Epica ciclista..Historias de un deporte

Tema en 'General' iniciado por labeaga, 19 Ene 2019.

  1. labeaga

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    La hazaña de Fernando Escartín
    En el Tour de Francia del 99 el ciclista de Biescas llegó en solitario a la línea de meta del Piau Engaly. «Fue el mejor día de mi carrera deportiva y mi mayor triunfo», destaca el altoaragonés

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    Escartín levanta los brazos para celebrar su victoria en el Piau-Engaly.


    Ganar una etapa del Tour de Francia es un hecho digno de admiración. Cada año que pasa los ciclistas españoles tienen más complicado ingresar en el exclusivo grupo de corredores que han conseguido una victoria en la ronda francesa. Hoy se celebra el vigésimo aniversario desde que Fernando Escartín (Biescas,1968) entrase en la historia del Tour de Francia después de traspasar en primer lugar la meta de la estación de esquí Piau Engaly tras una escapada legendaria. «Conseguir una etapa en el Tour de Francia es algo increíble. Fue el mejor día de mi carrera deportiva, el de mayor alegría y mi mayor triunfo sobre el resto que conseguí», explica el propio Fernando Escartín acerca de aquella mítica etapa.

    Para rememorar esta hazaña hay que remontarse al 20 de julio de 1999. El ganador del Tour de la edición anterior, Marco el pirata Pantani, decidió, forzadamente, no competir en la carrera y dejó a Fernando Escartín como el ciclista más dominador de la montaña en su octava participación en la ronda gala. Escartín, que ya había cumplido los 31 años, no había logrado coronarse como ganador de una etapa en sus ocho participaciones anteriores en el Tour. Una ronda gala que dominaba Lance Armstrong después de haberse recuperado de un cáncer. La llegada a los Pirineos cambiaría por completo la carrera deportiva de Escartín. Un día de descanso dio energías extras a los corredores antes de afrontar la etapa reina de la edición, los 171 kilómetros que separaban Saint Gaudens de Piau Engaly. Entre tanto, el pelotón tenía que sobrevivir a la dureza de la prueba que contaba con seis puertos, uno de segunda categoría, cuatro de primera y uno de categoría especial: Col de Ares, Col de Menté, Portillon Peyresourde, Val Louron y el inédito Piau-Engaly. «Desde aquel día no he vuelto a repetir esa ruta», explica el exciclista acerca de la dureza de aquella etapa.

    Con su pedaleo tan característico, Escartín se mostró muy peleón desde los primeros kilómetros. Junto a Dufaux, el aragonés intentó darle un vuelco a la etapa desde muy pronto. La subida al Col de Menté fue el primer escenario del intento de huida del ciclista de Kelme, pero fue neutralizado. Escartín no cedió en su insistencia y lo volvió a intentar sin éxito en el Portillón. No fue hasta el Peyresourde, a 60 kilómetros de la línea de meta, cuando las pedaladas del aragonés tuvieron efecto y dejó atrás al grupo de favoritos donde estaban Armstrong, Olano y Zuelle, mientras que Dufaux fue el único en seguirle la rueda. «Ya teníamos todo planteado porque sabíamos que la parte final de la etapa era un sube y baja en donde no había tiempo de recuperación», reconoce Escartín acerca de la lejada escapada.

    La escapada

    El alto ritmo impuesto por el aragonés y el suizo provocó que rápidamente alcanzaran a un grupo fugado desde el principio de la etapa. Entre estos corredores Escartín encontró una garrafa de oxígeno gracias a la presencia de su compañero de equipo Pipe Gómez, que comenzó a tirar del grupo con el objetivo de que el aragonés ahorrase fuerzas para los dos últimos puertos. «Mandamos a algún compañero por delante para que abriese hueco. Lo difícil es escaparse en el último puerto, por eso había que intentarlo desde antes», detalla el aragonés sobre su antiguo compañero Gómez.

    A pocos metros para coronar el Val Louron, Escartín dio el golpe definitivo que le cubriría de gloria. Nadie pudo seguir al de Biescas, que afrontó en solitario el Piau Engaly. «Hasta que no llegué a la línea de meta no me creía que había conseguido la victoria», reconoce. Entre lágrimas y descompuesto por el esfuerzo, Escartín celebró una victoria, la primera y la única en la ronda gala.

    La victoria le sirvió para romper un maleficio y ponerse segundo en la clasificación general. «Además de quitarme un peso de encima, conseguí un sueño que tenía desde hace mucho tiempo». No obstante, Escartín logró su mayor gesta deportiva atreviéndose a un ataque lejano que le sirvió como rampa para subir al tercer escalón del podio en los Campos Elíseos de París. «Para mí la victoria en esta etapa fue más especial que subir al podio en el Tour. El tercer puesto era una cosa más fácil de alcanzar mientras que la etapa nunca sabes si la vas a poder conseguir», concluye.
     
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  2. labeaga

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    El día que Hennie Kuiper doblegó el adoquín


    En esta París-Roubaix (2015), al volante del Team Sky estará una leyenda viva de la carrera más singular del ciclismo. Dice Servais Knaven que para ganar en Roubaix, él lo hizo hace 14 años, son necesarias experiencia, fuerza y buena suerte. Lo sabe bien, salió 16 veces desde Compiegne y llegó otras tantas al santuario peraltado.

    Hace cuarenta años, en Roubaix sonaban las coces de De Vlaeminck, Moser, Merckx, Raas y Hennie Kuiper, nuestro hombre de hoy. Como Knaven, Kuipper es holandés y como Knaven, Kuiper podría escribir un libro sobre las cabronadas del infierno del norte, que son muchas, variadas y sorprendentes. Hasta 1983 Kuiper fue nueve veces top ten en las diez que había tomado la salida y ese año estaba dispuesto a torcer la historia.

    A su undécima Roubaix Kuiper llegaba mejor que nunca. Había sido un invierno de perros, con lluvia y frío, tremendo viento, jornadas de entrenamiento que te costaban años de vida, normal y deportiva. Sin embargo Kuiper se declaraba presto, a tope: “Entrené mejor que nunca, muy duro”. La carrera no le fue a la zaga. Se salió a mil por hora y hasta Arenberg la sucesión de acontecimientos fue tal que el desgaste psicológico empezaba a pesar en las piernas y encima cabía entrar en la recta.

    De aquí salieron dieciséis unidades. Entre otros, se sostenían en vanguardia Francesco Moser, Gilbert Duclos-Lasalle, Yvon Madiot, Alain Bondue, Stephen Roche y el mentado Kuiper por cuya cabeza rondaba la necesidad de romper aquello cuanto antes a la vista de su pobre sprint en caso de llegar juntos.

    Dicho y hecho, en el Carrefour de l´ Arbre Kuiper pone toda la carne en el asador. Es un todo o nada, la forma de rematar esas ediciones que otras veces le dejaron con las ganas de ganar. Kuiper se marcha solo y mete metros a sus perseguidores. La cosa parece hecha. El rocoso holandés vuela hacia meta. Parece que el triunfo que precisaba su palmarés de culto estaba por llegar. Sin embargo en Roubaix los elementos son insospechados.

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    A seis kilómetros de meta un imprudente fotógrafo en la cuenta no da el paso a atrás toda vez ya había encuadrado su ídolo. Kuiper trata de esquivarlo y revienta el tubular en un recoveco entre adoquines. Otra vez, fantasmas de antaño aparecen, pero en esta ocasión los coches, esos que en Roubaix tardan una eternidad en devolverte a la ruta, aparecen rápido y le reponen la bicicleta con el tiempo suficiente de llegar solo, empañado en polvo, gaznate seco, y ambiente fresco, al velódromo más querido.

    Hennie Kuiper fue un ciclista de los que podríamos llamar de culto. Estos días que tanto opinamos del singular bagaje de Brad Wiggins cabría reivindicar figuras como Kuiper, porque hoy serían inimaginables. Sumó 83 triunfos en 16 temporadas, entre otros fue campeón olímpico en Múnich, aquella que derramó tanta sangre por la sinrazón terrorista, y del Mundial de 1975. Además pisó dos veces el podio del Tour, donde ganó en Alpe d´ Huez y se quedó a un paso de ganar los cinco monumentos, sólo le faltó Lieja, curiosamente ese que dicen ser el más afín para los vueltómanos.

    El domingo se disputará la París-Roubaix, la carrera de un día más dura del mundo conocida con el sobrenombre del “Infierno del Norte”. Eurosport ofrecerá la prueba en directo desde las 12:45 con los comentarios de Antonio Alix, Eduardo Chozas y Juan Antonio Flecha.

    Además la edición 2015 de la París-Roubaix será la última oportunidad para ver en la carretera al británico Bradley Wiggins, quien ha decidido centrarse en las pruebas de pista de cara a los próximos Juegos Olímpicos. Wiggins, ganador del Tour de Francia en el año 2012, ha declarado que ganar esta prueba sería más importante para él que la victoria en la ronda gala. Pero el corredor del Sky no lo tendrá fácil, ya que tendrá que enfrentarse a ciclistas de la talla de Kristoff, principal favorito. El alemán llega en un estado de forma excepcional tras ganar el Tour de Flandes la semana pasada y es el gran favorito para hacerse con la victoria en esta emblemática carrera. Otro de los hombres a seguir es el holandés Niki Terpstra, 2º en Flandes y en Gent–Wevelgem, quien sin duda intentará subir a lo más alto del podio.

    En total, Eurosport y Eurosport 2 emitirán durante 2015 1.800 horas del mejor ciclismo, incluyendo 450 horas en directo, lo que sin duda pone de manifiesto que un año más Eurosport será “La Casa del Ciclismo”. Tras París-Roubaix, llegarán a Eurosport y Eurosport 2 la Amstel Gold Race, el Giro del Trentino, la Flecha Valona, la Lieja-Bastoña-Lieja y la Vuelta a Turquía.
     
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    Cuando Eric Caritoux ganó a Alberto Fernández, Pedro Delgado y un montón de locos tirando piedras
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    Pedro Delgado en la Vuelta Ciclista a España.
    Corría ya la segunda mitad de la Vuelta a España de 1984 y el líder era Perico Delgado para jolgorio de los fans que se incorporaban al ciclismo a principios de los ochenta, coletazos de aquellas primeras retransmisiones en directo del Tour de Francia, lagos de Covadonga coronados por Marino Lejarreta por delante del todopoderoso Bernard Hinault. Había pasado un año desde la exhibición del bretón en la carrera española, la que le terminó de destrozar la rodilla y le obligó a pasar dos años casi en blanco, y todo era Reynolds, la fiebre Reynolds iniciada por Ángel Arroyo y Julián Gorospe y culminada ahora por este joven segoviano, «el loco del Peyresourde» según los franceses, un tipo capaz de cualquier cosa, de esos kamikazes que en seguida entran en la literatura y en el imaginario ciclista.


    El líder era Perico Delgado, decíamos, y la etapa era la decimosegunda, de nuevo ascensión a Covadonga, que tan buen resultado había dado en términos de audiencia televisiva. La gente se agolpaba en la salida convencida de que habría exhibición española: Delgado, Laguía, Belda, Chozas, Alberto Fernández, incluso el excelso pero irregular Julián Gorospe… junto a ellos, dos invitados extranjeros con un punto sorprendente: el alemán Reimund Dietzen, ciclista del Teka, de veinticuatro años y victorias de pedigrí en la Semana Catalana y la Vuelta a Valencia… y el desconocidísimo Eric Caritoux, francés del Skil, de vintitrñes años y palmarés reducido prácticamente a una etapa meses antes en la París-Niza, ascensión al Mont Ventoux.

    De Caritoux se sabía poco, o más bien, se sabía que acabaría cediendo. Eran los tiempos en los que ganar a los españoles en la Vuelta o a los italianos en el Giro era toda una aventura. Tiempos de extrañas coaliciones y sobres al principio y al final de las etapas. Caritoux, además, si creemos a Willy Voet, el masajista del equipo que quince años después estaría en el origen del famoso «caso Festina», iba «limpio», nada de «pot belge», nada de anfetaminas ni cocaína ni corticoides. En su libro Masacre en cadena, de hecho, repasando sus casi treinta años como profesional, solo salva al citado Caritoux y a Charly Mottet, estrella de finales de los ochenta y principios de los noventa. Del resto, mejor no hablar.

