Bueno chicos. Mientras se cocina la crónica, os voy a dejar una buena ristra de fotos de lo que ha sido nuestra pequeña aventurita por las Ardenas. Espero que os gusten: En la puerta del Hotel a las 6 menos algo de la mañana. En la foto falta la forera Lilith. El resto, de izquierda a derecha: Pablo, Iñakirevolt, Yo, Neuro Primera cota del dia, Oneux, aquello va a ser que no es llano. Que pequeño es el mundo. En el primer avituallamiento nos encontramos con unos conocidos Zaragozano/Navarros. La pirenaica tiene estas cosas. Esta para los que venimos de la mountain bike. Lugar mitico en el mundo de las carreras de XC. Otra cota mas, esto se pone gracioso. Mont le Soie Cuarto avituallamiento, a partir de aqui empieza el cachondeo sin descanso Que se vea que estamos en Valonia De lo mejorcito de la marcha.....como andaba la triatleta. Si es que hay triatletas y triatletas, jajaja. Pablo coronando la Redoute Otra muesca mas en la Time, otro cartel en la colección. ...y en meta tras 10 horitas sobre la bici. Lilith e Iñakirevolt aun echaron un buen rato mas. Nos acercamos tras la marcha a la Redoute a ver a los rezagados Pedazo carro que nos nos dieron en el alquiler a falta de uno de la gama que habiamos reservado, nada menos que un Volvo V70. Rampon del 20% en la redoute Se hacen duras estas rampas con 220 kms en las patas ...aunque alguno sube sobrado ...y estando en Belgica, que mejor manera de celebrar un nuevo monumento en nuestro haber. Al dia siguiente nos dedicamos a hacer un poco de turismo, ciclo-turismo. ...y tambien visita a la ciudadela de Namur En mi blog podeis encontrar todas las fotos. La crónica en breve
Me sumo a esa enhorabuena Serpal, que maravilla de clásica , haber si chajomo se anima y vamos nosotros también, después de Flandes y la amstel creo que ya toca y más después de lo bien que lo pasamos en Holanda, las mujeres seguro que se apuntan las primeras y tu Chajomo, comprate unos pedales en condiciones y un cuadro competitivo y moderno. Un saludo.
Vaya preciosidad de ruta, cuantos recuerdos y emociones, a ver si esta vez no me pasa la de siempre y consigo un ratillo para hacer una mini-crónica
Da la casualidad que al de Arrasate nos lo encontramos en la Arregoase hace 3 años y el año pasado en la Milan - San Remo, que pequeño es el mundo. Flandes, Tilff, Flandes, Tilff, si me dan a legir me quedo con Tilff.
Ke envidia sobretodo despues de ver las fotos y los bueno ke os hizo. A ver si para el año ke viene puedo apuntarme alguna.
Ya tendrá que ser el lunes, ayer me pillo el toro y acabé haciendo las maletas para Lagos a las tantas, ainnns.
Enhorabuena a todos los foreros-as que participaron en esa azaña, otra clasica mas para el palmares,eh?? Chaooo
Bueno, pues allá va mi impresión de esta gran clásica que afrontaba con una sensación mezclada entre el miedo y respeto que, por un lado, me infundían los recuerdos del sufrimiento que supuso Flandes y una gran ilusión que, por otra parte, me generaba el buen sabor de boca que me traje tras haber superado la dura pero preciosa Paris-Roubaix. Desde Bilbao y Madrid, respectivamente, habíamos quedado en Bruselas (por orden alfabético y así no hay peleais Iñaki(-Revolt), Luis (Neuro), Olga, Pablo, Sergio (Serpal) y yo. La primera sorpresa nos la encontramos cuando al querer recoger los Vectra Ranchera que habíamos reservado, nos dicen que no hay y que van a tener que darnos otros por el mismo precio y, vaya pena, no tenían otra cosa que unos flamantes Volvo V70 :alloreto donde casi hasta daba pena guardar las bicis, menos mal que iban en maletas y bolsas. Y ya que estamos de cicloturismo, aparcamos las cosas en el Hotel (otro lujazo) y nos fuimos a patear un poco las calles de Lieja... no era exactamente lo que yo recordaba. Estoy acostumbrada a salir del sur de Europa con sol y llegar al norte con lluvias y estando todo gris, pero esta vez fue del revés, de modo que pudimos disfrutar de un Liège brillante y caluroso, con