Un baño fatal. Lucien Lesna sale de los baños en Rennes. Todos los grandes nombres del ciclismo están en la salida de esta segunda edición de la Paris-Brest-Paris el día 15 de agosto de 1901. Enseguida Lucien Lesna se destaca de todos y se marcha en solitario provocando las burlas de sus adversarios, en particular de Hippolyte Aucouturier: “Ha debido olvidar que tenemos que llegar a Brest y volver otra vez a Paris”. En el control de Brest, en el momento de dar la media vuelta camino de Paris, Lesna tiene una ventaja de 2 horas sobre sus rivales. Al llegar a Rennes el calor es sofocante y Lesna decide parar a tomar un baño refrescante. Cuando retoma la marcha, con un fuerte viento en contra, es alcanzado por Maurice Garin, autor de una fantástica remontada. No aflojando en el esfuerzo, Garin va a distanciar a su rival que marcha con muchas dificultades, tantas que prefiere abandonar. “El deshollinador” aumentará su ventaja para acabar ganador en el Parque de los Príncipes, después de 52 horas y 11 minutos de carrera, con casi 2 horas de ventaja sobre Gaston Rivierre. Hasta luego.
Lesna se toma la venganza. El 30 de marzo de 1902 cincuenta corredores toman la salida de la Paris-Roubaix. Entre ellos están los mejores profesionales y muchos anónimos que han acudido a la llamada de unos sustanciosos premios. Tras darse la salida se van conformando numerosos pequeños pelotones a lo largo de las carreteras pavimentadas, que están terriblemente resbaladizas a causa de la lluvia. Al llegar a Arras, Lucien Lesna, Edmond Wattelier y Maurice Garin están en cabeza. Pronto este último tiene que ceder víctima de problemas mecánicos. Lesna, el gran batido de la última Paris-Brest-Paris, consigue soltar a su último adversario y encaminarse victorioso hacia el velódromo de Croix. Cuando entra en la pista, el corredor está irreconocible por estar totalmente cubierto de barro. Después de un rápido aseo en un barreño de agua, Lesna escucha “La Marsellesa” en su honor. Se trata de un doble éxito para el corredor, porque además de ganar la carrera, bate el record de la prueba que tenía Joseph Fischer desde 1896. Hasta luego.
“La carrera más grande del mundo”. Pierre Griffard, el director del todopoderoso diario “Le Vélo” (80.000 ejemplares) tiene el don de irritar al entorno de la industria de la bicicleta, que le reprocha su toma de posición política a favor del capitán Dreyfus, su “afilado liderazgo” y las “exageradas tarifas de publicidad”. Bajo el impuso de Adolphe Clément, fabricante de neumáticos, la ofensiva anti-Griffard se concreta en la llegada de un competido del “Vélo”. Apoyado por Edmond Michelin y los industriales anti-Dreyfus, Clément nombra a Henri Desgrange, su jefe de publicidad, como director de “L’Auto-Vélo”. La lucha entre los periódicos es implacable, Desgrange crea una segunda Bordeaux-Paris, realizada dos meses después que la oficial. Griffard replica denunciando a sus rivales por plagio y Desgrange se ve obligado a retirar la palabra “Vélo” del título. Pero prepara una nueva respuesta. Reúne en su despacho a dos de sus colaboradores, Géo Lefèvre y Georges Prade, y les solicita ideas para “cerrar el pico a este ****** de Griffard”. “Organicemos una carrera de varios días. Las grandes ciudades reclaman la presencia de los corredores”, lanza Lefèvre. “¿Pretendes que los corredores den la vuelta a Francia?”, pregunta Desgrange. El 19 de enero de 1903, “L’Auto” anuncia en primera página la creación de una increíble carrera: “La carrera ciclista más grande del mundo entero. Una carrera de más de un mes. Paris-Lyon-Marsella-Toulouse-Bordeaux-Nantes-Paris, veinte mil francos de premio. Salida: 1 de junio. Llegada: 5 de julio en el Parque de los Príncipes”. Hasta luego.
