Contra el frío, un cuerpo desnudo.

Tema en 'OFF TOPIC' iniciado por Euphoria, 22 Sep 2005.

  1. Euphoria

    Euphoria Miembro Reconocido

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    ¡Oh, decepción! Este es un post literario, cuya finalidad no es otra que mostrar a todos los descreídos que hay muchas poesías diferentes: para los altos, para los bajos, para los gordos, para los delgados,... Poesías para todos los gustos, para que nadie se quede sin darse el gusto de la poesía. Hay van dos ejemplos, espero que añadáis muchos más.

    I

    ¿Qué haremos en invierno –me preguntas-,
    sin un mal cobertor que nos defienda
    del frío? ¿Qué participada prenda
    abrigarán las desnudeces juntas?

    No te sé contestar. Y descoyuntas,
    pura, abierta, entregada a la contienda
    del amor, de ese cuerpo, a suelta rienda.
    Y se me escapa el alma por las puntas.

    Aún es verano y la calor es tanta
    que no comprendo la frialdad. Y sudo
    cuanta humedad rehuye la garganta.

    ¿Pero existe el invierno? ¿Y es tan crudo
    su rigor? Si es así, ¿qué mejor manta
    para tu desnudez, que yo, desnudo?


    II

    De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
    dejar atrás un sótano más negro
    que mi reputación –y ya es decir-,
    poner visillos blancos
    y tomar criada,
    renunciar a la vida de bohemio,
    si vienes luego tú, pelmazo,
    embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
    zángano de colmena, inútil, cacaseno,
    con tus manos lavadas,
    a comer en mi plato y a ensuciar mi casa?

    Te acompañan las barras de los bares
    últimos de la noche, los chulos, las floristas,
    las calles muertas de la madrugada
    y los ascensores de luz amarilla
    cuando llegas, borracho,
    y te paras a verte en el espejo
    la cara destruida,
    con ojos todavía violentos
    que no quieres cerrar. Y si te increpo,
    te ríes, me recuerdas el pasado
    y dices que envejezco.

    Podría recordarte que ya no tienes gracia.
    Que tu estilo casual y que tu desenfado
    resultan truculentos
    cuando se tienen más de treinta años,
    y que tu encantadora
    sonrisa de muchacho soñoliento
    -seguro de gustar- es un gesto penoso,
    un intento patético.
    Mientras que tú me miras con tus ojos
    de verdadero huérfano, y me lloras
    y me prometes ya no hacerlo.

    Si no fueses tan ****!
    Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
    que tú eres fuerte cuando yo soy débil
    y que eres débil cuando me enfurezco...
    De tus regresos guardo una impresión confusa
    de pánico, de pena y descontento,
    y la desesperanza
    y la impaciencia y el resentimiento
    de volver a sufrir, otra vez más,
    la humillación imperdonable
    de la excesiva intimidad.

    A duras penas te llevaré a la cama,
    como quien va al infierno
    para dormir contigo.
    Muriendo a cada paso de impotencia,
    tropezando con muebles
    a tientas, cruzaremos el piso
    torpemente abrazados, vacilando
    de alcohol y de sollozos reprimidos,
    Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
    y la más innoble
    que es amarse a sí mismo!
     

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