sus calles y terrazas llenas de gente y color. Así que mucho pateo y gastronomía antes de retirarnos a dormir. A las 5.00h ya sonaba la diana, había que levantarse y prepararse para bajar a tomar el desayuno que, excepcionalmente, habían preparado a primerísima hora para la importante cantidad de ciclistas y acompañantes que nos alojabamos allí. A las 6.00h ya estabamos sobre nuestras monturas, fotos, ultimos detalles y bajada de unos 3,5km hasta la salida oficial, que, para hacer la ruta completa de los 237km, se podía tomar a cualquier hora entre las 5.30 y las 7.00h. La única ruta de más de 100km que yo había hecho este año fue la Bilbao-Bilbao y acababa de petar vilmente en la quedada de la Sierra Norte el fin de semana anterior, así que el miedo me hizo salir con mucha precaución. Me obligué a ir comiendo y bebiendo regularmente, no perder la vista del pulsómetro y disfrutar del paisaje, de las emociones que me transmitía pedalear tan cerca de donde había pasado la mitad de mi vida, de donde había descubierto sin saberlo, lo bonito del deporte, la naturaleza y los viajes como éste. A medida que se sucedían los kilómetros, también lo iban haciendo los avituallamientos, mis metas parciales, muy bien surtidos y con nuevas y siempre gratas sorpresas, pues allí nos encontramos con caras conocidas e inesperadas, Montse y sus compañeros (perdonadme pero soy un desastre con los nombres) y es que la Pirenaica nos da de vez en cuando estos regalitos ;-) Llegamos Iñaki y yo y nos llevaban esperando ya un ratin Sergio, Luis y Pablo, así que preferí decirles que tirasen a su ritmo pues el mío iba a ser demasiado lento para ellos, aún quedaban muchos km y cuestas por delante y prefería tomarmelo con relativa calma, apretando pero sin pasarme, mi meta era llegar y, si podía ser dentro de control, mejor. Así que fuimos avanzando poco a poco de un avituallamiento a otro, el tercero, en el km 137 ya se me hacía un poco largo y comenzó la labor psicológica, sería el punto en el que me lo tomaría como si hubiese acabado ya una ruta y comenzase la siguiente, como si hubiera pasado un día y hubiese descansado, soñaba con un Red Bull o algo que me devolviera las fuerzas para terminar la marcha y, vaya sorpresa, nos reciben en ese avituallamiento precisamente con un fresco Red Bull... De ahí en adelante, ritmo igual de tranquilo, los grupos no conseguían mantenerse unidos más de 10min. seguidos, tanto que en alguna ocasión me sorprendía a mi misma tirando de algún grupillo y gracias a que después de un rato alguno se dignaba a darme un relevo, hasta que de nuevo volvía a romperse el grupo. Hubo alguna ocasión en la que me echaban vilmente del grupo, como si se tratase de una competición, pero si vamos en tiempos de 11-13horas, además no hay clasificaciones ¿no sería mejor colaborar y llegar tod@s un poco más fresc@s? En fin, abanicos, coditos, etc. que me hacían abandonar rápidamente el grupo y preferir marchar sola con Iñaki, con unas risas cuando no se ponía la cosa muy cuesta arriba. Llegados al último avituallamiento contaba ya con que el primer grupo habría llegado a meta hace un buen rato, así que les llamé y efectivamente, estaban en la Redoute esperándonos, se acercaron al avituallamiento en el coche y como ya sólo quedaban unos 20km a meta insistí en terminar la ruta, vaya que si la terminaría, ahora con un poco más de esfuerzo pues quedaba poco para que cerrasen el control, así que subí como buenamente pude, con los enormes ánimos que nos daban Pablo, Luis y Sergio, fotos, risas y a tirar hasta meta. Menuda emoción cuando llegamos, ya tocaba fichar por última vez, recoger los regalitos, el diploma y tomarnos esa merecidísma cerveza antes de volver al Hotel, cenar y vuelta a dormir, para al día siguiente afrontar una tranquila jornada de turismo y emprender viaje de vuelta a casa con una sonrisa de oreja a oreja :dance Mis fotos, son pocas, pero espero ponerlas en los próximos días.
