Proyecto isengarder 2.0: De la resurrección a la ABR 2016

Tema en 'Canyon España' iniciado por isengarder, 31 Ago 2015.

  1. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

    Registrado:
    17 Jun 2008
    Mensajes:
    2.550
    Me Gusta recibidos:
    478
    Ubicación:
    Madrid
    Strava:
    Inicio.png
    Los primeros kilómetros nos adentraban por un tramo de asfalto, de camino hacia tierra de olivares, en una suave pendiente ascendente tras los primeros compases de salida, haciendo que todo el mundo se pusiera a pedalear como si les fuera la vida en ello. Como es habitual en estas circunstancias, comenzaron a verse en los arcenes las primeras caídas por cruces y enganchones, propias de las ansias por no perder la posición en el grupo. Nunca entenderé por qué hay gente que sigue creyendo que vas a ganar una carrera en el inicio de una etapa que se presentaba como realmente dura… pero el pavoneo es lo que tiene. En fin…

    Carretera.png

    Tras un tramo que se hizo breve, pero intenso por la velocidad a la que se rodaba, nos sacaron de la carretera para encarar directamente la primera subida del día, situándonos directamente, rodando aún todos agrupados, en porcentajes del 12% que se van subiendo con parsimonia y cierto desahogo, espoleado por el grupo. “Si la subida sigue siendo así”, pensaba yo, “no vamos mal”. Mahham iba un poco delante de mí, pero no le había perdido de vista. El día no parecía comenzar mal, y en esa zona me encontraba a gusto. Tras superar el primer tramo de subida, comenzamos un breve tramo de enlace entre olivos que permitía subir la cadencia, pensando en colocarse un poco más adelante y no perder a mahham, que seguía subiendo puestos sin descanso.

    Pero la ABR no perdona, y el segundo repecho llegaría para poner las cosas en su sitio (es decir: pie a tierra) Pronto abandonaríamos la tranquilidad de la altiplanicie olivarera para adentrarnos en el monte, cambiando olivos por pinos. El desnivel no sale solo y, para variar, en la ABR, estaban decididos a proporcionárnoslo a lo bestia.

    Worse yet to come.jpg

    El 12 % del primer repecho no era sino un engaño. El segundo repecho ya nos situaría en rampas al 15%, que rápidamente se sucederían por subida sostenida al 18%, para llegar al 24%, alcanzando un pico orgásmico del 28% al final de un tramo de aproximadamente un kilómetro, que ya nos obligó a todos a comenzar con el largo pateo, debido a que la subida se estrechaba por un sendero con cierto toque técnico, con piedra suelta; querencia que luego se confirmaría, con lo que el pateo se alargaría bastante en el tiempo, ya que los siguientes 5 kilómetros de sendero de subida (no cabían más de dos ciclistas a la vez) nos acompañarían amenizados con amigables y simpáticas pendientes sostenidas de entre el 10% y el 18%, aderezadas con pedruscos y escalones en subida, que minaban la resistencia mental de los que trataban de volver a subirse a la bici, sorteando a los andarines resignados, que éramos muchos. De las bromas iniciales, se comenzaba a pasar a resoplidos y un general silencio apesadumbrado y algo malhumorado.

    A los 15 kms de etapa, de los cuales 10 habían sido rodando, ya superábamos los 600 metros de desnivel acumulado, ascendidos en su mayor parte a pie. Para añadir tranquilidad, ahora comenzaba un largo sector “Buff”, que como ya he dicho, para mí era “Puff”.

    Perfil etapa 2.png

    Tras el martirio inicial, que en mi caso sobrellevé con resignación, llegó un breve tramo de enlace subidos a la bici, que no me relajó en absoluto, ya que seguíamos metidos en un sendero con posibilidad de caída hacia la izquierda, que no me tranquilizaba en absoluto. La sensación de agarrotamiento técnico, y consiguientemente también físico, comenzaba a resultar algo atenazante; pero bueno, al menos, se podía ir sentado (esta foto mola ¿eh?)

    Background.jpg

    Pero, ay amigos, muy feliz me creía yo habiendo superado la primera subida. Jaén nos mostraba su lado más arisco también en bajada, con desniveles “culoatrasantes” que oscilaban del -24% al -35% enlazando curvas cerradas con contracurvas salpimentadas con buenas dosis de contraperaltes. Lo ideal para relajarte tras una buena paliza “empujabike” a las lumbares. Pero bueno, no pasaba nada. Frenando con cierta prudencia de más, fui salvando esa primera bajada, que fue de más a menos (afortunadamente), si bien constaté que había perdido a mahham desde hacía un buen rato ya.

    Un nuevo tramo de transición que discurría por anchas pistas antes de llegar al primer avituallamiento me fue permitiendo recuperar un poco mi integridad física y psicológica.

    Olivares.jpg

    Con las pilas recargadas y ánimos renovados, afronté el ataque al segundo tercio de la ruta. No llevábamos ni 25 kms recorridos y la sensación era la de haber soportado dos meses en la guerra de Vietnam. Pelillos a la mar. Parecía que el terreno se adentraba entre olivos de nuevo, con lo que algunos kilómetros de pedaleo sencillo deberían dar tregua a mis demonios interiores.

    Recovery.jpg

    Y, efectivamente, nos adentramos en pistas que nos regalaron dos kilómetros de suaves subidas que comenzaban con unos muy razonables 7%… que poco a poco comenzaron a repuntar hacia el 10… 12… 13… 17%. La madreque… pero no perdamos la calma, que allí parece que termina. Seguir pedaleando sentado es el objetivo, que esto acaba de empezar. ¡Reto superado!… Je, pero ahí llega otra subida y… alaaaa, al 20,5%. El pertinaz cabreo sustituye al fugaz optimismo, y de nuevo echo pie a tierra, tras un rato dejándome los riñones, en una posición que cada vez me está contracturando más la espalda. Comienzo a pensar que la potencia de 70 mm que montaba mi Exceed (talla M), no me está haciendo ningún bien en bajada, y menos aún en subida, ya que ruedo (o bueno; pedaleo, porque rodar…) demasiado encogido.

    No hemos llegado ni a la mitad de la etapa y ya pongo pie a tierra por segunda vez. Pero todo pasa, y la subida deja paso a una bajada de vértigo donde de nuevo registro (con horror y vértigo) pendientes de hasta el -46% de desnivel. Practico el culo atrás con un cabreo de mil demonios, y en una curva a izquierdas no consigo evitar que me derrapen las dos ruedas, con lo que caigo (suavemente al menos) sobre el flanco, descendiendo algunos metros de manera inevitable en tan poco digna posición. Por supuesto, con espectadores. Un poco de polvo a las piernas nada más. La zona tiene buenas muestras de que ahí ha debido ir derrapando hasta el mismísimo Lakata; pero no es consuelo. Cuando ni el culo atrás y la frenada más indigna te libra de besar el suelo, ya no te quedan excusas para disfrutar de las bajadas… y todavía no he llegado ni al kilómetro 26 de la etapa. Pero no pasa nada. La bajada demencial se acaba y nos llevan de nuevo a pista olivarera. Mirada al perfil del día; llega un nuevo tramo de subida que nos lleva al paso previo a la segunda gran ascensión del día, que se presenta en dos mitades. Paso a paso, isen, no te agobies. Lo primero es afrontar el nuevo tramo, que al menos parece que es pistero:

    Sí, y también de la ABR: 9,5, 12, y hasta el 16% de nuevo se nos ofrecía en la subida de unos 2 kms de largo. Que se vayan a freír puñetas ya, hombre, así no hay quien pedalee ni coja ritmo. El piñón de 42 dientes está que echa humo de tanto usarlo, y comienzo a soñar con un 28 en el plato, en vez del 32 que lleva la Exceed; pero la subida acaba, y toca bajar… por unos estrechos y empinados senderos singletrack muy All Mountain que transitan una zona de indudable belleza natural que no puedo disfrutar, tratando como estoy de no matarme, rígido e incapaz de entrar en curvas, ni de molestar por tanto a quienes vienen por detrás pidiendo paso. Yo ya soy incapaz de moverme encima de la bici. Estoy bloqueado, contracturado en las dorsales de la espalda, a tal punto que no puedo mover el manillar hacia la derecha en giros cerrados, y con un cabreo que supera cualquier capacidad de autocontrol. Las cosas no mejorarán con el paso de los kilómetros. La bajada termina en un circuito de enduro (literalmente), con sus curvas perladas con ballets de madera y saltos; troncos puestos para hacer bunny hops en plena bajada (quien sepa hacerlos) y demás cosas divertidas, para quien se divierta con ellas, porque a mí ya no me hace gracia nada, y supero cada obstáculo echando pie a tierra. Voy profiriendo insultos en voz alta, mitad dirigidos a mí, mitad al diseñador de la ruta, deseando que aquello acabe… y acaba, para atacar una nueva subida de 5 kms que inicia con unos suaves y prometedores 5,6 % de desnivel, que pronto serán sustituidos por 7, 11, 17, hasta llegar de nuevo al 20% de desnivel. Esto es ya desesperante… Así que pongo el piloto automático. No llevo ni 40 kms, y ya se acumulan casi 2000 metros de desnivel, que comenzaron a sumar en el kilómetro 10. En 30 kilómetros, se condensaba buena parte de la totalidad del desnivel acumulado para toda la ruta. Un poquito duro de más ¿no?… pero en fin. Así era para todos, y no veía a nadie muerto a mi alrededor, así que debía ser que sólo se me estaba haciendo duro a mí (o más bien parecía que mi cabeza comenzaba a ganarme la partida)

    Y es que mi resistencia mental estaba al límite. Ya no disfrutaba de nada, y sobre la bici, además, me sentía contracturado, encogido, incapaz de sentir disfrute alguno... Fue ahí cuando me alcanzó el mazazo final.

    Una nueva rampa de subida, nos hace salir de los pestosos pero razonablemente soportables 12 y 14% de desnivel que arrastramos con más pena que gloria, para adentrarnos por un sendero de montaña que nos saluda alegremente con un 21% de desnivel, sostenido hasta el 22,4% durante unos 500 metros. Al carajo con todo ya. Me pongo a hacer empujabici de esta guisa, aunque la foto no corresponde a este día (es del primero), mientras mi cabeza estalla insultándome por seguir allí. Comenzará durante esta subida la certeza de que no voy a poder acabar la ABR.

    empujabici.jpg

    Metro tras metro de penosa ascensión (aunque el sendero se rebajaba en ocasiones al 11 y 13%, no tenía ninguna gana de seguir haciéndolo montado) en mi cabeza comienza a forjarse una idea: Abandona tío. Déjalo ya. Esto es absurdo. No disfrutas ni subiendo, ni bajando. Tienes la espalda y los riñones destrozados ¿qué sentido tiene esto? Así no aguantas cuatro días más. Esto es de locos, déjalo, déjalo. Que te recojan y al Hotel a leer y darte baños de horas de duración, disfrutando del sol en la terraza. Acompañas a mahham a las salidas, te vas a comer por ahí, y luego a disfrutar.