    En realidad, Caritoux ni siquiera debería estar ahí. No en ese rol, al menos. En el que sería su debut en una vuelta de tres semanas, el francés se perfilaba como ayudante de Sean Kelly cuando el irlandés decidió renunciar a la Vuelta y su director deportivo se vio obligado a llevar a alguien que al menos hiciera al equipo competitivo. Hasta ese mes de abril, Kelly había sido el hombre estrella del pelotón: ganador de la París-Niza, la Vuelta al País Vasco, la Lieja Bastogne Lieja, la París-Roubaix y el Criterium Internacional. Casi nada. ¿Cómo pensar que Caritoux podía llenar ese hueco? Imposible.

    Y eso que el chico subía bien, eso era innegable. En tiempos de colombianos y españoles, Caritoux empezó la Vuelta mostrándose agresivo desde las primeras etapas, lo suficiente como para dejar sin aire a Francesco Moser, pero no tanto como para tener que asumir responsabilidades que el Reynolds o el Teka estaban encantados de tomar junto al Zor de Javier Mínguez, que nada más iniciar la ascensión colocó a Eduardo Chozas para hacer la primera selección, sacrificándolo en la general en aras de su líder Alberto Fernández, para los entendidos el gran favorito de aquella edición, tercero en Giro y Vuelta de 1983.

    Con seis corredores en un minuto, la etapa tenía que marcar forzosamente un antes y un después en una Vuelta sin dominadores, sin estrellas. Chozas, Gorospe y Bagot, el otro francés del Skill, tirando de un grupo de favoritos donde se quedaba Álvaro Pino, luego Marino Lejarreta y todavía a nueve kilómetros de meta el mismísimo Perico Delgado, para decepción de los fans. Delgado cabeceaba mientras Caritoux salía de su segundo plano para acelerar un poco el ritmo, tiempos en los que se subía de pie, nunca sentado.

    Caritoux se llevó a Alberto Fernández y Reimund Dietzen y en ese ataque configuró el podio, kilómetros de ataques de Fernández a los que siempre respondía Caritoux con su calma habitual, dejando unos metros y luego poniéndose a ello, preconfiguración de LeMond o Induráin, todo para que en la última curva se les colara Dietzen y se llevara la etapa entre agarrones y codazos.

    Un liderato entre paraguas y piedras

    Era oficial: Caritoux se había convertido en el enemigo público número uno. Como decían en TVE, si Fignon había explotado en cuanto se había quitado a Hinault de en medio, ¿por qué no iba a pasar lo mismo con este jovencito Caritoux? En su contra había dos circunstancias: una, deportiva: todo el mundo parecía estar de acuerdo en que Fernández era mucho mejor contrarrelojista y quedaban dos etapas contra el crono, aunque una fuera en subida al Naranco. La otra eran los equipos españoles, los aficionados españoles… la situación llegó a un momento en el que el francés tuvo que pedir calma en la prensa: «No me puedo pasar la etapa esquivando puñetazos, recibiendo insultos y viendo cómo me tiran agua helada».

    Cuando Gorospe ganó en el Naranco y Fernández se colocó a treinta y siete segundos del francés, Caritoux llegó a declarar: «Tengo la Vuelta perdida, sé que Alberto me va a ganar en la contrarreloj final y que tengo que atacar pero no sé ni dónde hacerlo». Camino de León, Reynolds intentó dinamitar la carrera pero lo consiguió solo en parte, acercando a Gorospe y manteniendo a Perico en tercera posición, a poco más de minuto y medio del líder. La fuerza del equipo navarro hacía de cada etapa una emboscada, pero Caritoux no caía, no había manera. Años después, acusaría a los españoles de intentar comprarle la carrera. Mínguez, inmediatamente, lo desmintió. Si fue verdad, desde luego, no tuvieron éxito alguno.

    La carrera se estancó. Teka y Reynolds lo intentaban sin medios suficiente, Zor y Skill se limitaban a guardar fuerzas y luchar por que todo quedara como estaba. Alberto Fernández estaba convencido de que treinta y siete segundos eran pocos, Caritoux estaba obsesionado con una conspiración nacional y pensaba que mejor decidirlo todo en los treinta y tres kilómetros de la contrarreloj de Torrejón. No había antecedentes entre ellos, Caritoux no era un especialista pero Fernández tampoco… y las últimas contrarrelojes en las grandes vueltas son más una cuestión de fuerza que de técnica.

    Lo cierto es que la mañana del 5 de mayo de 1984, los dos corredores se jugaban la Vuelta bajo la lluvia. Lo primero que se vio fue que la etapa iba a ser de nuevo para Gorospe y que Dietzen le iba a quitar el podio a Pedro Delgado. ¿Era esa una mala señal para el ciclismo español? Pocas veces se había dado tanto dominio con tan pocos resultados: trece etapas y un prólogo antes de conseguir la primera victoria, cinco clasificados entre los nueve primeros, la sensación de que Delgado, Gorospe y Fernández eran los más fuertes… y sin embargo todo pendiente de una contrarreloj con el suelo empapado. La suerte estaba echada.

    El hombre que no pudo reinar

    La hostilidad seguía reinando en el ambiente, una hostilidad que incluso para la prensa nacional resultaba exagerada. Fernández no era Perico, no era un corredor explosivo y simpático de humildes orígenes castellanos. Fernández era un tío recio, luchador, cántabro, acostumbrado a ganar carreras de una semana con una facilidad sorprendente y que se acercaba ya a los treinta años, supuesto declinar de su carrera como deportista profesional. Si no era la oportunidad de su vida, lo parecía. Un periódico dejó claro en su editorial: «Hoy sabremos si el conservadurismo del Zor ha servido para algo o si ha quedado en un horrible ridículo».

    Caritoux, en cambio, incluso con su jersey amarillo de Caja Postal seguía siendo considerado, literalmente, como un «don nadie», un tipo que apareció por ahí, supo aprovecharse de los conflictos ajenos y llegó al final de la Vuelta con aspiraciones que iban más allá de sus méritos. Una asunción injusta: Caritoux y Fernández habían sido los mejores y punto. Otros años el mejor había sido Faustino Rupérez y tampoco había pasado nada, hay años cumbre y años valle.

    Frente a frente en Torrejón, junto a la base estadounidense, los dos observaban cómo sus rivales iban cayendo al suelo en las distintas curvas resbaladizas: Pedro Delgado, Francesco Moser, Julián Gorospe, Cabestany, Suárez Cueva… el recorrido pedía precaución cuando lo que Fernández necesitaba era épica. Arriesgó todo lo que pudo mientras su rival esquivaba paraguazos e incluso recibía un puñetazo nada más cruzar la meta. Fernández acabó en quinto lugar a cincuenta y cuatro segundos de Gorospe, Caritoux lo hizo en una meritoria novena posición a un minuto y veinticinco segundos.

    La diferencia entre ambos quedó en treinta y un segundos, seis menos de los que necesitaba el de Cuena.

    La decepción fue enorme y no solo para el corredor, el equipo o el público. El propio director deportivo del Skill reconoció que la organización le había pagado el doble por no traer a Kelly. El objetivo no era otro sino ese: que ganara un español, como fuera, que la euforia del mágico 1983 no acabara nunca. Se dice que Moser, a quien se dejó participar con reservas, llegó a pedir perdón después de su segunda victoria de etapa, en Santander. En cualquier caso, la cosa quedó como quedó: seis segundos de diferencia entre primero y segundo, la más corta en la historia de cualquiera de las tres grandes.

    El futuro no trató demasiado bien a ninguno de los dos: Caritoux tuvo una carrera tirando a mediocre, excluyendo los dos títulos de campeón de Francia en carretera de 1988 y 1989. Después de aquella Vuelta corrió el Tour de 1984 y acabó entre los quince primeros. Al año siguiente, volvió a España y quedó sexto. Después, la nada: lesiones y cambios de equipo. En 1991, formando parte de aquel mágico RMO en el que volaba todo el mundo, incluido un joven Richard Virenque, tuvo un pequeño amago de competitividad, quedando decimoséptimo en la general del Tour, pero quedó en eso, en un amago. En 1994, diez años después de sorprender al mundo se retiraba del ciclismo.

    Peor fue el destino de Alberto Fernández Blanco: aún bajo el manto de la popularidad y el cariño de la hinchada, «el Galleta» moría el 14 de diciembre de 1984 en accidente de coche junto a su esposa a menos de un mes de cumplir los treinta años. Un Citroen CX de matrícula francesa se chocó en su camino y lo mató casi en el acto cuando viajaba de Madrid a Santander, donde residía. Al año siguiente, 1985, el organizador de la Vuelta logró lo que quería, un ganador español, ni más ni menos que Perico Delgado. Para ello fue necesario que Robert Millar y su equipo tuvieran una tarde muy extraña camino de las Destilerías Dyc pero, en fin, bien está lo que bien acaba.
     
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  4. labeaga

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    Pinarello, el último que sí fue el primero

    Ganó en 1951 la última maglia negra del Giro de Italia. Dos años después, fundó una fábrica de bicicletas que es referencia en el ciclismo.


    Giovanni Nani Pinarello (1922-2014) se llevó en 1951 la última maglia nera de la historia. La organización del Giro entendió que el premio generaba una atracción morbosa y una competencia perversa y dejó de otorgarlo en aquella edición. La novedad es que el último ganador fue el único cuya fama trascendió al jersey negro.

    Nani fue el octavo de doce hermanos y, como tantos muchachos de la época, dejó la escuela a los quince para trabajar de aprendiz en una fábrica, en este caso de bicicletas y ciclomotores. A los 25 años se hizo profesional con cierto éxito: ganó una etapa del Giro de los Dolomitas (1948), la Coppa Lepori y la Coppa Barbieri, ambas en 1951. Ese mismo año corrió el Giro y finalizó el último, lo que le autorizó a dar la vuelta de honor en el Velódromo de Milán junto Louison Bobet, rey de la montaña, y Fiorenzo Magni, primero en la general. Años después, Pinarello admitió que “ganar la maglia negra era casi como ser segundo. La publicidad era increíble”.

    En 1952, cuando se disponía a correr de nuevo el Giro, su equipo, el Bottechia, lo sustituyó poco antes del inicio por Pasqualino Fornara, que había sido despedido del Bianchi de Coppi. Como compensación le dieron 100.000 liras (unos 50 euros de hoy) que Pinarello invirtió en su sueño: fabricar bicicletas.

    En 1953 inauguró en Treviso Cicli Pinarello, un modesto productor de bicicletas artesanales. El crecimiento de la compañía fue paralelo a los éxitos de los ciclistas que usaban su marca. En 1961, Guido de Rosso ganó el Tour del Porvenir sobre una Pinarello. En 1975, Fausto Bertoglio conquistó el Giro (segundo fue Paco Galdos). Pinarello ganó su primera etapa en la Vuelta en 1981, gracias a la victoria de Álvaro Pino en Torrejón.

    Y lo mejor estaba por llegar. José Miguel Echávarri contactó con Pinarello en los albores del Reynolds y la relación no pudo ser más fructífera. Perico ganó el Tour sobre una Pinarello roja e Indurain encadenó sus cinco triunfos seguidos sobre bicicletas del viejo Nani, incluida la Espada con la que batió el récord de la hora. Wiggins y Froome también se coronaron sobre sus cuadros vanguardistas.

    Cumplidos los ochenta, Pinarello todavía acudía a su fábrica en bicicleta. En su despacho había una dedicatoria escrita por Gino Bartali: “Pinarello fue maglia negra del Giro, pero maillot rosa de la vida”. Es cierto que el ciclismo fue para él una fuente de felicidad, pero también un desgarro. Uno de sus dos hijos varones, Andrea, murió en 2011 de un ataque al corazón después de completar la primera etapa del Giro del Friuli. El otro dirige ahora el negocio. Su nombre es Fausto, para qué añadir más.
     
