Esto parece que esta un poco parao... El día en que Ocaña humilló a Merckx Tour del 71, como en todas las carreras de la época el gran favorito para la victoria final era por aquel entonces “el niño de oro”, más tarde el ogro, el "Canibal" Eddy Merckx, sin embargo Ocaña no había venido para ser segundo. Ocaña había dado "avisos" serios en Dauphiné de su enorme estado de forma, allí cuentan la anécdota de que Merckx iba silbando y Ocaña le espeto: “Si si silba ahora que puedes...ya vendrán días en que no puedas, ya me encargaré yo de que esos días lleguen” y vaya si lo cumplió. En el Tour que nos ocupa el conquense, ya venció en el primer final en alto, en el Puy de Dôme...luego en Grenoble desencadenó otra gran ofensiva....y llegó el gran día de Orcieres Merlette..... el 8 de julio de 1971 se disputaba la 11ª etapa entre Grenoble y Orciéres Merlette, 134 explosivos km con cinco altos de montaña y un sol implacable. En el kilómetro 13 de la etapa estaba situada la cota de Leffrey, un puerto corto, pero de una gran dureza. Todos los favoritos calentaron antes de la etapa para prepararse para el gran esfuerzo que iba a suponer esa escalada en frío y aún así, muchos petaron sobre las terribles rampas, sobre las que se abatía un sol de justicia. Agostinho fue el primero en atacar en el km 2. Luego salto Ocaña con una fuerza inusitada, y posteriormente se les unieron no sin esfuerzo Zoetemelk y Van Impe, que dejaron el peso de la escapada a Ocaña, bastante tenían con aguantar el ritmo frenético del de Priego…, mientras por detrás Merckx comenzaba su calvario particular. En el col de Noyer, Ocaña impone un ritmo asfixiante. Por detrás, Merckx se va quedando cada vez más solo y la etapa se convierte en un mano a mano entre el belga y el español. Su cara lo dice todo Ocaña está irresistible, imparable. Es un ciclón, su ritmo destroza uno a uno a sus compañeros de fuga y a 77 kilómetros del final, Van Impe, es el último en rendirse ante el tremendo poderío del conquense, y tiene que dejarle marchar. Ocaña solo por delante y Merckx tirando sin ayuda de un pequeño pelotón por detrás con los coequipiers de Ocaña, los Mortensen, Labourdette y Letort, además de Zoetemelk, G. Petterson, Thevenet y los Kas. En la cima de la cote de Noyer, el trío ya pierde 4 minutos!! Y el segundo grupo donde tira un bravo Merckx 5,30’’. El uno contra uno tiene lugar bajo un infierno que derrite el asfalto y que atormenta duramente a los corredores, Ocaña esta con la moral por las nubes convencido de que esta asentando una estocada casi definitiva al Tour, por ello se emplea a fondo en la subida a la estación de Orcieres, en medio de un pasillo de espectadores exultantes y rodeado de periodistas y fotógrafos que ya son conscientes de la magnitud de la hombrada de Ocaña. En la subida las diferencias no dejan de crecer y en la cima de Orcieres Merlette. Eran otros tiempos para el ciclismo en la prensa, que recuerdos… Luis Ocaña entra vencedor, Van Impe cruza la meta en segundo lugar, pero lo que todos esperan es la llegada del pelotón de derrotados del que tira Merckx que no se rinde. El belga hace su entrada en tercera posición a 8´42" después de sufrir por primera vez una humillación del mismo calibre de las que él hizo sufrir a sus rivales en numerosas ocasiones. Ocaña había reducido a polvo lo que se mostraba como una muralla infranqueable y sin fisuras. En la general, el español es el nuevo maillot jaune con 9´46" sobre Merckx, una diferencia que se presumía