llegando los primeros repechitos, y aunque vayamos encajonados, me pongo de pie en la bici para hacer algo de fuerza, y la primera sensación es que la caja del pedalier es rígida de narices. Da una sensación de no flexar nada, pero bueno, ya lo probaré más adelante. En la bajada a Plentzia bajo con cuidado, ya que la calzada está mojada todavía, pero me da la sensación que se mete muy fácil en las pocas curvas que hay en esta bajada, con solo insinuar el movimiento la bici se inclina y va por donde uno quiere. Antes de llegar a Butrón veo a un conocido y me paro un momento a hablar con él, mientras mis compinches de ruta siguen hacia delante. Estoy un rato con él, y en cuanto retomo la marcha me digo: “voy a meter un poco de caña hasta pillar a mis colegas, a ver cómo va esta bici”. Llego a un tramo de llano y meto plato, y me pongo de pie para lanzar la bici… *****, como va esto! Haces fuerza, y aquí no flexa nada, sale para adelante, disparada. Me pongo a tirar hacia delante, llaneando, y se va muy muy fácil, la verdad. Bajo piñones y sigo a una buena marcha hasta llegar a la cuestecita antes de llegar a Urduliz, y sigo a bloque. Me pongo de pie sin bajar a plato pequeño, y sigo llevando una buena velocidad (este tramo nunca lo he hecho en plato grande), y la verdad no me cuesta mucho llegar a Urduliz donde engancho a mis compañeros. Ahora ya bajo el ritmo y subimos todos juntos Unbe, pero me he quedado gratamente sorprendido de lo fácil que he hecho estos 6 o 7 km antes de pillarlos. Subimos Unbe bien, a ritmo, y en menos de lo que canta un gallo estamos en el avituallamiento. A partir de aquí, hasta la última subida de Morga vamos los 3 juntos, eso sí a buen ritmo, tirando yo todo el rato y sintiéndome muy cómodo. El conjunto va de maravilla, y aunque lateralmente el cuadro es muy rígido, filtra bastante bien las irregularidades de la carretera. Llegamos a Morga y me digo: llegó la hora de dar un poco de caña a la bici. Normalmente las subidas las suelo subir a ritmo, pero a ritmo lento, jejeje, pero de piernas venía bien, y había que aprovechar. Empiezo a subir sentado, pero realmente esta bici saca lo mejor de sí cuando te pones de pie en ella: toda la fuerza y el peso que aplicas en las bielas las transmite a la rueda, y eso hace que salga como un tiro hacia arriba. Voy disfrutando de Morga como nunca lo he hecho. Nunca suelo coger ni tiempos de subida ni nada, pero sé que nunca he visto en el cuentakilómetros un 21 subiendo Morga. La verdad es que me noto que subo muy muy fácil, y cuando otros años esta subida la hacía a mi pedo, sin mirar quien me adelantaba, este año voy junto con otros dos adelantando a un montón de ciclistas. De verdad que estoy flipando. Cuando pienso que me voy a descolgar, me pongo de pie y en un par de pedaladas me engancho otra vez al grupito. Al final, llego a Morga con una buena sudada, pero no cansado, y eso que he subido muy rápido (para lo que soy yo). Espero a mis compañeros, que tardan todavía bastante en llegar, y cuando me preguntan “Qué tal?”, no puedo evitar que me salga una sonrisa y decirles “De p… madre!!! Una maravilla!!” Bajamos Morga, y una vez en Galdakao, me acoplo en la bici, y sigo tirando, pasando gente y gente, pedaleando muy fácil. Llevo a mis compañeros casi hasta Begoña, donde se descuelgan un rato, y en el repecho de Begoña, otra vez lo mismo, de pie sobre la bici y hasta arriba como un tiro! Vamos, esto es increíble. Espero a que lleguen estos dos, y entramos ya en la llegada los 3 juntos. Una vez allí, y después de comentar lo bien que nos lo hemos pasado, y localizo a Manu de Canyon. La verdad, no puedo expresarle todo lo que siento, pero creo que le queda claro que he disfrutado muchísimo de la bici. Nunca hubiera pensado que iba a notar tanta diferencia de mi bici habitual (una Kuota Kharma de hace 5 años de la que estoy muy contento). Y os puedo asegurar que mi estado de forma no es mejor que el de otros años… como mucho es igual. O sea que aparte del efecto psicológico de estrenar bici (que siempre existe), hay algo más. Es una bici que pide que te pongas de pie y des a los pedales con energía, porque responde lanzándose hacia delante. La contrapartida de esto puede ser que te puedes pasar dándole, y luego viene el hombre del mazo, jejeje. Por otro lado, no quiero dejar sin comentar que en todo el recorrido la bici no me ha hecho ni un solo extraño, ni un solo ruido, ni nada de nada. Todo ha funcionado a la perfección. Es lo que se supone al ser nueva, pero siempre puede haber algún ruidito, algún desajuste… nada de nada. Así da gusto, de verdad. No sé cuando me tocará cambiar de bici, pero desde luego que una de mis candidatas va a ser Canyon. Por poner un pero, que alguno habrá que poner (aparte del tema ya comentado del chillido de las ruedas), es que la bici, siendo el cañon que es, es demasiado sobria para mi gusto. Toda negra, con las letras en negro (que te tienes que fijar mucho para verlas), y una única pegatina naranja que pone SLX, pues no se… el cuadro blanco con letras negras viste mucho más. O un cuadro negro con letras blancas… no sé, al verla tan negra alguno me comentó a ver si el cuadro estaba sin terminar.
