Cada día le veía subiendo la misma larga y tediosa pendiente. Vestido con ropa de trabajo que no era más que un tejano, camiseta de algodón en verano y cazadora en invierno. Calzaba unas zapatillas de aspecto rústico pero efectivas para lo que yo intuía era su labor de jardinero a horas en alguno de los múltiples chalets de la zona. Peculiar en su forma de pedalear, con los talones apoyados y haciendo una fuerza circular que desmitificaba todas las técnicas posibles. Sin embargo su ritmo era bastante bueno sobre todo si calculabas el peso del hierro que llevaba que seguro no bajaba de los 17kgrs. una vieja mountain bike de horquilla rígida y colores difuminados entre el violeta y el rosa. A fuerza de tanto pasar por su lado y saludarle se me pegaba a rueda unos cientos de metros y ya me dejaba con una sonrisa de satisfacción en su cara. Cuando ya no notaba su presencia me giraba y solo veía sus dientes blancos relucientes enmarcados por el oscuro de su piel, levantaba la mano y se despedía. Al principio he de decir que no me hizo mucha gracia que me siguiera el ritmo, de que servía una bici de 6,5kg. equipación de última hornada y estado físico más que apreciable. Luego era como una dosis de algo, le veía de lejos, le alcanzaba, me seguía y despedida. Un día me lo encuentro fuera del lugar habitual, estaba a la entrada de un polígono industrial de las afueras con su bicicleta averiada, empujándola camino hacia algún lugar. Yo iba en mi furgoneta y me paré para preguntarle si necesitaba ayuda. Me reconoció enseguida a pesar de no ir vestido de ciclista y mucho menos montado en mi flaca. Con cierta vergüenza me dijo que había doblado la llanta y que al rozar en el freno no giraba la rueda. Le dije que subiera que le llevaba, cargamos la bicicleta en la parte de atrás, uff!!! Confirmado 17 o 20krgs. de hierro. Nos presentamos y me dice que se llama Makalo y es de Senegal. Rápidamente y como si lo hubiera llevado dentro todo este tiempo me suelta yo en mi país corría en bicicleta claro, en principio me pareció normal porque me aguantaba un rato la subida pero sin embargo me descolocaba la forma de pedalear con los talones fuera de toda ortodoxia ciclista, le pregunto por ello. Tranquilamente me dice que es por ahorro energético, la fuerza con el talón produce menos desgaste. Ah!!! Me quede sorprendido no por la respuesta en sí sino por la seguridad con que la dijo. En el transcurso del viaje le comenté que si le gustaría salir otra vez en bici de carretera yo le podía dejar una y hacer una salida corta cuando quiera. Antes de bajar de la furgo en su destino me dice, Ok el Domingo que viene te espero en la rotonda a las 9hrs ok? Claro que sí le respondo. Nada más dejarle ya me estaba arrepintiendo, el Domingo es buen día de salida y yo me vengo a comprometer con este, es que soy lo que no hay, por bocazas me pasa. Llega el Domingo y bajando de la urbanización le veo de pie a la entrada de la rotonda, chandal azul completo y un casco que seguramente algún niño dejó tirado aburrido del mismo. Por suerte le cambié los pedales a la bici que le dejaba previendo que no tendría nada de nada. Sus dientes empiezan a relucir nada más verme llegar y antes que buenos días me suelta, no creí que vendrías. Salimos rumbo al norte por la carretera de la costa, lo dejé que pasara delante para verle y la verdad es que tenía un cierto estilo, por lo menos no se le veía como un novato y mucho menos como cuando sube en su bici. Le digo que haremos unos pocos kilómetros más que nada para airearnos y que el volviera a tener sensaciones de ciclista en serio. ***** empieza a apretar y me pone rápidamente en fila, cuando llevamos unos pocos kilómetros a lo lejos va una grupetta y veo que se gira y me dice venga que les alcanzamos. La cara de los tíos al verle pasar era para la peli de Torrente, una BH de aluminio, con un tío en chandal y