Ufff, me ha costado, pero por fin, aquí está recién salida del horno: Dicen que mas de dos es tradición y en eso precisamente se esta convirtiendo nuestra pasión por las clásicas. Un año mas la primavera encuentra un circulo marcado en rojo en el calendario, una fecha donde añadir un nuevo monumento del ciclismo a nuestro cada vez mas extenso curriculum. Este año la prueba elegida para esta fugaz escapada no es otra que la decana de este deporte, la mas clásica de entre las clásicas. Si hace unos años recorrimos las llanuras Flamencas con sus duros pasos de adoquín, ahora le toca el turno a la otra Bélgica, la de las Ardenas Valonas, sus verdes colinas y sus profundos bosques. Es el turno de la Doyenne. Este año la verdad que la cosa ha sido rara. La intensa temporada que llevo y el diversificar mis objetivos habían hecho que no me centrara en este evento como en anteriores ocasiones. Este año mi mente no va mas allá del siguiente fin de semana, de la siguiente carrera, marcha o kdd, lo que provocó que incluso nos cogiera un poco el toro a la hora de planificar todo teniendo por ejemplo que buscar el vuelo prácticamente a ultima hora. Tras algunas dudas la grupeta que viajaríamos a tierras belgas queda definida. Por parte bilbaína Iñaki, Luis, Olga de turismo y un nuevo fichaje, Pablo mientras que desde Madrid acudimos Frances y Yo. Tras un vuelo sin incidentes, incluso llegando antes de tiempo y tras haber abandonado Madrid con un tiempo casi invernal, aterrizamos en una soleada Bruselas. Coincidimos con la sección Bilbaína rápidamente y tras recoger las bicis, que han llegado intactas marchamos a recoger los vehículos de alquiler y primera sorpresa agradable. No tienen el que habíamos reservado por lo que nos ofrecen uno de superior categoría al mismo precio. Nada menos que un Volvo V70 con sus asientos de cuero y todos los extras. Vamos, como señores. Casi da pena meter las maletas con las bicis en ellos. Desde aquí, le introducimos las pertinentes instrucciones al señor tomtom y rumbo Lieja de la que nos separan unos 100 kms. Después de un pequeño periplo por los alrededores de Lieja, llegamos al hotel situado a escasos kilómetros de la localidad de Tilff. Pequeño pueblo de los suburbios de Lieja donde da comienzo y final la versión cicloturista de esta prueba. El hotel tiene fácil acceso, junto a una autovía y justo en la cima de la cota de Sart Tilman, una de las ascensiones de la prueba profesional y que este año fue eliminada del recorrido a favor de un mayor espectáculo para evitar la bajada por autovía hacia Lieja. No nos liamos mucho y tras descargar los coches, dejamos las bicis montadas y marchamos hacia Lieja para dedicar toda la tarde a hacer turismo por la ciudad que resulta extrañamente bulliciosa para lo que se estila por estas latitudes. Creo que el tiempo primaveral, casi veraniego, que nos acompaña tiene algo que ver en que las calles estén repletas de gente. Por una vez no nos extendemos mucho y nos dirigimos de vuelta al hotel a una hora razonable para cenar en un restaurante italiano que había junto al mismo. Como siempre la pasta resulta obligada los días antes de una marcha. Hay que llenar los depósitos de glucógeno y con mas razón tratándose de una marcha tan larga como esta con nada menos que 235 kms por delante. El despertador suena pronto, demasiado pronto. Es lo que tienen estas salvajadas. Por suerte el hotel esta lleno de ciclistas, sobre todo un numeroso grupo de italianos por lo que nos preparan el desayuno mucho antes de lo que sería habitual. Resulta una delicia desayunar por estos lares. Buffet bien surtido de bollería, embutido, cereales, zumo. Todo es poco para afrontar tan duro reto. Sobre las 6 de la mañana atravesamos la puerta del hotel ya con la luz del día sobre nuestras cabezas y el frescor mañanero en nuestra cara por si quedaba algún ápice de sueño. El cielo sin una sola nube parece anunciar un gran día de ciclismo. La bajada hacia la salida en Tilff resulta un poco suplicio. He decidido, viendo el panorama, salir completamente de corto y claro, a estas horas hace fresco para ir así. Apenas realizamos una breve parada para juntarnos en la salida y emprendemos camino ya que aquí no hay que sellar. Para el que no sepa como funciona aquí el tema de las marchas cicloturistas, comentar que aquí realmente son marchas cicloturistas. No hay tiempos, ni chips y el dorsal únicamente sirve para encontrar luego las fotos que nos harán en puntos estratégicos del recorrido. Tampoco hay una salida multitudinaria, todos a la vez. Entre las 6 y las 9 de la mañana sales cuando te apetezca, al ritmo que te parezca mas adecuado. Mucha gente se ve en la salida. De