El cross de Géo. La UVF (Unión Velocípeda Francesa) tiene un sueño y “L’Auto-Vélo” organiza la primera carrera de ciclo cross el 10 de enero de 1903, sobre doce kilómetros en Ville d’Avray. “Supongamos que un ciclista tiene, en tiempo de guerra por ejemplo, la obligación de tener que circular por otros lugares que no sean carreteras, de rodar o trotar por tierras labradas, de meterse por los bosques, franquear fosos y sabréis cuáles son los principios del ciclo cross”, explica “el inventor”, Géo Lefèvre. Y los corredores ofrecen un espectáculo verdaderamente acrobático. Así, Seigneur, a pie y con la bici al hombro salta de árbol en árbol y Gentil completa los últimos 10 kilómetros con el sillín roto, sentado en el cuadro. Millo, arrastrado por su impulso, acaba empotrado contra unos arbustos. Después de cuarenta y dos minutos, el vencedor Enrico, pasa a la posteridad como el primero en ganar una carrera de ciclo cross. Hasta luego.
En la salida. Los corredores en el primer kilómetro de la carrera. Después de haber causado una gran sensación decidiendo organizar el Tour de Francia, Henri Desgrange se topa con las primeras dificultades pues los candidatos a realizar esta “carrera monstruosa” no se deciden a dar el paso adelante que les lleve a participar en ella. De todos modos, el director de “L’Auto” logra convencer a algunos reputados corredores, entre ellos Maurice Garin, Léon Georget, Hippolyte Aucouturier y Joseph Fischer. Pero la gran mayoría de los participantes son pobres diablos desesperados. Desgrange decide dotar de personalidad a cada uno de los grupos. Así llama a Alexandre Foureaux “el campeón de los carpinteros”, a François Monachon “el ciclista del talón”, a Lucien Pothier “el terrible carnicero de Sens”. Pero la organización sigue siendo artesanal y, en sus páginas, “L’Auto”, con prudencia, no da mucha publicidad al acontecimiento. La salida se da el 1 de julio de 1903 a las 15 horas delante del albergue “Au Reveil Matin”, en Montgeron. Los corredores son repartidos en dos categorías: los que luchan por la clasificación general y los que, habiendo abandonado durante la etapa, se inscriben para las jornadas siguientes. Los sesenta participantes firman el registro de salida bajo la vigilante mirada de Alphonse Steines, un colaborador de Desgrange, y se lanzan hacia Lyon, final de la primera etapa. A las 23 horas, Maurice Garin y Émile Pagie llegan a Nevers donde banderas y guirnaldas reciben a los corredores. Centenares de voluntarios aseguran que la travesía de los corredores se lleve a cabo sin problemas. Aucouturier vive el primer drama del Tour: “Tengo el estómago trastornado, no sigo más”, y abandona en La Palisse, a 135 kms de la meta donde Garin llega a las 9 de la mañana del 2 de julio, cincuenta y cinco segundos antes que Pagie, treinta y cinco minutos antes que Léon Georget. Hasta luego.
“Vive Garin”. Maurice Garin, ganador del primer Tour de Francia. Antes de esta sexta y última etapa, los veinte supervivientes están impacientes por acabar la carrera después de tres terribles semanas. Solo Maurice Garin, que cuenta con una ventaja de 2 horas y 49 minutos de ventaja sobre Lucien Pothier, tiene ánimos para hacer algunas bromas. Aún así, su intención es llegar en cabeza a Ville d’Avray, lugar oficial de la llegada y salta del grupo cabecero poco antes de la línea de meta. Una marea humana invade la carretera y el servicio de orden intenta devolver a la gente hacia las aceras. Las personas están por todas partes, en las ventanas, en los techos de las casas, en los árboles, sobre sus bicis o sus caballos. A las 14 horas y 9 minutos, Garin pasa bajo la banderola de meta con 10 segundos de ventaja sobre Fernand Augereau y Julien “Samson” Lootens. Después, los corredores, escoltados por miles de ciclistas, se dirigen al Parque de los Príncipes, donde son aclamados bajo los gritos de “Vive Garin”. El sonido de los clarines anuncia su llegada a la pista donde efectúan sus vueltas de honor. El primer Tour de Francia de la historia ha terminado. Hasta luego.