Buenos días a todos, Quería dar las gracias a todos los asistentes este fin de semana a la Bilbao-Bilbao dentro de nuestro evento de test Bilbao Bilbao Canyon Experience, también quería dar las gracias a la organización que ha sido perfecta. Ha sido un placer conocer y compartir con los 6 asistentes sus experiencias antes, durante y después de esta marcha clásica. Hemos quedado encantados con su trato y colaboración en todo momento. Y ya estamos trabajando en nuestro próximo evento de carretera que celebraremos en el Penedés el 14 y 15 de Abril: https://www.canyon.com/_es/experience_live/events.html?cat=3&hpceclc=513 Más Info: http://www.pedalierweb.es/antbuspre.asp?cod=2655&nombre=2655&nodo=&sesion=1 Esperamos leer más crónicas durante la semana y os pondremos los links de otras webs donde se publicaran también. Un saludo a todos Y en cuanto pueda subiré mis fotos a modo de resumen del fin de semana Manuel
PRÓLOGO Me resulta sorprendente pensar cómo he llegado a poder vivir, y ahora compartir con vosotros, esta GRAN, GIGANTE, experiencia personal. Lo primero que sentí, al recibir el SÍ de Canyon a mi solicitud de unirme al evento, fueron unos sentimientos algo contradictorios: Alegría, desconcierto, e incluso algo de inquietud ¿Qué pintaba un ciclista de montaña, 200% amateur como yo; casado, con 41 años, con dos hijas pequeñas de 3 y un año y medio, y un trabajo que me tiene fuera de casa más de 12 horas al día, y de ellas más de 10 sentado sin moverme tras una pantalla de ordenador, yéndose hasta Bilbao para meterse 115 km. sobre una bici de carretera, de cuyas reacciones y exigencias no tiene referencia ninguna? Para Canyon, mi experiencia (ampliamente conocida en este foro) algo debía aportar. Supongo que un toque de realidad de ciclista medianamente entrenado, pero de los de a pie de calle, je je Y es que ¿Qué extraña fuerza consigue que uno venza todos sus prejuicios; que le importen un comino los de los demás, y se decida a ser, dentro de lo que llaman un edificio inteligente, precisamente el loco que va a trabajar en bici, echando el traje, los zapatos, la camisa recién planchada, la corbata y su imagen (real, por cierto) de tío responsable, al interior de unas alforjas que reposan, pesadamente, sobre una mula híbrida de más de 20 kilos en orden de marcha? (obviamente no se trata de una Canyon) En mi caso: El compromiso personal de no dejarse vencer por la decadencia física a la que nos aboca el trabajo del día a día. Además de eso, ¿de dónde saca uno el ánimo para, cuando llega el fin de semana validar el bonobicigracias a la paciencia de tu esposa, y levantarte a horas absurdas para estar dispuesto para apretar el pedal (ahora sí, sobre mi Canyon Nerve XC), sin importar el mes que sea, ni el frío que haga? La satisfacción de encontrarte, sin ánimo de resultar exhaustivo, con personas excepcionales como Ángel (angardi), Pedro (pedrorf) y/o Miguel (mahham), y la confianza de saber que tu Canyon te dará el resto para intentar no perder su rueda, subiendo o bajando por los parajes increíbles que la montaña proporciona, y tantas y tantas otras cosas ¿Qué extraña conexión (o desconexión) mental me llevó a apuntarme a una prueba como los 10.000 del Soplao de montaña, cuando sé positivamente que no tengo tiempo disponible para dedicarme a hacer los entrenamientos que el sentido común (y los compañeros; salvo mahham, para el que todo desafío físico es poca cosa si no implica un riesgo vital grave) te dicen que TIENES que hacer para enfrentarte a ese día con un mínimo de garantía de disfrute? La respuesta es larga y compleja, y sin duda cada uno de nosotros tiene su propia respuesta, y su propio camino para llegar a ella. Yo resumo todos mis porqués en una sencilla afirmación: Porque la bici me devuelve VIDA a cambio de ESFUERZO y, para mí, no hay ecuación mas justa. ¿POR QUÉ OPTÉ A LA BILBAO-BILBAO? Pensé que hacer 115 km de carretera era una oportunidad de oro para acumular kilómetros a mis piernas en orden a tratar de corregir algo mi antipreparación del Soplao. Me cuesta horrores validar el bonobici en casa para hacer salidas que me hagan volver un domingo más tarde de las 14.00 Hrs, así que, la excusa de una invitación de Canyon, era la coartada perfecta en casa. Y en Canyon España aceptaron mi solicitud (Gracias, gracias, gracias). Podía invitar a un amigo además. Íbamos a ser algo así como conejillos de indias en un entorno puramente carretero. Dos