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    La Vuelta que perdimos todos

    Parte de mi educación se la debo a esa Vuelta del 84, a esos seis segundos, a ese ‘maldito’ Eric Caritoux

    Nunca en la vida pensé que escribiría de esto. Pero ahora, que empieza la Vuelta a España, esta es una de mis maneras de decirle te quiero. La de regresar al año 1984, a esas voces de Ángel María de Pablos y de Emilio Tamargo en las retransmisiones de televisión, a esas carreteras llenas de niebla y a esos seis segundos que me enseñaron lo que entonces me parecía imposible: la vida puede cambiar en seis segundos. Fue una época distinta en la que para los chavales, más allá de la lectura o el día del espectador en el cine, no existían grandes distracciones. Al menos, esa es mi manera de justificar porque entonces me aficioné a todo el deporte que se daba por televisión. Y aquella Vuelta a España, aquellos seis segundos, casi se convirtieron en un España-Francia. No nos hubiese importado que nos hubiese ganado Hinault, cuya mirada nos daba miedo, pero que nos ganase aquel Caritoux, Eric Caritoux, un francés de 23 años cuyo currículum no tenía ni dos páginas… Siendo un niño, sentí que aquello dolía como una piedra en el zapato. Y no debía ser el único porque, por lo visto, los aficionados españoles le tiraban piedras o le atizaban con paraguas en la carretera. Seis segundos se podían solucionar en cualquier momento, hasta el último día en el Paseo de la Castellana.

    Todos éramos de Alberto Fernández porque era nuestro hombre. El ciclista del ZOR porque en aquella época sucedían cosas tan maravillosas como que una marca de encendedores patrocinase un equipo ciclista. Alberto Fernández, además, representaba aquel mes de abril todo lo que los chavales queríamos ser: un hombre valiente, un ciclista inquieto en las montañas, un héroe. Teníamos todos los derechos para defenderle, y no era patriotismo. Es más, a esa edad yo no sabía ni que existiese esa palabra. Pero dolía tanto que nos ganase un individuo prácticamente desconocido que no se sabía ni cómo explicar. Aún tengo la sensación de encender la radio de José María García y de escuchar a sus comentaristas, quizás a Luis Ocaña, decir que tarde o temprano, Eric Caritoux debía de caer. Pero no fue verdad. No cayó nunca porque tenía a favor algo más importante que seis segundos. Tenía el destino a favor.

    Hoy, Caritoux es un hombre de 58 años. No sé ni a qué se dedica. No he conseguido encontrarlo en internet como tampoco volví a encontrarle nunca, hasta que se retiró mediados los noventa, entre los primeros clasificados en las siguientes grandes vueltas que hizo. Por eso en parte teníamos razón en el año 84. Tenían razón los que desconfiaban de él como un gran campeón. Pero, precisamente, eso es lo que yo, siendo un niño, aprendí entonces y no olvidaré nunca. Aprendí que seis segundos podían saber a vida o muerte y aprendí lo que los años me han corroborado después cuando volvieron a aterrizar en la Vuelta a España vencedores inauditos como Marco Giovanetti, aquel italiano del SEUR de Maximino Pérez, y no hace tanto Chris Hornet con 41 años. Cosas que sólo pueden pasar en la Vuelta.

    Por eso nunca seré imparcial con ella. Le agradezco que en el año 84 me enseñase que el ciclismo es un reflejo de la vida en la que puede pasar de todo, hasta las cosas que nunca esperas. Y si hay que reprocharle algo, le reprocho que también me demostrase que el destino puede ser un animal invencible, capaz de maltratarnos sin ningún motivo. Alberto Fernández, a los 29 años, merecía ganar aquella Vuelta entre otras razones porque iba a ser su última oportunidad. Al invierno siguiente, moría junto a su esposa en un accidente de coche en la carretera de Burgos.
     
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    La aportación de hoy es un complemento a la que puse ayer, con otra información que me ha parecido interesante.

    Alberto Fernández quedó a seis segundos de Caritoux



    Alberto Fernández quedó a seis segundos del francés, pero la presumible emoción de tan corta distancia parece que sólo servirá para atraer más público hoy al Paseo de la Castellana. Gorospe demostró ser el mejor contrarrelojista y el teórico favorito, pero no bastan esas virtudes para ganar una Vuelta. La etapa resultó poco entretenida, peligrosa y mal retransmitida por televisión, que tuvo la oportunidad de lucirse pero fracasó. Alberto Fernández reconoció, al terminar su recorrido, que el francés era el mejor. De nada le sirvió su táctica, como tampoco le resultó útil el pacto al que llegó con el líder dos días antes. Caritoux es una revelación que no se esperaban ni los mismos franceses.

    A Francia llegó la noticia de que Alberto Fernández acudió el pasado jueves a la habitación de Caritoux para negociar un pacto de caballeros ciclistas mediante el cual ambos actuaran unidos frente al previsible ataque de Reynolds y Teka en la etapa de los puertos. Caritoux aceptó y ambos dejaron sus cuitas para una competición más limpia, como es una contrareloj, donde no hay desórdenes, ni escapadas, ni pelotón, ni otras molestias por el estilo. Caritoux pareció ser el único francés que confiaba en sus posibilidades en dicha especialidad. Todos le daban por presuntamente derrotado y no fue así.Alberto Fernández y Caritoux salieron con cuatro minutos de distancia y no con dos por la presencia masiva en los lugares anteriores de corredores del Teka, lo que, según la legislación ciclista, no debe ser permitido, para evitar que se produzcan ciertas confabulaciones y acaben corriendo cuatro corredores del mismo equipo juntos y en beneficio de uno. Caritoux fue abroncado a la salida y a su entrada en meta, con algún intento frustrado de agresión por parte de algún aficionado mal intencionado. Alberto Fernández mostró un pedalear feo y muy poco acorde con los cánones clásicos de un contrarrelojista. Sin embargo, dicen que suele ser práctico .y eso es lo que bastaba. Caritoux presentó una estampa más correcta. En cualquier caso, ninguno de los dos igualaron la belleza que un buen aficionado sabrá degustar de Moser o, por ejemplo, de Julián Gorospe, para quien estaba destinada esta Vuelta a España.

    Desprestigio


    La prueba se disputó ayer entre dos corredores no excesivamente buenos en la contrarreloj, lo cual en Europa no deja de ser un desprestigio. El espectáculo real estaba destinado a las actuaciones de Francesco Moser, quien no pudo emplear su famosa bicicleta a causa de la lluvia, y Gorospe, uno de los mejores especialistas del mundo en estos momentos. Para Alberto y Caritoux estaba reservada la emoción. Los primeros kilómetros sirvieron para hacer ver que efectivamente, Moser y Gorospe eran quienes mejor llevaban la bicicleta en solitario. Sus tiempos parciales fueron iguales en los primeros kilómetros. Pero una curva acabó con las intenciones del italiano. Ambos cayeron, antes el italiano que el español, y Moser decidió que había cumplido sobrada mente en esta Vuelta, pensó que el Giro de Italia, que puede encumbrarle aún más en su país, está a poco más de una semana, y cogió el tren de la parsimonia.

    Gorospe, sin embargo, rabioso de nuevo, cayó en la última curva y no tardó ni tres segundos en volver a incorporarse. Gorospe es el único español que se adjudicó dos etapas. Sobre ambos protagonistas fue curioso observar cómo el secretario de Estado para el Deporte, Romà Cuyàs, tuvo que servir de improvisado enviado especial a los informadores de TVE quienes, por sus palabras, se enteraron de que tanto Gorospe como Moser se habían caído, hecho que además les resultó sorprendente.

    La prueba se disputó sobre 33 kilómetros, con trazado casi completamente llano y un obstáculo previsto, el alto del Gurugú, más una cuesta que otra cosa. Lo imprevisto fue que la lluvia transformara en peligrosas trampas algunas curvas. Una llamada curva de Alcalá se convirtió en el lugar donde coincidieron en sus caídas corredores como Cabestany, De la Peña, Suárez Cuevas y, al parecer, Delgado. Eduardo Chozas, del Zor, no participó por repetidos problemas en su estado físico, puesto que ya en el primer sector llegó en último lugar a más de 28 minutos del primero. Chozas fue la última deserción obligada de un Zor que no sólo acaba la Vuelta diezmado, sino también hundido ante la derrota de quien ha sido su única baza en esta prueba.
     
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    El día que casi matan a Stephen Roche

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    Hace más de treinta años por estas fechas Italia era un polvorín. Stephen Roche, el irlandés que días antes había perdido Lieja por chulearle a uno del lugar, Claude Ciquielion, jugó con algo que es sagrado, que es fuego en la bota, los sentimientos de los tifosi.



    El Giro se juega en el seno del Carrera. El equipo de Davide de Boifava se repartía la maglia rosa entre sus dos líderes hasta que, una vez asentada sobre las espaldas de Roberto Visentini, parecía que la apuesta se tiraría a favor del italiano.

    Pero Roche, que hoy ejerce de nuevo Bernard Hinault en los podios de ASO, era mucho de asentir y de poco acatar. En la primera jornada que se terció, camino de Sappada, se mete en el corte bueno y directamente se niega a auxiliar a su líder, Visentini, que llegó unos ocho minutos después.

    La maglia seguía en Carrera pero no sobre quien Boifava quería. Roche subía al podio en un ambiente que rozaba lo bélico y se coronaba como gran favorito a la victoria final. No sabía entonces el risueño irlandés que había prendido la mecha de la ira de la afición. Al día siguiente aquello que se respiró en el podio se plasmó en la cuneta. Escupitajos, insultos, casi agresiones, si es que no las hubo, Stephen Roche era una diana.

    “El peor día de mi carrera” dijo el portador del rosa que además veía como el equipo directamente lo arrinconaba. Hasta el patrón del Carrera, la marca de jeans, tuvo que aparecer a poner paz en un equipo roto. Sólo Eddy Schepers, el belga de generosa cabellera, estuvo con Roche. El resto pasaba directamente, azuzados por la ira de un Visentini completamente desairado.

    “Stephen no correrá el Tour” llegó a decir Boifava, hoy esas palabras nos suenan a sueño inconcluso, la realidad tomaría otros caminos, más favorables a Roche quien firmó ese año el triplete que nadie desde entonces ansía igualar: Giro, Tour y Mundial. La temporada del trébol de cuatro hojas irlandés.
     
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    La humillación de Stephen Roche






    La prensa belga pide la cabeza de Stephen Roche. La organización del Tour elimina a Roche. Aquel corredor que igualara en el mismo año, 1987, uno de los logros del mismísimo Eddy Merckx (Giro, Tour y Mundial), ya no es el mismo. Roche se ha labrado cuatro años después una leyenda de corredor pesetero, interesado, polémico y acabado. Algunos de sus amigos consideran que se hace un flaco favor a sí mismo. Contratar hoy en día los servicios del irlandés es un mal negocio.Roche vivió el domingo una jornada muy amarga. Sufrió la reprobación general, escuchó algunos chistes de mal gusto y tuvo que disculparse una y mil veces. Por último, su habitación se llenó de rumores, máxime cuando supo que había telefoneado el patrón del equipo. La prensa belga divulga que el Tonton Tapis le despedirá o sancionará, según las versiones, por "falta profesional grave". Roche parece vivir el último capítulo de una historia increlble si nos atenemos a la gloria que cosechó en 1987.

    MÁS INFORMACIÓN
    Al finalizar aquel año, Roche era considerado como un gran campeón, como el abanderado de una generación de ciclistas irlandeses especialmente brillante. Mientras él dominaba en las grandes vueltas, su compatriota Sen Kelly ganaba carrera tras carrera y encabezaba la clasificación por puntos de la federación Internacional.

