En un mundo atormentado por la contaminación, las prisas y la ansiedad del mañana, yo me pregunto si quizá hay cosas en las que merece la pena gastar nuestro tiempo. Ves a la gente correr ofuscada, abarrotada mentalmente por sus pensamientos, indiferente a lo que le rodea no hace mucho quizá yo también habría sido uno de ellos. Me reconozco caminando por aquella calle absorto en mis pensamientos. Con la cabeza agobiada por el trabajo, con la mirada absorta y perdida en el suelo mientras camino Ahora todo luce más claro, callejeo por la ciudad sobre mi MTB buscando un camino por el que salir al monte. Voy pedaleando tranquilo, despacio, observando con relativa calma lo que me rodea mientras los ansiosos conductores me intentan rebasar por donde pueden no dudando en ponerme en peligro. Me da igual, estoy sereno. El sonido de los eslabones de la cadena engranando piñones y platos me reconforta, ya queda poco para dejar atrás esta locura Y entonces llego a la linde de la urbe que se pierde tras de mí, comienzo a rodearme de árboles, verde caminos y sendas, dejo atrás la atosigada ciudad y me sumerjo de lleno en la calma del bosque, a mi alrededor se siente el bosque, se escuchan las hojas al viento, de vez en cuando el cantar de algún pájaro y el agua de los ríos que bordeo corriendo. Mi respiración se acelera, aprieto los dientes, comienza a llover las gotas de lluvia retumban en el casco y el agua empapa mis ropas, las gafas están completamente empapadas dificultándome la visión. De nuevo aprieto el ritmo, mis piernas protestan, voy quizá demasiado rápido pero algo me impide aflojar, escucho chasquidos bajo mis ruedas, ramas resecas caídas de sus madres árboles lloran moribundas bajo mis ruedas, piedras saltan de mis ruedas pegadas por el barro que a cada metro se acumulan en mis guardabarros, en el cuadro, en mi cara Llego a la cima resoplando, la lluvia no cesa sino aprieta, el agua corre por mis mejillas refrescándome tras el esfuerzo y es cuando me paro. Al amparo de un roble descanso un par de minutos mientras el embriagador aroma de la tierra húmeda perfila una sonrisa en mi rostro. Es hora de volver a casa, al mundanal ruido a las prisas, al trabajo, al ordenador y me lanzo montaña abajo disfrutando de la vuelta. Sentado frente al ordenador mientras mis piernas aún exhaustas aún protestando por el esfuerzo, me encuentro viendo un vídeo con una cerveza en la mano y un bocadillo encima de la mesa, de repente escucho esa famosa pregunta de un anuncio de refrescos antiguo ¿Y tú de quien eres? Instantáneamente una sonrisa se desdibuja en mi rostro y sin pensar respondo, de la tropa que adora los caminos, de la tropa que cada fin de semana sale a dejarse los hígados en el monte, de la tropa de &re. Es esta mi modesta manera de agradecerte, &re, todos esos relatos con los que nos deleitas y nos das ánimos los viernes y que a muchos nos motivan para seguir ahí al pie del cañón un finde tras otro. Porque quizá a veces no te demostramos lo suficiente lo que significa para muchos de nosotros el esperar tus relatos y el poder comenzar el fin de semana leyéndote, porque entiendo que el tuyo muchas veces es un gran esfuerzo con una nimia recompensa, simplemente por hacernos disfrutar de tu prosa una semana más De todo corazón, gracias &re y parafraseándote tropa, que tengáis un buen finde
Cuantas paginas de papel se podrian rellenar con relatos emocionantes de salidas de cada biker, eso es lo que nos queda con cada salida intentar olvidar el mundanal y repetitivo mundo que nos rodea.
Gracias por el relato, tambien yo hoy (afortunadamente) estoy sentado frente al ordenador con las piernas doloridas Saludos