ciclistas de montaña a los que se les iban a proporcionar dos auténticas FORMULA 1 del ciclismo: Una CANYON AEROAD 9.0 y una CANYON ULTIMATE CF SLX 8.0 ¿Qué proporcionan esas bicis? (lo sabría después) Adrenalina, felicidad, entusiasmo por extraño que parezca, hacerse 115 km en estas bicis (y qué bicis ) es lo más cercano a ir acompañado por las mejores sensaciones de una juerga cervecera de fin de semana, sólo que lo haces sin resacas que te lo hagan lamentar. GRACIAS Gracias a Manuel (vaya curre te pegaste, y además siempre con una sonrisa y preocupado por si todo estaba a nuestro gusto) Gracias a David (de alguien que contagia tan buenas sensaciones con solo mirarle a los ojos, no pueden salir más que buenas cosas en la vida), gracias a Ángel (qué te voy a contar que no sepas ya, amigo mío), a Eneko (jamás ví tal volumen de gemelos en un ciclista; sólo hace falta escucharte para saber que existe un corazón igual de grande para potenciarlos), a Adrián (me metiste tal miedo con la subida de Begoña que estuve reservándome desde la bajada posterior a Morga para no petar en lo que me imaginé que sería como el Turmalet de Bilbao y cuando llegué a la cuesta iba tan sobrado que metí plato grande, y esprinté como si me fuera la vida en esos kilómetros finales. Entré en Bilbao a una velocidad endiablada y chorreando adrenalina. Je je: Me regalaste un final épico y pletórico y alos espectadores, un espectáculo en forma de Canyon lanzada) y a Julián (toda una eminencia en conocimientos técnicos sobre bicis, con una envidiable facilidad para comunicarlos, tan sólo superado por su inmensa capacidad física sobre una bici. Una pena que no tuviéramos más tiempo para someter a tu criterio cien mil cosas más ) GRACIAS a CANYON ESPAÑA por pensar en nosotros; gracias por su cercanía y por el cariño personal que le han echado al asunto. Cada minuto del fin de semana fue un disfrute pleno y una ocasión que recordaré toda mi vida. Qué carajo: ¡Que viva la madre que parió a Roman Arnold, y que viva la madre que parió a cada uno de los miembros de Canyon! LA EXPERIENCIA (Parte I) Desde CANYON me dejaron (lamentable aunque comprensiblemente, no me regalaron) una CANYON ULTIMATE CF SLX 8.0 La primera sensación que te da la bici, en color Stealth es la de encontrarte casi con un prototipo futurista. Cómo se aprecian los detalles de la disposición de la fibra de carbono al desnudo es una sensación casi adictiva. Podrías pasarte horas recorriendo centímetro a centímetro cada parte de la bici, y aún así habría detalles que no has apreciado. Se nota que todo está analizado, estudiado, reforzado. Nada está hecho al azar, y se nota. Cuando coges por primera vez la bici y la levantas, carajo, te das cuenta de que mentalmente has enviado una orden a tu brazo que no corresponde a la resistencia que te vas a encontrar ¿Alguna vez habéis levantado un brik de leche que creíais lleno, y que sin embargo estaba vacío? ¿Conocéis esa sensación de que el brazo se dispara absurdamente hacia arriba al no tener la resistencia esperada que impida levantarlo?... Pues aplicad eso sobre la bici. Mi primer comentario fue: ¿Dónde se han dejado el resto de la bici? Es imposible que esto pese tan poco Comparar mi mula de transporte con esto es poco más o menos comparar un Seat 127 con un F1. Gracias al oportuno y prudente consejo de Ángel, llegamos a Bilbao el sábado con tiempo más que de sobra de rodar un poco sobre las bicis. Mi última experiencia con una bici de carretera se remontaba a principios de los años 80, sobre una Rabasa Derbi (que sigo teniendo), cuyos cambios eran (y siguen siendo) dos rústicas palancas sobre el tubo diagonal que tensaban o destensaban el cambio trasero y el desviador delantero a ojo de buen cubero (hasta que el cambio se producía o no) Tecnología punta, y un peso total digno de mención. Una Torque es una pluma comparada con ese bicho que, sin embargo, me acompañó durante unos cuantos años y que conservo con cariño aunque en pleno desuso. La primera sensación al montarte en ella (en la Canyon, claro) es la de subirte a una pura sangre de carreras. Nerviosa, flaca, fibrosa, ansiosa por salir disparada a la mínima insinuación sobre el pedal. Aún se la voy a devolver rota a estos de Canyon, ya verás, fue mi inicial pensamiento al empezar a moverme, inseguro y torpe, desde la puerta del hotel, dirección a la Ría de Bilbao Hasta que no me decidí a calar el segundo pie sobre mis flamantes