todos los gustos y colores. Gente con auténticos hierros con muchos años y kilómetros, otros con la ultima tecnología ciclista. Algunos con lo mínimo para ir a tope y otros con sus alforjas y todo. Bicis de carretera o de monte. Cualquier cosa vale. De inicio nos tomamos la cosa tranquila. Vamos rodando hacia el sur siguiendo la vega de un río, intentando entrar en calor ya que aunque ha amanecido, el sol aun no asoma por encima del valle. Nos acompañan en este tramo los compis italianos con los que compartimos hotel, de los pocos con los que nos podemos comunicar con mediana fluidez en un chapurreado italo-castellano. Me preocupa Frances, como va a aguantar la etapita que tenemos por delante, como estará su cabeza, después del fiasco del finde anterior por las carreteras de la sierra norte madrileña, creo que ella debe pensar lo mismo ya que en cada mínimo repecho de los que empiezan a jalonar el camino sube con el freno de mano echado como en un intento de ahorrar hasta el último gramo de fuerza. De momento vamos aguantando, levantando el pie para reagrupar cada vez que se descuelga, aunque ello nos suponga perder algún grupito bueno. Así, casi sin darnos cuenta, alcanzamos la primera cota del día: Oneux. Ideal para coger temperatura. Según entramos en la misma paso a las primeras posiciones de la grupeta en la que vamos, acompañado por los italianos. Subimos a ritmo, gozando esta primera ascensión, que resulta ser larga, unos 4 kilómetros, entre verdes prados que con el tímido sol del amanecer dan al lugar un ambiente muy bucólico. Unido al frescor mañanero convierten la ascensión en una autentica delicia. Me acompaña en la subida Pablo que parece que viene con fuerzas. Luis se ha quedado unos cientos de metros por detrás y a Frances e Iñaki los perdí incluso antes de comenzar la ascensión. El final de la misma, se pone interesante con un par de rampitas de las de dos dígitos que obligan a usar piñones altos por primera vez. Aquí me doy cuenta de una cosa, me noto muy buenas piernas. Subo de pie, con mucha cadencia y prácticamente sin despeinarme por un lugar donde habitualmente lo mínimo hubiera sido meter alguna riñonada. Arriba nos encontramos con un puesto de los fotógrafos oficiales de la organización, pero hemos llegado demasiado pronto. Aun están montando el tinglado así que no tendremos foto en este lugar. Paro a esperar. Pablo venia casi a rueda, solo perdió unos metritos después del rampón final y a Luis parecen atragantársele estos repechos tan duros en un año enfocado hacia el objetivo de Roth y por tanto donde la prioridad es aguantar mucho tiempo, rodando acoplado por un terreno fundamentalmente llano. Decidimos seguir suave, prácticamente parados para no quedarnos fríos pero a su vez dar tiempo a que entren Frances e Iñaki. La carretera se adentra en una maraña de verdes campos y suaves colinas lo que supone entrar en una zona que podría definirse como lo mas característico de esta prueba. Ni un metro llano. A duras penas consiguen enlazar estos a cuyo ritmo vamos prácticamente al ralentí de hecho miro el polar y veo que apenas llevamos 21 km/h de media por lo que me empiezo a rallar. Aquello puede ser muy largo. Nuevamente en otra zona de repechos, casi cotas de esas que no figuran en el perfil, se nos vuelven a desenganchar. En esto que en una larga recta pasa un tren de alemanes a todo trapo y no lo dudo un segundo, la grupeta es buena. Pablo me dice que a donde voy y yo le repito que apriete que el grupo es bueno. De hecho, nos instalamos cómodamente a rueda afrontando ya la segunda cota: Werbomont, que la verdad no tiene mucha historia. Una larga recta por carretera ancha y tendida. De hecho no quito el plato prácticamente hasta arriba y mas por conservar piernas y subir con cadencia que por otra cosa. Tras ella una rapidísima bajada salpicada de un par de repechos que nos van a dejar en el primer control. El avituallamiento que lo acompaña va a ser en todos los controles igual. Kit completo de botellín de isostar, botellín de agua, pan de especia (muy típico de las marchas de por aquí, a mi me resulta delicioso, otros creo que le cogieron tirria, jeje), unas galletas rellenas de miel deliciosas mas barritas. Un 10 para la organización en este aspecto. De hecho pasee por media Bélgica las barritas y glucosas que llevaba. Esperamos a Frances e Iñaki para ver que hacemos ya que continuar en ese plan toda la marcha puede ser insufrible con la enorme disparidad de niveles que hay. En estas estamos cuando me fijo en un par de maillots de Zarabici. Jodo, están en todas las partes estos tíos pienso, cuando de repente me saludan. Es Irizar, el que nos encontramos el año pasado