insalvable. Las cifras hablan por sí solas; los comisarios deciden aumentar del 12 al 15% el porcentaje de fuera de control...de lo contrario amigos míos, de los 114 ciclistas al día siguiente solo hubieran salido 28..... Fue la derrota más severa que sufrió Eddy Merckx en su época de máximo esplendor y no sólo Merckx es que estamos hablando de que en ese Tour había varios vencedores del Tour como, Thevenet, Zoetemelk, Janssen, Aimar, Van Impe, además de una pléyade de buenos corredores como Gosta Petterson, Agosthino, Fuente, Galdos, Carril etc… . Siempre lo he dicho y siempre lo diré: la demostración de Ocaña en Orcières-Merlette y la de Merckx en Mourenx son las más grandes hazañas del ciclismo de la era post-Coppi. Después de las grandes hazañas de Coppi, Bartali, Bobet, Gaul o Bahamontes, ninguna etapa había tenido semejante nivel; Merckx nunca había sufrido, ni sufriría en su carrera hasta la tumba de Pra-Loup una derrota tan dura. Tras las clasificaciones y vestirse de líder Ocaña, fue Merckx quién pronunció la celebre frase “hoy Ocaña realizo algo formidable; el nos ha dado “la estocada” como El Cordobes hace con sus Toros...” En la prensa frases como: “La más bella hazaña del ciclismo”, “Luto en Bélgica” , “A un paso de la leyenda del Tour”, “Ocaña dio la puntilla”, o frases en plan tremendista como si el mundo se acabase para Eddy: "Yo no estoy acostumbrado a ser cuarto". En declaraciones de Merckx tras la etapa, este decía: Esta es la ley del deporte. Nunca he hecho concesiones, ni regalos a nadie en competición. Tampoco quiero que me las hagan a mí. El mejor y el más fuerte debe ser el primero, el vencedor. Y yo veo a Ocaña fortísimo y muy bien preparado, con cabeza y con fuerza, va a ser imposible eliminar esos 10 minutos que me lleva. Mis felicitaciones a Ocaña de todo corazón de deportista a deportista, puede ganar o no, pero ya ha hecho algo sensacional y no porque yo sea el derrotado, sino por su admirable forma de correr estos últimos días. Tremendo Merckx…., todo un caballero Apenas había TV, aunque había y por supuesto las radios daban mucha información. Los tletipos echaban fuego más que chispas...cientos de noticias y rumores...centralitas telefónicas colapsadas… Bélgica acojonada...Eddy llorando...su madre también, EL TOUR MAS APASIONANTE QUE HE VIVIDO, no sólo por lo que había pasado hasta ese día, sino por lo que aun quedaba por pasar y que desgraciadamente ya todos sabemos… Al día siguiente jornada de descanso en Merlette en plenos Alpes. Siguiente jornada: Merlette-Marsella...En el Km. 2 y a 220 Kms de meta ataca Eddy con la jauría enrabietada de los MOLTENI A BLOQUE..... Y POR DETRÁS UN DESPREVENIDO OCAÑA Y LOS SUYOS, MANTIENEN UN PULSO TREMENDO, LA PERSECUCION MÁS BESTIAL Y SALVAJE DE LA HISTORIA DEL CICLISMO, pero eso ya es otra historia….
Esta es una de las historias que estaba preparando para contar, pero como no lo voy a hacer mejor que tu: ¡Ahí queda eso! Simplemente genial, otra vez. Gilbo, sigue dándonos lecciones de gran ciclismo por favor. Hasta luego.
Ya me jode habértela pisado Harek, pero es que es mi etapa favorita, con dos de los corredores que vi correr y que más he admirado. Seguro que tienes otra bala en la recamara. Saludos
Gilbo, Harek que grandes sois pedazo historias algunas las he leido varias veces, gracias por compartirlo,,,
Puede ser . Pero la señorita lo único que decía en el anuncio al final era : El compresorrrrrrrrr. No se que pensaban para lo que servía un compresor.