    Caída en picado

    A finales de 1987, Roche dejaba el Carrera italiano, tras sufrir el boicoteo de parte del equipo en el Tour, para fichar por el Fagor. 1988 fue un año en blanco, motivado por una grave lesión en la rodilla, la articulación maldita de los ciclistas. Roche impuso a sus amigos y sus condiciones y la relación acabó mal: en 1989, Roche abandonaba el Tour cuando era una evidencia que estaba negociando con otros equipos. En 1990 fichó por el Histor-Sigma, y la historia se repitió: mucho dinero, muchas exigencias y un abandono inexplicable en el Tour. En 1991 la racha continúa: es público que no se habla con el director de su equipo, el ex corredor Roger De Vlaeminck.

    "Se ha dicho tantas cosas en unas horas que estoy convencido de que no entenderán mi versión de los hechos", dijo ayer Roche, tras conocer su eliminación del Tour y los rumores que circulaban en torno a él. Roche insistió en que equivocó la hora de salida de la contrarreloj por equipos, por lo que no tuvo reparos en acudir a un servicio para hacer sus necesidades. Roche llegó tarde y gastó dos minutos en discutir con los comisarlos de carrera, dado que, en esos momentos, estaba el Postobón en la rampa de salida. Roche llegó a la meta 14.20 minutos después del equipo ganador y el control se cerraba a los 8.16 minutos.
     
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    Antonio Menéndez, el ciclista cangués que triunfó en ‘las tres grandes’

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    Antonio Menéndez con Jose Manuel Fuente en la Vuelta a España de 1974. ‘El Tarangu’ ganaba su segunda Vuelta gracias a la épica etapa con final en el Naranco en la que ambos fueron los protagonistas.

    Antonio Menéndez González, nace en Cangas de Narcea el 18 de agosto de 1946. Con diez años cumplidos, su familia se traslada a Granda, concejo de Gijón y es allí donde se inicia en el mundo del ciclismo.

    UN GREGARIO DE LUJO
    Fue ciclista profesional durante toda la década de los 70 en el siglo pasado. Un excepcional e imprescindible compañero de equipo en todas las escuadras donde militó por sus magníficas prestaciones en todas las disciplinas, pero sobre todo un gregario todo terreno para el mítico corredor asturiano José Manuel Fuente, El Tarangu del que fue compañero durante varios años en el equipo KAS. Fue lo que dirían los franceses un coéquipier de luxe. Su apodo en el mundo del ciclismo lo dice todo, “La Mulina”.

    Un ejemplo de esto último lo tenemos en la Vuelta a España de 1974, con triunfo de El Tarangu en el Naranco. Antonio Menéndez venía tirando de Fuente, una vez que habían dado caza a un grupo en el que se encontraban Agostinho y Lasa rivales directos para el triunfo final del de Limanes. El cangués continuó tirando, con más fuerza si cabe, hasta mitad del Naranco. Menéndez cuenta que “Fuente quería que ganara yo y me lo repitió muchas veces, hasta que le convencí de que no me esperara porque se jugaba la Vuelta. Tenía yo razón porque a Agostinho en la crono final sólo le faltaron doce segundos para aventajar a Fuente”. El siguiente vídeo resume lo ocurrido en aquella vibrante etapa:



    Pero todo esto no le privó de cosechar importantes triunfos a lo largo de su carrera profesional.

    EQUIPOS

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    Menéndez en su primera temporada como profesional en 1970 con el equipo KARPY.

    Su primer equipo profesional fue el KARPY (marca de licores) en 1970, la temporada siguiente militó en las filas de LA CASERA (equipo impulsado por el cub deportivo Peña Bahamontes) bajo la dirección deportiva de Miguel Moreno, regresando al año siguiente, en 1972, nuevamente al KARPY. Pero sería en la primera etapa del equipo KAS donde Menéndez militaría más años como profesional, 1973-75 KAS-Kaskol y 1976-77 KAS- Campagnolo.

    El KAS fue un equipo ciclista español fundado en 1958 en Vitoria (Álava) y desaparecido en 1979, regresando en 1985 hasta 1988, fecha de su desaparición definitiva del ciclismo en ruta. Este equipo es recordado como uno de los equipos ciclistas más fuertes de los años 1960 y 1970.

    Al desaparecer el equipo KAS, Menéndez vuelve durante una temporada con Miguel Moreno, su antiguo director deportivo en LA CASERA, durante una temporada al equipo cántabro TEKA, finalizando su carrera deportiva en 1979 en las filas del MOLINER-VERECO de Javier Mínguez.

    LAS TRES GRANDES

    Esta leyenda del ciclismo español corrió las Tres Grandes: Tour de Francia, Giro de Italia y Vuelta a España y en las tres saboreó las mieles del triunfo.

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    Tour de 1974. De derecha a izquierda: Velez (director), Lasa, Zubero, Melero, Aja, Carril, Martos, Menendez, Pesarrodona, Perurena. Nueva victoria en la ronda gala para el equipo KAS en esta clasificación que daba la vuelta de honor en el Parque de los Príncipes de París.

    En el Tour de Francia de 1974, la fantástica escuadra de Antonio Menéndez, el equipo español KAS, ganaba la clasificación por equipos. Esto supuso que Menéndez junto a sus compañeros disfrutasen en París de la Vuelta de Honor en el Parque de los Príncipes. Además, su compañero Domingo Perurena se alzaría con el premio de la montaña en esta edición del Tour de Francia y otro compañero de equipo, López Carril, subiría al tercer cajón del pódium parisiense.

    Fue este de 1974 uno de los años mágicos del equipo KAS. Nunca un equipo ha ganado las 3 clasificaciones por equipos en las tres grandes vueltas, excepto el KAS en ese año mágico. Pero es que además ganaron también por equipos en Suiza, Vuelta a Cataluña y País Vasco, además de en Aragón, Asturias, La Rioja, los 3 Días de Leganés y Mallorca. Y también se impusieron en las contrarreloj por equipos de la Vuelta a España, Dauphiné Liberé, Aragón y Asturias.

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    Giro de Italia de 1976. Menéndez entra en primer lugar por la línea de meta después de 222 kms en solitario consiguiendo el récord, todavía vigente, de la escapada más larga en la historia del Giro de Italia.

    En el año 1975 Antonio Menéndez ganaba la etapa nº 11 de la Vuelta a España, 151 km entre Cambrils y Barcelona. En 1976 coparía todos los titulares de la prensa deportiva tanto española como italiana ya que realizaría su gran gesta por tierras itálicas. Sería el 31 de mayo, en la etapa también nº 11 entre Terni y Gabicce Mare cuando Menéndez entraría el primero por la línea de meta después de 222 kilómetros en solitario. Esta hazaña supone que todavía hoy en día, nuestro paisano pueda presumir de poseer el récord de la escapada triunfal más larga en la historia del Giro de Italia.

    PALMARÉS

    Aunque las mencionadas anteriormente puedan ser las proezas más destacadas de nuestro ciclista, no son las únicas. Entre sus éxitos y victorias, que no son pocas dado su carácter de hombre de equipo, podemos citar las siguientes:

    • Año 1970 (Karpy)
    Consigue ser tercero en la Clasificación General de la Vuelta a Asturias y en el GP Nuestra Señora del Oro de Murguía (Álava) así como 5º en la Vuelta a Aragón. En cuanto a etapas este año gana la 3ª de la Semana Catalana de Ciclismo, es tercero en la 5ª del GP du Midi-Libre de Barcelona y quinto en el mismo tiempo que el primero, en la primera etapa entre Manresa y Tarragona de la Vuelta a Cataluña.

    • Año 1971 (La Casera-Peña Bahamontes)
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    Menéndez en 1971 cuando viste los colores de LA CASERA-Peña Bahamontes en su segunda temporada como profesional.

    Este año corre su primera Vuelta a España terminando en el puesto 14º de la clasificación general. Entre sus rivales se encontraba el mítico Luis Ocaña (BIC) que terminaría 3º.

    Gana el Trofeo San José-Iberdrola de Muelas del Pan (Zamora) y queda segundo clasificado en la general del Tour de Menorca. También consigue un 5º puesto de etapa en la Vuelta a Cantabria lo que le llevaría a quedar entre los diez primeros (9º) de la clasificación general. En la Vuelta Ciclista a Asturias consigue terminar 8º de la general. Junto a Vicente López Carril y a José Casas consiguió dar la sorpresa en Alcalá de Henares (Madrid), alzando a Asturias al tercer puesto en el Campeonato de España de fondo en carretera por regiones.

    • Año 1972 (Karpy)
    Vuelve a correr la Vuelta España que este año ganaría José Manuel Fuente (El Tarangu). Menéndez finaliza la ronda española el 25º, un meritorio puesto si tenemos en cuenta que este año el que iba a ser su próximo equipo (KAS) había arrasado en la prueba metiendo a seis de sus corredores entre los diez primeros de la general. Su compañero de equipo en Karpy, el cántabro Gonzalo Aja, acabaría en 4ª posición. Impresionante la 12ª etapa, con salida en Zaragoza y llegada en alto a Formigal.

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    Caja de cerillas con la imagen de Menéndez cuando militaba en el equipo licor KARPY (años 1970 y 1972)

    La subida fue una exhibición de fuerza de Fuente, que ganó la etapa por delante del segundo, Antonio Menéndez, y sacando casi nueve minutos al pelotón.

    Dos terceros puestos en la clasificación general: Ruta-Criterium de San Sebastián (País Vasco) y Tour de Menorca. Además, se clasifica entre los diez primeros en la Vuelta a Segovia y en la Clásica de Primavera de Amorebieta (País Vasco). Respecto a victorias parciales logra ganar una etapa en la Vuelta Ciclista a La Rioja, tercero y cuarto en dos etapas de la Vuelta a Cataluña, y tercero también en la 5ª etapa de la Semana Catalana de Ciclismo entre Berga y Malgrat en la provincia de Barcelona. En el Campeonato de España por regiones, consigue junto a José Manuel Fuente y Vicente López Carril el subcampeonato para Asturias. En esta prueba Menéndez tuvo la desgracia de sufrir un inoportuno pinchazo que de no haber ocurrido hubiese puesto las cosas muy difíciles al equipo de Guipúzcoa, a la postre vencedor del campeonato.

    • Año 1973 (KAS-Kaskol)
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    Cromo de Menéndez de su primera temporada en el equipo KAS en 1973.

    Es el año de su primer Tour de Francia en el que realiza un importante papel como gregario. No obstante, en la primera etapa queda clasificado en octava posición terminando la ronda gala en el puesto 40º. El triunfo en la general fue para el español Luis Ocaña a quien acompañó ocupando el tercer cajón del pódium el compañero de equipo de Menéndez y también asturiano, José Manuel Fuente.

    Por otro lado, el audaz ciclista cangués consigue el segundo puesto en el GP de Vizcaya y también en la Ruta-Criterium de Caboalles de Abajo por detrás de Domingo Perurena. Además, gana la 3ª etapa de la Vuelta a Cantabria y la 4ª en la Vuelta Ciclista a Cataluña entre Badalona y Calonge (Gerona). En el Campeonato de España por regiones para profesionales celebrado en Cuenca vuelve a representar a Asturias, esta vez junto a López Carril y Balagué, consiguiendo la tercera posición.

    • Año 1974 (KAS-Kaskol)
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    La Vuelta a España de 1974 contó con los tres primeros del Tour de Francia del año anterior: Ocaña, Thevenet y Fuente que esta vez se llevaría el gato al agua con la inestimable ayuda de Menendez que se le ve en la fotografía guardando las espaldas de su líder.

    Segundo Tour de Francia de Antonio Menéndez en el equipo KAS en el que logran el segundo puesto en la contrarreloj por equipos celebrada en Harelbeke (West-Vlaanderen), Bélgica. Este año el Tour lo gana Eddy Merck a quien acompañó ocupando el tercer cajón del pódium el compañero de equipo de Menéndez, Vicente López Carril. El cangués ocuparía el puesto 54º en la clasificación general.