pedales XT de montaña (los que tenía, ¿qué pasa?), no empecé a sentirme un poco más confiado. Aún así, ese manillar me resultaba absurdamente estrecho, y cuando intenté poner mis manos en la parte baja del mismo, pensé que me iba a dar con los dientes sobre la potencia. Carajo, qué susto. ¿Están locos estos carreteros, o qué? Volví a subirme a la zona del aplique que existe sobre los frenos (por cierto que, antes, tuvieron que explicarme cómo funcionaban los magníficos pero para mí absolutamente desconocidos cambios Dura-Ace de Shimano) (Pan comido) Luego llega el momento de hacerte con la manera de girar. Como muevas el manillar al estilo montaña, la bici te puede lanzar por encima de ella como un toro mecánico. En carretera es todo elegancia, equilibrio, precisión y tumbadas. Nada de bruscos giros de manillar al más puro estilo vaquero. Readaptación mental Bip bip bip. Llegamos a la Ría. Manu nos había dicho que hay un carril bici a lo largo de la misma que es ideal para que nos vayamos haciendo a las máquinas. Dicho y hecho. Empezamos a rodar, los dos con una sonrisa de oreja a oreja, y readaptando el programa mental de equilibrios. Trasteo con los cambios, para ver cómo funciona eso (El desviador delantero de mi ULTIMATE CF SLX precisaría de un pequeño retoque para conseguir la perfecta finura deseada), y a apretar un poco los pedales. En línea recta. Las sensaciones se agolpan como si fueran las lecturas de telemetría de un F1 (de nuevo recurro a la inevitable similitud). Carajo encima de estas bichas todo pasa muy rápido incluyendo los árboles ¿a qué velocidad vamos? Pero leche, si no estoy haciendo nada de fuerza y vamos lanzados y lo que más me sorprende: Una vez lanzado, no cuesta nada mantener la velocidad. Estos de la carretera juegan con ventaja. En ese punto, casualidades de la vida, nos cruzamos con dos endureros (casco integral y protecciones incluidas) que se quedan mirando sin disimulo nuestras estilizadas bicis. Qué paradoja. Ángel y yo nos miramos y sonreímos de inmediato. Si ellos supieran que, a pesar de las apariencias, estamos más cerca de ellos que de las bestias de carreras que montamos pero los superamos en una fracción de segundo, y aún no hemos apretado. Ángel no tarda en proponerlo: ¿Le damos un poco de caña a esto, a ver cómo responde?. ¡Dale caña!, respondo. Ángel se levanta y sale disparado, como si en algún lugar los pedales llevara un Turbo escondido. Yo también esprinto, pero la bici me oscila para todos los lados. En ese segundo le dedico todo mi reconocimiento y respeto a los esprinters de los equipos UCI Pro Tour. No es tan fácil esprintar de pie en esta bici, aunque la aceleración brutal que aún con las oscilaciones obtengo, ayuda a aumentar la sensación de vértigo que me ha inundado. Me siento y aprieto con furia los pedales. Ángel es ajeno a mis sufrimientos y vuela cada vez más lejos. La potencia de sus brazos es muy superior a la mía, creo. Y sostiene la bici tiesa. Aún sentado, la respuesta de la Canyon es inmediata. Sin hacer un solo ruido, sin el crujido de sobreesfuerzo que estaba seguro me iba a regalar la bici, la ULTIMATE se lanza como un misil a la caza de Ángel. Dios, qué pasada. Ni una flexión, ni una queja. La bici es una piedra que transforma en aceleración toda la potencia que le mandes. Me crezco, la distancia con Ángel (que se ha sentado y avanza a ritmo) decrece. Aprieto con todo, incluso con los dientes. La adrenalina me recorre el cuerpo Nunca he llevado un Ferrari, pero no creo que la sensación de aceleración sea muy superior. ¿Y el sonido? Sólo se oye el suave zumbido de las cubiertas, estrechísimas (no sé cómo carajo son tan seguras dos tiritas de goma sobre el asfalto mojado), volando sobre el suelo. Zzzzum zzzzum zzzzzzum, los cuádriceps y el cuerpo entero aplica sin límites toda la potencia que encierran; la postura es perfecta para exprimirse y el viento en la cara. Dioooooooos, qué subidón. El carril bici se nos acaba de sopetón ¿por qué lo han hecho tan corto?... De nuevo, sonrisas entre Ángel y yo. Esto nos va a gustar Dimos unas cuantas vueltas más, disfrutando de las sensaciones. Ya sé lo que me espera al día siguiente, y me gustaaaaaaaa. La Bilbao-Bilbao 115 km. No muy duros, dicen. Pero, caramba, 115 km. No tengo ni idea de lo que voy a sentir ¿Aguantaré? ¿Estaré a la altura de la bici que monto?... (Continuará... ya lo siento, pero es que no puedo dejar de comentar todo lo vivido...)
