¡MAMMA MIA! (ma tutto bene) LA MILÁN-SANREMO CICLOTURISTA 2012 PROLEGÓMENOS A las siete y veinte de la tarde del viernes ocho de junio, los Cuartos de Flandes partíamos desde el Palacio de Congresos de Valencia, destino Milán, la capital de la Lombardía italiana, con la insana intención de devorar los casi trescientos kilómetros de esa gran clásica que llaman la Milán-Sanremo, uno de los cinco monumentos del ciclismo. Viaje sin incidencias y en animada conversación , con parada técnica a dormir en un cómodo hotel de La Junquera Llegada a Milán a las dos y media de la tarde del sábado. Recogida de dorsales, descarga de bártulos en el hotel, comida rápida (pasta y capuccino, por supuesto) y metro al centro de Milán, donde pasaríamos toda la tarde deambulando por el casco histórico, visitando numerosos monumentos, entre los que destaco tres: el Duomo, las Milanesas y los Gelatos. Como lo he escrito en extranjero, traduzco: Duomo=catedral; Milanesas=italianas; Gelatos=helados. ¿Queda ahora más claro? Visitamos también una farmacia, con objeto de comprar supositorios de glicerina, habida cuenta de que Rodillo Mayor se estriñe en los viajes. La cena, en un coqueto restaurante, a base de carpaccio, ensalada y pasta. De vuelta en el hotel, preparamos la impedimenta para la batalla, armaduras, monturas y demás, y nos acostamos. Los supositorios italianos, una porquería; no hacen efecto. No hay instrucciones de uso, pero su forma es la habitual ¿Serán masticables? LA MARCHA PRIMERA PARTE (de carreritas ) Son las cuatro y media de la mañana y suena el despertador. Llueve ¿Llueve? ¡No fastidies! El día pinta épico. Desayunamos de pic-nic en el hall del hotel, junto a otros muchos insensatos, y el café y el olor a crema calentadora nos van espabilando poco a poco. Buongiorno a tutti. No hace frío. A las seis y cuarto pedaleamos los escasos mil metros que separan nuestro hotel del arco de salida. Dejamos en el autobús una pequeña mochila con ropa de recambio, que recogeremos en destino. Pasamos el control de chips, nos hacen la foto di partenza y esperamos pacientemente a que den la salida oficial. Media hora de espera bajo la lluvia, pis de última hora y un macarroni que pincha. Qué faena pero no, es un tío hábil y en menos de cinco minutos está listo de nuevo. Siete y cinco de la mañana. Nos movemos lentamente; primero, a la pata coja; después, haciendo equilibrios; finalmente, la bici se desliza con fluidez ¡Sanremo espera! Pierdo a tres cuartos de los cuartos de Flandes nada más salir. La velocidad es de vértigo, a base de palos en cada rotonda. Estamos en Milán, pero ya lo dijo Astérix: están locos estos rom italianos. Llueve, la calzada está llena de charcos, nos mojamos más por los bajos que por los altos ¿Por qué no habrán inventado las gafas con limpiaparabrisas? Pasamos por un puente con unas juntas de dilatación enormes y un bote rueda por el suelo en mitad del pelotón ¡Qué faena!, pienso. Luego sabré que era el único bidón del Ghost. Hay caídas. Es inevitable. Rodamos mucha gente, más de ochocientos ciclistas, y estamos todos muy excitados ¿Exceso de cafeína, tal vez? Queremos estar en cabeza. Ojo en esa rotonda, frenazo, aglomeración, caída, arrancada, látigo Así, hasta cien veces. Kilómetro ciento diez, media de más de cuarenta kilómetros por hora, la cabeza del pelotón se arruga, afilador al canto y salta una bici por los aires; una Giant del Rabobank como la mía, para más señas. Y a ver, si la posición normal es bici abajo y ciclista arriba ¿Dónde está el ciclista si la bici está arriba? Me pego el gran costalazo, pero me levanto y me incorporo