Tromousse es impresionante, una belleza brutal. Yo tuve la suerte de subirlo sin ningun coche debido al tiempo y con marmotas corriendo por la carretera y paseandose a nuestro lado...
¡Nos vamos! Mañana arranca la excursión. Esperemos que se nos den las cosas bien, que disfrutemos y que no haya percances. Ya os contaré. Hasta luego.
Todavía estoy flipando. No nos acompañó mucho el tiempo, tuvimos que recortar algún recorrido, pero lo que he visto y lo que he subido me ha dejado anonadado. Espero repetir muy, muy pronto. Hasta luego.
¡Vale, vale! Me paso la mañana en bici, la tarde currando y acabo de llegar a casa. Vamos a ver si puedo subir un par de ellas. Hasta luego.
La verdad es que no arrancaba muy bien el viaje en cuanto a lo meteorológico. En Castro Urdiales, a la hora de la salida llovía a mares. Por ello decidimos esperar un ratillo y comer en el pueblo en vez de hacer la parada para el avituallamiento que teníamos prevista en tierras guipuzcoanas. La comida se extiende entre risas y chascarrillos y cuando salimos del local ya no llueve, incluso se está abriendo el cielo. Con esa alegría que te entra emprendemos el viaje que hacemos de un tirón. Ningún problema para encontrar el camping en Argeles, ningún problema con la reserva y ¡a instalarnos! El cielo está nubladísimo, las montañas apenas se ven por la niebla y llueve, llueve... Empieza a cundir el desánimo y tras inspeccionar el campo base vemos una previsión del tiempo que tienen pinchada en un tablón de anuncios; justo para los tres días que vamos a estar. Martes: un dibujo de una nube negra con gotas de agua, ¡******! Miercoles: una nuble y un sol, ¡bueno! y Miércoles: otra nube con otro sol, ¡vale, vale! La gente lo firma ya. Viendo el panorama nos conformamos con poder salir a pedalear dos de los tres días. Y así, entre divagaciones varias, damos una vuelta por Argeles Gazost. El pueblo no está mal, pero a las ocho de la tarde que son está todo cerrado y no hay ni Dios por la calle. Decidimos volver a casa, no vaya a ser que se mosqueen los Gendarmes y nos confundan con una manifestación o con un grupo de choris. Cenita, una peli, unas risas, unas batallas y a la cama. Hasta luego.
Día 2. ¡Llueve que te cagas! Las nubes bajísimas y agua y humedad a tope. Bueno, eso era lo que marcaban las predicciones, ¿no? Sí, así es... pero todos tenemos la esperanza de que se equivoquen. Pero no, de pleno. Decidimos acercarnos a Lourdes, para pasar la mañana e, intimamente, pedir a quién sea que nos eche una mano con el tiempo. Jajajajaja. Visitamos la famosa "Grotte", donde nos retratamos para la posteridad. Y como no para de llover decidimos largarnos de aquí e ir a llorar nuestras penas delante de un plato de arros. No es que haya mejorado mucho. Ha parado de llover, la carretera está seca, las nubes parecen más altas... y mil historias que nos inventamos para hacernos la ilusión de que podemos aprovechar el día. Y sí, yo ya no me aguanto más y aplico una de mis normas. Se intenta y si no se puede pues... ¡media vuelta! De los seis hay dos que no se deciden y prefieren esperar tiempos mejores. El resto nos ponemos el traje de luces y arrancamos. Desde la salida del camping no hay pérdida ninguna. Está todo perfectamente señalizado y cuando digo "todo", me refiro a los puertos de montaña. Así que tomamos dirección Aubisque. Desde que salimos es cuesta arriba, así que nos lo tomamos con calma. Atravesamos el pueblo y lo dejamos atrás subiendo unas rampas bastante importantes. Por cierto, no llueve y la carretera está cada vez más seca. Hay que joderse. Estamos subiendo el Soulor y yo voy emocionadísimo, creo que los demás van igual que yo. Vamos subiendo poco a poco y nos damos cuenta de la importancia que le dan aquí al ciclismo, al Tour más bien. Están orgullosísimos de su carrera y por todos los sitios se ven carteles que lo reflejan. La cuesta no cede y el desnivel es sobre un 7%-8% continuamente. Pero yo voy genial, disfrutando a tope y apenas noto la dureza de las rampas. Ni gota de agua en la carretera. Parece que aquí no ha llovido nada, aunque delante las nubes están ahí; bajas, bajas. Esto es una pasada. No hay apenas tráfico, la carretera está más que decente y ahora baja mucho el porcentaje. Un descanso que nos viene de perlas. Tras unos cinco o seis kms. muy fáciles, esto se vuelve a poner cachondo; es decir, se empina seriamente. Entramos en los 7 últimos kms que son los más duros de la subida. Pero, aún así vamos muy relajados y disfrutando la subida. Llegamos a los metros finales y entramos de pleno en la niebla, que además moja. Y en estas condiciones alcanzamos el alto de nuestro primer puerto. Nos sacamos unas cuantas fotos que inmortalizen nuestra "hazaña" y decidimos no continuar hasta el Aubisque porque esa zona se ve imposible. Tenía la esperanza de poder pasar por el Circo de Litor, pero en esas condiciones es un poco temerario. Además, no ibamos a disfrutar nada; mucho viento, poca visibilidad, agua... ¡Vamos para abajo! Comienza a llover y este agua nos acompaña durante toda la bajada y regreso a casa. Finalmente hemos hecho unos 50 kms y estamos muy contentos. Abajo, ya duchados, a revivir la experiencia, a contarla al resto de compañeros y a esperar que se sigan cumpliendo las predicciones de Meteo France y mañana tengamos sol. Hasta luego.