LA EXPERIENCIA (Parte II) El domingo por la mañana las sensaciones de euforia no decrecerán. A pesar de que, al final, entre la excelente cena Bilbáina a la que, para rizar el rizo, también nos invitó Canyon España (pocas veces puede uno hablar tanto tiempo seguido de bicis sin que nadie se aburra, sino todo lo contrario... aunque Hmmm no sé si las sufridas cónyuges de David y Julián pensarán lo mismo de esto ), acabamos apagando la luz de la habitación a la 1 de la mañana para dormir, eso sí, como un leño. Al día siguiente, toca decidir: ¿Culotte largo o corto? La aplicación de meteorología del teléfono echaba humo. Tiempo muy variable; el pronóstico varía cada poco. Temperatura de 5-6 grados a las 8. Puede llover, pero aisladamente. Eso nos llama a vestir de corto (personalmente, a partir de 4 grados de temperatura voy más cómodo de corto, por lo menos en cuanto a pierna se refiere) En contra de ir de corto: Maldita sea, todos van con las piernas depiladas, presumiendo de musculatura, y yo voy a parecer el primo de Chewbacca con mis piernas rizosas. He tomado la decisión de acabar con este problema. Noticia: Después de esta experiencia, pasaré a formar parte del clan de las piernas peladas. Ya está bien de sentirme la Pantoja del pelotón Quién me iba a decir a mí esto hace unos años lo que no consiga una Canyon Me visto de corto, y me pongo, henchido de orgullo el maillot oficial Canyon (PRIVILEGIOOOO) que nos han regalado (Dios oyó mis silenciosas plegarias a ese respecto ¿Quién dice que los sueños no se cumplen?) Espero que la Federación de Ciclismo no analice su efecto, porque posiblemente lo considerarían doping. Añado a la equipación del día mis calcetines Canyon de la suerte, comprados en el pedido de ropa canyonera que se completó el pasado verano. Al final no me traje la chaqueta Canyon oficial del foro, versión 1.0 (comprada de segunda mano), porque abriga demasiado para el pronóstico que teníamos, y no sirve para lluvia. Lástima. Al menos iba de riguroso negro Canyon. Seguro que en Alemania captan el guiño, si es que llegan a ver alguna foto del evento A lo que iba: Ángel y yo bajamos de corto luciendo con orgullo y satisfacción los colores de Canyon. Personalmente me siento responsable de dar buena imagen a la marca (a pesar de mis pelos, en fin ), así que reparto sonrisas al resto de ciclistas que, pobrecillos, no tienen la fortuna de llevar una Canyon hoy. La anécdota de la mañana viene en forma de café. Ángel, que es una persona cabal, razonable y con la cabeza bien asentada, aparece en la mesa portando un café solo servido hasta el borde en un tazón de consomé (y no exagero un ápice) Tras el asombro inicial de todos, llega la carcajada. ¡Eso es un café al estilo de Bilbao!, con un par, y lo demás tonterías. Ángel se justifica, le ha dado a un botón, y no dejaba de salir café, y tuvo que acudir al trasvase del Nervión. No piensa tomarse todo eso, sino sólo lo que absorba la tostada que sostiene en su mano que, a pesar de su llamamiento a la calma, tiene también el tamaño de un campo de fútbol pues lo has arreglado, ja ja ja. Todas las sensaciones son positivas. Manu viene y va; está en todas partes el tío. Llegué a pensar que tenía un hermano gemelo, preocupándose por todos. ¿Las bicis están a punto? ¿Nos falta algo? ¿Estamos todos? Es todo un privilegio tener a un ciclista del calibre de Manu, que es todo un referente del Mountain Bike nacional, aunque él mismo se quite toda importancia, pendiente de todas tus necesidades. Su inagotable buen humor y optimismo no hace que deje de apreciarse su constante esfuerzo por estar en todo. Que lo sepan en Alemania, en España y en el resto del mundo. ¡Este tío es un fenómeno! En ese momento me llama pedrorf, canyonero de referencia en Cantabria, viene desde su tierra a participar en la Bilbao-Bilbao, a bordo de su 29er carreterizada, y ha aparcado junto a nuestro Hotel, por lo que viene a saludarnos, aunque por su exceso de celo y prudencia hará que después le perdamos en la salida, por no querer unirse a la Canyon Flotte que conformamos en línea de salida. Te eché de menos, amigo mío, a lo largo de la marcha, aunque luego pudimos charlar un rato por teléfono. Te habría sorprendido verme subir el primer puerto en plato grande y levantando pegatinas, recuperando la posición con el resto del grupo Canyon (se me atraganta eso de rodar junto a cientos de ciclistas que ruedan puño con puño, y voy perdiendo posiciones en cuanto me atacan la posición como perros rabiosos. De verdad que están locos, estos de la carretera) Espero estar a la altura en tu tierra, cuando llegue al Soplao, cuyo espíritu me inoculaste en el cuerpo tras conocernos en la madrileña Maratón Sierra Norte en forma de tu regalo del maillot de la susodicha marcha y tu frase de brujería cántabra: Ya lo tienes ahora tienes que ganártelo haciendo El Soplao y aquí me tienes preparándolo de las formas más variopintas y sin embargo afortunadas La salida la hacemos a un ritmo que se me antoja de paseo, por lo relajados que vamos los 5 integrantes que finalmente