bambas y los pasa a 36/hora y no veas la que se arma. Yo me reía conmigo mismo y a su vez disfrutaba de pensar en lo bien que se lo estaba pasando. A los 25 kilómetros de la salida le indico que nos damos la vuelta que por hoy ya es suficiente en total saldrán 50km. aproximadamente que por ser su primer día en serio ya está bien. El regreso igual de alegre, cadencia y velocidad, yo alucinado y repasando el mito que la gente de color está especialmente dotada para los deportes aeróbico y de resistencia. Llegamos al punto de partida y le invito a una coca cola en el bar. Me cuenta su historia, que lleva 2 años aquí, cruzó en patera luego de un periplo muy largo y que actualmente hace trabajos de jardinería por 2 euros la hora. Me explica que cuando tenía 15 años un francés le ofreció entrar en un equipo-escuela y que ganó varias carreras de juvenil. Luego tuvo la oportunidad de a los 20 correr el Tour de Senegal pero el tercer día se cayó y tuvo que retirarse del mismo. Por necesidades económicas tuvo que dejar todo y marchar rumbo a Europa y hasta hoy no había vuelto a tocar una bici con cara y ojos. Le pregunto ¿si se dieran las condiciones te gustaría volver a dar pedales de una forma más seria? y sin dudarlo me responde que es su ilusión y sería el hombre más feliz si pudiera realizar ese sueño. Nos despedimos con la promesa de volver a repetir esta salida. Que recompensa tan grande tenemos cuando ves a alguien que ha disfrutado y ha sido feliz aunque sea por un rato. Y en definitiva a mí no me había costado nada ese momento y sin embargo que gratificante es ver sus dientes relucientes, chocar nuestras manos y nuestro puños a modo de despedida. A partir de ese momento y nada más llegar a casa me puse a revolver el armario para cojer todos los maillots, culottes, calcetines, guantes etc que ya no utilizaba, prepararle una bolsa y regalárselo en la próxima oportunidad. Hablé con nuestro grupo de salida y cuando les conté el caso todos querían contribuir. Que si una bici en condiciones, un casco decente, que si sale con nosotros, etc etc. Pero seguía existiendo un problema de fondo, 2 euros la hora y jornales escasos de apenas 20 al día, y malviviendo en un piso hacinado con 7 compatriotas no hacían presagiar un buen futuro. Durante la semana lo volví a cruzar y esta vez no solo me seguía sino que se ponía en paralelo y me daba charla, siempre de lo mismo, que tal había entrenado, por donde fue la salida y así unas cuantas preguntas hasta que nos despedíamos y le dejaba atrás. Jamás decía o hacia referencia a una próxima salida. El viernes cuando volvimos a coincidir le digo, Makalo, el domingo salida!!! Su sonrisa fue la despedida. Coge la bolsa que es todo para tí!!! Esa mañana sus ojos no le cabían en las órbitas, los dientes le salían de la boca, sus manos iban de un maillot a un culotte o el casco con un temblor continuo. Esto es para mí!!!?? Y de pronto aparecen mis colegas con una Orbea que logramos armarle en una semana, más que decente, con despiece de todos y un flamante par de zapatillas Ges que a 10 euros por cabeza nos permitió darle la mayor alegría desde que había venido a la zona a doblar la espalda. Se viste dentro de la furgo y sale hecho un pincel con su peculiar gusto por los colores, culotte amarillo,maillot rojo y calcetines azules cuando había combinaciones más amables a la vista que la elegida. Ajuste de sillín de última hora y a rodar. Continuará...
Leída. Me ha gustado, gracias. Espero la segunda parte. Y la pregunta de rigor, no obligado a responder... Ficción o realidad?
Me acabas de arrancar una sonrisa justo antes de irme a dormir....Con que poco se puede hacer feliz a una persona. Saludos.
+1 muy pero MUY!!!! bueno. Felicitaciones, escribes muy bien, me has hecho sentir en carne propia el relato. Ojalá sea realidad, y si no lo es ojalá hubiera cientos de historias reales similares.