    En esas estaba, cuando mi móvil comienza a sonar. Es mahham, que me pregunta cómo voy, porque él está esperándome en el segundo punto de control; realmente no mucho más allá de donde estoy. Mi respuesta es clara y contundente:

    -Abandono tío. Estoy hasta los *******. No puedo más y estoy con la espalda destrozada. La potencia de 70 mm me está destrozando.

    -¿Pero qué dices? No hombre, aguanta tío. Te espero aquí y seguimos juntos.

    -Que no, que no puedo más. Esto es una ******. No puedo seguir. Sigue tú, no me esperes. Yo voy a abandonar en cuanto vea una ambulancia o alguien con coche de la organización. No puedo dar ni una pedalada más.

    -**** tío, piensa lo que dices. No puedes abandonar ahora. Llega hasta aquí, y piénsatelo otra vez. Ahora estás pensando en caliente y lo ves todo negro, pero en cuanto te recuperes un poco vas a querer seguir.

    -Que no. Que lo dejo. Me duele la espalda a lo bestia. No me esperes más. Tú sigue, no te vayas a quedar frío encima.

    -Piénsatelo…

    -Que no puedo más. Estoy harto.

    -Bueno, pues yo bajo, pero llega hasta aquí y piénsalo. Lo más duro del día ya ha pasado. Por lo menos llega a meta, y cuando llegues, ya decides lo que haces, pero no abandones ahora, en mitad de la etapa.

    - No sé… tú tira. Yo ya veré qué hago.

    - Venga, ánimo, y piénsatelo.

    - (Resoplido) Venga, ya veré qué hago. Nos vemos en la meta, o donde sea.

    En ese momento, mi decisión de abandono era irrevocable, aunque la frasecita de mahham de al menos llegar a meta y no decidir en caliente, se me cuela en alguna parte del cerebro. Poco más adelante, tras retomar mi agónica subida a pie, parece que volvemos a transitar por zonas más propias de humanos, y no abiertas y sostenidas por cabras, ni muflones, ni otros absurdos seres trepadores, tales como ciclistas demenciados. El perfil del día indica, además, que el tramo “Buff” termina en el punto de control, con lo que es posible que los trazados asesinos comiencen a desaparecer, y por fin lleguen las zonas dedicadas a ser superadas por ciclistas comunes.

    Casi sin darme cuenta, el porcentaje de desnivel se hace sostenible. Entramos de nuevo en zona boscosa, abandonando por fin las pendientes de montaña. Es hora de volver a subirse a la bici, y pedalear, a pesar de que la espalda, y esto es impepinable, está destrozada. Lumbares y dorsales (sobre todo la derecha) me generan un dolor sordo que me atenaza toda la espalda, generándome rigidez hasta la propia zona del cuello. Uff... Lleguemos al punto de control y, como haya una ambulancia, allí me quedo.

    El bosque es umbrío, y ayuda a refrescar el calentón de la subida empujabiker, y la sensación de poco agradable luz blanca y polvorienta de los olivares. Una suave pendiente de bajada pistera permite soltar los frenos por primera vez en el día. Por allí asoma el punto de control. Pues no estaba tan lejos de mahham… podría haberle dicho que me esperara. ¿Abandono o sigo? No veo ambulancia… Pffff… Bah, sigo hasta el segundo punto de avituallamiento, y ya veo qué hago entonces.

    Al pasar el segundo punto de control, paro para tomarme un gel que reponga mis maltrechas fuerzas. Saco el móvil, por si mahham me ha dicho algo, y entro en el grupo de whatsapp que tenemos los del grupo de bici. Nos están siguiendo en directo. Mahham les ha comunicado que digo que abandono, pero están celebrando que acabo de pasar el segundo punto de control, y que parece que no abandono. Gritos de ánimo, vítores. Leer sus comentarios me anima. Más adelante parece que se abre un sendero de bajada en pendiente razonable. Vamos a intentar disfrutar un poco del MTB ¿no? Qué narices...

    Me adentro con otra predisposición mental hacia el sendero, que es divertido, aunque algún escalón pedregoso se me atraviesa. En cuanto te despistas, en la ABR aparecen los enanos. “A freír puñetas” me digo. Abro el cierre de la tija, y pongo el sillín abajo. Vamos a intentar disfrutar.

    Ese simple gesto hará que comience a disfrutar de la bajada, al ganar libertad de movimientos. Cómo me arrepiento de no haberle puesto la Reverb a la Exceed (o tija telescópica en general, vaya, pero la mía es la Reverb) Los menos dotados técnicamente deberíamos llevarla puesta siempre, incluso antes que las ruedas, porque evita en buena medida esa sensación de que el sillín te empuje hacia el manillar cuando la pendiente en bajada se empina, favoreciendo que retrases la posición del cuerpo, ayudando a pasar (casi) cualquier zona.

    A lo largo de esa bajada, comienzo a disfrutar de la Exceed de verdad, por primera vez. La bici vuela sobre los obstáculos y piedras, y cambia de dirección con una ligereza, rapidez y agilidad sorprendente. Comienzo a recuperar posiciones en bajada, y a sentirme biker de nuevo. La verdad es que la autoestima me sube un poco…

    Tras otro tramo de subida, que ni siquiera recuerdo cómo fue (por vez primera dejo de mirar en el GPS los puñeteros desniveles, y me limito a subir), llega una larga bajada por un sendero muy rápido y cómodo de hacer, por un entorno húmedo y boscoso, con mucho agarre. Piedras y troncos, y algunos escalones, pero todo es disfrutable con el sillín abajo. La Exceed hace lo que quieras. Casi siento cómo vuelve su rostro hacia mí, agradecida de poder demostrarme quién es, y qué me puede ofrecer. He encontrado una nueva sensación de libertad, soltando los frenos y dejando correr, por fin, a la bici.

    Con esas nuevas e inéditas sensaciones, alcanzo el segundo avituallamiento, al que seguirá unos diez kilómetros más allá un tercero, todo en bajada. Curioso. Pero no desaprovecho la posibilidad de descansar las piernas y comer y beber algo en los dos puntos. Dándole carta blanca a mahham me he quitado un peso de encima (el de hacer que me tenga que esperar a cada metro recorrido) Voy solo, y no tengo prisa por llegar a meta, donde me plantearé si abandono finalmente. Pero a meta llego hoy. Vaya que si llego.

    Tras algunos tramos de recorrido nuevamente fáciles de superar, que suman minutos de saldo positivo, incluyendo una zona bastante larga en la que todos íbamos con la bici 45º inclinada a la izquierda por el contraperalte del camino que teníamos que seguir (sin precipicio de caída, lo cual me hizo relajarme y disfrutarlo), llegamos a una larga bajada por asfalto, por la que sencillamente había que dejarse ir, hasta llegar al tercer y último avituallamiento del día, desde donde encarararíamos los últimos 350 metros de desnivel del día. Realmente, como había dicho mahham, la etapa había concluido al llegar al segundo punto de control, en el kilómetro 45. Desde ahí, y hasta el 77, el resto de la etapa estaba planteada para que dejases de odiar al diseñador de la ruta, y recuperases los ánimos… o para exprimirse a los pedales y tratar de ganar posiciones, aquellos que no hubieran decidido abandonar.

    Rolling.jpg

    Lo cierto es que la espalda me dolía, y desde luego la posición sobre la bici con la potencia de 70 mm era demasiado agrupada y corta. Pediría a los mecánicos de Canyon que me la cambiasen por otra de 80 mm, y si no la tenían… otro motivo para abandonar. Relajado por esta sensación de culminación y retirada debida por cuestiones técnicas y físicas, seguí avanzando kilómetros, sintiéndome cada vez mejor de piernas. Es lo que tiene abandonar los desniveles absurdos, y adentrarse en pistas amplias con desniveles de entre el 5 al 18%, muy asequibles porque ya no eran eternos, ni se hacían sobre terrenos técnicos, ni íbamos agrupados, con lo que se afrontaban sin ninguna presión, y a una más que agradable temperatura de 21º soleados. Desde el kilómetro 60 hasta el final adopté un ritmo de pedalada algo más intenso, por puro placer, y así fui pasando a algunas parejas, que me animaban al verme adelantarles a tan buen ritmo.

    Tan relajado iba que, a la altura del kilómetro 69,5, me pasé una señalización, poco visible (todo sea dicho) que nos metía hacia un sendero que retornaba hacia la meta en Jaén. Iba solo, con lo que no vi que nadie entrase por allí antes que yo, y la pista seguía recta, así que hacia allí fui yo… y seguí, y seguí, algo escamado por no encontrarme con las flechas que marcaban todo el recorrido a tramos regulares… pero como era una pista sin más, pensé que debían habérselas ahorrado… hasta que me crucé con una pareja con dorsal, que venía pedaleando en dirección contraria a la mía. Tenían cara de extranjeros, así que pregunté en voz alta mi sospecha: “Wrong way?” “It seems so”, me respondieron (“¿Dirección incorrecta?” “Eso parece”)

    Como tampoco me lo dijeron de forma concluyente, seguí dejando avanzar la bici unos metros más, mientras ellos deshacían el camino. Mirando al fondo, la pista parecía adentrarse más y más hacia algún sitio, y ni se veía a nadie por delante, ni a nadie por detrás. Ni rastro de señalización… Mecagoen... iban a tener razón los holandeses. Me decidí a dar la vuelta. Si había algún cretino que podía perderse en la ABR, claro, me tenía que tocar a mí. Las buenas sensaciones comenzaron a escaparse de nuevo…

    Finalmente encontré el sendero de vuelta a meta, y por allí gasté todas las energías que me quedaban en las piernas, pensando en recortar algo mi retraso con respecto a mahham, aunque fuera a retirarme. La espalda dolía, el mal humor había retornado… pero al menos pedaleaba con una fuerza que no cuadraba mucho con la posición que debía estar ocupando en la carrera en ese momento. Así debían pensarlo las parejas que iba adelantando en mi acelerado camino hacia meta. Mahham ya había llegado a meta, para entonces...

    mahham.jpg

    Con una actitud muy distinta a la suya entré yo en el mismo lugar donde la segunda etapa había empezado, y por fin culminaba. Una llegada poco gloriosa (nada gloriosa, en realidad) en la que toda sensación de relax, venía impulsada por la idea de abandono. El saludo de uno de los mecánicos de Canyon, que esperaba nuestra llegada justo antes de entrar en meta, no hizo mucho por sentirme mejor, y sí por aumentar mi sensación de indignidad.