    Tercera Vuelta a España del cangués en la que repite su 14º puesto del año 71 pero, esta vez en las filas del KAS que volvió a arrasar en la ronda española con cinco corredores entre los diez primeros. Entre ellos, José Manuel Fuente ganador de la prueba y el tercer puesto para otro compañero de Menéndez, Miguel María Lasa. Lógicamente el KAS se hizo con la clasificación general por equipos.

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    López Carril, Esparza y Menéndez en el pódium del Campeonato Nacional de Ciclismo en Ruta celebrado en Mieres en 1974.

    En cuanto al resto del calendario nacional fueron varios los éxitos del cangués este año. Resultó ganador en dos clásicas, el GP de Vizcaya y del GP de Llodio, también en el País Vasco. Medalla de bronce en el Campeonato Nacional de Ciclismo en Ruta celebrado en Mieres (Asturias) y en la Prueba de Villafranca de Ordizia (País Vasco). En la Semana Catalana de Ciclismo fue el primero en la Clasificación Final de Esprints. Y por último hay que destacar la excelente Vuelta Asturias que llevó a cabo en la que terminó en quinta posición después de haber ganado tres etapas (una de ellas contrarreloj por equipos), la clasificación de la montaña y el segundo puesto en la combinada.

    • Año 1975 (KAS-Kaskol)
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    Equipo KAS de 1975. Antonio Martos, Carlos Ocaña, Antonio Menendez, Carlos Melero, José Pesarrodona, Juan Zurano, Javier Elorriaga, Francisco Javier Galdeano, Jaime Huelamo, José Nazabal, Miguel Maria Lasa, Sebastián Pozo, Juan Manuel Santisteban, José Manuel Fuente. Antón Barrutia, Vicente López Carril, Domingo Perurena, José Antonio González Linares, José Grande, Francisco Galdós, Andrés Oliva, Tomás Nistal, Gonzalo Aja, José María Basualdo, Eusebio Velez.

    Es el año de su tercer Tour de Francia y aunque tuvo que abandonar después de más de 20 etapas, hay que destacar su labor tanto en Pirineos con en Alpes. En dos de las etapas que pudo disputar quedó entre los 15 primeros.

    También en Francia esta temporada participa en el Tour de Corcega (Ronde van Corsica) donde consigue la victoria de la 3ª etapa en Ajaccio de 155 km, y en la Ruta-Criterium de Saint-Tropez (Provence-Alpes-Cote d’Azur) en la que llega en segunda posición.

    En su cuarta participación en una edición de la Vuelta España, Antonio va a conseguir su primera victoria de etapa. Sería el 3 de mayo en la etapa nº 11 de 151 km, entre Cambrils (Tarragona) y Barcelona. Sus compañeros de equipo Perurena y Lasa serían segundo y tercero respectivamente en la Clasificación General Final y además, su escuadra (KAS), volvería a hacerse con la Clasificación por Equipos.

    Completa el resto de la temporada con un segundo puesto en el GP de Llodio donde había vencido el año anterior, un tercer puesto en la Ruta-Criteriun de La Rua (Valdeorras, Orense) y un más que digno décimo puesto en la general de la Vuelta Ciclista a Cataluña. Repite participación en el Campeonato de España por regiones con los mismos compañeros de la temporada anterior, López Carril y Luis Balagué. Asturias fue la revelación consiguiendo un meritorio segundo puesto ya que Balagué tuvo que abandonar a mitad de carrera.

    • Año 1976 (KAS-Campagnolo)
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    Tour de Francia de 1976. En la imagen algunos de los grandes protagonistas: Menéndez (KAS) en primer plano, Van Impe con el maillot de la montaña, Thevenet, Maertens con el maillot verde, más atrás Baronchelli y Ocaña.

    Cuarto Tour de Francia en el que participa nuestro corredor. Un segundo puesto en la etapa nº 12 de 205 km en Le Barcarès (Languedoc-Roussillon), dos sextos puestos en las etapas 15ª de 195 km entre Saint-Lary (Pirineos) y Pau (Aquitaine) y 19ª de 220 km con final en Tulle (Limousin), así como un octavo puesto en otra larga etapa de 209 km que partía de Luxenburgo y meta en Nancy (Francia) le auparían al puesto 27º en la clasificación final de esta edición del Tour de Francia.

    Pero el año 76 destaca en la carrera profesional de Menéndez como el año de su primer Giro de Italia. Como ya hemos dicho, el año de su debut en esta prueba consumó una hazaña que hoy en día sigue vigente, el récord de la escapada más larga en la historia del Giro de Italia. Fue en la etapa nº 11 entre Terni y Gabicce Mare cuando Menéndez alzaría los brazos en la línea de meta después de 222 kilómetros en solitario y aventajando al segundo, el belga Rik Van Linden, en casi trece minutos. [​IMG]Este sería el mejor homenaje que nuestro campeón podía brindar a su infortunado compañero de equipo, el cántabro José Manuel Santiesteban que había fallecido en Catania el 21 de mayo en la 1ª etapa de este Giro, tras una caída gravísima que le produjo un traumatismo craneal del que no se pudo recuperar. Después del ‘palo’ de Santisteban, el equipo KAS a punto estuvo de abandonar en bloque, pero tratan de buscar esa victoria para brindársela a su compañero. Como ya he dicho, Menéndez lo consigue en la 11ª, más tarde, lo hará Nazabal en la 19ª. Al final marchan del Giro muy tristes, pero con la cabeza muy alta, pues Andrés Oliva gana la Montaña y el joven Juan Pujol es décimo.

    Este año, tras sus participaciones en Giro de Italia y Tour de Francia, Menéndez no participaría en la Vuelta España. Pero esto no sería inconveniente para alzarse con un nuevo triunfo del panorama nacional. Vence en la Ruta-Critérium de Laredo (Cantabria) imponiéndose a su compañero Domingo Perurena y a su paisano asturiano Luis Alberto Ordiales, segundo y tercero respectivamente.

    • Año 1977 (KAS-Campagnolo)
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    Antonio Menéndez junto a Eddy Merckx en el Tour de Francia de 1977.

    Esta será su última temporada en el equipo KAS. De las tres grandes sólo participa en el Tour de Francia donde realizará un excelente trabajo para llevar a su compañero Francisco Galdós al cuarto puesto de la clasificación general. Prueba de ello son sus actuaciones en las cinco etapas disputadas en los Alpes, siendo el 10º clasificado en Morzine. Fue una edición muy dura en la que de un centenar de corredores que tomaron la salida sólo llegaron a París la mitad, entre ellos Menéndez en el puesto 45º.

    Aunque como ya he dicho este año no participa en Giro y Vuelta a España, sí lo hace en la Vuelta a Suiza donde en la 9º etapa consigue pasar en segundo lugar por la línea de meta de Effretikon (Zurich) a rueda de Bruno Wolfer que corría en casa.

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    Antonio Menéndez en 1977, su última temporada en el equipo KAS.

    En cuanto al calendario nacional hay que destacar la gran Vuelta a Aragón realizada por Antonio donde consigue un segundo puesto en la contrarreloj de Zaragoza y un quinto en la etapa entre Molina de Aragón y Calatorao obteniendo así, la décima posición en la Clasificación General de la ronda aragonesa. En Asturias se lleva el primer premio de la Clasificación General de Esprints en la Vuelta a los Valles Mineros. En Navarra se hace con el tercer puesto en la prueba de ruta en carretera del GP Pascuas (Circuito de Pascuas) de Pamplona. Importante su actuación en el País Vasco donde termina 7º de la General en la Vuelta al País Vasco y 7º también en el GP de Vizcaya. En Madrid es segundo en el Trofeo Elola, Madrid-Jarama, por detrás de otra leyenda asturiana, Jesús Suárez Cuevas vencedor de la prueba y es décimo en la Clasificación General Final de los Tres Días de Leganés. Otra cita de esta temporada la tuvo en la vecina localidad leonesa de Caboalles de Abajo donde cosechó un tercer puesto. Como venía siendo habitual, participa en el Campeonato de España por regiones, este año formando el equipo asturiano con López Carril y Cima. Pese a que Menéndez no llegó a esta prueba en su mejor momento y tuvo que abandonar, Asturias se clasificó tercera.

    • Año 1978 (Teka)
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    Menendez vistiendo la equipación de su nueva escuadra (TEKA) en la temporada 1978.

    Será el año de los últimos Giro a Italia y Tour de Francia de Menéndez, ahora en un nuevo equipo, el TEKA.

    Estamos ante el primer Tour de Francia de los cuatro que ganaría el francés Bernard Hinault y estamos también ante la mejor clasificación de nuestro paisano en la prueba reina del ciclismo mundial, puesto 18º en su sexto Tour de Francia. Menéndez sería por primera vez el primer clasificado de su equipo en esta prueba. Hay que destacar la gran etapa realizada entre Morzine (Alpes) y Lausanne (Suiza) donde terminó 6º por delante de corredores de la talla de Sean Kelly y Bernard Hinault.

    En la ronda italiana, si bien nuestro protagonista quedó clasificado muy lejos de la maglia rosa, fue el tercer español en la Clasificación General al término de la prueba en Milán. Un Giro de Italia muy duro en la que de 130 corredores sólo consiguieron terminar 90.

    En España consigue la medalla de bronce en el Campeonato Nacional de Ciclismo en Ruta que se celebró en Caboalles de Abajo (León) repitiendo la gesta del año 74. Es segundo en la Clásica de Sabiñánigo (Huesca) y en la Prueba de Villafranca de Ordizia (País Vasco), cuarto en la Vuelta a Vinaroz (Castellón) y octavo en el Trofeo Masferrer de Sitges (Barcelona). Además, en Cataluña es segundo en la contrarreloj por equipos en la 1ª etapa de la Semana Catalana celebrada en Martorell y cuarto en la 1ª etapa de la Vuelta Ciclista a Cataluña disputada entre Sitges y Espluga de Francolí (Tarragona). En Asturias sería el vencedor en la 2º etapa de la Vuelta a los Valles Mineros disputada entre Blimea y Avilés y segundo clasificado en la 5ª etapa de la Vuelta Ciclista a Asturias en Luarca.

    • Año 1979 (Moliner-Vereco)
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    La última temporada de Antonio Menéndez como ciclista profesional será en 1979 que ficha por el equipo Moliner-VERECO.

    Es el año de la despedida como ciclista profesional de Antonio Menéndez González, “La Mulita”. Y se despide en un nuevo equipo, el Moliner-Vereco, bajo el mando del afamado director deportivo Javier Mínguez. Después de tres temporadas sin participar en la ronda española por los compromisos en Giro de Italia y Tour de Francia, Menéndez vuelve a la Vuelta a España que en esta edición se disputaría entre Jerez de la Frontera y Madrid.

    Fue ésta una edición bastante polémica que incluso estuvo a punto de no llegar a disputarse al renunciar a continuar organizándola el diario El Correo Español-El Pueblo Vasco tal y como venía haciendo desde la edición de 1955. La entrada de la agencia de publicidad Unipublic, junto a los patrocinios de la firma de ropa vaquera Lois y de la ciudad de Jerez de la Frontera, lograría sin embargo la continuidad de la gran ronda española. Además, los ciclistas hicieron una huelga en la etapa con doble sector por considerarla demasiado dura finalmente disputándose a un ritmo lento.

    Un segundo puesto en la etapa 12ª entre Pamplona y Logroño en el mismo tiempo que el vencedor, el belga Frans Van Vlierberghe y sacándole más de dos minutos al tercero y un quinto en la etapa 15ª entre Gijón y León, fueron los mejores resultados de Menéndez en su última Vuelta a España que al final acabaría en el puesto 40º de la clasificación general.

