pues yo soy de los que la noche de antes me preparo la ropa como cuando estaba en el colegio muy buen video -si señor--saludos
Me ha emocionado...!! Sin duda alguna, condensa nuestra filosofía de vida. Es más que un simple video. P.D: Yo se lo dedico a mis burras. Fieles a mis ordenes e inseparables, que hasta cuando me caigo me siguen..., jejeje.
Polvo. Es lo que se levanta a tu alrededor constantemente. El maldito polvo blanquecino que lo invade todo, te rodea, te atrapa, convierte tu ya dificultosa respiración en algo muy desagradable. Lo llevas en la boca y te parece que estás masticando un puñado de tierra. Se te pega por todo el cuerpo, formando una especie de lodo fino al mezclarse con el sudor. Sudor. Te invade. El sol está en lo más alto, descargando sobre tí una lluvia de plomo derretido. Sientes como te arde en el pelo, deslizándose por el casco, inundando los cristales de las gafas, volviéndolo todo borroso. te escurre por los brazos hasta las manos. Los guantes están empapados y ya no pueden retener el sudor que te corre por los dedos, llegando hasta las puntas y cayendo al suelo en un incesable goteo. Impregna tu cuerpo, convirtiendo el movimiento de las piernas y el apoyo sobre el sillín en una auténtica tortura. Continua bajando por las piernas hasta los pies, que se empapan y se recalientan. Los pies. Tienes los dedos dormidos. En las piernas llevas mil agujas clavadas. Al final de cada aguja un cable conectado a corriente de 220 voltios. Has intentado ponerte en pié hace unos metros pero no te han respondido. Tampoco importa, los riñones no podrían haber aguantado la posición, ya llevan varios kilómetros entumecidos. Los pulmones te arden como si llevaras una bola de fuego en su interior y son absolutamente inacapaces de obtener todo el oxígeno que les pides. La saliva resbala incontrolada por tu boca, por tu barbilla, antes de secarse en las comisuras de los labios, formando una costra blanca. En la boca sientes el desagradable sabor de la sangre. Intentas fijar tu atención en un punto, pero no puedes. Miras, pero no ves. ves, pero no miras. Eres incapaz de enfocar correctamente. Un golpeteo rítmico sacude tus sienes POM-POM-POM-POM... como si el corazón, desbocado, se te hubiera subido hasta la mismísima cabeza. En ella las ideas no discurren con claridad. Tu cerebro, a punto de sucumbir al desfallecimiento, ha dejado de darte ánimos (vamos, tú puedes, un poco más, vamos...) y se deja llevar por la desesperación: Lo dejo. ya está bien. es la última vez que me subo a una bici. Hoy la cuelgo y que le den por culo. No sé por qué tengo que pasar por esto. Finalmente llegas a casa. dejas la bici en un rincón. te das una ducha de media hora. Comes, pasas el día arrastrándote por aquí y por allí y te acuestas buscando un merecido descanso. A la mañana siguiente te despiertas, miras por la ventana y te dices: ¡Qué día más cojonudo para salir con la bici!