en Milán-San Remo y hace otro par de años mas en la Ariegeoise y uno de los papas junto a Biktor de lo que fue la primera edición de la Pirenaica, de hecho a los dos zarabici también los conocíamos de hacer aparición en dicho evento, la chica, Montse, de hecho es de Urzainki. Una maquina, ganadora el año pasado del recorrido corto de la Larra-Larrau. En esto aparecen también Frances e Iñaki y aprovechamos para echar unas fotos. Volviendo a donde estábamos, parece que Frances ha pensado lo mismo que nosotros y directamente nos dice que no nos preocupemos y que tiremos a nuestro ritmo que ella va a ir muy tranquila, el miedo escénico es lo que tiene. La verdad que se lo agradezco, a partir de este punto comienza de verdad la diversión y como nos lo vamos a pasar. Según salimos del avituallamiento pasa otro tren alemán que llevan un ritmo muy considerable. Sin dudarlo nos enganchamos. Poco a poco vamos abandonando la zona de colinas y las llanuras cobran protagonismo con lo que el grupo se acrecienta a la par que el ritmo que en algunos momentos resulta bastante alto, teniendo en cuenta el tipo de prueba donde nos encontramos. Yo estoy en mi salsa. Me encuentro pletórico, siempre entre las primeras plazas del grupo, dando algún relevo cuando se tercia y controlando para no perder a los compañeros. Entre tanto, me voy fijando en los carteles de las carreteras y veo que nos vamos aproximando a Houffalize. A la mayoría no les dirá nada este lugar, pero para los que venimos de la mountain bike se trata de uno de los circuitos míticos de copa del mundo. A pocos kilómetros de esta localidad, abandonamos la carretera buena que traíamos para afrontar una nueva cota puntuable que añadir al sin fin de repechos y cotas no puntuables que hemos ido encontrando a nuestro paso. En este caso le toca el turno a la ascensión a Bonnerue, nuevamente una agradable subida entre campas que arrastrados por el ritmo que traíamos se hace a muy buen ritmo. El principio es suave y un suave curveo en la parte final mas inclinada hace que las piernas se resientan del cambio de ritmo. Pablo sube conmigo mientras Luis se vuelve a quedar y le esperaremos arriba. Tras ella, otro tramo de rodar por los escenarios de cruentas batallas durante las contiendas mundiales, como así atestiguan los numerosos monumentos que encontramos en cada pueblo que atravesamos y de repente nuevo control. Ya estamos en Bastogne. Paramos lo justo en este control para sellar, comernos un kit completo de avituallamiento, rellenar bidones y salir. Aun van fuertes las piernas a pesar de llevar ya 97 kms en las mismas. Al salir la parada se deja notar y durante unos kilómetros el ritmo es bastante comedido hasta que poco a poco se va formando un nuevo grupo. Nuevamente estamos en una zona de terreno relativamente llano, vamos, donde los repechos no son tan pronunciados. El grupo en el que vamos, siempre en las primeras posiciones no lleva un ritmo tan endiablado como el que nos ha llevado hasta Bastogne, con lo que poco a poco se van añadiendo unidades al mismo hasta formar un pelotón considerable. Ahora viene un tramo bastante largo hasta la próxima cota y el viento que da de cara nos obliga a ir lo mas resguardado posible. Aun así, el ritmo que llevamos no me convence demasiado por lo que en ocasiones pasamos al relevo intentando dar un poco de vida a aquello hasta que nuevamente volvemos a adentrarnos en la zona de colinas próxima a Houffalize donde ya definitivamente tomamos la iniciativa del grupo. El terreno se adentra entre carreteritas estrechas y reviradas. De esas que cabe un solo coche, con el firme de hormigón, las típicas carreteras de las clásicas, ideales para las emboscadas. Así de entretenidos estamos cuando llegamos al siguiente control donde como novedad nos ofrecen una lata de redbull, que nunca viene mal para remontar el vuelo con nuevas alas. Miró el cuentakilometros, estamos en el kilómetro 128. Poco mas de 100 para el final. Esto esta chupado pienso, a pesar de que en breve comenzará la sucesión ininterrumpida de cotas, cosa que casi prefiero ya que apenas he quitado el 50 en lo que va de marcha. Salimos de allí. Pena de avituallamiento ya que ha supuesto que la grupeta en la que tan cómodamente veníamos quede desintegrada. Ahora la carretera comienza picando hacia abajo y se dirige hacia un enorme bosque que se ve en lo alto de otra colina. Alcanzamos a los amigos Italianos del hotel que no parecen llevar tanta alegría como al comienzo. De hecho van bastante clavaditos. Según nos adentramos en el bosque, la carretera comienza a picar hacia arriba, el asfalto se vuelve rugoso y roto y aquello se estrecha hasta quedarse en poco mas que