conformamos la Canyon Flotte, y sin embargo algo no me cuadra, porque vamos sobrepasando a otros grupos de ciclistas a un ritmo que no me parece normal. ¿Vamos muy rápido, o es que los demás van muy lento?... Debemos llevar buen ritmo porque, por el rabillo del ojo veo cómo se nos cuelgan otros ciclistas con bicis de marcas superventas aunque inferiores en tecnología, clase y distinción, pero tienen buenas piernas. Se ve que piensan que somos una buena rueda a seguir, aunque a mí empieza a agobiarme eso de sentir a un tío respirándome en el cogote. Qué manía tiene esta gente de ir chupando rueda aunque, je je, más adelante ese mismo día apreciaré yo mismo las ventajas de hacerlo. Entre risas y autoestima subiendo enteros por lo bien que me voy sintiendo sobre la CANYON ULTIMATE, comenzamos a subir unas cuestas. Al parecer es el primer puerto del día, aunque empiezo a dudarlo, porque no hacemos más que adelantar a todo el mundo, y yo voy de lo más relajado en plato grande, oyendo ese magnífico zzzzummmm zzzumm cada vez que arreo a los pedales . Empiezo a pensar que igual me estoy emocionando demasiado, pero es que la bici no te desgasta nada; mantiene la inercia, acelera a la más mínima insinuación de tus pedales y absorbe las irregularidades de una manera ****, ¿Quién dice que las bicis rígidas no son cómodas? Pasar los baches sobre ella era toda una experiencia casi ultrasensorial. Mi mente repetía como un mantra las siglas que tengo leídas mil veces en la página de Canyon: VCLS. VCLS. Lamadrequelesparióaestosalemanes Vertical Comfort Lateral Stiffness. Si no significa eso, que lo rebauticen, porque es exactamente lo que trasluce el cuadro de carbono de la Canyon. Potencia y absorción, y precisión en la trazada (ojo, que luego hablaré de su estabilidad), y una comodidad que deja a mi mula de carga urbana, presuntamente más cómoda que estas F1 alemanas de carbono, a la altura de un maldito trasto incómodo que me masajea los riñones de una manera nada agradable a cada bache que supero. Lo único positivo es que seguro que nunca tendré piedras en los riñones con ella, aunque me quedo con el tacto de suspensiones de la ULTIMATE CF SLX (permitidme la licencia BTTera, pero es que parece que las lleva) Tras la subida más cómoda, feliz, descansada y satisfactoria que he afrontado en mi vida, llega la hora de bajar asfalto mojado a trechos; más ciclistas a mi alrededor que en un juego tipo arcade en modo de dificultad demencial; coches que aparecían en el carril contrario Ahí no me siento nada cómodo. Al resto de la Canyon Flotte no parece afectarles lo más mínimo; les veo desaparecer cuesta abajo como si el resto de ciclistas fueran transparentes; eso sí, a cada espacio libre que veo, me dejo llevar y flipo con la nobleza y seguridad que la Canyon transmite. Allá donde quieres ir, vas. Si frenas, no hay dudas; no hay derrapes, ni flexiones extrañas, ni pérdidas de línea de trazada. La bici ni se inmuta. (No valoraré cómo se retuerce en comparación mi mula de carga) El resto de la ruta se sucede como en un sueño. Hasta el primer avituallamiento, al que llego junto con David y Ángel (que han bajado un poco el ritmo para favorecer mi llegada desde atrás), no siento ningún desgaste; es como si estas bicis fueran un coche diésel, al que puedes llevar a punto de gas. El depósito se vacía poco a poco, con lo que la autonomía a plena potencia se alarga considerablemente. De todas formas, creo recordar que hay otra subida que se cataloga como dura digo yo que lo será, porque hasta ahora me siento como una especie de superciclista Para prevenir desfallecimiento, me como todo lo que nos dan en el avituallamiento (pensado con la cabeza: nada de bocadillos de chorizo, migas castellanas ni parrilladas de panceta), y recomenzamos la marcha, momento en el que la Canyon Flotte se vuelve a unir por breves minutos. El avituallamiento reagrupa al pelotón ciclista, y vuelvo a sufrir el acoso de estos carreteros que tanto gustan de pasarme a centímetros del manillar y rueda delantera, así que voy perdiendo poco a poco al resto de mis compañeros. Conozco algo a Ángel y preveo que, en cuanto las cuestas hagan su aparición, no va a poder resistirse a soltar la caballería y dar rienda suelta al turbo que lleva en las piernas (aunque lo niegue desde su proverbial modestia), así que dejo de intentar reagruparme. Vienen a mi mente además las palabras de Adrián: La gente casca en el segundo puerto, y se confía en la bajada, entrando a relevos en el camino de autovía hasta Bilbao y entonces llega la subida de Begoña En este momento el tiempo parece ralentizarse en mi cerebro, y resuena el eco lasubidadebegoña de begoña de begoña La Subida . ¡Ojoooo! Cuentan que ahí es donde se recogen los cadáveres de quienes no han conservado energías, y desfallecen los ciclistas a puñados en esas cuestas. Sus cadáveres pueblan los arcenes, exhaustos, exánimes, agotados. Mi imaginación enfebrecida representa esas (desconocidas) rampas como subidas infernales al 73% donde mi transmisión de doble plato compact, cuyos dientes no tuve el