Con el permiso de Gilbo, voy a contaros como terminó ese Tour de 1971. No lo voy a hacer mejor que él, pero vamos allá. En la fantástica exhibición en Orcieres-Merlette, Ocaña destrozó a todos los corredores del Tour hasta el punto que se escribió que la Meta parecía un centro de primeros auxilios para supervivientes de una catástrofe. Numerosos corredores tuvieron que someterse a reconocimiento médico y a otros como Peelman, Benfatto y Prinsen tuvieron que aplicarles oxígeno casi sin bajar de la bicicleta. Hasta el mismo Merckx pensó en abandonar, cometó que si seguía en el Tour era confiando en un desfallecimiento de Ocaña. En la siguiente etapa entre Merlette y Marseille, Ocaña se limita a controlar a Merckx. Al día siguiente, contra reloj individual en Albi. Gana Merckx seguido de Ocaña a 11 segundos. 12 de julio de 1971, 14ª etapa entre Revel y Luchon. Por el camino el Port d'Aspet, el Col de Mente y el Col de Portillón. En el primer puerto Fuente ya marcha escapado. En esta subida Merckx demarra hasta ¡siete veces!, pero Ocaña responde a todas con suficiencia. Arranca la subida del Col de Mente y otra vez lo intenta el belga, pero no tiene nada que hacer, la forma del ciclista español es insultante y Ocaña le domina con facilidad. Hasta entonces se había corrido bajo un sol abrasador, pero la climatologia cambia y se desata un tormenta impresionante. Rayos, truenos, granizo, lluvia... El descenso de Mente es terrible. La carretera está anegada de agua y barro que viene de las laderas de la montaña. Se habla de la neutralización de la etapa, los frenos de la bicicleta no sirven para nada. Entre la niebla, Fuente sufre una caída sin consecuencias. Km. 167 de etapa. Ocaña baja muy rápido, seguido de Merckx. Los dos solos. A un metro no se ve nada, se enredan las bicis en una curva a izquierdas y caen. Pero se levantan, Merckx con la pierna ensangrentada, Ocaña se duele de un brazo. Cuando el español va a montar en la bicicleta, es arrollado por Zoetemelk que se sale en la curva. Ya caído en el suelo le pasan por encima Agostinho y Thevenet. Sufre un fuerte golpe en la cabeza y la espalda contra las rocas de la ladera, casi no puede respirar. Se viven momentos de gran tensión y se reclama la presencia del médico y del helicoptero. Ocaña es evacuado a Saint Gaudens en un fuerte estado de shock. El Tour se conmociona, ha caído el líder. Fuente gana la etapa, pero no disfruta de su victoria. En cuanto se entera del accidente es un mar de lágrimas. Solicita que envien el ramo de ganador al hospital. Zoetemelk es inconsolable y Merckx está desolado. No quiere, pero se ve obligado por el protocolo a subir al podium para recoger el maillot amarillo como nuevo líder. Al día siguiente se niega a portarlo durante la etapa en señal de homenaje a su rival. Todo el mundo era consciente de que ese Tour tenía como dueño a Luis Ocaña, pero con esta historia se alimentó aún más la leyenda de desgracias que perseguía al corredor en esta carrera. Leyenda que afortunadamente quedó rota dos años después, cuando Ocaña saldó cuentas y ganó su Tour. Hasta luego.
mira que lo hablamos en la kdd, eres toda una enciclopedia. abriremos un nuevos post llamado "La HaerkPedia"
Muy guapa Harek, las imagenes de Ocaña son terribles, pero me quedo con la imagen de desolación de Merckx.
Vuelta ciclista Andalucia año 1975, etapa circuito Ceuta, La anecdota de esta foto esta que mientras los ciclistas pasaban por el punto mas alto de Ceuta la banda de guerra de La Legion tocaba distintas marchas militares, como para no animarse y cojer un buen ritmo. A y Ocaña tirando del peloton
Increible el post!!! Lo he leido enterooooooo... jejeje... Hay momentos en los que los pelos se me han puesto de punta!!!