    Pero la gesta indiscutible de Menéndez en esta edición de la ronda española la realizó en la 4º etapa disputada entre Granada y Puerto Lumbreras (Murcia), de 222 km de recorrido. Esta jornada tuvo un héroe en el ciclista de Cangas del Narcea, quien protagonizó una escapada en solitario de 202 km. Nuestro especialista en escapadas en solitario ha protagonizado varias de este tipo en su larga carrera profesional (una de ellas que ya hemos descrito le supuso record y un triunfo en el Giro de Italia de 1976), saltó en el km 6, después de dos o tres intentos de fuga, que fueron rápidamente abortados. A medida que se aproximaba al puerto de la Mora, puntuable de tercera categoría, fue adquiriendo ventaja y en sus primeras rampas se presentó con un minuto y medio de ventaja sobre el pelotón. La intensa bajada facilitó el rodar del cangués, que llegó a adquirir una diferencia superior a los diez minutos en el kilómetro 127. Y así, en solitario, avanzó hasta cerca de la meta murciana.

    Los veinte km finales de la etapa fueron de ciclismo puro. Con continuos ataques y contraataques por el grueso pelotón para dar caza al esforzado ciclista cangués. Todos contra Menéndez, que con el viento de costado y más de doscientos km en solitario sobre sus piernas, cuando ya tenía a la vista Puerto Lumbreras a 14 km de meta, fue alcanzado.

    En su última temporada como profesional Antonio también participó en la Vuelta a Andalucía-Ruta Ciclista del Sol donde término en un meritorio 13º puesto.
     
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    5 veces en las que Induráin nos dejó con la boca abierta
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    Pau Gasol, con muletas, celebrando el primer Mundial de la Selección Española de baloncesto en Japón. Rafa Nadal retozando en la arena de Roland Garros en 10 ocasiones. Íker Casillas alzando la Copa del Mundo en Sudáfrica, rodeado por una selección de fútbol irrepetible…

    La memoria colectiva del deporte español está repleta de imágenes icónicas. Cuando se piensa en el ciclismo, esa imagen no tarda en llegar; Miguel Induráin vestido de amarillo en el podio de los Campos Elíseos de París.

    Detrás de esa fotografía hay un reguero de gestas legendarias que mantienen al navarro en lo más alto de la historia del deporte. Pero, de todas ellas, ¿cuáles son las 5 hazañas de Miguelón que los aficionados al ciclismo no pueden sacarse de la cabeza?

    1. La gesta de los cinco puertos de montaña (1991)
    Si hubo una etapa que marcó el primer Tour de Francia de Induráin fue la 12ª, en la que se subían nada menos que cinco puertos de montaña: Pourtalet, Aubisque, Tourmalet, Aspin y Val Louron.

    Entonces Pedro Delgado era aún el jefe de filas del Banesto y Miguel Induráin no era tan conocido entre el gran público. Pero la situación daría un vuelco completo ese día. En el descenso del Tourmalet se escapó junto a Claudio Chiappucci. Ni Greg Lemond, ni Laurent Fignon, ni Luc Leblanc fueron capaces de seguir sus estelas.

    Cuando restaban 60 kilómetros para la meta, el gigantón navarro apretó los dientes y se marcó un sprint de 2.115 metros en descenso que aniquiló al italiano. El Diablo se empleó a fondo para tratar de alcanzar al español, que a poca distancia de la meta pactó con él cederle la victoria de etapa como agradecimiento por haberle ayudado a vestirse de amarillo. Fue el comienzo del mito.

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    Créditos de la foto: DenP Images (Creative Commons)


    2. Cara a cara con Chiapucci en Sestriere (1992)
    En 1992 Miguel Induráin ya no era una promesa del ciclismo ni una revelación, sino el flamante ganador del Tour anterior y el más firme candidato a revalidar el entorchado.

    Sus rivales le respetaban y le temían a partes iguales. Los italianos Gianni Bugno y Claudio Chiappucci eran sus dos principales adversarios.

    Bugno era más conservador, pero el estilo de El Diablo era el de un ciclista agresivo, que salía a por todas en cuanto veía una oportunidad propicia. Lo dejó claro en la 13ª etapa, de alta montaña, con final en Sestriere.

    A los 50 kilómetros de la salida, el italiano atacó con virulencia y se mantuvo en solitario durante 200 tortuosos kilómetros. El único capaz de seguir su estela fue el español, que al final llegaría a 2 minutos de él.

    Greg LeMond tendría que retirarse al día siguiente y la escapada del italiano dejaría un reguero de ciclistas descabalgados de la general, muchos a más de 40 minutos. A pesar del segundo puesto, el aguante de Induráin le valió para vestirse de amarillo y demostrar que su capacidad de sufrimiento era sobrenatural.

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    Créditos de la foto: Eric Houdas (licencia Creative Commons)
    3. La brutal contrarreloj de Périgueux-Bergerac (1994)
    Decidir cuál fue la mejor contrarreloj de Miguel Induráin resulta una tarea complicada. Pero la página que dejó escrita el navarro el 11 de julio de 1994 es de las más inolvidables.

    El extraterrestre –como ya le había bautizado la prensa francesa– tenía por delante el reto de arrebatar el maillot amarillo al belga Johan Museeuw, líder circunstancial, y de paso meter minutos a sus rivales directos, los Rominger, Bugno, Zülle o Pantani.

    Logró ambas cosas con creces. Con 40 grados en el termómetro, lo que salió de sus pedales fue una hazaña épica. A Rominger le metió 2 minutos, a Chris Boardman más de 5, a Zülle 9:03, a Bugno 10:37 y a Pantani 10:59. Una barbaridad al alcance de muy pocos.

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    Créditos de la foto: ta_do (flickr, licencia Creative Commons)
    4. El Récord de la hora… O cómo romper las leyes de la física (1994)
    Si alguien podía enfrentarse a una de las pruebas más técnicas y exigentes del ciclismo moderno, el Récord de la hora, ese era Miguel Induráin. El 2 de septiembre de 1994 lo consiguió completando 53,04 kilómetros en 60 minutos. Superó así los 52,71 kilómetros logrados por el británico Graeme Obree ese mismo año.

    Obree, a su vez, había enviado al limbo el anterior mejor registro, que obraba en manos de Chris Boardman (52,27 kilómetros).

    El velódromo de Burdeos fue testigo de la heroicidad del español, que dejó para los libros de historia su estampa a lomos de una bicicleta muy especial: la Espada. Pinarello se la fabricó a medida aplicando tecnología avanzada en aerodinámica y avances procedentes de la Fórmula 1.

    Fabricada en una sola pieza de fibra de carbono, pesaba 7,2 kilos y lucía ruedas lenticulares, la trasera con mayor diámetro que la delantera. Tony Rominger no tardó en batir después, en dos ocasiones, la marca del navarro (53,83 y 55,29 kilómetros), pero su proeza fue otra muestra de su imponente dominio en el panorama ciclista mundial.

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    5. Neutralización del ataque de Zülle en La Plagne (1995)
    En 1995, la gran pregunta era si Induráin sería capaz de ponerse a la altura de los gigantes de la historia que ya contaban con 5 Tours: Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault. Ninguno de ellos los había logrado de forma consecutiva.

    La lista de aspirantes a arrebatarle el récord era de impresión, con Alex Zülle a la cabeza, seguido por Bjarne Riis, Tony Rominger y Richard Virenque. En la novena etapa, entre Le Grand-Bornand y La Plagne, cuando el español ya estaba vestido de amarillo, Alex Zülle abrió una ventaja de más de cuatro minutos y medio con la que se convertía en nuevo líder. Lo había logrado, además, en pleno inicio del ascenso a La Plagne, lo que parecía difícilmente contestable.

    Con un ritmo de pedaleo brutal, Induráin se puso el mono de trabajo y, sin mover un solo músculo de más, con ese aplomo que le caracterizaba, fue minando la ventaja del suizo hasta asegurarse que éste no podía arrebatarle el maillot amarillo. El resto del Tour ya fue un paseo militar.
     
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  11. labeaga

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    Los días de gloria de los tulipanes

    Con la salida del Tour de Francia, Utrecht y toda Holanda se convierten en el epicentro mundial del ciclismo. El ciclismo de aquel país sigue buscando ese ciclista que sea capaz de igualar a sus grandes mitos en la carrera francesa.

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    Las provincias de Utrecht y Zelanda se visten de amarillo en este primer fin de semana de julio. El Tour de Francia, la carrera ciclista por etapas más importante del mundo, pone su epicentro en tierras holandesas y sus habitantes, amantes como pocos del ciclismo, saldrán a las calles para ver el paso de los mejores corredores del pelotón mundial. La bicicleta ocupa una parte fundamental en la vida de cualquier ciudad de los Países Bajos, no hay más que ver los gigantescos aparcamientos para bicis en cualquier estación de ferrocarril, y es que los desplazamientos más cotidianos de los holandeses giran en torno a los pedales y a las dos ruedas.

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    Respecto a la competición, no cabe duda de que Holanda podría considerarse una gran potencia, con un ciclismo de base envidiable y con corredores jóvenes muy prometedores pero que no acaban de explotar al más alto nivel en una carrera como el Tour de Francia, como le gustaría a la numerosa afición naranja. La primera gran referencia del ciclismo holandés en la Grande Boucle fue Jan Janssen. Siempre reconocible por sus gafas oscuras, que llevaba debido a su importante miopía, se hizo con la edición del Tour de 1968 siendo un potente rodador que se defendía en la alta montaña y coincidiendo sus mejores años con la época de transición entre la retirada de Anquetil y la aparición del Caníbal Eddy Merckx. En la década de los setenta fueron surgiendo una serie de escaladores holandeses que brillaron en el Tour cuando la carretera miraba hacia arriba, algo que no dejaba de ser curioso teniendo en cuenta la plana orografía de los Países Bajos. Joop Zoetemelk y Hennie Kuiper monopolizaron para Holanda la subida al mítico Alpe d’ Huez durante aquellos años con dos victorias para cada uno, además Zoetemelk se convertía en 1980 en el segundo y último ciclista tulipán en coronarse de amarillo en Paris además de quedar en segunda posición hasta seis veces. Kuiper por su parte no pudo hacerse con el triunfo final en Paris, pero si ocupó posiciones de podio en un par de ocasiones además de vencer varias etapas.

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    La década de los ochenta fue una de las más brillantes para el ciclismo holandés en el Tour de Francia. Además de un longevo Joop Zoetemelk que seguía dando guerra en las carreteras del país galo, fue saliendo a la luz otra hornada de corredores que al igual que en la década anterior iban a hacer del Alpe d’ Huez su coto de caza particular, tiñendo de naranja gran parte de la subida de las 21 curvas que empezó a ser conocida como la montaña de los holandeses. Peter Winnen en dos ocasiones junto a Steven Rooks y Gert-Jan Theunisse consiguieron la victoria en esta cima mítica que desde ese último triunfo de Theunisse no ha vuelto a ver a un holandés cruzando el primero su línea de meta. Peter Winnen y Steven Rooks ocuparon también puestos de podio en los Tours del 83 y 88 respectivamente.

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    En 1990 Erik Breukink era todavía la gran esperanza del ciclismo en Holanda después de buenas actuaciones en el Giro de Italia y otras carreras. Buen rodador y con notables actuaciones en la alta montaña venció en varias etapas del Tour de Francia mientras que en esa edición de 1990 conseguía subir al podio de Paris detrás de Greg Lemond y Claudio Chiappucci. Sin embargo desde aquel tercer puesto en los Campos Elíseos no volvió a brillar en el Tour de Francia como se esperaba del ciclista de Rheden. En años posteriores la figura de Michael Boogerd fue lo más destacado del ciclismo Holandés en sus participaciones dentro del Tour de Francia. con dos victorias de etapa y oscilando entre los diez primeros de la general pero nunca con opciones reales de victoria o podio. En la actualidad, ciclistas como Gesink, Ten Dam, Kruijswijk, Mollema o Kelderman forman la punta de lanza oranje en las principales carreras por etapas. Buenos escaladores en líneas generales pero con algunas carencias en la lucha contra el crono y con una preocupante falta de regularidad que hace que siempre les falte algo para emular a los Janssen o Zoetemelk.
     