una pista forestal asfaltada. Es terreno que te pide rodar deprisa, con el plato, pero a su vez en un continuo picar hacia arriba y con las dificultades que ofrece el firme es una buena zona para montar una buena escabechina. Luis sufre como un cochino, a Pablo también le cuesta un poco seguirme en este tramo donde me emociono y voy pletórico. No parece acabarse nunca. Tramo muy duro hasta que coronamos y una rápida y revirada bajada nos saca de dicho bosque por el lado contrario. Pablo me alcanza tras un calenton para decirme que levante el pie ya que Luis tuvo que parar porque se le cayó el tubular de repuesto, así que aprovechamos el aire de culo y la larga recta que tenemos por delante para dejarnos llevar mientras este nos alcanza, aunque el pobre lo hace justo cuando comenzamos la ascensión a la siguiente cota y ya una de las que sale en la tele, Mont le Soie. Larga, de unos 4 kms y con rampas duras en su parte final. Casi agradezco por fin subir de verdad después de tantos kilómetros a plato. Las piernas siguen respondiendo bien y me encuentro subiendo con mucha cadencia. Pablo se emociona, pone un ritmo duro y se va unos metros por delante. A veces conviene tener la sangre fría ya que en la parte final se atasca un poco ya que le vuelvo a echar mano para coronar a la par. Nuevamente esperamos allí arriba a que aparezca Luis que ya viene tirando de 30. Rápida y revirada bajada, de las que me gustan, por carreterita estrecha y casi sin respiro afrontamos la siguiente cota: la Côte de Wanne que comienza con un durísimo rampón que vas viendo venir desde la bajada aunque luego tras pasar el mismo suaviza mucho y se deja subir bien. Nueva parada arriba para esperar al triatleta y a los pocos metros de comenzar el descenso nos damos de morros con un nuevo control. El calor comienza a hacerse notar así que en este avituallamiento nos tomamos nuestro tiempo. Estamos en el kilómetro 164. Ya lo tenemos chupado, aunque aun quedan las cotas mas duras. El control se ubica en un pequeño pueblecito junto con una iglesia cementerio que casi parece ser una advertencia para los menos preparados. Un cartel señala hacia nuestro próximo destino, la localidad de Stavelot. La bajada es rapidísima y se queda uno un poco destemplado tras la parada en el avituallamiento. Menos mal que pronto llegamos a dicha localidad y el cruce adoquinado por sus calles, adoquín duro y roto, sirve para coger temperatura de cara a la siguiente cota, una de las duras, muy dura, la Côte d' Amermont. Ya en las mismas calles comienza el terreno a picar hacia arriba, cada vez un poco mas hasta que llegamos a un punto, donde realmente comienza la cota cuando nos desvían bruscamente a la izquierda para subir por una carreterilla donde apenas cabe un coche y una durísima rampa de garaje ante nuestros ojos. Según la información de la organización nada menos que un 21%, así, sin anestesia. Subo piñones de golpe y la afronto con buena cadencia. La gente a mi alrededor va clavadísima y no es para menos, la rampa es muy dura. Los jadeos y la respiración acelerada en esta subida sin embargo, son tapados por otro sonido que proviene de algún lugar muy cercano. Rugidos de motor llegan hasta nosotros dada la proximidad en este punto del circuito de velocidad de Spa-Francochamps. Resulta curioso estar ascendiendo una durísima cuesta en medio de la nada, rodeado de campos verdes, fincas y casitas y a la vez, en vez de los sonidos del campo escuchar ese sonido revolucionado que casi te estimula a apretar tu también el gas. La parte de arriba suaviza y justo en el punto donde coronamos a la derecha a lo lejos podemos ver parte del circuito. Nueva parada para el reagrupamiento. Nos lanzamos a por otra bajada rapidísima y en algún tramo técnica que nos deja en otro pueblo para sin descanso enlazar con la siguiente cota en una durísima rampa donde pasamos de golpe del desarrollo mas duro casi al mas blando. Estamos en la ascensión al Col du Rossier y como su nombre indica, esto ya mas que una cota es un puerto. Casi 5 kms de ascensión que aunque bastante tendida, se van a hacer largos por el calor que hace en este tramo y por el desgaste. Casi de mutuo acuerdo Pablo y yo que subimos en paralelo, sin cruzar una palabra decidimos poner un ritmo un puntito menor y contemporizar. La subida no parece acabar y este pasa un pequeño momento de crisis. La gente a nuestro alrededor tampoco va muy eufórica que se diga. Todos parecen subir a cámara lenta. Ni se la de gente que adelantamos en este tramo. De hecho arriba parece una gran reunión con un montón de gente parada buscando las escasas sombras que hay en este punto. Luis tarda un poquito en llegar. .....