GAVIA 1988. Las puertas del infierno. En una jornada tan dantesca, el ciclismo dejó de ser deporte y se convirtió en supervivencia. Hacía muchos años que no se vivía una etapa así. Han pasado 22 más y no se ha repetido algo similar. Van der Velde coronando el Gavia el primero y perdiendo 45 minutos en la meta de Bormio; Chiocchioli dejándose la maglia rosa y entrando en un túnel del que no saldría hasta 3 años después; Delgado con las manos casi congeladas; Roberto Pagnin con cara agonizante tras cruzar la meta; todos los corredores ateridos, en unas imágenes que reflejaban a la perfección hasta dónde puede llegar el sufrimiento asociado a este deporte. Pero vayamos al inicio de la carrera. Esta vez Vincenzo Torriani no dió su habitual timo e incluyó en el recorrido puertos de verdad. Aunque metidos en etapas de corto kilometraje. Y pese a ello esta edición del Giro se decidió practicamente en un puerto, el Gavia y en una terrible tormenta de nieve. La carrera comenzó con uno de los favoritos ganando la primera crono y asustando a sus rivales. Bernard se adjudicaba el primero maillot rosa, aunque beneficiado por la caída del corredor que realizó los mejores tiempos parciales: Tony Rominger. Después, como en los años anteriores: bonificaciones, contrarreloj y sprints masivos. Los españoles teníamos puestas las esperanzas en P. Delgado, que había declarado: "Quiero ser el primer español que gane el Giro". Pero pronto se vió que no estaba en condiciones para la victoria. En la primera etapa con final en alto, en Campitello Matese, Delgado echa por tierra sus opciones en la carrera al llevar a cabo una subida horrorosa, siendo el favorito que más tiempo perdió en meta. La etapa la gana Chioccioli. El primer contacto con la alta montaña era sobre el papel el más flojo. Pese a contar con 3 puertos intermedios, la etapa se limitaba prácticamente los últimos 11 km del día, la ascensión a Selvino. El equipo Del Tongo lleva días planeando el asalto a la maglia rosa, y marcaron un fuerte ritmo que destrozó al líder Podenzana en los puertos intermedios. Junto a él, el otro gran derrotado del día era Rominger, que se dejó 16 minutos y su buena plaza en la general. En la subida ataca Juan Tomas Martinez (Zahor) pero es neutralizado por Saronni. A tres kms de meta ataca Hampsten, Delgado va a su rueda, pero les cazan. El américano lo intenta de nuevo junto a Breukink, el holandés no aguanta y es cazado por el grupo. El corredor del Seven Eleven se había marchado hacia la victoria y el esfuerzo solo le reportó al segoviano ser segundo y arañar bonificaciones, puesto que el resto de favoritos (Breukink, Bernard, Visentini, Zimmermann y Chiocchioli) llegaron pisandole los talones, a 15 segundos del triunfador del día. Así pues, los Del Tongo lograban su objetivo, vistiendo a Chioccioli de rosa. Dos días después se llega a una etapa muy esperada que sale de Chiesa Valmalenco y, tras pasar por el puerto de Aprica, encaraba las terribles rampas del Gavia, cuya cima estaba a 24 kilómetros de la meta, en Bormio. Era una corta etapa de 120 kms. Pero era una jornada muy temida, tanto por el coloso como por las condiciones climatológicas. Los informes hablaban de un puerto con porcentajes muy duros y con la parte final sin asfaltar. Además, el parte meteorológico no auguraba nada bueno, lo que a la altura a la que se coronaba el Gavia (2621 m) presagiaba un día durísimo. Pero ni los más pesimistas se podían imaginar cuanto al irse a acostar la noche del 4 de junio de 1988. La salida de ese mítico día estuvo presidida por la lluvia. Los corredores, embutidos en sus chubasqueros, sabían que se enfrentaban a uno de esos días que no les gustan, en los que salen a la carretera básicamente a sufrir. Su único consuelo, la brevedad de la etapa. El paso por Aprica es coronado por dos escapados Stephen Joho y Roberto Pagnin, precediendo a un pelotón que, azotado por la lluvia, va pasando los kilómetros y continúa su penar hasta Ponte di Legno. Delante, el Gavia. Un puerto en otras condiciones precioso, pero que ahora se antoja la viva imagen de las puertas del infierno. Mientras la lluvia