    Tras marcar un crono penoso, que arrastraba a mi compañero, me lancé hacia las naranjas (buenísimas en toda la ABR) en meta. Mahham no estaba por allí. Pensé para mí que era posible que se hubiera ido al Hotel a ducharse y echarse una siesta mientras esperaba mi llegada. La espalda me dolía realmente. Avancé hacia la zona de mecánicos de Canyon, donde me saludaron con sonrisas y felicitaciones por haber acabado la etapa. Yo les indiqué que tenía la espalda bastante tocada, y que no sabía si podría seguir. La potencia era demasiado corta, y me había hecho mucho daño a lo largo de todos los kilómetros de subida del día. ¿Tenéis una de 80 mm? “Sí, claro. Te la cambiamos para que la tengas mañana. Recupérate. ¿Tienes fisio?” “Sí. Ahora iré a que me den un masaje, a ver si recupero”. (Vaya por Dios… ya tenía un motivo menos para abandonar)

    Con la sensación de que la espalda era mi última excusa, llamé a mahham, que no se había ido al Hotel, sino que me esperaba por allí, después de haber cogido hora para el fisio, que ambos teníamos contratado para la ABR. Con sensación de derrota, le dije que tenía la espalda realmente tocada, y que ya vería qué hacía después de que me dieran el masaje.

    Mientras íbamos hacia el Hotel, casi noté con satisfacción que me mareaba por la rigidez de mi espalda, que afectaba notablemente al cuello. Parecía que estaba realmente fastidiado, así que la ABR se había acabado para mí… pero antes teníamos que pasar por el fisio.

    Ducha de agua caliente; malas sensaciones confirmadas, y tras un rato tumbado para tratar de mejorar la tensión de la maltrecha espalda, nos encaminamos de nuevo hacia la zona ferial de Jaén, donde estaba el servicio de fisioterapia. Mi mareo y rigidez impeditiva de espalda no hacía más que aumentar. Esto estaba hecho. El día siguiente, abandonaría.

    Al llegar a la hora concertada, nos preguntaron qué tal. “Hecho una ******” contesté inmediatamente. “La espalda destrozada. Estoy hasta mareado”. El coordinador del servicio me miró, y llamó a uno de los fisios que allí estaban: “Jorge, cógele tú”.

    No sabía en ese momento hasta qué punto un buen fisioterapeuta puede darle la vuelta a una competición…

    Durante la media hora de masaje, Jorge me fue localizando los puntos de dolor, y acreditó lo que yo ya temía, pero ansiaba que me confirmara. La dorsal derecha estaba muy inflamada. “¿Influye eso en que no pueda hacer curvas a derechas?” “Claro” me respondió “Teniendo la dorsal como la tienes, no puedes traccionar el manillar hacia ese lado con normalidad. Normal que te cueste entrar en curva”. “Vaya… pues me supone un alivio que me digas eso. Pensé que se me había olvidado llevar una bici”. “No hombre… vamos a ver qué podemos hacer para recuperarte esta espalda”.

    Y se puso a ello con ensañamiento, espoleado por mi silencio, mientras más daño me hacía. “Tú dale todo lo que tengas que darle, ¿eh? Que yo aguanto”… y a fe que lo hizo, porque vi las estrellas desde mis lumbares, y las dorsales, y algún punto de las piernas que también tocó al final. Me levanté de la camilla medio alucinado, sintiéndome casi flotar, y todavía más mareado de lo que había llegado. Rematado definitivamente.

    “Te he puesto una crema relajante que va a trabajar profundo en los músculos afectados. Ahora descansa esta noche, que ya verás cómo mañana estás mejor. Ánimo”. Musité un “gracias, ya veremos” mientras me volvía a poner la ropa… Era imposible que al día siguiente pudiera volver a montarme sobre una bici. La etapa 2 había concluido con más penas y pesares que gloria… pero había llegado a meta, demostrando que soy cabezón como pocos, y teníamos toda la tarde y noche hasta pensar en la tercera etapa, que sobre el papel parecía menos demencial que la segunda… pero qué más me daba a mí ya, si iba a abandonar, pensaba, mareado, mientras volvíamos en coche hacia el Hotel. Aquella segunda noche dormí casi a pierna suelta, sin ninguna presión, confortablemente arrullado con la promesa interior que me había hecho de no seguir soportando el martirio de la ABR. Tan sencillo como subirse a la bici el día siguiente, y acreditar que, efectivamente, los dolores y molestias de la espalda, me obligaban a retirarme. Tendría el cuidado de llevarme el Ebook para leer algo en la furgo mientras esperaba a que mahham completase la tercera etapa, y acompañarle hasta el Hotel de Córdoba, desde donde saldría la cuarta etapa. Poco me importaba ya el resto…
     
    • Me Gusta Me Gusta x 9
  2. bicicristo

    bicicristo Miembro activo

    Registrado:
    5 Oct 2015
    Mensajes:
    371
    Me Gusta recibidos:
    234
    Ubicación:
    Prúsia central
    Strava:
    Eres un titán!
     
  3. DRRAP

    DRRAP Miembro Reconocido

    Registrado:
    8 Ene 2014
    Mensajes:
    1.239
    Me Gusta recibidos:
    391
  4. barrionuy

    barrionuy Miembro activo

    Registrado:
    16 Sep 2009
    Mensajes:
    130
    Me Gusta recibidos:
    68
    nos tienes enganchaditos al relato!
     
  5. Quarantotto

    Quarantotto Miembro activo

    Registrado:
    31 Oct 2006
    Mensajes:
    249
    Me Gusta recibidos:
    83
    ¡Venga, hombre, sigue!
     
  6. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

    Registrado:
    17 Jun 2008
    Mensajes:
    2.550
    Me Gusta recibidos:
    478
    Ubicación:
    Madrid
    Strava:
    Etapa 3. Andújar (The Revenant)


    REVENANT.png
    Tras una noche de profundo sueño reparador, interrumpido tan sólo en alguna ocasión por súbitas imágenes de sufrimiento sobre la bicicleta, que eran inmediatamente neutralizadas por la conciencia de retirada que había desarrollado en la segunda etapa, nuestros despertadores (coordinados) volvieron a marcar el inicio de un nuevo día que, para mí al menos, se presentaba bastante poco estresante, salvo por el hecho del traslado al Hotel de Córdoba desde donde se centralizaría nuestra expedición para las etapas 4ª, 5ª y 6ª. Pero antes había que ir a Andújar, sede de la tercera etapa.

    El tercer día de la ABR se presentaba, por distancia y perfil, bastante tranquilizado (aunque suene extraño) 72 kms y 1852 metros sonaban casi a un paseo por el campo después de la demoledora etapa del día anterior. Casi 25 kms sin que se apreciaran paredes descomunales (salvo una tachuelilla un poco antes del km 20) parecían dar bastante tregua y (pensaba para mis adentros) un terreno bastante favorable para probar con calma la Exceed con la potencia de 80 mm, así como para constatar el resultado conseguido por el tratamiento fisioterapeuta la tarde anterior. En caso de retirada (que estaba cantada), permitía volver a meta sin tener que hacer grandes esfuerzos.

    PERFIL.png
    La bajada al desayuno la hice de buen humor, aunque ocultando (perdón, mahham) mis intenciones a mi compañero. La espalda seguía algo rígida, pero lo cierto es que la notaba bastante más suelta. Las piernas, sorprendentemente, estaban bastante enteras… Al final iba a resultar que no iba a tener tanta excusa física para retirarme… pero aún quedaba por probar qué tal me volvía a sentir sobre la Exceed. Si la espalda se quejaba, ni saldría. Tras el desayuno, tocaba cargar maletas a la furgoneta, y salir hacia Andújar. No contábamos con el atasco…

    A pesar de que salimos con tiempo de sobra para llegar hasta Andújar, un atasco por el recorrido seleccionado por el GPS, comenzó a ponernos nerviosos con respecto a la hora de llegada. Una cosa es retirarse por decisión propia, y otra muy distinta que te eliminen por no llegar a tiempo a la salida. ¿A quién se le ocurre salir con un tractor a la carretera en pleno desplazamiento de equipos de la ABR? ¡¡Que alguien le quite de ahí, por el amor de Dios!! No os podéis imaginar los adelantamientos suicidas que vimos. A mí se me iba poniendo mal cuerpo de ver la manera estúpida de jugarse la vida (y la de otros) con aquellos adelantamientos. Afortunadamente, mahham, que tiene cierta adicción a la velocidad sobre cualquier tipo de vehículo con ruedas, estuvo prudente, posiblemente refrenado por el increíble catálogo de imbecilidades al volante que estábamos viendo por delante. Yo le iba cantando el tiempo de llegada que el GPS nos iba dando, en función de la velocidad actual, para tranquilizarle: “Izquierda cierrapooocoooo para diezmenosveinteeee… saasaar, para derecha ¡ojoalineacontinua! afoooondo”… etc.

    Finalmente llegamos con tiempo de sobra para aparcar junto a una estación de servicio a unos 200 metros de la salida (y meta) Perfecto para terminar los preparativos (bidones, zapas, geles, barritas, guantes, gafas, casco, GPS) y terminar de decidirnos por la vestimenta. La temperatura era buena. 13º C a esa hora de la mañana. Perfecto para salir de corto, pero con térmica de manga corta debajo por si refresca más arriba y las bajadas se hacen largas… Anda, sin darme cuenta, estaba entrando en modo competición… pero no. Qué tontería. Aún quedaba subirme a la Exceed con su nueva potencia. Seguro que la espalda (que en el viaje no me había molestado demasiado, aunque lo suficiente como para no estar cómodo) me ponía en mi lugar. Yo no acabaría esa tercera etapa…

    Con todos los bártulos, y buen ánimo (en mi caso por las razones que os he contado), nos acercamos a nuestros ángeles guardianes: La delegación Canyon, que nos esperaban con las bicis preparadas junto a la meta. Llegaba la hora de la verdad: Subirme de nuevo a la Exceed y constatar que la potencia de 80 mm no podía obrar el milagro. Saludos goodmorningueros, sonrisas, ofrecimiento de barrita para la etapa de hoy (sabor coco, que estaba riquísima), y me hago con la Exceed, perfectamente montada con su nueva potencia. “Voy a probar a ver qué tal la espalda, porque si me vuelve a dar el dolor, no salgo…” le digo a mahham.