.... Ahora tenemos un larguísimo tramo favorable. Primero la bajada de la cota, de similares características al lado por donde hemos subido por lo que toca pedalear bastante. Nos estamos adentrando en un intrincado valle del cual no se ve salida. Por todos los lados estamos rodeados de bosque y altas colinas. Por una vez resulta que la salida no es por lo mas alto sino que la carretera continua adentrándose en el valle para comenzar a ganar altura nuevamente en una zona de repechos donde llegué a pensar que ya habíamos alcanzado una nueva cota. Pero no, aun quedan unos pocos kilómetros para afrontar la Côte de Xhierfomont, por suerte tendidita, para recuperar de esfuerzos anteriores rodeados de extensas praderas y con unas excelentes vistas sobre el valle por el que acabamos de transitar. Aprieto un poco el ritmo para quitar carbonilla y veo que las piernas siguen respondiendo, subiendo con mucha cadencia y fuerza, gustándome. Es increíble. Debemos estar haciendo las cosas bien este año cuando con 200 kms que llevaremos en las piernas en el momento de coronar esta cota, no he tenido ni un momento de debilidad ni de crisis. Como se disfruta de la bici esos días que vas “sin cadena”. Arriba paro a esperar y relajar la vista con aquel paisaje, bueno y también con la guapísima triatleta a la que adelantamos en la subida a la que no puedo evitar echar una foto. Yo que pensaba que estas chicas solo salían en las revistas. Nuevamente nos toca esperar a Luis que hoy no sube nada y nos lanzamos en otra divertidísima bajada para enlazar con un larguísimo tramo llano que nos va a conducir hacia la mítica Redoute. Aquí el aire nos entra favorable y pronto se hace una buena grupeta donde el ritmo se vuelve muy alto. Vamos pasando bastantes con fuerza a los relevos, incluso Luis que aquí si encuentra su terreno. Es momento de contemporizar y preparar las piernas para el momento cumbre que nos espera. Aun así, no puedo evitar fijarme en detalles como la bici “A vendré’ que había en la entrada de una casa ¿será de algún participante que ha decidido que ya tiene suficiente? también las muchisimas Harleys que pasaron en dirección contraria ponen el toque de color. Unos hacen marchas de bicis y otros de motos aunque seguro que unos sufren un poquito menos. Tras un recodo de la carretera, se observa al fondo la autovía junto a la cual sube la mítica cota tal y como hemos visto mil y una vez en la tele y como en anteriores monumentos ahora somos nosotros los protagonistas. Pensarlo te pone la piel de gallina. Alcanzamos las calles de Remouchamps, el pueblo de Philip Gilbert y cuando cada músculo ya va tenso y preparado para afrontar el duro reto, zass, de repente aparece el último control y te corta todo el encanto. Vaya. En fin, no queda mas remedio que parar y sellar. Apenas lleno un bote ya que apenas quedan 15 kms a meta y como algo mas por gula que por necesidad. Reemprendemos la marcha intentando recuperar ritmo lo mas rápidamente posible ante la inminencia de la ascensión a la mítica Redoute. Pequeño callejeo por el pueblo y un cartel señalándonos dicho topónimo. Ante las primeras rampas recupero todo el aura y la motivación que traía en el tramo precedente. Pongo todo el ritmo del que son capaces mis piernas, motivándome con las pintadas de la calzada que aunque animan a Philip Gilbert en ese momento te las imaginas dirigidas hacia ti. Viene a la cabeza el durísimo ataque en este punto del grandísimo Bettini hace unas pocas semanas. Gran cantidad de gente en los laterales viendo pasar a los esforzados ciclistas. Animando como solo se sabe hacer cuando se siente el ciclismo. La primera rampa paralela a la autovía pone las cosas en su sitio. Mucha gente va haciendo eses, pegando chepadas a cámara lenta. Mi pulsómetro por las nubes con casi 220 kilómetros en las patas y las piernas con una fuerza inusitada. Un triatleta me adelanta como un obús por la derecha, pienso para mi, este no sabe donde va. Efectivamente, unos metros mas adelante, justo cuando pasamos junto a un monolito que señala que nos encontramos ascendiendo la Redoute y homenajea a la Doyenne, la carretera gira levemente hacia la izquierda, se aleja de la bulliciosa autovía y redobla su inclinación. Ante nosotros una durísima rampa del 20% de desnivel. Mucha gente subiendo andando y otros clavadísimos, como el triatleta al que supero con una cadencia que me deja impresionado. Los ánimos de la gente me hacen si cabe aun redoblar el esfuerzo. Voy disfrutando como hace mucho no lo hacia. Acaba el duro rampón pero no es el final. Un mínimo descansillo de unos metros donde hay gente parada en los lados completamente reventada del esfuerzo que ha supuesto vencer tan dura pared. Al fondo la carretera traza una ese para en otra dura rampa vencer los metros finales de esta cota. Ni siquiera aflojo el ritmo, bajo un piñón y aprieto con