rápidamente a la carrera. El resto del Team me ha visto y preguntan que si paran; les doy orden de seguir. Charly se descuelga y me ayuda a subir al pelotón de cabeza. Ya estamos todos juntos. ¡Qué estrés! En el kilómetro ciento veintinueve llegamos al avituallamiento, instalado en la localidad de Rossiglione. Aunque el Passo del Turchino, primer puerto de la jornada, no está señalado todavía, no hemos dejado de subir desde el pueblo de Ovada, en el kilómetro ciento dieciocho, si bien con suave pendiente. Hemos dejado Lombardía y estamos en el Piamonte. Paramos y se nos va la cabeza del pelotón. Da igual. Ahora toca comer y beber, que queda mucha tela que cortar. Aquí finaliza una clara primera parte de esta marcha. SEGUNDA PARTE (de amigos ) Tras atiborrarnos, iniciamos tranquilos el ascenso al Passo del Turchino (pronúnciese turquino). Ghost mendiga un bidón de un coche parado en el arcén y lo consigue. ¡Hasta le hace juego con la bicicleta! Vamos muy sobrados e incluso Charly se para a hacer fotografías. El paisaje es verde monocolor y de una vegetación exuberante. Vamos cogiendo a ciclistas más tranquilos, mientras otros más optimistas nos adelantan; sin duda, no saben quiénes somos La subida finaliza con unos tres kilómetros en torno al 6%, que se acaban repentinamente en un túnel, y al otro lado, allá abajo, Génova y el mar. Dejamos el Piamonte y entramos en Liguria. Llego con un poco de ventaja sobre el resto del Team, la suficiente para organizar el lugar en el que debemos fotografiarnos. Estamos en el kilómetro 143 de carrera y a 532 metros de altura. No hace frío, pero nos ponemos los paravientos para la bajada (salvo Ghost, que ha venido a cuerpo gentil). Los doce kilómetros de descenso hasta Génova son una locura; buen asfalto, curvas cerradas, curvas abiertas, curvas a medio abrir y curvas a medio cerrar, vamos, un supermercado de curvas. Charly y Rodillo Mayor se lanzan a tumba abierta y hacen corte Por detrás, Alvaradín y Ghost no se dejan impresionar y se ponen a dar pedales. Adelantamos a mucha gente y hacemos panda con un grupo de alicantinos. Al llegar a Génova, el paisaje cambia radicalmente; los 140 kilómetros restantes los haremos bordeando una costa abrupta, alternando grandes acantilados con playas de arenas blancas, y todo ello rematado por un mar azul de diferentes tonalidades. Por algo llaman a toda esta zona la costa azul. Con el viento soplando de lado, pero ligeramente a favor, mantenemos una velocidad constante de unos 38 kilómetros por hora. Charly tiene las piernas machacadas y se le ordena ponerse a rueda, mientras el resto del Team se afana en ordenados relevos. La gente que vamos cogiendo, simplemente, se pone a rueda. Y allá por el kilómetro 180, se oye un grito desgarrador: ¡Si me queréis, IRSE! Charly, agotado, se descuelga y es engullido por la carretera. En fin, en toda guerra hay bajas propias y daños colaterales, así que el Team decide seguir marcha; ya escribiremos a su familia cuando lleguemos ( un valiente, mantuvo el manillar recto hasta el último momento ). Nos acercamos a Spotorno, donde está situado el segundo avituallamiento. Aunque en la hoja de ruta marca el kilómetro 193, mi GPS ha pasado del 200. En el Team se empieza a notar el cansancio; Rodillo Mayor se va en las cuestas, mientras Ghost trata de regular (recordemos que sólo lleva un bidón) y Alvaradín empieza a tener problemas con una rodilla. ¡El avituallamiento! Nos viene como agua de mayo y nos volvemos a atiborrar de nuevo, especialmente de plátanos, higos y dátiles. Trato de echar un pis y el dolor es intenso hasta que sale la primera