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  12. labeaga

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    A dos ruedas desde el zar Alejandro al Katiusha


    Mirando la historia de la humanidad es posible decir que cada desarrollo en el uso de la rueda trae consigo cambios sociales relevantes. Además de ciertas implicaciones tecnológicas, la invención de la bicicleta está relacionada con el paso de sociedades feudales a modos de vida modernos. De hecho, el ciclismo no sólo es una forma de ocio sino que en su momento ayudó a diluir barreras de clase, permitió la presencia de mujeres en espacios públicos y trajo consigo nuevas maneras de comportamiento y representación.
    En el caso de Rusia, la evolución del ciclismo es sin embargo diferente a las pautas seguidas en Europa. Si bajo los zares fue una actividad reservada para las elites urbanas, durante la URSS solo se permitían organizaciones de ciclistas amateurs. En este sentido, el ciclismo muestra los cambios en la sociedad rusa durante los últimos ciento cincuenta años.

    Es más, de acuerdo con la enciclopedia soviética fue el campesino ruso Efim Artamonov quien produjo la primera bicicleta en 1801 (una estatua del inventor adorna la calle Vaynera de Ekaterimburgo). Artamonov recorrió unos 2.630 kilómetros para mostrarle el artilugio al zar, quien al parecer no sólo reconoció el invento sino que concedió la libertad al siervo. No obstante, otros documentos datan este hecho en 1876.

    Lo que sí está demostrado es que el ciclismo gustó a diversos zares. El barón Karl von Drais inventó en 1813 un artilugio de cuatro ruedas con pedales para el Gran Duque de Baden. A pesar de contar con el apoyo simbólico del zar Alejandro I, las autoridades de Baden y Austria le denegaron la patente y con ello cualquier reconocimiento internacional.

    Un artilugio parecido fue inventado por E. W. Bushnell en 1835, aunque en Philadelphia y solo para niños. También por entonces el carpintero de Dover Willard Sawyer comenzó a producir vehículos de madera propulsados por la fuerza humana. Sawyer es considerado de hecho el padre de la bicicleta y publicó su primer catálogo en 1858. Uno de sus primeros clientes fue el zar Alejandro II.

    Ya en 1868 se daban carreras de bicis en París, aunque es la Paris-Rouen, organizada el 7 de noviembre de 1869, la primera competición registrada. Catorce años más tarde, el 24 de julio de 1883, llegaron estas carreras a las calles de Moscú.

    De entre los zares, fue Nicolás II el más aficionado al ciclismo, quien gastó 381 rublos en bicis durante su primer año de reinado. De hecho, no sólo hay varias fotos de él correteando sobre dos ruedas sino también constancia de que sus guardaespaldas tenían problemas en seguirle cuando apretaba el ritmo.

    Nicolás II incluso creó una oficina gubernamental para promover el deporte entre los rusos y así “recuperar energía y reforzar los nervios”. También Lev Tolstói practicaba deporte con frecuencia, “con el propósito de que mis músculos crezcan y ganen fuerza, mi memoria se enriquezca, y con ello mi habilidad para pensar y entender sea mayor”.

    El intento de Nicolás II de promover el deporte no resultó todo lo bien que esperaba. A pesar de que desde 1891 jugaba al baloncesto y desde 1895 al voleibol, sólo en 1909 fueron creadas asociaciones deportivas y comenzó a jugarse con frecuencia. En el caso del fútbol, ya en 1879 los obreros ingleses de San Petersburgo le daban al balón, pero este deporte no interesó a los rusos hasta entrado el siglo XX.

    El caso del ciclismo es parecido; y es que Nicolás II no tuvo en cuenta que sólo la elite tenía acceso a bicicletas, que los caminos eran horrorosos y que la población urbana de Rusia en 1900 era sólo del 9.9% (en EE UU era ya del 29.1%).

    No obstante, existe un informe que el cónsul norteamericano en San Petersburgo, escribió en 1897 sobre la creciente popularidad del ciclismo en Rusia. En la misiva, Mr. Carel informa de:

    - que existen unos 7.000 ciclistas en la capital del imperio.

    - que las mujeres han sido autorizadas a montar en bici desde febrero de 1897.

    - que existen 5 fábricas de bicicletas en Rusia, dos en San Petersburgo, una en Riga, una en Moscú y otra en Varsovia (estas dos últimas fundadas por empresarios ingleses, Mr. Humber y Mr. Singer).

    - Además de una lista con el número de importaciones (Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, por ese orden) y de precios de los modelos, siendo las bicicletas rusas las más baratas, seguidas de alemanas, inglesas y norteamericanas (todas ellas de más calidad que las rusas).

    Por supuesto que no faltaron excentricidades, y en 1890 un teniente del ejército zarista fue de San Petersburgo a Londres en bicicleta. Tampoco revistas especializadas, ya que desde 1895 a 1904 se publicó en Rusia la revista Tsiklist (el ciclista).

    Aunque concentrada en San Petersburgo y Moscú, la práctica del ciclismo creció rápidamente hasta la primera guerra mundial. Las autoridades de estas ciudades incluso tuvieron que aprobar normas especiales que regulaban desde la vestimenta a las prioridades en el tráfico.

    Por ejemplo, en 1914 unas 25.000 personas circulaban con frecuencia en Moscú sobre dos ruedas y grupos profesionales empezaron a organizar excursiones turísticas en bici. La rápida industrialización y urbanización del último período zarista se dejaba notar y la emergente clase media demandaba nuevas formas de entretenimiento.

    Sin embargo el auge del ciclismo se vio truncado con la revolución bolchevique y durante la década siguiente esta actividad se asoció con valores burgueses. La producción de bicicletas sólo se retomó con el primer plan quinquenal de 1928. Al parecer, Stalin estaba interesado en las actividades recreacionales que reforzaran ideas de colectividad, cultura de masas y ejercicio físico. De hecho, este tipo de culto al cuerpo fue común con otros regímenes totalitarios.

    Así, la práctica de ciclismo se volvió a extender por el imperio, aunque en esta ocasión de forma puramente amateur y popular (por ejemplo con obreros compartiendo bici para ir al koljoz).

    Sólo en 1936/1937 y 1937/38 se organizó en la URSS una gran competición ciclista al estilo del Tour de France. Después vino la guerra y tras ella el ciclismo profesional se redujo a competiciones aisladas en el velódromo de Tula. Sólo con la Perestroika, en 1989, 1990 y 1991, se volvió a celebrar una vuelta ciclista a la Unión Soviética.

    También en 1990 el primer equipo soviético participó en el Tour de France. De hecho esta escuadra está relacionada con el actual Katiusha, ya que su fundador está también detrás del equipo de 'Purito' Rodríguez.

    Sergei Chemezov, actual Presidente de la Federación de Ciclismo Rusa, excompañero de trabajo de Putin en Dresden y empresario con intereses en varios sectores estratégicos como el gas, el armamento, o la automoción (vinculado con Rosoboronexport, Rostechn, Iter etc.), creó en 1989 el equipo Alfa Lum como escaparate para poder exportar corredores a equipos europeos y traer así divisas a las polvorientas arcas soviéticas.

    La idea fue promovida por la agencia olímpica soviética Sovintersport, organismo que ya la había puesto en práctica con atletas de boxeo y hockey. Fue así como varios ciclistas de la URSS (Andréi Tschmil, Piotr Ugrumov o Djamolidine Abdoujaparov…) saltaron sobre todo a equipos italianos.

    Esta generación de ciclistas rusos abrió paso a los Evgeni Berzin, Pável Tonkov y Denis Menchov que sorprendió al mundo del ciclismo profesional ganando giros de Italia y vueltas a España.
     
  13. labeaga

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    Hoy pongo dos artículos distintos sobre una misma noticia, se complementan.
    Un saludo

    1939: Tommy Godwin, récord mundial de resistencia en distancia durante un año natural de 1939 a 2015


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    Tommy Godwin ostentó el récord mundial de resistencia en distancia durante un año natural a lo largo de varias décadas, desde 1939 hasta 2015, cuando se lo arrebató Kurt Searvogel. Recorrió 120.805 km en un año, el equivalente a un promedio de 330 km/día, en una bicicleta que pesaba más de 14 kg. No solo mantuvo su dieta vegetariana, sino que siguió pedaleando sobre todo por Inglaterra pese a las intermitencias tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Pero no se detuvo ahí: siguió rodando después de asegurar su récord y, tras un total de 500 días, también se hizo con el récord de 160.000 km.



    El récord de ciclismo que duró 76 años
    Esta es la peculiar historia del récord de más kilómetros recorridos en bicicleta en un año. En 2016, el estadounidense Kurt Searvogel batió un récord del ciclismo que duraba ya 76 años. En 1939, la revista británica Cycling certificó el primer récord de más kilómetros recorridos durante un año. La marca se estableció en 120.805 kilómetros (unas tres vueltas a la tierra) y para hacerlo hay que pedalear unos 330 kilómetros diarios. Tamaña gesta fue obra del escocés Tommy Godwin.

    Esa estratosférica marca se mantuvo intacta hasta que, hace solo dos años, el mencionado Searvogel logró alcanzar los 122.432 kilómetros (con una media de 335 km al día). El nuevo recordman usó hasta siete bicicletas en este nuevo récord, incluida una reclinada para poder descansar la espalda en algunos días. Para lograr su marca, Searvogel recorrió casi todo el territorio de Estados Unidos: Florida, Arkansas, Kansas, Wisconsin y Missisippi, entre otros estados.

    Cada mañana, al subirse a su bicicleta, Kurt Searvogel tenía este objetivo: completar 14 horas de ciclismo a unos 24 km/h, es decir, los 335 kilómetros de promedio que necesitaba… ¡Y lo consiguió!
     
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  14. labeaga

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    Mujeres que hicieron historia en el ciclismo

    No corren el Tour de Francia, pero tienen el mismo o incluso más talento que los ciclistas que sí lo hacen. El ciclismo también es cosa de mujeres. Estos cinco nombres, auténticos mitos del ciclismo mundial, así lo avalan.

    Joane Somarriba
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    Se trata de la mejor ciclista española de la historia. En 2005, la deportista vasca se retiró del ciclismo profesional para dedicarse a su familia después de una carrera llena de éxitos. El palmarés de Somarriba es excepcional: tres Grand Boucle, dos Giro de Italia y un Campeonato del Mundo Contrarreloj. Le hubiera gustado conseguir una medalla olímpica, pero ese trofeo no llegó nunca. “Aprendí a aceptar las derrotas, cosa que considero muy importante”, admite. En 1992 vivió uno de los momentos más difíciles de su vida. Cuando se preparaba para participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona, unas complicaciones tras una operación de hernia discal estuvieron a punto de postrarla en una silla de ruedas. Con mucho sacrificio y esfuerzo, Joane superó aquella situación. Optimista y vital, esta campeona es madre de tres hijos y está casada con el ex ciclista Ramón González Arrieta.

    Marianne Vos
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    Con 26 años ya estaba considerada como la mejor ciclista de todos los tiempos. La holandesa Marianne Vos es una ciclista insaciable, con un espíritu competitivo difícil de igualar. Basta con echar un vistazo a su currículum: campeona olímpica y del mundo en ruta, tres Copas del Mundo, dos Giro, cinco veces ganadora de la Flecha Valona, seis Mundiales de ciclocross, campeona del mundo en Scratch, campeona olímpica de Puntuación en pista… A los seis años, Vos se subió por primera vez a una bicicleta. Dos décadas después, es una leyenda viva de este deporte y sueña con seguir haciendo historia. Lo que es indudable es que esta deportista ya ha marcado un antes y un después en el mundo del ciclismo.

    Jeannie Longo
    [​IMG]La 13 veces campeona mundial de ciclismo es todo un icono en su país, Francia, que la admira y adora gracias a sus gestas deportivas y a su personalidad. Pese a todo, la sombra del dopaje ha acompañado en los últimos tiempos a esta atleta, nacida en 1958. En 2011, fue absuelta de una suspensión de entre tres meses y dos años. En 2012, la policía detuvo a su marido y entrenador, Patrice Ciprelli, acusado de comprar EPO por internet. Longo no fue arrestada, pero sí declaró como testigo. A sus 54 años, la considerada mejor deportista francesa de la historia cuenta en sus vitrinas con cuatro medallas olímpicas y 59 títulos nacionales. Incluso ha sido comparada con el belga Eddy Merckx, por su dominio en el pelotón femenino internacional. En sus inicios como deportista, Longo destacó en el esquí, donde llegó a imponerse como campeona universitaria en distintas disciplinas.