continúa minando las fuerzas, al frente solo se distingue una tormenta de nieve. El primer valiente en intentarlo es el belga Van der Velde. Quien conozca el desarrollo de los acontecimientos y lo que pasó unos kilómetros más arriba, no puede menos que asustarse viendo que el único resguardo frente al frío que lleva el belga es la maglia ciclamino que porta como lider de la regularidad. Otros, como Hampsten, habían sido más precavidos, enfundandose numerosas prendas para prevenir el descenso de temperatura. Tal vez en esas elecciones estuvo el destino de la etapa y del Giro. Van der Velde había atacado y superado a los dos fugados del día. Iba como una bala, enfilado a la victoria. Por detrás, Hampsten lanza el ataque que vale un Giro: seco, duro, y al que nadie puede contestar. View attachment 1801968 Unos kilómetros después, Breukink consigue darle caza. Por detrás, la lucha es por la supervivencia. Mientras algunos como el joven Giovanetti, Zimmermann o Chiocchioli resisten dignamente, los Delgado o Bernard bastante tienen con luchar contra la tempestad. Van der Velde corona el gigante. Atrás quedan las penurias de la subida. Pero lo peor está por venir. A menos de un minuto del belga pasan Hampsten y Breukink. Los demás van llegando como pueden y se abrigan con todo lo que encuentran. Eso los primeros, los que se están jugando la carrera. Los de detrás, que llegan con los rostros desencajados, lo único que quieren es que se acabe la pesadilla. Algunos, como el frances Dominique Gaigne, compañero de Bernard en Toshiba, se niegan a continuar, a bajar por esa carretera que solo promete un sufrimiento aún mayor. Los tifosi, que ese día estuvieron inmensos, se dedican a frotar las manos de los ciclistas para que recuperen la sensibilidad y puedan accionar los frenos en el descenso. Las noticias que llegaban eran que Hampsten había dejado a Breukink y era cabeza de carrera. Pero... ¿y Van der Velde? Como muchos sabrán, coronó el Gavia en cabeza y en el descenso hacia Bormio perdió el calor corporal, la etapa y hasta su carrera deportiva. El belga había pasado la cima el primero y, tras ponerse un chubasquero, se lanzó hacia Bormio. No duró ni 2 km. Esa fue la distancia que recorrió hasta que, destrozado por el frío, tuvo que poner pie a tierra y meterse en una de las rulotes que jalonaban el descenso. Así, primero Hampsten, luego Breukink y muchos más corredores le adelantaban. Finalmente, 46 minutos y 49 segundos después de que hubiera llegado el ganador, el bueno de Van der Velde cruzaba la línea de meta. Teniendo en cuenta que a 20 km de la misma aún era cabeza de carrera, resulta increible tamaña pérdida de tiempo. A 10 km del final queda claro que Hampsten está en cabeza. Pero aún más sorpresas estaban por llegar: Breukink, recuperado, empieza a recortarle tiempo hasta que llega a su altura y le pasa como a un amateur, sin que el lider del Seven Eleven pueda hacer otra cosa que mirar como se alejan sus opciones de ganar en este día. Unos kilómetros más tarde, en Bormio, el sufrimiento termina para Breukink, ganador de etapa, que puede empezar a disfrutar la gloria de ganar una jornada tan mítica. Hampsten llega a 7 segundos, suficientes para no ser pasado por el holandés en la general. A partir de ahí, el desierto. A 4:39 llega el joven Tomasini. A 4:55 Giupponi, después de ayudar en los últimos kilómetros a su compañero de equipo, el lider Chiocchioli. Tras él, y en una diferencia de pocos segundos fruto de la falta de fuerzas, llegan Giovanetti, Zimmermann y el propio Chioccioli. View attachment 1802010 Éste ha defendido su maglia rosa con valentía, pero la tormenta ha sido demasiado para él. Tendrá que esperar 3 años para volver a encontrarse en una situación parecida, pero esta vez no habrá ningún Gavia nevado y no la desaprovechará. Los minutos siguen cayendo escandalosamente a muchas de las figuras del pelotón: 7:08 para Delgado, 9:21 para Bernard, 15:35 para Alcalá y Sorensen... a 30 minutos llegarán Visentini y Saronni, desentendidos de lo que ha pasado por delante. La clasificación ha sufrido un vuelco total, y todo parece indicar que es cosa de dos