El casco neumático de los “stayers”. Con el constante aumento de las velocidades alcanzadas en los velódromos en las carreras de medio-fondo, los accidentes graves, a veces mortales, comienzan a multiplicarse. Así, para intentar poner remedio a estos hechos, los americanos hacen obligatorio el uso de un casco de cuero hervido. Pero se revela demasiado pesado e incómodo y esta protección no satisfaces a los “stayers” (corredores tras moto). Es entonces cuando un francés, M. Wannsonn, inventa el casco neumático, más ligero y provisto en su interior de una cámara de aire que se infla como si se tratara de una rueda de bicicleta. Los más reputados especialistas como Enrico Bruni, George Leander o Bob Walthour, pronto adoptan la costumbre de llevarlo en competición. Hasta luego.
Garrotes y revólveres. Los corredores que están disputando el Tour de Francia han dejado atrás Lyon hace varias horas este domingo 10 de julio de 1904. Maurice Garin, Lucien Pothier y el ídolo local Alfred Faure abordan en cabeza el ascenso al Col de la République, cerca de Saint Etienne. Son las 3 de la mañana y la luna ilumina vagamente a los corredores. En las proximidades de la cima, Faure acelera violentamente seguido por Pothier, cuando, de repente, centenares de espectadores cierran el paso al resto de corredores justo detrás de los dos primeros. Llueven los insultos, caen los golpes: “¡Abajo Garin! ¡Matadlos!...”. Maurice y César Garin reciben numerosos garrotazos. Giovanni Gerbi está inconsciente. Súbitamente, estalla un tiroteo. Son los oficiales que disparan para ahuyentar a los atacantes. En la cima del col, Faure espera a un pelotón que aborda el descenso en grupo totalmente traumatizado. Hasta luego.
¿Se ha terminado el Tour? Espectadores retiran clavos de la calzada antes de la llegada de los corredores. En Marsella, en la salida de la tercera etapa, las sanciones que han llevado a cabo los organizadores contra corredores que han cometido fraudes en la primera etapa y la definitiva descalificación de Pierre Chevalier antes de la salida de Lyon, se convierten en el principal motivo de conversación entre los corredores que quedan en carrera. Pero es la expulsión de la carrera del local de la zona, Ferdinand Payan, lo que provoca la furia de los espectadores. Se informa a los corredores de posibles problemas en las inmediaciones de Nîmes. Y así es, en la llegada a la mencionada ciudad, el pelotón de cabeza es asaltado por los seguidores de Payan a base de puñetazos y palazos. Garin consigue escaparse, pero los demás deben pelear para conservar sus bicicletas. La de César Garin queda completamente rota. Los organizadores, ayudados por soldados presentes en la zona, hacen uso de sus revólveres para abrir un paso en el medio de esta locura. Después de estos enfrentamientos, los organizadores deciden tomar caminos alternativos para evitar una nueva emboscada. Algunos corredores se disfrazan para intentar despistar a posibles alborotadores. Pero no es nada agradable el desarrollo de este Tour de Francia. Desgrange está desolado en la meta final de Paris. Además de los numerosos incidentes durante la carrera, las acusaciones de trampas contra Garin, Aucouturier y Pothier (que serán finalmente descalificados) han distorsionado la carrera. Al día siguiente de finalizar la carrera, el director de “L’Auto” no se anda con medias tintas: “El Tour ha terminado y creo que su segunda edición será también la última. Ha muerto de éxito, de las ciegas pasiones que ha desatado, de las sospechas que penden sobre los ignorantes y los malintencionados”. Hasta luego.
René Pottier, el primer rey de la montaña. René Pottier Esta segunda etapa del Tour de Francia 1905 va desde Nancy hasta Besançon y propone una gran novedad. Con el ascenso al Ballon d’Alsace y con tramos del 10% de desnivel, el Tour aborda por vez primera la montaña. En la base del col, los hombres de cabeza dejan de lado sus bicicletas para el llano y toman las bicicletas con un desarrollo más adecuado para la dura escalada a la que se enfrentan. En el interior de su coche, Desgrange se pregunta sobre el éxito de esta audaz empresa. Las primeras rampas son escaladas a un ritmo impresionante, a casi 20 km/h. De repente, Henri Cornet demarra. Louis Trousselier y después Émile Georget no pueden seguir el ritmo que impone. Un poco más lejos, el gran favorito, Hippolyte Aucouturier, cede a su vez. En cabeza circulan Cornet y René Pottier empapados por el sudor. Ambos están llevando a cabo un tremendo combate. Pottier se alza sobre los pedales y toma unos metros de ventaja. Su adversario consigue tomarle la rueda pero una nueva aceleración le clava en el suelo. El líder, doblado sobre la bicicleta, cruza la cima delante de Aucouturier, Trousselier y Cornet. Todos vuelven a cambiar de bici, salvo Cornet que tiene que esperar durante unos interminables minutos a que llegue su despistado mecánico. Finalmente, Aucouturier, gracias a un maravilloso descenso, sobrepasa a Pottier, primer “rey de la montaña”, y gana la etapa en Besançon con 10’ de ventaja sobre Pottier quien tiene el “consuelo” de convertirse en el nuevo líder de la carrera. Hasta luego.