    Judith Arndt
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    Es la reina mundial de la contrarreloj. Nacida en Alemania en 1976, Arndt estuvo a punto de decir adiós al ciclismo cuando en el año 2000, en plenos Juegos Olímpicos de Sydney, sufrió una infección viral. Cosas del destino. Hoy Arndt reside en Melbourne junto a su pareja, la abogada australiana Anna Wilson. La carrera profesional de la ciclista alemana está jalonada de éxitos y de títulos. Sobresalen sus tres medallas olímpicas, y los nueve títulos mundiales. El último de ellos lo consiguió en 2012, tras ganar por 34 segundos en la prueba de la contrarreloj individual del Campeonato del Mundo.

    Olga Zabelinskaya[​IMG]
    Fue una de las grandes sorpresas de los Juegos Olímpicos de Londres, donde obtuvo dos bronces en las dos disciplinas de ciclismo en ruta. Olga Zabalinskaya (San Petersburgo, 1980) es hija de otro medallista olímpico, el ciclista ruso Sergéi Sujoruchenkov, quien obtuvo el oro en los Juegos de Moscú 1980. Hasta su explosión en Londres, Zabelinskaya era una discreta ciclista en el pelotón, donde había cosechado unos resultados poco espectaculares. De hecho, la rusa llegó a retirarse en dos ocasiones del deporte profesional debido a los nacimientos de sus dos hijos. Pero decidió seguir pedaleando, pese a padecer una enfermedad cardiaca que no le ha impedido dedicarse en cuerpo y alma al deporte que más quiere.
     
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  15. labeaga

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    La Vuelta 1996: Lo que nunca sabremos de la retirada de Miguel Indurain

    Aquella Vuelta de 1996 fue un triste y forzado epílogo para Miguel Indurain, el mejor ciclista que posiblemente habremos visto nunca
    Ayer Carlos Tigero, autor de «La estela de Miguel», el libro fotográfico y documental que nuestros amigos de Cultura Ciclista le dedicaron al astro Miguel Indurain, sacó un tweet muy acorde a los momentos previos a la Vuelta a España que empieza ya…




    La imagen de María Escario haciendo las veces de Perico y De Andrés, presentando los equipos, poniendo acento sobre Miguel Indurain.

    No recordamos aquel día, sinceramente, aunque sí aquellos días.

    Estábamos sin saberlo en la cuenta atrás del gran campeón, de ese ciclista que tenemos la casi certeza que no volveremos a ver algo similar en competición.

    Porque Miguel Indurain hubo sólo uno, aunque muchos pensaron y vendieron que el relevo era sencillo y estaba de camino.

    Es como quienes le atribuyen diez Tours, ahora mismo, a Egan Bernal.


    El momento que nos rescata el autor del mejor libro de la era de Miguel Indurain no lo recordábamos pero es demoledor.

    «Si no sigo yo, vendrán otros que nos harán disfrutar«.

    No se puede decir tanto en tan poco y ser tan explícito sobre lo que pasaría unos tres meses después.

    Aquel agosto de 1996 lo recuerdo como triste, huérfano del Tour que muchos quisimos verle en la vitrina.

    Habíamos asistido, sin saberlo, a su última gran actuación, fue coral, con Abraham Olano, oro y plata en los Juegos de Atlanta, carrera de contrarreloj.

    Pero no se le perdonó ni un fallo a Miguel Indurain, un Tour perdido, y de cabeza, contra su voluntad a la Vuelta a España, una carrera que premiaba otro perfil de corredor, que no se le dio nunca, en abril, porque le pillaba frío y con alergias a flor de piel, y en septiembre, sólo hubo dos en su ciclo, a contrapié tras el brutal esfuerzo del Tour de Francia.

    De aquellos días se ha dicho mucho, escrito más pero nada que haya salido de la boca de Miguel Indurain.

    Su último año en Banesto fue de todo menos sencillo, la simiente venía del año anterior, que si no tenía que haber facilitado el triundo de Abraham Olano, el récord de la hora fallido en Quito…

    Los que estaban cerca de Miguel Indurain sabían mejor que nadie que aquel perfume estaba dando sus últimas gotas y alargar lo inaplazable, es complicado.

    La respuesta de Miguel Indurain a María Escario, en esa presentación, fue tremenda, un golpe en la línea de flotación de quienes le «obligaron» a correr esa carrera.

    Y ahí queremos ir, a cómo el ciclismo español despidió de forma abrupta a su mejor corredor de siempre, hoy y creo que por unas cuentas décadas.

    Una forma de hacer que explica muchas cosas de hoy en día, en esa misma estructura que es histórica, la que va de Reynolds a Movistar pero que también tiene sus cosas, algunas, quizá más de las que pensamos, inconfesables, por mucho que prensa oficial venda un vergel.

    Miguel Indurain nunca meneó el árbol y dudo que ahora lo haga.

    Él no estuvo en la fiesta de Abarca y sus treinta años en el ciclismo, siendo el corredor que más dio a la estructura que capitanea Eusebio Unzúe desde hace unos años.

    Son gestos que hablan más que un tweet y una ilusión social, mal vendida para quien quiera comprarla.

    Aquella Vuelta del 96, mientras Zulle y Jalabert montaron un show en los Lagos de Covadonga, en la base, antes de llegar a Cangas de Onís, llorábamos casi sin saber que aquel había sido el último momento de Miguel Indurain con un dorsal a a espalda.

    Con lo sencillas que parecen a veces las cosas, con lo sencillo que parece hacerlo bien y aquella relación, la más fecunda de siempre para el ciclismo español, acabó marchitada sin saber los motivos reales, o intuyéndolos, como otras tantas cosas en la vida.
     
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  16. ray

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    Ese es el típico espíritu patrio..EL CAINISMO.
    Así de duro,así de triste.
     
  17. labeaga

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    El peligro va con el ciclismo

    Es imposible que el peligro cero aparezca en el ciclismo
    El ciclismo se hace sensible al peligro.

    La semana después de la muerte de Bjorn Lambrecht, el ciclismo no se olvida de ese pequeño belga que nos dejó en Polonia.

    Entonces, por la Vuelta a Polonia, ya leímos alguna crítica a la carrera y sus carreteras.

    Críticas que incluso se trasladaron a la propia narración de la carrera, especialmente celosa con el estado de la ruta.

    Sobre el accidente de Lambrecht, opinar puede ser sencillo pero no sé si acertado, porque saber las circunstancias de su desgracia es muy complicado, cuando ni siquiera en el corte donde dicen que se ve su caída, nadie es capaz de saber qué ocurrió exactamente.

    La muerte de Lambrecht aconteció además el día después de la terrible caída de Luis Angel Maté en la misma carrera.

    Esa caída espero que no quite al marbellí de la Vuelta a España, pero el estropicio fue grande.

    Maté habló de los peligros de las carreteras de Polonia.

    Hay cosas que no son de recibo, carreteras agrietadas, rutas en mal estado, pero ¿es posible erradicar el peligro del ciclismo?

    Lo cierto es que ahora mismo hay en el pelotón y entre el aficionado medio una sensibilidad que es normal…

    Es curioso leer esto de Tim Declercq, un corredor que se ha hecho un hueco en el mejor equipo del mundo merced a ser un rodillo en terrenos que no son precisamente neutros.

    Tim Declercq es un fijo en las grandes clásicas de primavera, las del adoquín, las de tierra y calzadas que son auténticas trampas.

    Y posiblemente él mejor que nadie sepa que en el peligro también convive el ciclismo.

    El BinckBank Tour tiene como uno de los atractivos un recorrido accidentado, con trampas: una clásica diaria.

    En el Benelux ver ciclistas saltando aceras, invadiendo carriles bici y sorteando cuentas de tierra y llenas de suciedad.

    Un ritual que en ocasiones ha llegado a tener hasta sanciones.

    Las llegadas de esta edición han sido accidentadas, desde luego, como lo son otras muchas en otras tantas carreras.

    Pero llama la atención que haya corredores de diferentes equipos quejándose de la carrera y de la seguridad que perciben los propios profesionales.

    Sea como fuere quien quiera seguridad total en una competición pierde el tiempo, es nuestra opinión.

    El peligro va con la bicicleta, con el ciclismo, no es que lubrique la cadena, pero es compañero de ruta.

    La semana después del golpe del Lambrecht, sabemos que Domenico Pozzovivo posiblemente no vuelva a ser ciclista profesional por un atropello en la carretera.

    Eso fue entrenando.

    Es el día a día de este deporte que desde luego algo debe tener para que tenga tantos incondicionales y practicantes incluso en este contexto tan tétrico.

    Esperemos que la carrera que transcurre por las campas de Flandes y las colinas limburguesas deje atrás el mal trago de ver tantas escabechinas y que el ciclismo siga la ruta, porque el peligro en este deporte creo que va a ser imposible que no siga ahí.
     
  18. Javimeganero

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  19. labeaga

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    Bernard Hinault, el campeón total
    Para evitar meter un texto muy largo lo voy a hacer por capítulos, un saludo


    Bernard Hinault nació en Yffiac, Bretaña, el 14 de Noviembre de 1954, y fiel a su carácter no paró hasta ser lo que quería ser, ciclista, soñar con el campeonato francés o el Tour de Francia. Pasó al profesionalismo en 1975, si bien no fue hasta 1976 que de la mano de un Guimard retirado del ciclismo por culpa de las malditas lesiones, no empezó a destacar.

    Sólo ganó carreras menores, pero ya empezó a demostrar su valía, en un equipo Gitane en el que no convencía su líder, el belga Lucien Van Impe. Ya a final de temporada dejaba claro su potencial quedando sexto en el mundial de Ostuni (ganado por Maertens), imponiéndose en el sprint de su grupo a Merckx y transmitiendo su frustración a final de carrera por no sentirse arropado por su la selección francesa. Sólo tenía 21 años y se notaba el genio que iba a venir.

    Así, en 1977 y en un equipo en el que lo iban dosificando y en el que Van Impe ya no estaba, empezaba a adquirir protagonismo, y vaya si lo conseguía. Se imponía en la Gante Wevelgem para posteriormente alzarse con una gran Lieja frente a los grandes cocos del momento, acabando por delante de De Vlaeminck, Merckx o Maertens entre otros. Empezaba a ser una referencia y muchos franceses se preguntaban si no debía debutar en el Tour, pero Guimard lo estaba mimando y lo enfrentaba a los grandes pero en la carrera preparatoria, la Dauphiné Liberé.

    En la Dauphiné se imponía por delante de las estrellas que dominarían el Tour, Thevenet y Van Impe, y además dejaba imágenes para el recuerdo como un Hinault saliéndose por un precipicio en la bajada del col de Porte para inmediatamente trepar hasta la carretera y volver a montarse en su bicicleta, todo al más puro “Hinault style”.

    A final de temporada Hinault sólo podía ser octavo en el Mundial de San Cristóbal, Venezuela, en una carrera ganada por la estrella italiana del momento, Francesco Moser. A pesar de eso, Hinault sumaba una prestigiosa victoria a final de temporada , demostrando que era un gran contrarrelojista, ganando su primer GP de las Naciones.

    Sin duda, la temporada 78 iba a ser fundamental para saber si Hinault iba a ser una de esas promesas que se desvanecen o quizás la mano de Guimard y su talento iban a convertirlo en un referente del momento, una vez retirado Merckx.
     
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    Última edición: 24 Oct 2019
  20. Javimeganero

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    Me he quedado loco :eek:. No conocía yo esa historia así que me ha dado por buscar por Youtube a ver si existía vídeo y BINGO!!! Increíble con la galleta que se mete (pabersematao) que en pocos segundos esté rodando otra vez.

     
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