corredores. El estadounidense Hampsten es el primer corredor de su país en vestir la maglia rosa. A pocos segundos de él (concretamente 15) queda el holandés Breukink. El tercero, el antiguo lider Chioccioli, está ya a 3:54. Los Carrera, que tan controlado tenían el Giro horas antes, se han quedado con la única baza de Zimmermann, que está cuarto a 4:25. Giupponi es quinto a 4:55. Los demás están ya a diferencias siderales, como por ejemplo Bernard a 9:37 o Delgado a 10:41. Eso, en lo que respecta a lo cuantificable. Porque el daño interno fue mucho mayor. La imágenes en Bormio eran dantescas, con los corredores llorando, retorciéndose de dolor... muchos de ellos hicieron la mayor parte de la bajada en los coches de equipo, se bajaron de los mismos a 3 kilómetros de meta y realizaron en sus bicis ese último tramo de etapa. No hubo descalificación por parte de la organización, que entendió las circunstancias. Muchos profesionales quedaron marcados. Pero habían conseguido sobrevivir al infierno helado. Ellos lo podrían contar con orgullo muchos años después. Al día siguiente de la mítica etapa, no había fuerzas ni ganas para nada. Y eso que, a priori, el menú invitaba a nuevas hazañas. De salida, el Stelvio, Cima Coppi de esta edición del Giro. Y final en la estación de Merano 2000. Pero, visto lo visto el día precedente, a ver quién se atrevía a subir y luego bajar el Stelvio con las condiciones climáticas que se estaban viviendo esos días en el norte de Italia. Así pues, el paso por el Stelvio fue anulado y la etapa se limitó a la subida final a Merano 2000. En esa ascensión, uno de los derrotados del Gavia dió una lección. Jeff Bernard volvió a tirar de clase y demostró que fueron las consecuencias de la nevada las que le impidieron realizar una mejor actuación en el día anterior. Atacó desde el inicio de Merano 2000. Tan solo Zimmermann pudo seguirle. Por detrás, Hampsten y Breukink mantenían una guerra de nervios, conscientes de que estaban ante el último final en alto de la carrera, exceptuando la cronoescalada al Valico del Vetriolo. La mínima diferencia que los separaba hacía que cualquier paso en falso fuera decisivo para la victoria final. Bernard ganó la etapa en plan campeón. Todas las espadas estaban en alto ante la etapa del día siguiente, la cronoescalada donde Hampsten y Breukink se jugarían la carrera. Y, en la jornada decisiva, se demostró quién era el hombre más fuerte de la carrera. Hampsten arrasó, superando a Breukink incluso en los 5 primeros kilómetros, que eran llanos y supuestamente favorables al holandés. En cuanto la carretera se empinó, enfilando la meta en el Valico del Vetriolo, la diferencia no paró de aumentar, hasta el 1:04 que se dejó en meta el lider del Panasonic. El americano se llevó la etapa y Hamspten mantuvo la maglia rosa, mientras que Breukink, mejor rodador, superaba a Zimmermann. Fue el único cambio en los primeros puestos de la general.
Os cuelgo también las impresiones de Andy Hampsten sobre ese día: "Las cosas comenzaron a parecer difíciles en el descenso de Aprica. Yo llevaba toneladas de ropa, pero la lluvia había estado cayendo a cubos desde el comienzo de la etapa y yo estaba tiritando a causa de lo mojado que estaba y del frío. No estaba seguro de cuánto tendría que sufrir, pero sentía que todos nosotros ibamos a sobrepasar nuestros límites para franquear el Gavia. Sabía que yo podría sufrir, pero también sabía que sería muy duro para mis compañeros de equipo así que los intentaba animar también. Recuerdo decir a Bob Roll que éste sería probablemente el día más duro sobre la bici en toda nuestra vida. Todos sabían que yo iba a atacar. Cuando aumentó el camino, fui al frente y todos los escaladores marcaron mi rueda. Podría oír que murmuraban "Hampsten van a atacar" y que están intentando desalentarme. A este punto la carretera todavía estaba asfaltada, pero cuando salí de una curva a la izquierda vi convertirse la carretera en camino sin asfaltar y una señal de tráfico del 16% de pendiente, y entonces fue cuando pinché. Debido a toda la lluvia, el camino sin asfaltar era realmente inestable. Estaba muy