41,110 km/h para Lucien Petit-Breton. El famoso record del mundo de la hora que estableció el americano William Hamilton el 3 de julio de 1898 en Colorado Springs, ha sido batido por Lucien Petit-Breton en Paris. Y, sin embargo, nada hacía prever tal hazaña porque el corredor había venido a la pista para intentar batir el record de los 10 kms. Tras haberlo logrado y sintiéndose en excelente forma, decide seguir adelante. Para pulverizar el record de Hamilton, sabe que debe marcar un tiempo de 26’’ en cada vuelta. Rodando regularmente por debajo de este tiempo, aumenta progresivamente su ventaja. Cuando suena el dispara que marca la hora, el francés ha cubierto 41,110 km, 329 mts más que Hamilton. Hasta luego.
El vano retorno de Trousselier. Louis Trousselier tumbado en la hierba. El pelotón de la Bordeaux-Paris se encuentra en plena noche después de unas horas de carrera. De repente, se escuchan juramentos y gritos. ¡Una caída! Algunos se levantan rapidamente, otros se retrasan enderezando sus manillares al borde de la carretera. Algunos corredores se reagrupan por detrás lamentándose por sus múltiples pinchazos. Son corredores anónimos, que corren por su cuenta y riesgo, esperando conseguir un puesto de honor en la más prestigiosa de las clásicas. Aparecen luces a lo lejos, el control está próximo. Después de una comida a base de huevos revueltos y algo de caldo, todo rociado con vino de Oporto, cinco corredores retoman la carrera en cabeza: Hippolyte Aucouturier, Marcel Cadolle, Louis Trousselier, Émile Georget y Henri Cornet. Pero un poco más adelante, Aucouturier y Georget se quedan atrás después de sufrir una caída. En Beaugency, solo dos hombres, Cadolle y Cornet, permanecen en cabeza rodando a un ritmo sostenido a pesar de las trampas que la noche pone en su camino y a pesar de los 450 kms ya recorridos. En Orléans, los dos hombres no se entretienen en el control porque son informados de que Trousselier está a solo un minuto de distancia. Al cabo de media hora de un intenso esfuerzo, Trousselier alcanza la cabeza e inmediatamente intenta escaparse en solitario, pero Cadolle y Cornet no lo permiten. De repente es Cadolle quien se marcha solo. Cornet parece con fuerzas para seguirle, pero rapidamente queda desfondado, agotado. Trousselier, indignado, tira la bicicleta y se tumba en la hierba. Bajo la presión de sus colaboradores, retomará la marcha, pero una nueva caída antes de Versalles le detendrá de nuevo. Entrará en el Parque de los Príncipes con las piernas ensangrentadas, llorando de dolor y de rabia, diez minutos después de Cadolle y seis después de Cornet. Hasta luego.
El suicidio de René Pottier. ¡La estupefacción estalla dentro del ambiente ciclista! Hoy, 25 de enero de 1907, se acaba de conocer que René Pottier, el rey de los escaladores, el último vencedor del Tour de Francia, se ha suicidado. Un mecánico al servicio de la casa Peugeot le ha encontrado colgado del gancho donde dejaba su bicicleta regularmente. No ha dejado ningún mensaje, pero su hermano André, muy próximo a él, habla de un desengaño amoroso. Para conmemorar su memoria, los organizadores del Tour levantan una estela en su honor en la cima del Ballon d’Alsace. En su última carrera, el Bol d’Or, en el otoño de 1906, Pottier no solamente se impuso como ganador, sino que además batió el record de estas 24 horas tras tandems, con 925 kms. Hasta luego.
