Crónica de un sufrimiento inesperado

Tema en 'Rutas y Marchas' iniciado por boss_2k3, 31 May 2010.

  1. boss_2k3

    boss_2k3 Miembro

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    Hola compañeros,

    Ayer participé en la VIII batalla de Alarcos (Ciudad Real), y esta es una crónica de como un día aparentemente normal se va torciendo y se convierte en un calvario, porque el estómago te juega una mala pasada.
    Si apetece leerlo adelante, y quizá alguien se siente identificado.


    Se da la salida neutralizada, y desde aquí se impone una marcha bastante exigente, en la que hay que estar muy atento por que te puedes quedar descolgado. Voy en la parte final del grupo, busco con la mirada el grupo de conocidos con el que intentaré formar grupeta para todo el recorrido, los diviso no muy lejos. Se lanza la salida, el grupo se estira muchísimo y hay que esforzarse para no dejar la rueda de los que tengo delante; el ritmo es bestial. Tras pasar Poblete encaramos la subida al cerro de Alarcos he perdido de vista al grupete, por despiste. La subida se hace dura es sólo 1Km, pero muy intenso con un 12% al final, intento no quemarme demasiado.
    En lo alto veo al grupo que acaba de terminar la bajada y empieza a rodar por la carretera de dirección Alcolea (supongo que son ellos, me extraña mucho que estén mas delante). Me lanzo hacia abajo y alcanzo una velocidad de 83Km\h. Abajo me encuentro con un grupo de 5 ciclista con los que intento buscar colaboración para dar alcance a mi grupo, la encuentro por parte de 2 de ellos pero el ritmo no es bueno se ven a lo lejos pero la distancia no disminuye, me exprimo, el pulsometro no para de pitar, rebaso continuamente las pulsaciones marcadas como límite.
    Damos caza a 2 solitarios ciclistas que se unen al grupo, y ayudan en los relevos. Toda una ayuda, parece que la distancia se reduce. Llegamos a Alcolea y comienza la subida, pongo un ritmo fuerte y todo el grupo se queda, me llevo enganchado en mi rueda sólo a uno. Veo que me acerco al objetivo, le pido un relevo a mi acompañante, me lo concede, tras recuperar un poco, cargo el plato grande y me voy hacia el grupo, enlazo junto con mi improvisado compañero. Objetivo conseguido, la misión ahora es realizar los 140km restantes en el grupo. Fácil. Es un grupo de unos 12 corredores, me quedo en la parte trasera intentando recuperarme del esfuerzo realizado para alcanzarlos.
    Comienza la subida a la antena de Piedrabuena y noto que voy muy alto de pulsaciones, necesito un gran esfuerzo para no descolgarme, no es normal, no hay buenas sensaciones desactivo el pito del pulsometro para no volverme loco. Me sorprende la presencia de un chica en el grupo, esto si que no es normal, seguramente la única participante femenina de la carrera, aunque más me sorprende su ritmo, y su pedaleo ágil, y sensaciones en general, bravo.
    Estamos en Piedrabuena con buen ritmo pero relajado, decido comer algo, saco del mailot dátiles, orejones y media barrita.
    Llegamos a Porzuna donde se encuentra el 1º avituallamiento alguien hace un gesto de saltarlo, como habíamos decido anteriormente, ya que todos llevábamos agua, y comida suficientes para aguantar hasta el siguiente. Aunque hay quien para coger algo de líquido rápidamente y no tardan en enlazar con nosotros. Encaramos una recta totalmente llana de 17 km y viento suave en contra hasta la Toledana, nos ponemos en fila india y la realizamos en una media de algo mas de 33km\h, no esta nada mal.
    Giramos a la derecha y nos encontramos con otra recta de 7km con una inclinación hacia arriba casi imperceptible. La recta se sucede entre conversaciones, chistes de rubias y chistes varios, y van empeorando mis sensaciones, siento que aguanto el ritmo pero mucho mas incomodo de lo normal. Soy incapaz de contar un chiste.
