La venganza es una reprimenda que se ejerce sobre una persona o un grupo de personas por una acción que es percibida como mala o dañina. El sujeto que se siente afectado decide vengarse y concreta una especie de reparación por el daño. La venganza supone una compensación por el agravio recibido. De esta manera, la venganza intenta perecerse a la justicia aunque, por lo general, su objetivo trasciende la atención de la reparación. Por ejemplo: Si un hombre recibe una patada, es muy probable que desee vengarse con dos patadas. Con esta acción queremos trasmitir un castigo ejemplificador a la persona que causo el daño original. Pese a lo condenable que puede ser desde el punto de vista moral o ético, la venganza causa placer a quien la concreta, ya que el vengador suele estar inmerso en sentimientos de desahogo. Cuando la venganza intenta ser ejemplificadora, es decir, el daño causado es mayor al daño original, se corre el riesgo de entrar en una espiral de violencia sin control. Por eso desde épocas antiguas, se intento fijar una justicia retributiva con la ley del Talion, ósea Ojo por ojo, diente por diente En las sociedades modernas, la venganza no esta permitida ni tampoco es considerada como justicia, pero eso no siempre es así. Después de este, no pequeño prologo, os paso a relatar la última de las tres etapas de la Madrid Bikes 2011. Tras el desastre de la segunda etapa, no por el clima ni la organización, si no por mis infortunios mecánicos (Ver crónica 2 día), inicio el día con la intención como poco de empezar y acabar, triste pero cierto. El día anterior me ha minado y me hizo daño, más moral que físico. Este día era como muchos otros, bici, carrera y a darlo todo dando pedales Pero no, algo hacia que fuera diferente. Mi madre, si mi madre, esa persona que me ha parido, que me ha visto llegar miles de veces muerto de cansancio, con las rodillas raspadas, empapado por la lluvia o simplemente que me ha aguantado y sufrido esta afición, ya mi forma de vida desde hace casi 20 años, iba a verme por primera vez. ¿Donde vas con la que esta cayendo? seguro que lo habéis oído miles de veces, seguro que después de haberme visto sufriendo y disfrutando la pregunta seria esta ¿Hoy no vas con la que esta cayendo? Llegamos con tiempo, pero eso es lo que hace que te relajes al principio. Todo listo, cadena nueva, roldanas nuevas, reparación de un diente torcido del plato mediano, lubricación en trasmisión y en barras de suspensión. Todos llamados a la salida, codo con codo con las primeras posiciones, el día promete. Todos a rodar, no realizo ni un kilómetros y la cadena salta y salta por culpa del piñón. Nunca y digo nunca se ha de poner una cadena nueva y salir sin haberla probado antes. Es un error de principiante, cambie la cadena de noche en casa y después de la paliza del día, lo que menos pensaba es en dar unas pedaladas para verificar el cambio de cadena y su adaptación. Un kilómetros recorrido y me tengo que dar la vuelta, mi familia se queda a cuadros, intento solucionarlo pero no hay solución. La decisión esta tomada, después de 15 minutos de deliberación, me dispongo a desmontar la bici y a realizar una retirada. Con la bici en el maletero, totalmente desmontada y yo ya cambiado, me dispongo a abandonar la zona de salida, dirección a Madrid. Circulando al final de la calle desde donde se realiza la salida, mi hermana visualiza a la persona con la que ha estado siguiendo estos días la carrera, rápidamente nos pregunta Que ha sucedido, fue explicárselo y en menos de 1 minuto estaba montando una rueda completa que me deja esta persona. Si dios existe, tiene 55-60 años, conduce un Renaul Megane y en su maletero lleva una rueda de 26 con un neumático Larsen TT y disco de 160 mm. Estaba listo, y 25-30 minutos me separaban de la hora de la salida, retorno al inicio del recorrido y me dispongo a realizar lo que denomino una cacería. Memorice el recorrido y medio lo conocía, sabia que la subida era larga y pedregosa, esto me beneficiaria por mi forma de pedalear. Después de 22 minutos de pedaleo agónico, veo a lo lejos al que debía de ser el último corredor. Después uno, otro y así seguimos nuestra ascensión, lenta pero productiva. El terreno era una tortura, si a eso le sumas las 2 etapas anteriores, imaginaros la procesión que allí se estaba cocinando. En esta subida me estaba vengando, mi bici me hizo la vida imposible, me hizo sufrir y ahora esta estaba pagando mi ira. Estaba machancadola, y cuanto mas la apretaba más quería. Coronamos y se creía que iba a tener un respiro, pues a respirar el lunes. Descenso suicida hasta llegar al puerto de Canencia, conocía las pistas por donde nos estaba llevando la organización y eso hizo crecerme. Uffffff, dios, conozco hasta cada curva de la trialera por donde nos van ha hacer bajar. Si no conocéis este tramo, creo que es si no el mas complicado que he bajado, el menos ciclable. Peligroso, muy peligroso. Ahora era yo el que estaba haciendo sufrir a mi bici, la estaba haciendo pasar apuros, me estaba vengando y me estaba dando esa satisfacción que como he dicho al principio tenia tintes de justicia. Tras realizar este tramo con una dificultad muy alta, nos encontramos con el avituallamiento. No iba a parar, pero allí estaba mi familia y 10 segundos, ¿Quién no tiene 10 segundos? Desde el inicio hasta este punto del circuito, había pedaleado con ganas pero en ningún momento me sentí haber dado el cien por cien. Estaba vengándome, y mi bici estaba crecida, era el momento de subir al siguiente nivel. Desde ese momento comencé a apretar de verdad, hacia tiempo que no tenía esa sensación, esa sensación de ver un pequeño repecho y en vez de subir piñón, ponerte de pie, coger los acoples e intentar arrancar los pedales de las bielas. Senderos, curvas y un largo descenso. Un descenso donde recuerdo plato grande y pedalear hasta de pie. El pueblo tenia que estar cerca. Me informan, Dos kilómetros y meta, hay es cuando me sentí vengado, mi venganza pedía justicia, justicia por lo que padecí el día anterior. Y hay empezaba a estar satisfecho, se había hecho justicia. Le tenia respeto, amor y odio, si no la mimas se queja y la mis se quejaba a gritos y no la escuche. No abandonéis vuestra bici, ella nunca lo haría. Esta crónica va dedicada a cada uno de los corredores de esta prueba, a sus acompañantes, familiares, a la persona que me presto su rueda trasera y con ello permitió que ahora tu leas esta crónica y en especial a mi madre y hermana, las que siempre están cuando las cosas se me tuercen.