Petit Breton en San Remo. Gustave Garrigou y Lucien Petit-Breton persiguen a Giovanni Gerbi. En 1906, se organiza una carrera automovilística sobre el recorrido Milan-Acqui-San Remo. El fracaso es absoluto, solamente dos coches terminan la prueba. Pero lo organizadores de la citada carrera proponen a la “Gazzetta dello Sport” adaptar esta idea al ciclismo. Así nace la Milan-San Remo. El frío y la lluvia castigan a los participantes en la salida este 14 de abril de 1907, por ello solo la mitad de los inscritos acuden a la salida. En Pozzolo Formigaro, Giovanni Gerbi, demarra y se hace con tres minutos de ventaja sobre Luigi Ganna, Carlo Galetti y Gustave Garrigou. Este último, acompañado de Lucien Petit Breton, compañero de Gerbi en el equipo Bianchi, no tarda en alcanzar al líder. Gerbi, que a la hora del sprint es bastante mediocre, decide obstaculizar a Garrigou para favorecer la victoria de su compañero. No duda en utilizar todas las artimañas posibles para obstaculizar su marcha y así, el francés Petit Breton gana la primera edición de la Milan-San Remo. Hasta luego.
Los alemanes saben recibir a sus invitados. El Conde Zeppelin saluda a Louis Trousselier, líder de la carrera, en la llegada de Metz. El 12 de julio de 1907, el Tour de Francia celebra su 3ª etapa que va desde Metz a Belfort, a través de Alsacia y Lorena. La salida se da a las 03:30 de la madrugada en la localidad alemana de Metz y 21 kms mas adelante los corredores llegan a la frontera con Francia, lo que permite a los cronistas comparar la “organización alemana” y la “administración francesa”. El periodista de “L’Auto”, G. de Pawloski lo cuenta perfectamente: “sorprendidos en pleno sueño, obligados a levantarse en tres minutos, los aduaneros alemanes han aparecido correctamente uniformados. Por el contrario, en la aduana francesa, todo es triste. Sucios, cubiertos de barro, con el uniforme parcheado y descolorido, la espalda doblada, los dos encargados de la frontera y que representan a Francia, nos reciben con indiferencia”. Ya la etapa anterior, Alemania dio muestras de su amabilidad cuando los soldados alemanes saludaban militarmente el paso de los corredores. Y en la llegada de Metz fue el propio Conde Zeppelin quien recibió a los corredores agasajándoles en nombre de todos los alemanes. Hasta luego.
Además de agradecerte el trabajo de todas estas aportaciones, me quedo por aquí para que me salten en las alertas. De nuevo y con agradecimiento, recibe un saludo, compañero.
Georget pierde el Tour por una irregularidad. Georget, Trousselier y Petit-Breton a pocos kilómetros de la llegada a Metz, en la 2ª etapa del Tour 1907. A una semana de que la carrera termine en Paris, nadie tiene dudas de que la victoria será para Émile Georget, ya que su superioridad y su ventaja son considerables. Hoy es 24 de julio de 1907 y se disputa la 9ª etapa, entre Toulouse y Bayona, bajo un sofocante calor. Un pinchazo en el control de Auch retrasa a Georget mientras que Lucien Petit-Breton se marcha en solitario, para otra aventura en solitario. Georget toma prestada la bicicleta sellada, por lo tanto homologada, del parisino Pierre Privat, cometiendo con ello una infracción al reglamento de la prueba. En el siguiente control, el líder del equipo Peugeot abandona esta comprometedora bicicleta y se hace con la suya ya reparada para terminar la etapa en 4ª posición a casi media hora de Petit-Breton, victorioso después de una escapada de 220 kms en solitario. Pero la irregularidad de Georget no ha pasado desapercibida entre sus rivales que presentan varias reclamaciones. M. Gentil, patrón del equipo Alcyon, exige la descalificación inmediata al último lugar de la etapa para Georget. Amenaza con retirar a sus corredores, especialmente a Trousselier, si la decisión no se toma esta misma tarde. La dirección no toma ninguna decisión y en la etapa siguiente, los corredores del equipo Alcyon no toman la salida: Trousselier (3º en la General), L. Georget (6º), Lignon (9º), Van Hauwaert (10º) y los demás corredores del equipo abandonan la carrera. Por la noche, Henri Desgrange toma la decisión de descalificar a Émile Georget y sancionarle con 43 puntos, con ello pierde el liderato y pasa a ser 3ª en la general tras Petit-Breton y Gustave Garrigou. La victoria final no se le escapa a “El Argentino” que se hace con su primer triunfo en el Tour de Francia. Hasta luego.