    Subo a la bici y… maldición… ¿cómo es posible que cambiando una potencia tan sólo 10 mm más larga pueda conseguir que las manos, brazos, espalda y todo el cuerpo se sienta tan a gusto sobre una bici?

    Os juro que incluso sentí un momento de fastidio por lo cómodo que me encontré sobre la Exceed. Me alejé unos cientos de metros dando pedales, y solté una risa sarcástica para mis adentros. ¡Maldita sea! No tenía ninguna molestia sobre la bici. De hecho, la nueva postura que proporcionaba a potencia de 80 mm (la que corresponde a la talla de la Exceed en talla M) me relajaba la espalda, mientras que las manos ya no recibían ninguna sobrepresión por el peso del cuerpo sobre ellas. Hice algunos giros cerrados en bucles de ochos para mover el manillar. “¡Ah! Ahí se nota la espalda… pero, buf. Realmente no se nota gran cosa… No, si al final me toca hacer la tercera etapa… Pues ale. Salimos, y ya veremos qué tal me voy encontrando por el camino. Manda narices… con las ganas que tenía yo de sentarme a leer en la furgo, resulta que me toca hacer la etapa…”. Encaré de nuevo hacia la salida, con sensaciones encontradas, ahora que tenía toda una etapa por delante. Me había quedado sin excusas. Estaba cómodo. Maldito fisio. Maldita potencia... ¿Pues no resultaba que al fina me tocaba pedalear?

    Otra de las cosas que hacían que las sensaciones de comodidad sobre la bici fueran realmente inmejorables eran (1) el sillín Ergon SMC3 Pro en talla S que me había llevado desde Madrid. Es el específico desarrollado para Mountain Bike, de máxima comodidad. Increíble de verdad lo cómodos que son los sillines Ergon, y particularmente este modelo (más cómodo, incluso que el Ergon SM30, algo más duro y con menos canal prostático que, siendo comodísimo, no es un “sillón” como el SMC3, que proporciona perfecto agarre en su superficie, sin provocar ningún tipo de roce en el pedaleo, y una forma perfecta para culoatrasarte sin engancharte en el retorno. La parte trasera es, además, más blanda, con lo que ofrece mayor superficie y comodidad aumentada cuando te yergues sobre el sillín, buscando liberar de tensiones cuello y lumbares tras mucho tiempo de pedaleo sostenido.

    Y (2) el culotte de Canyon, del que creo que ya he alabado antes su impecable rendimiento: https://www.canyon.com/es/accessories/#category=specials&subcat=T025&id=59266

    Badana de máxima calidad. Perfecto ajuste (el mío, en talla L, para mis 179 cm y 77,5 kgs) y ni la más mínima rozadura a lo largo de los seis días… y mira que me pasaba horas sentado cada día…

    Además de los 3 culottes de la equipación que nos regalaron para la ABR, yo ya tenía uno más que me compré de antes, más otro del Topeak Ergon (que no me llevé, no me fueran a confundir con Lakata), así que los conozco bien, y de verdad que los recomiendo. Baste decir que, a modo de comparativa, también tengo un culotte Assos T.Cento (unos 240 €), y me quedo antes con los Canyon, sin duda. Algo que en el fondo me fastidia, porque menuda clavada que es comprarte el Assos, para que al final no se justifique lo que te gastas en él, salvo por el postureo. En salidas cortas, de no más de 6 horas, vale (el Assos) En salidas largas, me irrita la cara interna del muslo, precisamente por unas “alas” (como las compresas) que bajan por la cara interna de los muslos, que diseñaron para evitar rozaduras… sin pensar que, en mi caso al menos, cuando sudas (y yo sudo mucho), la esponja que se supone debe proporcionar comodidad, recoge todo el sudor, y al final se convierte en una superficie que se empapa y termina por producir abrasión… pero bueno. Sirva esto de comentario al margen sobre un producto que me ha decepcionado notablemente (el culotte Assos) Mucho mejor el Canyon; y si va a acompañado del sillín Ergon... Máxima comodidad garantizada.

    Sillin-Culotte.jpg

    Así que allí me encontraba de nuevo. Sin poder esgrimir ninguna excusa, y notándome increíblemente cómodo sobre la Exceed y su nueva potencia de 80 mm (montada invertida- 6º hacia abajo-tal y como me gusta llevarla en este modelo y en la Grand Canyon CF SLX) Tanta preparación mental para abandonar... y resulta que estaba a punto de empezar la tercera etapa. Allí, en parrilla de salida, me esperaba mahham.

    Exceed.jpg

    “¿Qué tal vas?”

    “Pues bien, tío. De momento no tengo molestias. La espalda está "así así", pero voy a salir; y si me encuentro mal, me retiro y punto. Pero vamos, tú sal a tu ritmo, que yo iré al mío…”

    “Ok. Tú tranquilo. No fuerces, y acaba hoy. La etapa no parece demasiado dura, y mañana toca Córdoba, que todo el mundo dice que es una zona impresionante para hacer MTB. Ánimo, tío ¡Esto tenemos que acabarlo juntos!”

    Sonreí para mis adentros. No demasiado seguro de nada...

    Pero, mirando a mi alrededor, vuelvo a sentir buenas sensaciones. Hay muchísima gente que ha venido a ver la salida en Andújar. Clases de niños enteras, que vienen a ver a esos locos que montan en bici. Nos miran con gesto de admiración, como si fuéramos grandes deportistas; ejemplo de sacrifico y superación. Y allí estamos nosotros, mahham y yo, y todos los demás que nos rodean. ¿Somos realmente un ejemplo de algo para alguien? Si yo me siento tan poca cosa, a punto de abandonar, ¿por qué sigo montado sobre la bici? ¿Realmente esos niños se merecen que uno de esos a quienes miran y aplauden les defraude abandonando, cobardemente, vencido de antemano tan sólo por la promesa del dolor; por el miedo a las zonas técnicas y por el ánimo de evitarse sufrimiento? Si ellos; los niños, nos miran como a héroes, no podemos bajar la cabeza y decirles con nuestro ejemplo que deben rendirse ante la extenuación, el dolor, el miedo y la duda ¿En qué nos convertiría eso? ¿En futbolistas profesionales, que son su ejemplo martilleado a diario en las televisiones? Nosotros sí somos auténticos deportistas, no mercenarios. Y alguno de esos profesores que guiaban a todos esos niños de Andújar podría haberles dicho:

    “Mirad a esos ciclistas, niños. Llevan dos días montando en bici; algunos de ellos se han caído, incluso varias veces. Pero se levantan y siguen. Les duele el cuerpo y están cansados, pero siguen sobre la bici. Acaban agotados, pero siguen pedaleando. Han entrenado muchas horas para poder estar allí, y han sufrido haciéndolo, pero lo han hecho. Por eso, aunque sufren y se agotan, sonríen. Aunque no ganan, sonríen. Aunque se caen, sonríen. Aunque no puedan más, sonríen. Vamos a aplaudirles cuando pasen, porque éstos locos que montan en bici, sí que son auténticos deportistas. Van a acabar agotados hoy, como ayer y como mañana, pero fijáos en cómo sonríen. Aplaudidles, y aprended de lo que ellos os enseñan”
    Salida.png
    A los pocos metros de tomar la salida, algo emocionado por tanto aplauso y tanta gente allí, me fijo en un grupo grande de niños, ordenados a lo largo de la calle. Hay algo en su ropa que me resulta familiar. Todos gritan, aplauden y nos animan. Resulta emocionante. Les saludo con la mano. Al final del grupo, sostienen una pancarta en la que puedo leer: “Colegio Sagrada Familia” Es el mismo colegio al que van mis dos hijas… y no puedo evitar que se me salten las lágrimas.

    La tercera etapa había comenzado, inesperadamente, para mí…
     
    • Me Gusta Me Gusta x 8
    Última edición: 18 Mar 2016
  7. barrionuy

    barrionuy Miembro activo

    Registrado:
    16 Sep 2009
    Mensajes:
    130
    Me Gusta recibidos:
    68
    vas a conseguir que un ciclista sin el más mínimo afán competitivo se pique con entrenamientos científicos, querer correr y demás historias XD
     
  8. emnovo

    emnovo Novato

    Registrado:
    3 Oct 2015
    Mensajes:
    23
    Me Gusta recibidos:
    9
    Grande, Isen, grande!!
     
  9. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

    Registrado:
    17 Jun 2008
    Mensajes:
    2.550
    Me Gusta recibidos:
    478
    Ubicación:
    Madrid
    Strava:
    Tras salir del casco urbano de Andújar, nos adentraríamos en una pista relativamente amplia y en ascensión suave pero continua que ayudaba a ir cogiendo temperatura en las piernas. Los primeros metros de la etapa se harían, como de costumbre, a toda velocidad. Por mucho que pretendas no apretar de inicio, en la ABR siempre te ves empujado por la velocidad de todos los que te rodean, pero al menos en esta etapa contaba con que el perfil nos regalaba (por fin) unos 23 kms aptos para ciclistas mortales, en los que poder calentar como Dios manda (cuando uno se hace a esto de los maratones, el cuerpo no rinde a plena potencia hasta que, por lo menos, llevas una horita rodando; lo cual significa que salir a tope lo único que hace es darte dolor de piernas y sensación de ir pasado de vueltas sin demasiada potencia disponible)
    Perfil Etapa 3.png
    Los primeros compases de la prueba nos guiarían por pistas amplias que permitieron que el pelotón se fuera estirando, tanto a lo largo como a lo ancho, al ofrecer distintas trazadas buenas para ir superando los primeros obstáculos cortos pero rompe piernas. En general, mis sensaciones ya no eran tan claustrofóbicas como en las dos primeras etapas, en las que siempre me veía presionado a continuar pedaleando por pasos estrechos a un ritmo que no era el mío, presionado por quien llevaba detrás, y obligado por quien se me iba delante. La tercera etapa me la iba a tomar libre de presiones, y las amplias pistas me estaban echando una buena mano. Por primera vez desde que inicié la ABR, me sentía realmente cómodo sobre la bici. La potencia de 80 mm estaba haciendo milagros con mi espalda, y Jaén, por fin, nos ofrecía un poco de clemencia. Sin presiones de tiempo. A ritmo cómodo. Por mero disfrute… ****, ya era hora.

    Por si fuera poco, el paisaje estaba empezando a tornarse de un verde y húmedo que sorprendía y contrastaba con la tierra de olivares, de luz fría, que nos había acompañado las dos primeras etapas.
    TIERRA VERDE.png
    PUENTE.png
    Entrando y saliendo de grupos, mientras iba adelantando posiciones, (a mahham ni se le veía ni lo esperaba alcanzar) fui haciendo mi etapa muy llevadera en estos inicios. Contenido de pulsaciones (Extrañamente contenido, de hecho… los motivos los fui descubriendo después), y a un ritmo cómodo, aunque adaptado al que corresponde a una carrera (es decir, sin dejarme pasar gratuitamente, y siempre con el gancho si llevaba a alguien por delante al que pudiera recuperarle una posición. Algo que no le gustaba a nadie—incluido yo mismo)

    Con estas buenas sensaciones, llegaría a la primera gran subida del día, allá por el kilómetro 23 de ruta. Para mi alegría y reposo mental, no abandonábamos los tramos pisteros. De hecho, hasta los desniveles eran suavemente agradables. 8, 6, 9; algún tramo a un fácil y nada técnico 14%… Era como estar flotando en un Jacuzzi. Las antiguas sensaciones de disfrute sobre la bici, que me habían acompañado durante muchos años, y había perdido en los dos últimos días, comenzaban a retomar sus antiguas posiciones en mis castigados espacios cerebrales. Era como estar viviendo ese anuncio de BMW donde el conductor saca la mano por la ventanilla mientras ve el paisaje pasar por los lados… 10 kilómetros de subida pistera, con sus picos y bajadas, pero agradablemente tendida, era justo lo que necesitaba para volver a empezar a ser yo mismo. Si no empecé a cantar de pura alegría era porque el resuello tampoco daba para tanto.
    Rolling.jpg
    Así culminé la primera subida que los locales llaman “del Santuario de la Virgen de la Cabeza”. 10,2 kms a un 5% de desnivel medio. Un descanso activo; un oasis de relajación. Justo lo que mis piernas (pero sobre todo mi cabeza) necesitaban. Tocaba bajar, y esa primera bajada fue igualmente relajada y pistera; me la tomé con mucha calma, dejándome llevar por mi nueva sensación de relajación “Zen”. A partir de ahí, la ruta te llevaba por tramos de senderos auténticamente disfrutables. Bonitos, rápidos y sin mucha dificultad técnica. De cuando en cuando iba adelantando a otros participantes (siempre fui de menos a más, en todas las etapas) Los kilómetros se iban acumulando, y mis molestias parecían absolutamente a raya.
    Haciendo camino.jpg
    40… 50 kilómetros. La Exceed me llevaba en volandas, con agilidad y fluidez; devorando kilómetros sin parar. Parecía increíble que llevase tres días seguidos montando en bici, y que el día anterior hubiera pensado que me era físicamente imposible continuar. El trabajo excepcional de recuperación de un fisio (Jorge), y 10 mm más en la potencia habían obrado un auténtico milagro.
    Haciendo camnio 2.jpg
    Pero tampoco Andújar quería despedirnos sin dejarnos su regalito. La bajada que llaman “de los caracolillos” (me pregunto si por sus circunvoluciones; vueltas y revueltas entre infinitos escalones de piedra milenaria auténticamente endureros, o por la velocidad a la que la bajan algunos como yo) volvió a recordarme que eso era la ABR. Dos kilómetros y medio (Casi) de bajada con un desnivel medio del -12%, con picos del-48,4% me hicieron volver a disfrutar de las ventajas del cierre rápido de la tija del sillín, aunque el vértigo de algunos tramos comenzaron a perturbar mi espíritu “Zen”… Afortunadamente, sin conseguir romper mi nuevo equilibrio. Los “caracolillos” (bajada que no echaré de menos) quedaba atrás, y por delante, más senderos y terrenos de los que dan buena fama al mountain bike, sobre todo en categoría maratón. Se ve que el espíritu DH comenzaba a abandonar la mente del diseñador de las dos primeras etapas… o eso, o es que ya nos había metido por lo peor de la zona, y sólo le quedaban tramos de Mountain Bike para completar los kilómetros hasta la meta, de nuevo en Andújar.

    Fuera como fuera, lo cierto es que, para mí, el día seguía siendo agradable, recuperador y esperanzador. Comenzaba a pensar que, tal vez, podría ser capaz de terminar la ABR. ¿Qué nos esperaba en Córdoba? No lo sabía, pero mientras llegaba, Andújar me había devuelto la confianza en mí mismo.
    Joy.jpg
    Terminé los últimos kilómetros de la etapa con fuerza; a pesar del fuerte viento de cara que tuve que superar sin la presencia de ningún otro corredor con el que protegerme. Posiblemente, este debió ser el único tramo en el que fui más rápido que mahham en toda la ABR… aunque la comparativa con los miembros del Topeak Ergon le pone uno los pelos como escarpias. ¿Cómo se puede terminar a esa velocidad? Los profesionales son otra cosa, está claro…
    FINAL.png
    Llegué a meta esprintando, (inútilmente, claro) alcanzando prácticamente el pico de pulsaciones de la etapa, lo cual es un buen indicador de lo mucho que me había reservado ese día. Pero es que es difícil conocer tus propios límites, y por lo que quedaba aún, estaba claro que estaban más allá de donde tu propia cabeza (tan conservadora y acomodada) te gritaba que estaban.

    REVENANT.png
     
    • Me Gusta Me Gusta x 7
  10. nachoduerme

    nachoduerme Miembro Reconocido

    Registrado:
    5 Abr 2015
    Mensajes:
    621
    Me Gusta recibidos:
    881
    Esta me ha sabido a poco!!
     
  11. emnovo

    emnovo Novato

    Registrado:
    3 Oct 2015
    Mensajes:
    23
    Me Gusta recibidos:
    9
    • Me Gusta Me Gusta x 2
  12. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

    Registrado:
    17 Jun 2008
    Mensajes:
    2.550
    Me Gusta recibidos:
    478
    Ubicación:
    Madrid
    Strava:
    Así completé la tercera etapa de la ABR. Algo desconcertado. Por un lado, la había disfrutado, aunque no “voluntariamente”, sino casi de rebote; arrastrado por la propia ruta en sí, a pesar de mi falta de predisposición mental a hacerlo. Por otro lado, era solo la tercera etapa. Faltaba por superar lo mismo que habíamos hecho. Tres días más. Y no me veía con ánimos de aguantarlo. ¿O tal vez sí? Sin saber qué nos tenía deparado la organización para Córdoba, mi cabeza bullía de indeterminaciones. ¿Habría más pendientes imposibles? (Eso seguro) ¿Bajadas expuestas? (ya sabía que era mejor bajar el sillín e intentarlo, a dejarlo arriba y terminar caminando) ¿O nos darían un poco de tregua, diseñando rutas ciclables como la que acabábamos de hacer? Lo físico, realmente, ya no parecía ser un problema, y la potencia de 80 mm había vuelto a la Exceed una bici comodísima, que se movía con mucha más soltura de la que yo mismo sentía sobre ella, permitiéndote conducir sobre continuos errores de trazada con una nobleza y consistencia que eran todo un seguro de vida. Pero la estaba desaprovechando.

    Si una imagen vale mil palabras, creo que el “selfie” que me hice en meta, expresa todo lo que pasaba por mi mente en esos momentos. El encuadre (ese cubo de basura al fondo…) Mi gesto; mi posición, situado a media distancia de la bici…
    Thinking.jpg
    La tercera, en fin, había sido una etapa de transición, muy extraña a nivel psicológico; casi ajena a mí mismo, que afronté con la cabeza y el cuerpo muy saturados por las dos primeras etapas, pero que acabé muy entero fisicamente; recuperado de los dolores de espalda, y que me hizo reconciliarme con la bici, y en general con el ciclismo amateur-globeril.

    Cuando uno entra en ese círculo retroalimentado de malestar, os aseguro que seguir montando se convierte en una auténtica tortura. La cabeza es una olla a presión rebosante de malas sensaciones, y aquí es donde un compañero de equipo puede salvarte, o dejarte caer. Y mahham se empeñó en salvarme.

    A pesar de que no estábamos haciendo la carrera juntos mientras pedaleábamos (por decisión mía, que no suya) por su parte siempre existió un apoyo incondicional en todo momento. Todo lo que mi cabeza destruía durante las rutas, él lo tornaba en positividad y disfrute durante el resto del día. Su optimismo en todo momento eran un soplo de aire fresco en la travesía del desierto mental que estaba pasando.

    Son los pequeños detalles los que, al final, inclinan la balanza. Y mahham demostraba continuamente su sensibilidad a los mismos. Fue él, ese día, con un simple detalle, quien hizo que la balanza se inclinara hacia el lado de continuar luchando.

    Sabiendo yo, como sabía, que mi compañero debía estar esperándome desde hacía más o menos una hora en meta (exactamente lo que me había sacado, como constaté luego con Strava), mi sensación era la de estar “fuera de horario”, y estar sacándole de hora también a él. Mientras le llamaba para ver dónde estaba, pensé que, probablemente, ya habría comido y hasta se habría echado una siesta en la furgo; pero no. Lo primero que hizo al llamarme fue felicitarme por terminar la etapa, y decirme que me estaba esperando para comer algo en cuanto dejase la bici a los mecánicos de Canyon. Aunque se lo pregunté, no quiso decirme si llevaba mucho o poco esperándome. Habíamos aparcado en un pequeño descampado que había junto a una estación de servicio, a pocos metros de un Mercadona. Me propuso comprar algo de comida allí en cuanto volviese al coche, y comernos unos bocatas; celebrar que habíamos terminado la tercera etapa, y salir hacia el Hotel en Córdoba después.

    Ese sencillo detalle: Esperarme en meta para celebrar el final de etapa como si él mismo acabara de haber llegado a meta, sin hacer el más mínimo comentario a si me llevaba esperando una hora o no, me hizo sentirme mejor. Era como si, de repente, llegar a meta sí tuviera sentido, porque tu compañero estaba ahí para celebrarlo. Si en ruta no le dejé adaptar su ritmo al mío; él decidió adaptar el resto de su tiempo a mi ritmo. Su dedicación como compañero empezaba en cuanto sonaba el despertador, y no dejaba de serlo durante cada segundo que compartíamos. Es justo reconocérselo: Si no hubiera sido por su constante apoyo y su buen humor, estoy convencido de que yo no habría acabado la ABR. No me dejó abandonar el segundo día, y se convirtió en mi mejor apoyo en Córdoba.

    Si alguna vez vais a la ABR, o a cualquier prueba por etapas, cuidaros mucho de tener esto en consideración: Un compañero no es solo aquel con el que vayas a entrar, o no, a la vez en meta. El compañero que realmente vas a necesitar es un compañero con el que te rías, que te apoye, que te anime, que te acompañe y que te ayude no sólo en ruta (nunca ruedas solo en la ABR, si no quieres hacerlo, porque al final, la carrera te hace rodar siempre con los mismos, y acabas conociéndolos) sino lo que es más importante: El mejor compañero es aquel que lo es, y lo demuestra, durante todo el resto del día. Sólo echo en falta haber estado a su altura físicamente, para haber podido compartir más momentos juntos durante la ABR.

    Gracias por tu apoyo incondicional durante esos días, Mike. Hasta tus hijas y tu mujer estaban más preocupadas por mí que por ti; y eso dice mucho de lo que tienes dentro, a pesar de la caña que te están dando siempre en el grupo de Whatsapp por el hecho de que no fuéramos juntos rodando…

    Cierre.jpg

    Y efectivamente, tras dejar la bici en el paddock de Canyon, quienes celebraron tanto que acabase un nuveo día, como que mi espalda se hubiera recuperado gracias a la nueva potencia, me dirigí andando hacia donde habíamos aparcado la furgo, sintiéndome, por mis atuendos ciclistas, objeto de las miradas de los viandantes, que seguían mirándonos con esa mezcla de admiración y sonrisa dedicada a los demenciados que no suponen ningún peligro. Allí estaba mahham, esperando tranquilamente, disfrutando del atardecer soleado y de la magnífica temperatura que teníamos en Andújar en ese momento, rondando los 20º C a las 3 de la tarde. Tras cambiarme de ropa y tomarme el batido recuperador, nos encaminamos al Mercadona; y de verdad que no habría cambiado ese momento por ninguna comida en un restaurante de lujo. Pan recién hecho (cortesía de la chica de Mercadona que se ofreció a buscarlo para dárnoslo), Yogur batido, jamón ibérico de cebo… ¿Cabría esperar mejores manjares para celebrar que seguíamos activos tras tres etapas de Mountain Bike? Y además, en pantalón corto y en mangas de camisa (camiseta) un 23 de febrero. Un lujo.

    Habrá quien pueda pensar que comer un bocadillo sentados en una furgoneta alquilada, sin asientos no reclinables ni especialmente cómodos, aparcados en un descampado junto a una gasolinera, sin haberte duchado tras una ruta de 72,5 kms y 1949 metros de desnivel no tiene mucho que ver con el disfrute y, sin embargo, a nosotros nos pareció todo un premio; un regalo.

    Tras dar buena cuenta del bocadillo (de los que mejor me han sabido y más he disfrutado en mi vida), celebrando que habíamos completado tres etapas, nos pusimos en marcha hacia Córdoba. Nueva tierra, nuevo hotel, nuevas sensaciones. ¿Cómo se presentaría la Cuarta etapa? Sobre el papel, 89,91 kms y 1897 metros suena a esfuerzo físico. La cuata etapa ofrecía la ruta más larga de toda la ABR y, sin embargo, no se nos antojaba especialmente dura, después de lo pasado en Jaén. Estaba claro que el trabajo en el rodillo, si no me había dado potencia bruta (tampoco la había trabajado), sí me había proporcionado, al menos, fondo y capacidad de recuperación. Nunca en mi vida había hecho tres etapas seguidas de bici tan duras como las que llevábamos superadas, y el cuerpo no parecía demasiado castigado. La cabeza parecía volver a tomar su parte a la hora de llevar la Exceed por senderos; y no ellos llevarme a mí sobre ella.

    Una extraña sensación comenzó a colarse en mi cuerpo camino al Hotel de concentración en Cordoba. ¿Era optimismo eso que sentía?…
     
    • Me Gusta Me Gusta x 10
  13. barrionuy

    barrionuy Miembro activo

    Registrado:
    16 Sep 2009
    Mensajes:
    130
    Me Gusta recibidos:
    68
    crónica entretenida como pocas, sigue asi, que me estan dando ganas de rodillo, carreras, canyon... el paquete completo XD
     
  14. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

    Registrado:
    17 Jun 2008
    Mensajes:
    2.550
    Me Gusta recibidos:
    478
    Ubicación:
    Madrid
    Strava:
    Me vais a tener que permitir un pequeño homenaje a una tierra que nos regaló horas de disfrute, y de sufrimiento; que elevó nuestros espíritus, y que castigó implacablemente nuestras bicis y cuerpos durante tres etapas llenas de emociones contrapuestas, que exigían todo cuanto tuvieras dentro, a cambio de conocer las mieles de un sorprendente paraíso, infierno a veces, que a cada pedalada iba quedando, inexorablemente, atrás:

    Córdoba…
    Córduba.jpg

    A veces pienso que son mis profundas raíces asturianas las que se resisten a identificar Andalucía con el verde y los montes, pero lo cierto es que es la propia Andalucía, coqueta y caprichosa, la que se acicala cuando quiere para tratar de seducir al forastero, y que sólo a veces regala su mirada: Sol que se filtra entre largas pestañas. Fugaz sonrisa, que no a todos concede, porque es privilegio de quien es y se sabe guapa. Una fracción de segundo le basta para prometer, siempre esquiva, rincones secretos y prohibidos. Inaccesibles para quienes solo pasan sin ver más allá de lo que muestran los ojos que no saben mirar… Córdoba: Puente romano sobre el Guadalquivir; noria de la Albolafia, muralla almenada; Puerta del puente, Mezquita y Alminar flanqueado de palmeras y plantas… ¿Quién te hizo albergar tanto verde? ¿Quién te dio tanto sendero, tanto disfrute para aquel a quien concedes el privilegio de recorrer, rendidos a tu exigente capricho, las curvas de tu cuerpo, Sierra Morena?

    Córdoba.jpg
     
    • Me Gusta Me Gusta x 9
  15. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

    Registrado:
    17 Jun 2008
    Mensajes:
    2.550
    Me Gusta recibidos:
    478
    Ubicación:
    Madrid
    Strava:
    A eso de las cinco y media de la tarde, acompañados de un agradable sol invernal, desembarcamos, por fin, en Córdoba. Concretamente en la Hacienda de la Albaida: una finca situada en las faldas de Sierra Morena, donde la organización de la ABR estableció el Paddock central, y meta de las tres siguientes etapas; que no las salidas, que se hicieron los tres días desde el centro de Córdoba, lo cual complicaba un poco la logística de todos los bikers pero añadía espectacularidad a cada inicio de etapa, dando igualmente facilidades y kilómetros de inicio para que los dementes a pedales que iban por delante del pelotón volvieran a adoptar el habitual ritmo extremo de los primeros compases de cada día. ¿Para qué se va a aprovechar el principio de una ruta en llano para calentar progresivamente? Noooo, qué tontería: Mejor salimos a machete, y que se mueran los feos. Lamadreque...

    Con cierta sensación de cansancio acumulado en las piernas (por vez primera en la ABR), bajamos de la furgo aún en el tercer día de la ABR, en dirección a las instalaciones de nuestra imprescindible concertación de cita con los fisios. El paddock se encontraba agradablemente tranquilo, y la temperatura era inmejorable, a pesar de cierta brisilla fresca que se descolgaba desde las estribaciones de Sierra Morena.

    Los nervios estaban, por fin, controlados. Ninguna de las últimas etapas ofrecía un perfil tan demencial como el de la segunda etapa de Jaén, con lo que todo nos parecía poco ya, y ello sin menospreciar los—anunciados—89,91 kms y 1897 m de desnivel de la etapa 4; 82,62 kms y 2.080 m de la etapa 5; y 69,12 kms y 1.789 m de la etapa 6.

    Parece mentira que, hace no tanto tiempo, plantearse una sola de esas etapas habría supuesto que, al volver a casa, el cuerpo pidiera descanso, siesta y dejar la bici al pairo al menos durante un día para recuperar las piernas, y sin embargo (misterios de la cabeza) esa tarde del 23 de febrero de 2016, valorábamos con cierta suficiencia esas tres etapas; que se acumulaban a las tres que ya llevábamos hechas… ¿Qué es lo que pasa en la cabeza de un ciclista cuando le sometes a torturas extremas?

    Lo único cierto, es que todo a nuestra llegada en Córdoba, invitaba al buen humor y al optimismo: El entorno para los tres siguientes días; la temperatura y climatología prevista (en ese momento), y el propio hotel que Canyon nos había reservado… Tres etapas nos separaban de la meta. Tres días más para concluir la Andalucía Bike Race. ¿Qué nos depararía el futuro?

     
    • Me Gusta Me Gusta x 5
  16. gestmind

    gestmind Miembro Reconocido

    Registrado:
    25 Mar 2014
    Mensajes:
    2.704
    Me Gusta recibidos:
    886
    Casi un mes sin saber nada isen, acaba la historia jejeje
     
    • Me Gusta Me Gusta x 1
  17. mmsial

    mmsial Miembro

    Registrado:
    9 Ene 2011
    Mensajes:
    125
    Me Gusta recibidos:
    14
    Si tio, yo ya lo echo en falta. Es una cronica desde el punto de experiencia de un mortal.
    Vamos Isen, que estamos esperandolo.
     
    • Me Gusta Me Gusta x 1
  18. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

    Registrado:
    17 Jun 2008
    Mensajes:
    2.550
    Me Gusta recibidos:
    478
    Ubicación:
    Madrid
    Strava:
    Córdoba. Etapa 4

    CORODBA.png

    El cuarto día de competición comenzaría en pleno centro de Córdoba, lo cual nos planteaba algunas dudas de carácter logístico, tales como dónde aparcar el coche para recuperarlo después, toda vez que la meta se situaría en la Hacienda de la Albaida, que quedaba a unos cuantos kilómetros de la salida. Las bicis, además, estaban en poder de los mecánicos de Canyon, quienes establecerían su base en algún punto aún por determinar; ya que ni si quiera ellos sabían dónde podrían aparcar esa mañana. Con estas dudas, y con la ayuda del navegador TomTom instalado en mi móvil, partimos hacia el centro de Córdoba, a eso de las 9 de la mañana. Una hora debería ser suficiente para llegar al punto de salida, que no distaba gran cosa (en kilómetros) de nuestro Hotel de concentración… pero no contábamos con los atascos, y con la extraña configuración del tráfico que todo casco histórico de una ciudad acarrea. Tras soportar estoicamente el primer atasco de padres llevando a sus hijos al colegio que estaba a un escaso kilómetro del hotel, y con mahham cada vez más nervioso al volante, nos zambullimos de lleno en pleno atasco de Córdoba, lo cual hizo que mahham decidiera buscar una alternativa menos congestionada, confiando en que el navegador reconfigurase la ruta por carreteras menos ratoneras; y así lo hizo, para nuestra angustia, ya que decidió que, para evitar el atasco y llegar a una zona cercana a la salida de meta, debíamos hacer un extraño y larguísimo rodeo que hizo que dudáramos de la fiabilidad del TomTom, y que acabó destrozando los nervios de mahham, al ver que nos íbamos alejando por rondas exteriores a Córdoba, sin que aquello tuviera, aparentemente, ningún sentido. Sin saber hacia dónde íbamos; hacia dónde teníamos que ir; ni dónde estaban nuestras bicis, los nervios comenzaron a adueñarse de nosotros. La primera víctima fue el TomTom, que empezó a recibir todo tipo de insultos a cada nuevo giro que nos alejaba más aún (aparentemente) del punto de salida de la etapa, así que decidimos recurrir a esa solución extrema que todo hombre-conductor trata de evitar más que a la muerte: Preguntar a alguien cómo llegar.

    Aprovechando un semáforo en rojo, y situándonos a la vera de un ciclomotorista con aspecto de ser local, preguntamos cómo llegar a la “Avenida del Zoológico, 6”, que era el punto alternativo al inicial que habíamos marcado en el Navegador como cercano a la salida y aparentemente adecuado para dejar el coche.

    —Oiga, ¿Sabe usted cómo podemos llegar a la Avenida del Zoológico?

    —¿Al Zoológico?

    —A la Avenida del Zoológico, sí. Bueno, o a la Mezquita, que es donde está la salida.

    —El zoológico… hmmm… sí. Tenéis que ir esta calle a la izquierda, y luego todo recto hasta que encontréis una calle más grande, y allí girar a la derecha, y luego…

    —¿Pero qué dice este tío?—preguntó mahham a mi izquierda con los ojos fuera de las órbitas y claros síntomas de estar perdiendo los nervios.

    —…Y entonces, la tercera a la izquierda hasta una Avenida amplia que…

    —Macho, no llegamos—dijo mahham a mi izquierda, generándome una micro úlcera estomacal.

    —Luego, seguís por la calle que se adentra a la izquierda en semidiagonal hasta una rotonda que…

    —Buah. No llegamos—explotó mahham retorciendo el volante—¿Qué dice la ****** del navegador ese?

    —Que nos vayamos hasta Jaén pasando por Méntrida para volver a Córdoba después, o algo así—respondí yo empezando a perder los papeles también.

    —…Y a doscientos metros, veréis una señal de bifurcación a la que no tenéis que hacer caso, y… Buf, mucha tela. Pero ¿para qué queréis ir allí?

    —Tenemos que llegar a la salida de una carrera de bicicletas que sale de la zona de la Mezquita.

    —Os vais a perder… Venga, seguidme, que os llevo.

    —*****, gracias. Mahham, síguele, que nos lleva.

    Y así comenzamos una persecución tipo "acto de fe" siguiendo al motorista por callejuelas y vericuetos, en dirección hacia alguna parte que no sabíamos si estaría cerca de la parrilla de salida.

    —¿Pero este tío dónde va?—preguntó mahham retorciendo el volante de la tensión.

    —Hacia el Zoológico ese, supongo.

    —¿Pero eso queda cerca de la salida? Los zoológicos suelen estar fuera de las ciudades.

    —Yo que sé. Según la ****** del TomTom sí estaba cerca de la Mezquita, pero vete a saber dónde se piensa el TomTom que estamos, porque nos estaba llevando a freír morcillas de allí.

    —No llegamos.

    —****, que aún tenemos media hora. Tú sigue al tío este, que al menos parece que nos dirigimos hacia el centro.

    En un momento dado, poco después (aunque con la angustia parecía que habían pasado siglos) el extremadamente amable motorista cordobés se puso a nuestro lado señalando hacia adelante en la misma calle en la que estábamos situados. “Seguid todo recto por esta calle, y llegáis a la Mezquita”.

    —Gracias tío. Dale Mike, que es todo recto.

    —¿Qué hora es?

    —Diez menos veinticinco.

    —Y aún tenemos que encontrar las bicis.

    —¿Sabemos dónde están?

    —Los de Canyon me han enviado un whatsapp, así que imagino que es la localización de dónde han aparcado.

    —Pues como no estén cerca…

    Pocos segundos después, vimos aparecer el arco de salida de la ABR plantado, lo cual supuso un verdadero alivio. Ahora sólo teníamos que aparcar la furgoneta, y buscar las bicis. Me resistí a saltar sobre el móvil de mahham para ver la ubicación de las mismas. Calma, calma. Que llegamos. Dejando el arco de salida a nuestra izquierda, seguimos la calle cruzando un puente que nos alejaba del mismo, pero no quedaba otro remedio si queríamos aparcar la furgoneta en algún sitio. Un poco más adelante, encontramos ese sitio y comenzamos a cambiarnos y coger los botes para llevarlos hasta las bicis.

    —¿Dónde están los de Canyon?

    —Ahora lo miro

    —Vamos a tener que ir corriendo. Al final la etapa de hoy va a ser lo más relajado del día...

    Cerramos la furgoneta y, mientras, me puse a caminar en dirección a la salida, confiando en que los de Canyon estarían hacia allí. Mahham no me decía lo contrario, así que allá fuimos los dos. De puros nervios, me puse a correr, y mahham detrás, mientras pensaba que la gente debía estar pensando que a dónde iban esos dos cretinos vestidos de ciclistas, sin bici a su lado.

    —Espera, que no están hacia aquí.

    —****… ¿Y dónde están?

    —Hacia el otro lado.

    En ese mismo momento me entraron ganas de vomitar el desayuno allí mismo. Todos los nervios que mahham tenía al volante parecía habérmelos transmitido a mí, ahora que íbamos a pie.

    —Pues corre, leche, que no llegamos.

    Siguiendo las indicaciones del Google Maps, avanzamos hacia una pequeña explanada donde, por fin, vimos la furgoneta de Canyon, y a otros miembros de la expedición. Las bicis estaban preparadas. Parecía que al final llegaríamos a tiempo a la salida. Tras cruzar algunas palabras, y agradecer los buenos deseos para la etapa del día, salimos, por fin montados, hacia la meta. Teníamos tiempo, incluso, de hacer una foto del puente romano por el que saldríamos hacia los 90 kilómetros de etapa, con sus 1985 metros de desnivel. Se nos antojaba pan comido, después de la angustia del “previo” que habíamos tenido…

    SALIDA.jpg

    SALIDA 2.jpg

    Ya sólo nos quedaba salir… y terminar una etapa más. ¿Sería Córdoba tan dura con nosotros como Jaén? No tardaríamos en comprobarlo…
     
    • Me Gusta Me Gusta x 3
    Última edición: 4 May 2016
  19. mmsial

    mmsial Miembro

    Registrado:
    9 Ene 2011
    Mensajes:
    125
    Me Gusta recibidos:
    14
    Hola Issen

    Pero ya has parado el report?
    Venga que nos tienes en ascuas, queremos leer el final de tu aventura.
     
  20. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

    Registrado:
    17 Jun 2008
    Mensajes:
    2.550
    Me Gusta recibidos:
    478
    Ubicación:
    Madrid
    Strava:
    PERFIL.png
    Con cierto alivio por estar presentes en el momento de dar la salida, lo cual no dejaba de ser extraño por cuanto que era el cuarto día consecutivo de carrera y nos enfrentábamos a 90 kilómetros más, volvimos a pasar bajo el arco que daba inicio a la nueva etapa. Lo cierto es que las piernas parecían frescas. El ánimo estaba alto. Por delante, 16 kms de tramo aparentemente rodador; perfecto, pensaba, para ir cogiendo tono antes de que comenzasen de nuevo las subidas. Lo más duro según el perfil, estaría al principio; justo tras esos primeros 16 kilómetros, y más adelante, casi al final, allá por el kilómetro 75 aunque ya no me preocupaba tanto como en los tres primeros días lo que pudiera venir. Si había sobrevivido al segundo día, no iba a haber nada tan duro como aquello. Además, las sesiones de fisioterapia estaban dejando mi espalda nueva, y las piernas, aunque no desarrollaban mucha potencia (soy como un diésel sin turbo), al menos sí parecía que mantenían la fuerza suficiente para ir llegando a meta sin importar el número de kilómetros que hubiera que dejar atrás. Parecía que el cuerpo comenzaba a resignarse a sufrir paliza tras paliza, y se había puesto en una especie de “modo supervivencia” en el que todo parecía funcionar.

    SALIDA 3-1.jpg

    El primer tramo cruzando el puente romano fue de esos momentos que no quieres/puedes olvidar nunca. Este tipo de imágenes generalmente sólo las ves tras una pantalla, envidiando a quienes la protagonizan y, sin embargo, allí estábamos mahham y yo, y muchos otros locos más. No todos “máquinas” como los que encabezaban las varias clasificaciones de la competición. En la Andalucía Bike Race también existimos, y asistimos, los ciclistas “terrenales”. Esos que, por tener condiciones físicas simplemente normales, no podemos aspirar a ninguna clasificación general, pero que tenemos las agallas (o la insensatez) y el kilometraje suficiente sobre una bici (sin locuras) para no quedarnos en casa, derrotados de antemano por nuestra (humana) falta de predisposición a exponernos, innecesariamente, a horas y horas de esfuerzo físico intenso a cambio de la recompensa, tan personal como fugaz, de llegar a meta envuelto en un halo de absoluto anonimato. A nadie le importas gran cosa ya cuando llegan los de atrás. Si acaso, los despistados que quedan, o pasan por allí en ese momento te miran con cierta curiosidad. Eres, sencillamente otro ciclista más que llega a meta un par de horas (o tres) después de que los buenos ya hayan terminado. ¿Qué les mueve a esos locos—pensarían—a participar en una carrera en la que tardan cada etapa casi el doble que los primeros?

    No quiero decir con esto que la organización te olvide, ojo. En absoluto. La atención en cada punto de control y en cada avituallamiento es impecable por muy atrás que vayas, y nunca te falta su ánimo… pero la entrada en meta, días tras día, se me hacía de algún modo triste. Ves que todo está preparado para albergar al público durante metros y metros a ambos lados de la banda de cronometraje situada en el suelo… Pero cuando llegas tú, ya no hay nadie. Los que quedamos en carrera llegamos gota a gota. Polvo, barro y sudor. No hay gloria, público ni aplausos para quienes tardan 6 horas en terminar. Y mahham y yo ni siquiera íbamos juntos, con lo que a tu lado no tenías con quién celebrar la nueva entrada en meta; la nueva etapa completada a pesar de lo paquete que eres. Sólo un gesto de rabia dedicado a ti mismo, y la promesa de una tarde de alivio y descanso hasta el día siguiente.

    Pero la cuarta etapa acababa de comenzar, y tras cruzar el puente romano a una velocidad muy relajada, saludando a diestro y siniestro, el pelotón empieza a acelerar y, con él, todos los que lo integramos. Un día más no hay tiempo de calentar, ni de buscar tu ritmo de pedalada. Son los demás; las bestias que ruedan a 600 watios sin despeinarse, quienes te lo marcan, y en la ABR significa que vas a ir a tope, y que aún así vas a descolgarte. Las piernas se sienten pesadas; rígidas, lentas. Los grupos se van formando uno tras otro. ¿Y mahham? Ya le he perdido. Tengo que ponerme a rueda, y tratar de no perder más posiciones para no llegar atrás del todo a las primeras subidas… pero voy perdiendo rueda tras rueda. Se va a más de 30 km/h con algo de viento en contra que castiga más cuanto más solo ruedas. Pierdo la rueda de otro grupo. Esto es frustrante. Las piernas me arden y las siento como dos maderas. Rígidas, torpes, pesadas, lentas. Extrañamente, las pulsaciones tampoco suben, y voy rondando las 130 ppm. El motor no da para más, pero afortunadamente, tal y como compruebo con una mirada atrás, temiendo encontrarme el último, hay quien va como yo; y peor aún, más atrás. Me engancho a otro grupo pequeño que me sobrepasa y con el que ruedo intentando entrar en algún relevo para no dejar que se abra demasiado hueco con los que nos preceden. Estúpido orgullo ciclista…

    Pronto entramos en una pista no demasiado ancha pero plana, con algunos regueros que ocasionan algún susto, y un canal de agua a la derecha. El viento pega de cara con más fuerza ahora, con lo que rodar solo es un infierno. Imprescindible contar con la protección del grupo. Afortunadamente nos hemos agrupado debido al estrechamiento, y siempre tienes un rebufo protector, aunque has de andar con cuidado, porque todo el mundo quiere ganar un puesto más, y tratan de rebasarte manillar con manillar. Nada nuevo ni preocupante a estas alturas de la ABR, simplemente tienes que mantener la velocidad y la trayectoria, sin hacer cambios de dirección. Aquí también se rueda en pelotón, armados de esos “peligrosos cuchillos” que para los profesionales de la carretera son los discos de los frenos, pero en el MTB no nos quejamos de ellos, porque aquí sabemos que la potencia de frenada es la diferencia entre salir volando por un precipicio, o girar en el punto justo del vértice de la curva. Tal vez también sea cierto que, si nos caemos y nos lesionamos, no perdemos tanto dinero como un profesional de la carretera; a los que todo cambio les molesta… Pero no quiero meterme en otros hilos…

    En estas circunstancias ya he roto a sudar, a pesar de que la temperatura (y la sensación térmica) es cada vez más baja. Esto, generalmente, suele ser señal de que el cuerpo ya entra en modo competición, y las pulsaciones comienzan a subir; pero hoy no. Hoy sencillamente es señal de que el cuerpo no da más de sí. Comienzo a pensar de que las subidas se me van a hacer muy largas…

    En ese momento llegan las primeras subidas. No son demasiado fuertes, rondando el 7 y el 10-14%, pero se me atragantan, con lo que me lo tomo con calma, buscando un ritmo de supervivencia que me permita seguir pedaleando sin que las piernas se me conviertan en piedra, tal y como parecen amenazar. 9-10 km/h, no doy más de mí, pero tampoco es que los que me rodean puedan ir a más; ni me importaría gran cosa si pudieran.

    SUBIDAR.png
    Una mirada hacia atrás, aprovechando que la subida es por una pista muy amplia con varias trayectorias, me hace ver que son muchos quienes ni siquiera han llegado a las primeras subidas, y tampoco me gusta ir demasiado embutido en grupos de muchos ciclistas, porque ya te van sonando las caras, y hay algunos a los que ya vas poniendo cara, que no quieres tener demasiado cerca cuando los senderos se estrechen, porque son de los que van pidiendo paso como si se estuvieran jugando algo, para quedarse atrás de nuevo cuando se les acaba la adrenalina; o cuando se les atraganta un paso que tú has superado con fluidez por detrás de él. No serían una ni dos las veces que preferí pararme a un lado del sendero para dejar pasar a los grupos conocidos de “picaos”, dándoles espacio para que no me dieran la paliza, ni fueran tras de mí aprovechando mi trazada para apurar un poco más la frenada, metiendo rueda de mala manera a la que te despistas. Cuando uno va cansado, que te vayan metiendo rueda en plan agresivo, no es algo que me resulte ni agradable, ni cómodo, ni seguro, y lo último que quería a esas alturas era tener una mala caída que me dejara fuera de combate.

    Superada la primera subida, Córdoba empezaría a destapar su sorprendente esencia montañera en forma de caminos y senderos de tierra arcillosa rodeados de verde. La velocidad aumenta, y también el disfrute. Atrás parecían haber quedado los demenciales, absurdos, desniveles de subida (y bajada) de Jaén. Era tiempo de pedalear, dejar correr a la bici, y disfrutar de la manera de trazar curvas de la Exceed; que las dibuja como un compás. El terreno era rompepiernas, pero los kilómetros pasaban casi sin sentir (casi) entre curva, curva y recurva.
    JUMP.png

    Por fin disfrute sin fisuras. Córdoba se desataba, y nosotros nos dejábamos llevar por su entusiasmo, kilómetro tras kilómetro acumulando disfrute, tan solo interrumpido por algún paso particularmente complicado (pero puntual, o por algún sendero estrecho de esos que discurren con inclinación de 45º a la izquierda, exponiéndote a la caída a cada curva que te encuentras en contraperalte (detesto ese tipo de terreno; me genera muchísimo estrés, y me bloquea la conducción) De hecho, en una de esas curvas, veo cómo se le va la rueda delantera al biker que me precede. Caída de cuernos, sin consecuencia; con un gesto nos indica que sigamos.

    En esa sucesión de tramos disfrutones, llegamos al famoso tramo de las traviesas del tren. En un primer tramo, no parece tan complicado de afrontar, con lo que hago una foto, con media sonrisa, pensando en quienes se quejan de su dureza y dificultad.

    Tren1.jpg
    Pero, claro. Es que las traviesas del inicio no son las de después; que son auténticos escalones, situados entre sí a una distancia que vuelve imposible el pedaleo redondo, y que además te encarrila por los raíles a los lados, con lo que no hay salida posible. Algún pequeño sendero que discurre a los lados, y que buscamos pensando que nos llevará hasta el final (¡Ja!) Vana esperanza: Siempre hay que volver…

    Tren2.jpg

    En esos momentos es cuando agradeces sobremanera llevar una 29”. Hacer ese tramo con una (hoy obsoleta) rígida de 26” debe ser auténticamente infernal. Por su parte, la tija VCLS 2.0 de la Exceed (vieja conocida de mi GC CF SLX) hacía su trabajo con intensidad, permitiéndome incluso hacer breves tramos de “travieseo” sentado en el sillín sin triturarme los sesos. La suspensión de esta tija funciona; vaya si funciona (Lo tengo comprobado, porque recientemente me hice el Maratón del Bajo Tiétar, de 126 km y 4851 m de desnivel, según datos de Strava, con la Reverb montada, y **** si se nota la diferencia en cómo te protege las lumbares cuando llevas la VCLS…)

    Resumiendo: Aunque el tramo del ferrocarril se te acaba haciendo largo, porque la cabeza acaba rebotándote como un melón sobre los hombros, no se me hizo infernal, como a algunos que desmontaban e iban andando, acordándose de los creadores del ferrocarril, y de quienes habían decicido que la ABR volviera a pasar sobre sus vías.

    Tras este emblemático paso, llegaría una sucesión de más tramos de pedaleo sostenido, embellecido por paisajes verdes y senderos divertidos, generalmente fáciles, rápidos y con mucho flow. Los kilómetros se iban sumando sin sentir… como las horas, que sí se iban sintiendo algo más. Alcanzamos el kilómetro 75, momento en el que me fijo en el perfil de la etapa… comienza la última subida del día. ****, qué pereza más grandeeeee.

    Pero no queda otra que apretar los dientes, y subir, y subir, y seguir subiendo… En total unos seis kilómetros de subida, sostenible, con traca final en la subida a Morales, con pendientes del 8-10-14 y hasta picos del 28% puntuales (que subía montado rita la cantaora, obviamente) pero que se iban subiendo. Tras ello, llegaba la bajada del Reventón, a la que llegaba bastante acongojado, pues su fama trasciende fronteras… pero lo cierto es que, salvo algún paso con escalón incorporado (que cuando llegas cansado siempre te empeñas en hacer por el lado más complicado), tampoco me pareció para tanto. Cierto es que la trayectoria estaba bastante marcada por el paso de las otras bicis, y notablemente limpia de las piedras sueltas que, en cualquier otra época probablemente campen a sus anchas.

    Una vez finiquitada dicha bajada (que hice bastante tenso, esperando el momento en el que llegase la parte complicada…), entramos en una zona de campurri cuesta abajo muy rápida, que era la antesala a la meta de la Hacienda Albaida; si bien antes había que volver a dar un rodeo (pestoso) por la pista del canal del inicio del día y que, además, terminaba picando para arriba, con lo que el final se te hacía eterno; tanto, que pregunté a otros dos participantes que bajaban en dirección contraria si la meta era por allí. Afortunadamente, me lo confirmaron, dándome ánimos.

    Y efectivamente, la Hacienda llegaba. La entrada en la misma era bastante poco gloriosa, por la zona donde se acumulaba la paja usada de las caballerizas, cuyo olorcillo (corrosivo) no era precisamente el que idealizabas como el Valhalla de la meta que ansiabas cruzar. Tras ese primer trago, flanqueado por operarios que te miraban, en plena faena, pasar con cierta indiferencia, entrabas en zona de verde flanqueada por vallas. Una llegada al estilo del Tour, o la Vuelta a España... sólo que sin nadie gritándote. De nuevo cierta sensación de desamparo, pero allí estaba la meta. Apretón a los pedales, con curva a derechas abriéndome de más, a punto de estamparme contra las vallas; nueva recta con curva a la derecha, terminando el cuadro, y la meta, donde, por fin, el cronómetro se detendría, y comenzaría el descanso.

    La Cuarta Etapa había concluido.
     
    • Me Gusta Me Gusta x 8

Compartir esta página