placer de contar, se va a quedar sin duda corta, obligándome a ser uno más de los incontables cadáveres que mueren (ciclísticamente hablando) a las puertas de Bilbao. Conviene conservar energía y no volverse loco, o no termino. No importa que te sientas fuerte, ten cabeza, o llega el tío del mazo. Comienza el puerto de Morga, o eso pensé, porque la subida se prolongaba algo más de lo normal. Aquí sí que meto el plato pequeño, en mi afán de conservar energía, aunque en ningún momento llego a tener necesidad de alcanzar ese típico ritmo de supervivencia 22-34 (o 24-36 en versión moderna) de montaña (el típico e ineficaz, aunque en no pocas ocasiones imprescindible, molinillo, fiel compañero de los momentos de desesperación y agotamiento en montaña) Voy a un ritmo tranquilo, sostenido, constante, que exige energía y consumo energético (esta vez sí) mientras pasan los kilómetros, que sumo con una eficacia y facilidad que para mí quisiera en la montaña. Como no tengo ni idea de lo que puede durar ese puerto (ya me voy convenciendo de que lo es; aparte de que voy dejando por la derecha a gente resollante y asfixiada que no montan una Canyon como yo), adopto el modo economode, y me dedico a disfrutar de la subida (quién me iba a decir a mí que podría llegar a decir eso rodeado de gente asifixiada ) Aunque también, hay que decirlo, había quien subía como el rayo por mi izquierda. No muchos. Tentado me ví en más de una ocasión en seguir su estela, un poco amoscado, pero la imagen de las míticas y MORTALES cuestas de Begoña me devolvían la cordura: Quieeeta, quieeeta. Tiraba riendas de mi nerviosa Ultimate, que me pedía más caña, poniéndome ojitos desde abajo. En un punto indeterminado de la subida decido parar. Estoy en una pequeña población, con lo que no parece que pare por agotamiento. Dejaré que la gente del lugar aprecie la belleza de mi bici (a pesar de los pelos de mis piernas) Mi pericia sobre ella, además, no me deja comer a la vez que subo, so pena de llevarme un guantazo y devolver un cuadro rallado a Canyon, y creo necesario un aporte de energía en este momento. Voy a tomarme una barrita para afrontar con garantías el infierno de Begoña (que Dios me perdone). Un par de minutos bastan. No tengo, casi, ni alterada la respiración, aunque en parado, siento cómo mis piernas sí que notan el consumo de energía (caramba, menos mal que soy humano) Mejor comer y beber un poco. Cosa de un par de minutos, y vuelvo a subir. Unas curvas más tras mi relajada parada, y llega la bajada. El pelotón anda muy estirado, y veo huecos. Momento de dar rienda suelta a la velocidad, que bajando no consumiré energía Dioooooos cómo baja la bici. Aunque no me atreví a poner los brazos en la parte baja de esos infernales cuernos más que unos minutos, en los que volví a ver peligrar mis dientes, adopté una postura lo más aerodinámica posible la verdad es que no me costó gran cosa. El viento no me molestaba. Empecé a entrar en las curvas a velocidad de vértigo (doy fe que iba pasando a todo el mundo, menos a algún escaso grillao que aún iba más rápido que yo, cosa que no comprendo; por cierto que uno de esos locos me metió un susto que casi me lleva al suelo al pasarme como un jabalí rozándome el brazo en una tumbada de pelotas a izquierda pero bueno, la Ultimate demostró que aguanta los sobresaltos al manillar con una nobleza impresionante) Ahí sí que me subieron las pulsaciones Tras disfrutar como un loco la bajada (sobre puñeteros raíles) llega la zona previa a LA CUESTA DE BEGOÑA (su nombre aún me estremece, no obstante haberla vencido ) Mi plan de economode me obliga a no engancharme a ningún grupo de los que se forman y que pasan como centellas; yo voy adelantando a mi ritmo a pobres almas rotas que de poco consuelo me sirven, vistas sus caras desencajadas. En ese momento el viento empieza a zurriar de verdad, y empiezo a comprender por qué todos esos carreteros tienden a agruparse como manadas de mosquitos. Si te pegas a una rueda que tire, el que llevas delante se traga todo el viento, y el de detrás avanza sin gastar un pimiento de energía. Ya lo sabía de la montaña, pero en carretera el efecto se multiplica por mil. El problema es que yo voy solo, y para engancharme a un grupo de esos que se pegan a mí y luego se cruzan justo delante de mi rueda ¿por qué carajo les gusta tanto hacer eso? tendría que demarrar al más puro estilo Perico Delgado, y mi Bestia Negra del día me espera con sus colmillos ensangrentados. LA CUESTA que mata a los incautos que se atreven a desafiarla. No te celes Javieeeeer, aguanta firme. Pero el viento empieza a hacer mella. Algunas rachas me desplazan lateralmente, y otras me pillan de frente, obligándome incluso a meter plato pequeño. Manda huevos. Empiezo a notar cansancio y pérdida de rendimiento. Alarmaaaaaa. Se me agotan los depósitos de combustible. ¿Cómo es posible? Sobre esta bici uno no siente el cansancio vaya, pues va a ser que sí. El viento me está matando. Toca tirar de gel. En marcha, con un par. A estas alturas, la ULTIMATE forma parte de mi ser; soy un centauro