“Ventr’ouvert” aprovecha las desgracias de Faber. Corredores en la salida de Paris. En trece ediciones, la Paris-Roubaix no había conocido jamás un tiempo parecido. La nieve y el frío acompañan a los 80 corredores participantes este 19 de abril de 1908. Por primera vez, la prestigiosa prueba se desarrolla sin colaboradores. Otras medidas son adoptadas para asegurar la igualdad de oportunidades entre los corredores: supresión de seguidores y cuidadores, prohibición de cambiar de bicicleta fuera de las zonas de control y cambiar de bicicleta entre corredores. También se prohíbe esperar a un compañero que se haya quedado. En el control de Arras, François Faber, aprovechando el caos que reina siempre en el momento de la firma, se escapa. Detrás de él, el belga Cyrille Van Houwaert, llamado “Ventr’ouvert”; el campeón de Francia, Gustave Garrigou y Georges Lorgeou comienzan la caza. El belga alcanza en solitario al hombre de cabeza a algunos kilómetros de la llegada. Entonces, cuando los hombres cruzan las puertas del velódromo, un movimiento se produce en el gentío, que impide literalmente la marcha de Faber. El corredor cae al suelo tras chocar con un imprudente espectador. Se levanta desorientado, la sangre corre abundantemente por su rostro, pero laboriosamente consigue completar las seis vueltas reglamentarias. El camino ha quedado libre para Van Houwaert que cruza la meta cuatro minutos antes que Lorgeou y seis antes que Faber. Hasta luego.
Los trucos del oficio. Van Hauwaert en la meta del Parque de los Príncipès. El 26 de junio de 1907 se celebra la Bordeaux-Paris bajo unas espantosas condiciones climáticas. La lluvia y el viento azotan la carretera durante toda la noche y los corredores están helados. Por la mañana, el cielo se despeja y el calor se vuelve abrumador. Los corredores piden ropa seca, pero los directores deportivos son pobres. Garrigou ordena entonces a los colaboradores que se desnuden. La caravana se detiene inmediatamente. Una vez resueltos los problemas de logística, Van Houwaert ataca y se va en solitario. El barro que cubre sus piernas se endurece bajo el sol, formando una costra. Para deshacerse de esa molestia vacía su vejiga sin dejar de pedalear. En Paris, Cyrille Van Houwaert gana la carrera con siete minutos de ventaja sobre Augustin Ringeval. Hasta luego.
Las cualidades escaladoras de Georges Passerieu. Lucien Petit-Breton y Georges Passerieu El luxemburgués François Faber es la revelación en el comienzo del Tour 1908 ganando dos etapas de las cuatro disputadas. Hoy, día 21 de julio, los corredores se internan en La Chartreuse a través del temido col de Porte. Lucien Petit-Breton ya ha advertido a sus adversarios: “si no cedo hoy, ganaré el Tour”. La batalla se desencadena muy pronto, en territorio suizo, durante el ascenso del Cerdon donde 8 hombres se destacan en cabeza. Cyrille Van Hauwaert y Gustave Garrigou no se encuentran entre ellos. Al pie del col de Porte, Petit-Breton y Passerieu se presentan con un cuarto de hora de ventaja sobre Faber, que ha sido víctima de una caída provocada por un motociclista y a consecuencia de la cual lleva dañado un pedal. Los dos hombres de cabeza afrontan las duras rampas codo a codo. Passerieu parece más fresco, pero el coraje del “Argentino” le permite mantenerse a su lado. Faltan algunos kilómetros para la cima cuando Petit-Breton echa pie a tierra, toma su bici al hombro y comienza a caminar cuesta arriba. Más tarde explicará que él tiene en mente la clasificación general y que desea conservar fuerzas para las siguientes jornadas. Mientras tanto nada impide la imperial marcha de Passerieu que franquea la cima en cabeza y sin haber puesto pie a tierra durante toda la subida. A destacar también el esfuerzo de Faber que ha alcanzado y sobrepasado a Petit-Breton. Nada impide la victoria en Grenoble de Georges Passerieu, su segunda victoria de etapa. Petit-Breton es tercero en la meta tras Faber, pero conserva con holgura su primera plaza en la clasificación general. Hasta luego.