gota. Debo tener inflamadas hasta las amígdalas. Evidentemente, estas barbaridades no pueden ser buenas. Cuando estamos ya dispuestos a continuar, llega un Charly extenuado. En la frente lleva escrito: si me decís que abandone, abandono; por favor, decídmelo. Pero no. El team le anima a comer e hidratarse y a ponerse de nuevo en marcha, y, como es muy facilón (si fuera chica ), nos sigue sin rechistar. Y allá que nos lanzamos a por los 95 últimos kilómetros, sin duda los más castigadores, no sólo por los kilómetros acumulados, sino porque ahora empiezan los famosos capos de la Milán-Sanrremo. Charly se hunde definitivamente y se descuelga, quedando a merced de los elementos. Iniciará una solitaria y dura batalla física y sicológica, en la que irá descontando poco a poco los kilómetros que faltan para la llegada. Los relevos del Team ya no son tan ordenados. Alvaradín pasa a cola, a recuperar esa rodilla maltrecha, y Ghost, haciendo gala de sus dotes de rodador, ayuda en lo que puede a Rodillo Mayor. En un momento dado, pasa a la cabeza el grueso del pelotón, un italiano entrado en carnes y con ganas de colaborar. Y ya lo creo que colabora; los diez o doce kilómetros siguientes los hará tirando él solo, a más de 38 kilómetros por hora. Pero todo lo que empieza, acaba. Se le agradece el esfuerzo y el Team recupera el liderato. Pasamos por Laigueglia, en el kilómetro 239 y empieza la subida al Capo Mele. Son apenas 3,5 kilómetros de subida, pero se hacen muy, pero que muy pestosos. Además, el viento, antes favorable, se ha vuelto en contra. Me voy sin querer, y arriba espero al resto del pelotón. Le sigue, casi sin descanso, el Capo Cervo, una larga recta de unos tres kilómetros, protegida por túneles de la caida de piedras. Aquí había marcado nun avituallamiento líquido, pero no está. Seguimos en un sube y baja continuo. Hacemos migas con uno de Miranda de Ebro. Nos acercamos al Capo Berta y el mirandés se descuelga. Este es el capo más duro y largo de todos. Sus aproximadamente cuatro kilómetros son un suplicio, y no sé por qué, pero de repente hay mucho tráfico. Por cierto, los italianos conducen espantosamente mal, se pasan por el forro las normas de circulación y se la sudan (perdón) los ciclistas. Aquí es el Ghost el que se queda, mientras Alvaradín parece recuperado y no se suelta de la rueda de Rodillo Mayor. ¡Qué largo es esto! Alvaradín empieza a refunfuñar; que esta marcha no tiene gracia, que no tiene nada de especial, que yo aquí no vuelvo. Delirium tremens. La verdad es que es una paliza y hay que venir muy, pero que muy preparado. Kilómetro 267. Atravesamos San Lorenzo a Mare y empieza ¡la Cipressa! ¡Esto sí! Aquí se respira ciclismo, huele a palos, ataques Son apenas 6 kilómetros, un Oronet, pero se tensa la carrera. ¡La de veces que he visto esta subida en video! ¡Me la sé de memoria! Rodillo Mayor se va para arriba, mientras Alvaradín y Ghost suben a su ritmo. Voy pasando a mucha gente; algunos van regular y otros van muy mal. Les saludo y animo, pero no contestan. A mitad de puerto, en una pronunciada curva de herradura a derechas, aparece de la nada un recuperado Alvaradín, que pedalea con fuerza cuesta arriba. El muy salvaje me ha dado caza (y yo no subia despacio, precisamente). Juntos, coronamos este bonito puerto. A Ghost le caen unos diez minutos. Se ha nublado y hace fresco. Empiezan a caer gotas. Aviso a mis colegas de la dificultad que tiene la bajada, con fuerte pendiente y peligrosas curvas, más aún si la calzada está mojada. ¡Qué mal bajas, Ghost! ¡Déjanos pasar! ¡Uf, qué alivio! Ghost protesta y pide que le corrijamos, pues, si no, dice que no aprenderá. Se le dan unos primeros auxilios, y parece que le van bien las indicaciones. Y ya los tres juntos, nos plantamos en el famoso Poggio. Aquí sí que las fuerzas ya no es que estén justas; simplemente, no hay. Estamos en el kilómetro 284 de carrera y queda muy poco para el final. Rodillo Mayor, es decir, yo, se va para arriba. Me conozco este puerto de memoria y no lo he subido nunca. La carretera está perfectamente asfaltada, la pendiente no pasa del 4%, hay fotógrafos y también gente para adelantar. Vamos, perfecto para lucirse. Mientras subo, recuerdo los ataques de Cancellara, Pozzato y compañía. Son tres kilómetros y medio. Pero, tan rápido como ha empezado, acaba. Arriba espero a Ghost y a Alvaradín, que llegan por este orden, y juntos nos lanzamos en un peligroso descenso, rumbo a la meta. Sanremo. Región de Liguria. Larga recta de llegada. Mucha gente en los laterales. Aplausos. Entramos los tres cogidos de la mano. La emoción es muy intensa. Falta Charly. Me acuerdo de Rodillo Pequeño, que debería estar aquí, pues fue el culpable de esta locura. Diez horas desde que salimos de un lejano Milán. Charly llegará un poco más tarde ¡Qué machada! Una reconfortante ducha de agua fría, una pantagruélica comida y un gelato de stracciatela, pondrán fin a esta extraordinaria aventura. ¿Volveréis?, nos preguntan los de la organización: pues mira, hoy te digo que no; si me preguntas mañana, te diré que no lo sé; y si nos preguntas pasado mañana, con seguridad te diré que yo sí volveré. Desde Rocafort, Rodillo Mayor, para la ARP (Agencia Rodillo Press).
¡Muchas gracias, REX! Los 4 Garmin que llevábamos, nos marcaron 1.900 metros de desnivel (si bien las altimetrías "oficiales" marcan 1.450). No sé. Lo que sí sé es que es una marcha muy dura: los italianos están "sonados" y van de carreritas, la kilómetrada es épica y los "capos" son una broma de mal gusto. En resumen: ¡PRECIOSA!
FOTO DE LOS "PROTAGONISTAS": en la del Passo del Turchino y de izquierda a derecha, Rodillo Mayor (yo), Rodillo-Alvaradín, Ghost y Charly.
Buena crónica. Ahora que lo tienes fresco te voy a hacer unas preguntillas, ya que este será mi objetivo para el próximo año, el hotel era el de la organización? la vuelta, como la habeis hecho?
Entonces se puede decir que es una marcha rapidita, no?? Por lo que cuentas las medias de velocidad tienen que ser enormes... Me encantaría hacerla... uno de los "Grand Slams" del ciclismo. Salut!!
DonBici, la organización te facilita el hotel, a un precio más ventajoso que el que puedas conseguir directamente o a través de Booking (u otras webs). El nuestro fue el H2C, que estaba muy cerca del arco de salida (se iba en bici). Para la vuelta a Milán desde Sanremo, finalizada la marcha, la organización dispone un servicio de autobuses (con remolque para las bicis), que pagas al precio de 52 euros/persona. Eso sí, nosotros llegamos a Milán, sobados, a las 00:30 de la noche. Mucha gente iba con coches de apoyo, lo que es esencial para "hacer tiempo" y no descolgarte del grupo cabecero; no paraban y les iban pasando avituallamiento desde el vehículo. Además, al llegar a Sanremo, tenían allí el coche para "hacer marcha" (en este caso, es ideal quedarte a dormir en Sanremo y, a la mañana siguiente, volver a España desde allí). La organización se encarga, si lo pides, de facilitarte hotel en Sanremo, así como de los traslados desde los aeropuertos de Milán o Niza, para el caso de que acudas en avión.
Gracias, la marcha es en Junio, la reserva del hotel cuando la hicisteis? es por estar atento cuando abran las inscripciones.