blando y las cubiertas dejaban un surco por donde pasaban. A medida que íbamos subiendo, mi mente comenzó a divagar y los aspectos psicologicos de lo que estaba ocurriendo empezaron a arrastrarse en mi mente. Sentía que había alcanzado mis objetivos hasta la fecha, sin tomar riesgos, pero cuando las cosas se empezaron a poner mal, pensé lo que podía hacer para mejorar las cosas. Dejé de pedirle Dios que me ayudara, ya me había ayudado bastante dándome el privilegio de competir. En vez de eso empecé a especular lo que estaría dispuesto a negociar si el diablo aparecía. Desmoralizado por esta cadena de pensamientos, me dí cuenta que al principio del día había confiado solamente en mí mismo para sobrevivir a la etapa. En el Gavia, como siempre, no había atajos y yo nunca había buscado ayuda de píldoras u otras ayudas, aunque estaba en un estado tan mental que dudo que hubiera resistido cualquier tentación que me llevara a Bormio. Debo confiar en mí mismo para conseguir llegar al final. A 4 millas para la cima del Gavia, en mi mente comenzó a entrar la niebla. Comencé a pensar en el frío que estaba pasando en ese momento y el descenso de 15 millas que me esperaba desde la cima hasta Bormio. Y las dudas comenzaron a apoderarse de mí... ¿Los coches del equipo iban a conseguir coronar? ¿El masajista estaría arriba con té caliente? ¿Och estaría allí a un kilómetro con mi bolsa? (Nota del Traductor: Jim Ochowitz, director deportivo del Motorola). A 3 millas de la cima, fui a ponerme un gorro de lana pero decidí primero quitar el agua de mi pelo, pero mi mano se congeló a través de una enorme bola de nieve que cayó sobre mi parte posterior . Cuando vi los edificios pensé que había llegado a la cima (¡lo era!) y si iba a parar, debía hacerlo allí. Pero realmente deseé seguir en ese momento. No era una cuestión de supervivencia todavía. Tenía solamente una marcha para la bajada, todas las demás se habían congelado y pensé que debía seguir pedaleando para mantener esa marcha sin hielo . El camino era sin asfaltar al iniciarse el descenso. Era mejor para descender que el asfalto pues no se congeló. Lo probé un par de veces para ver si era suficientemente sólido y lo era. Los espectadores que había en el descenso no sabían si la carrera se había suspendido, así que deambulaban por en medio de la carretera mientras yo bajaba . A medida que descendía me iba enfriando más y más. Intenté no pensar en el frío y concentrarme en la carretera que tenía frente a mí. Ahora era asfalto, pero no estaba helado afortunadamente. Intentaba no frenar demasiado bruscamente. Cuando utilizaba los frenos, primero tenía que quitar el hielo de las llantas, y después intentar quitar el agua, antes de tener alguna potencia de frenada . Me habían hablado de la hipotermia y sobre lo frío que podría llegar a estar antes de que uno no pudiera pedalear más. Mis brazos estaban bloqueados desde el comienzo del descenso, y yo simplemente intentaba seguir pedaleando para mantener mis piernas en movimiento. En un momento dado, miré hacia abajo, hacia mis piernas y a través de una capa de hielo y de grasa (lanolina), pude ver que eran de color rojo brillante. Después de eso, no miré mis piernas de nuevo... A 6 km para el final, Breukink me cogió, pero yo estaba totalmente bloqueardo y no podía responder. Breukink no llevaba puesta ninguna chaqueta de lluvia, solo un jersey, así que él podría bajar más rápido en la larga recta que llegaba a Bormio. No había forma humana de quitarme la chaqueta . Después de que cruzara la línea de meta, me dirigí hacia nuestro masajista. Mike Neel vino y me metió en el coche del equipo, que estaba en marcha y con la calefacción a todo meter. Cuando comencé a calentarme el dolor empezó a remitir. Mike me dijo entonces que la Maglia Rosa era mía y el dolor y el euforia se mezclaron y comencé a gritar, a reír y a tiritar. En el plazo de 10 minutos del final, estaba arriba en el podium. La Maglia Rosa me sentaba bien. Me la puse y todas mis dudas se esfumaron. Las entrevistas de la TV comenzaron y recuerdo que decían 'Hoy no era deporte, era algo más allá del deporte'." Hasta luego.