ganas, sin sentarme, completamente encendido. Incluso en la parte final, donde me encuentro rodeado por varios ciclistas que suben a duras penas me permito pegar un pequeño demarraje para coger la posición buena para salir en las fotos oficiales que nos hacen en la cima. Simplemente tremendo. Que sensación de satisfacción se me ha quedado cuando paro arriba y saco la cámara para inmortalizar la llegada de Pablo que también ha subido con fuerza recuperado ya su pequeño momento de crisis y Luis un poco mas atrás al que aprovecho para echarle un video “animándole” de esa peculiar manera que puso de moda el niño. Foto junto al cartel de la Redoute para la colección y sin perder un instante reemprendemos la marcha. Al principio no hay descenso, lugar ideal para preparar una emboscada si has coronado con fuerza pienso. Cuando ya empieza a bajar, la cosa es breve ya que desembocamos en una carretera mas ancha con un brusco giro a la derecha seguido de un duro repecho donde toca atravesar la cadena. Tras el mismo, ahora si bajamos de verdad hacia las calles de Sprimont desde donde afrontaremos la última cota del día, Hornay (aunque en la tele la suelen llamar cota de Sprimont) No es mas que una larga calle, el porcentaje bastante mantenido en torno al 7% donde no me siento en toda la subida, ascendiendo con desarrollo. Momento glorioso. Corono y último reagrupamiento. Paro a desaguar y viene Luis antes de lo que preveía. Ni siquiera para. Salgo y pongo ritmo de caza. Pablo me estaba esperando. Nuevamente no hay descenso y toca pegarnos un fuerte calenton para enlazar. Cuando vamos a lograrlo nos coge un semáforo en rojo y como todos sabéis, aquí se para en los mismos. Nuevamente ritmo de caza. 40-45 km/h, ni me creo como voy. Luis levanta un poco para permitirnos entrar cuando justo comienza el descenso hacia Esneux. Bajada rapidísima y estrechita entre árboles. Curvas de coger a 60 km/h. y desembocamos en la carretera por la que esta mañana partíamos. Apenas unos kilómetros hasta Tilff donde repito la de Flandes. El tren se pone en marcha. Mas de 40 por hora, terminando con fuerza, momentos gloriosos donde realmente saboreas toda la marcha mientras repasas el día en tu mente. Hoy si, Luis me da relevos y en un suspiro alcanzamos Tilff. Otra mas para la saca. Somos todo unos clasicómanos. La Doyenne ya esta en el curriculum. Tras las felicitaciones, ya mas calmados recogemos los “obsequios”, camiseta, diploma, medalla, etc… y nos vamos sin demora hacia el hotel. No había caído yo en que tenemos una cota extra. Tenemos que subir Sart Tilmann para llegar al mismo. Aunque ya el ritmo es otro. Luis directamente pone el 30, Pablo y yo nos vamos a nuestro ritmito comentando los pormenores del día. Se nos ha ocurrido una buena idea. Nos vamos a duchar rápido, vamos a coger el coche y nos vamos a acercar a Remouchamps, a ver pasar a Frances e Iñaki por la Redoute y echarles fotos. De esta manera ya el disfrute es pleno. Nos hacemos fotos en el monolito que antes mencionaba mientras vemos pasar a los últimos integrantes de la marcha con el rostro del esfuerzo grabado en su faz. Ya apenas queda gente en los alrededores y nuestros gritos de animo hacia estos esforzados son lo único que rompe la paz del entorno. Iñaki sube sobrado y Frances demostrando un grandísimo pundonor, sacando fuerzas de donde apenas quedan vence las durísimas rampas de la Redoute donde otros han reventado vilmente. Realmente yo no confiaba antes de llegar aquí en que consiguiera vencer esta prueba, pero esta chica es de lo que no hay. A cabezonería y narices no le gana nadie. Tras las fotos y felicitaciones, nos citamos en la meta para disfrutar de una merecidísima cerveza como no podía ser menos. Simplemente todo ha salido perfecto, no se puede pedir mas. Tras esto poco mas queda que relatar. Al día siguiente a pesar del cansancio, decidimos no sobrarnos en la cama y recoger a una hora prudente para aprovechar el día. El plan es hacer “cicloturismo” así que nos acercamos a visitar dos importantes localizaciones de la geografía ciclista. Uno el famoso muro de Huy, final de la Flecha Valona y desde ahí a la ciudadela que preside la ciudad medieval de Namur, para finalmente tomar rumbo a Bruselas ya que la sección bilbaína vuela relativamente pronto. Les dejamos en el aeropuerto y Frances y Yo aun alargamos un poco mas las estancia en una rápida visita al Atomium en Bruselas donde lo que mas disfruto es el largo rato donde nos podemos relajar, estirados en el césped en el parque que rodea el lugar, recapitulando el fin de semana al que no consigo encontrar ninguna pega. La verdad que me invade la morriña cuando ya subidos en el avión veo alejarse el suelo y este país que ciclísticamente representa tanto para los que adoramos este deporte y en concreto estas pruebas donde el espectáculo y la épica adquieren su máxima expresión.