del cantábrico, soy indomable, las letras de CANYON de mi maillot se encienden, me dan calor. Siento cómo la furia (y el gel) me vuelven a devolver las fuerzas que empezaban a flaquear. En ese momento empiezan a sucederse semáforos pestosos con curiosos personajes en ellos que me dicen que pare. ¿Cómo osan? Ah, es que no han cerrado la autovía para nosotros, y la cara de algunos conductores no augura nada bueno si no le hago caso. Sucesivas paradas, alguna en rearrancada nada cómoda desde plato grande, me rompen el ritmo. Esto no mola nada De repente veo algo al fondo. Una curva a la derecha, una salida de la autovía. Ha de ser, sin duda, el inicio de la CUESTA DE BEGOÑA. Me calo el casco y me ajusto las gafas. Llega la hora de vencer al dragón. Tomo la curva a derecha apretando, para tomar a la cuesta por sorpresa. La bici, como siempre, responde como el rayo. Cojo inercia sin esfuerzo; adelanto a un par de grupos de gente que sin duda no se han tomado un gel y no conocen lo que les espera. Yo estoy preparado, avanzo contra el monstruo, meto plato grande, me pongo de pie cogiendo el manillar con fuerza y suelto el hachazo (aunque voy solo) Cada ciclista que veo es un enemigo a batir; las piernas me responden con brutalidad. Casi tanto como la Canyon, que avanza a ritmo de carga de caballería. ¿Dónde llega la cuesta? ¿Dónde está el dragón?... ¿no será esa iglesia la de la Virgen de Begoña? ¿Pero de verdad es este el Gotterdammerung? ¿Es este el ocaso de los Dioses? ¡¡A la cargaaaaaa entonces!! La furia deportiva me ciega. Vuelvo a levantarme sobre los pedales, y acelero, y acelero. Deben pensar que me he vuelto loco, algunos de la organización me hacen gestos ostensibles, calma, calma. Vamos hombre, a mí ahora no me frena nadie. De repente no veo más que a gente que aplaude mi esfuerzo lo que me faltaba. Me siento de nuevo inflamado, poseído por la fuerza de cien mil ángeles (angardis todos), y esprinto. He perdido la razón, corro frente a todos, y no me da tiempo siquiera a ver sus caras. De repente, en un suspiro, veo acumulación de gente, unos arcos, más gente que aplaude, y brazos en alto que me dicen que freneeeeee. ¿Caramba, ya se acaba esto? Buenos frenos los de la bici. Luego, me sentí flotar. Satisfacción. Plenitud. Inmensa felicidad. ¿Dónde estaban mis compañeros?, avancé entre ciclistas, ¿de dónde habían salido tantos? Yo avanzaba solo volando sobre una máquina alada, oyendo los cánticos de combate de las valquirias ¿por qué hay tanta gente ahora a mi alrededor? ¿Quién me esperaba? Manu. ¿Quién si no? Llegada al Hotel, en una nube. Mi única sensación de pérdida, tener que devolver aquella fiel compañera que tan noblemente me había acompañado, potenciando mis carencias y dándome una fuerza que desconocía poseer. Allá donde vayas, CANYON ULTIMATE CF SLX, espero que proporciones el mismo espíritu de combate que a mí me proporcionaste. Hoy he vuelto a la guerra del asfalto. A las doce horas fuera de casa y las más de diez horas sentado, pero no soy el mismo. He hecho (fácil) la Bilbao-Bilbao sobre una Canyon, y lo he disfrutado casi como si hubiera sido un sueño. Escribo estas palabras para no olvidarme de nada de lo que una ¿simple? bici puede hacerte sentir. Nada de simple. Simple es el trasto que tengo en la plaza de garaje de este edificio inteligente. Una bici CANYON es un producto de altísima tecnología que se funde contigo y que, de algún modo que no acabo de comprender, te traspasa parte de su energía. Gracias sean dadas a Canyon por diseñar estas bicis que vuelven aún más lógica la sencilla ecuación que me lleva a pedalear cada día: ESFUERZO = VIDA Un abrazo, canyoneros.
Javier, diría que disfrutaste del fin de semana, no? Jejejeej. Un saludo!!! A ver cuando nos volvemos a ver en la carretera.
Como de costumbre un lujo leer tus cronicas, yo ya me estoy relamiendo con la del Soplao. Me alegro de que lo pasaras tan bien en la B-B a lomos de la canyon, y tuvieras tan buenas sensaciones, Ya te veo comenzando las negaciaciones, jejeje. Fue un autentico placer hablar un rato contigo y con el resto de la flota canyonera. Con tu permiso voy a hacer mias tus palabras y empezar a utilizarlas como firma, por que no puedo estar mas de acuerdo y refejan fielmente lo que siento cuando monto en bici. Un abrazo.
Javier, me alegro de que el aviso de guardar algo para Begoña te sirviese para disfrutar a la vez que sacar partido al maquinon que llevabas. Ha sido un autentico placer leer tu cronica, los alagos de los compañeros de cena cuando dijeron que tu prosa era algo a alabar no eran baldíos, me has puesto la piel de gallina. Siento no haber podido despedirme en condiciones, un saludo!
Será un honor para mí que lo hagas... Por cierto, en la foto con el Guggenheim a la espalda casi no se aprecia, pero el maillot que llevaba es el tuyo del Soplao... Otra experiencia que pienso vivir a tope, como se merece.
Coincido! Me ha gustado mucho leer vuestras crónicas! ;-) Y he de disculparme por no haberme despedido en condiciones. Pero aquí me teneis si en algo puedo ayudar... :roll: