La leyenda cuenta que, en la Edad Media, en el año 778, en plena dominación musulmana de la Península Ibérica, Rolando, un paladín del emperador Carlomagno, habiendo sido derrotado en Roncesvalles y huyendo de sus perseguidores, antes de llegar a la cara norte de los Pirineos, se quedó a pie de una pared infranqueable de 100 metros de altura y sintiéndose acorralado, para evitar que su espada Durandarte, tan afamada como la Tizona de El Cid o Excalibur del rey Arturo, cayera en manos del enemigo, la lanzó fuertemente contra la roca provocando con este acto una brecha. Gracias a esta braveza Roldán pudo contemplar Francia antes de morir. Conmovido por esa bella leyenda, llegó al Valle de Pineta un montañero con la idea de acercarse hasta la Brecha y contemplar por los dos costados el corte que hizo la afamada espada, aunque claro, eso ya es otra historia... ...Cuentan que apareció en el valle de Pineta, un muchacho buscando información para ir a la Brecha de Roldán. Antes de explicarle qué caminos tenía que tomar, le preguntaron dónde iba a dormir, el cual respondió que en casa. Asombrados por su respuesta, le aconsejaron que fuese registrando su paso por los diferentes refugios del recorrido para evitar males mayores y que una vez conseguido su objetivo volviera por Góriz que, aunque más abrupto, se ahorraría algún kilómetro. Tomó su bocadillo de mortadela, metió unos polvos en el agua y marchó en busca de su destino... Mucho más pronto de lo esperado, dejó en el mostrador del Refugio, un papel con los cuños de Espuguettes, Sarradets y Góriz y marchó con el mismo sigilo que apareció Hoy en día, aún se desconoce si las fuerzas para realizar tal gesta en tan poco tiempo, se la arrebató a la espada de Roldán, a los polvos que llevaba o simplemente cabalgó encima de su bocadillo de mortadela... Desde entonces, varias personas han intentado emularle ¡Te animas tú!