    Comienza la subida, empiezo a sufrir por no descolgarme de la cabeza del grupo, paso un infierno, hace mucho calor y me quedo descolgado, a mitad de subida me doy cuenta que llevo todo el desarrollo que permite mi bicicleta, esto no es normal, algo pasa. En lo alto hay un avituallamiento pienso que podre enlazar allí con el grupo. Tras un sufrimiento desconocido para mi llego al avituallamiento, me encuentro al grupo dispuesto a seguir, relleno los bidones de agua y sigo, salen como 10 sg antes que yo. Es bajada creo que los pillaré, intento pedalear para conseguir velocidad, soy incapaz de dar una pedalada. Pienso en cogerme en la parte baja del manillar para bajar la cabeza y buscar posición una posición aerodinámica, no puedo poner esta postura tengo el cuerpo agotado. Realizo la bajada siempre con el grupo a la vista pero sin poder enlazar. Comienza la segunda subida, nada mas comenzar pongo todo el desarrollo, es imposible. Dudo si esperar a mas gente que también se habían descolgado, o iniciar la subida yo solo, miro atrás no veo a nadie. Decido seguir. Paso horrores para llegar arriba, he perdido al grupo de delante. En la bajada soy incapaz de mover los pies y de bajar la cabeza, solo puedo dejarme caer. Termino la bajada y me encuentro con una subida inesperada, no sabía que había que volver a subir, 2 km de subida. Sufro lo indecible y tengo que pararme, aprovecho y hago mis necesidades. Me adelanta un solitario ciclista, lleva un ritmo muy lento, intento darle caza pero es imposible. Entre dolores y sufrimientos llego al alto estamos en el kilómetro 102 de carrera, comienza un bajada muy larga, suave pero siempre bajada, comienza a rondarme la idea de abandonar. Tengo la esperanza de recuperar fuerzas en la bajada, intento pedalear un poco, con el plato grande y así ayudar a la gravedad, es insufrible.
    Tampoco soy capaz de bajar la cabeza, para buscar posición aerodinámica. Me adelantan dos ciclistas no hago ni amago de intentar seguirlos, estoy vacío, y en estas decido abandonar. Soló puedo dejarme caer, pienso echar pie a tierra en el siguiente pueblo, allí habrá alguien de la organización. Llego a Las Povedillas, no veo a nadie de la organización el camino es recto por lo que no hay que señalizar. Sólo algunos integrantes de boda\comunión\bautizo, no sé, que me dan ánimos. Decido llegar hasta el siguiente pueblo.
    Continúo bajando dejándome caer y veo una parada de autobús, pongo el pie en tierra y me siento a esperar el coche escoba. Es el Kilómetro 110 y 3h50minutos de carrera. Aquí termina la marcha para mi. Estoy en un pueblo llamado Valdehierro. La sensación es estar totalmente vacío sin un céntimo de fuerza, pero con el estomago lleno, sin poder tragar ni un gramo de agua. Unos lugareños, muy amables me ofrecen bebida fría, aseo para lavarme la cara, teléfono... Me lavo la cara y me sienta bastante bien. Gracias a esta gente. Vuelvo a sentarme en la parada a esperar el “autobus”. Comienzo a sentirme mal y vomito aproximadamente la mitad de lo que había ingerido durante la marcha. Vomitar me viene muy bien me siento mejor. Aparecen unos chavales jóvenes, que me dan conversación y me preguntan sobre bicis.
    Los grupos de ciclistas se suceden, algunos me animan, mi respuesta es siempre la misma, no puedo dar una pedalada.
    Llega la furgoneta escoba, echo la bici y me subo, había 2 abandonados más. Paramos a recoger a otro que se había quedado por un pinchazo, me bajo y vuelvo a vomitar. Esta vez vomito la otra mitad de lo que había ingerido durante la marcha. Todo empieza a recobrar sentido, parece que mi estomago no ha digerido nada durante las casi 4 horas de marcha, por eso estoy tan vacío.
    El viaje en furgoneta se convierte en un calvario, para mi, por el mal estar general y de estomago, además empiezan a dolerme las piernas de manera atroz. Tras 2 horas de viaje, siguiendo al último grupeto de la marcha llegamos a meta. Me bajan la bici de la furgoneta y se queda el casco, tengo que pedir que me lo bajen por que soy incapaz de subir a cogerlo por mi mismo. Entro al polideportivo, cojo la bolsa de regalos y me monto en la bici para ir a casa, vivo como a 250 metros, pero sufro lo inenarrable.
    En casa no puedo comer, no puedo dormir, no puedo estar en el sofá, no puedo estar acostado, no puedo estar de pie, no puedo estar sentado. Lo peor el dolor de piernas y de espalda. Encuentro una postura en el sofá donde sufro menos y ahí estoy como 8 horas, sin apenas moverme, después a dormir.

    Aún así al día siguiente pienso en coger la bicicleta un rato por la tarde, y en la próxima cicloturista que tenga ocasión de ir, allí estaré.

    Así somos.
     

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