Venga Alfonso sigue contando que nos tienes en ascuas,menudas cronicas mas chulas que estas contando.sigue contando
Día 3. Esto se pone serio. 1ª Parte. Ya desde la cama se oye la lluvía y me acuerdo de Meteo France, y no precisamente para bien. Desayunamos quejandonos de nuestra mala suerte y lo vemos todo muy mal. Las nubes siguen ahí, ancladas en las montañas y descargando agua de vez en cuando. Para olvidar un poco la situación, nos acercamos al pueblo, hay algunas compritas que hacer y nos acercamos al Carrefour. A la salida la cosa ha cambiado bastante y se llegan a ver huecos entre las nubes que dejan ver el azul del cielo. No lo pensamos más, hacemos la comida y papeamos pensando en arrancar cuanto antes. La cosa va a mejor claramente y esta vez se anima todo el equipo. Nos ponemos nuestras mejores galas pues nos espera Su Majestad el Tourmalet. Tenemos, siempre, un recuerdo para nuestro amigo Esteban que tendría que haber estado aquí con todos. Arrancamos con un tiempo más que decente, carretera seca, buena temperatura y no hay señales de que vaya a llover. Nos dirigimos hacia Luz Saint Sauver para subir desde aquí el Tourmalet. Hemos modificado la ruta para no dar el gran rodeo para subir por la otra vertiente. Por si acaso se complicara la cosa y hubiera que retirarse. Vamos siempre ascendiendo por una carretera con bastante tráfico, pero muy bonita y divertida. Llegamos a Luz y, como os he dicho antes, no hay pérdida. Multiples señales que nos encaminan a nuestro destino sin ningún problema. Y ya antes de abandonar las calles... ¡zas! Primera señal: 18 kms. a la cima. Bueno, calma, despacito y buena letra. La pendiente es apreciable y constante. Practicamente es una línea recta por la ladera a través del valle; bueno, por ahora es un poco soso en cuanto a belleza. Pero me abstraigo pensando en las mil batallas que aquí han habido y disfruto encontrandome en este lugar. Llegamos al pueblo de Bareges y la pendiente es de armas tomar. A la salida del pueblo la pendiente impresiona, ¡uf! una recta de dos dígitos seguro. Tras esto la cosa cambia y empiezan las curvas a un lado y a otro. Pasamos por la estación de esquí y ya vemos hacia donde nos lleva la carretera. Veo a la derecha otra carretera que, luego me enteré, se une con esta practicamente en la cima y que está marcada como "Vía Verde - Laurent Fignon". Curioso. Nos cruzamos con un guiri que nos quiere dar a entender que se ha dado la vuelta porque hace mucho frío arriba. ¡Anda ya, cagón! Nosotros subimos como sea. Pero sí, la temperatura ha bajado y el cielo aquí arriba es gris, con niebla en las cimas de las montañas. Y seguimos ganando altura y disfrutando con la visión de lo que vamos dejando atrás. Los kilómetros van cayendo y el cansancio se acumula. La mitad de la expedición va por delante, no les vemos por la niebla, pero me los imagino bastante arriba. Lo poco que podemos ver del ascenso es impresionante. Esto despejado tiene que ser la leche. Entramos en la parte final envueltos en la niebla. La pendiente se me hace durísima y con la ayuda de algún gallo que ha bajado a ayudarnos, acabamos la subida. ¡Tourmalet! ¡Que ganas tenía! estoy muy emocionado, miro todo mil veces; el cartel del puerto, el ciclista plateado, los edificios a ambos lados... ¡Cuanta historia! Me llama la atención lo estrecho que veo el paso, lo imaginaba más amplio, más grande; no sé, quizá la niebla modifique la visión. Cumplimos con el ritual de las fotos y nos ponemos en camino porque se empieza a notar mucho frío. Miro la temperatura y hay ¡4º! ¡******! Esto puede hacerse muy ******. Y sí, bajamos por el mismo lado y la bici corre muchísimo y ahora me doy cuenta de las rampas que hemos subido. El frío es intensísimo. Tengo los dedos helados pero bajo muy rápido; quiero salir de la niebla cuanto antes. Miro atrás pero no veo a nadie. Sigo bajando buscando más temperatura, disfruto con las curvas y en el parking de la estación de esquí me paro a ver dónde están estos. Los veo muy arriba, así que continuo para abajo. Sigo con gran velocidad y entro en la zona rectilínea donde aún gano más km/h. Llego a Luz y espero a los demás. Tengo frío, las manos sobre todo, pero nada insoportable. Ahí llegan, ¡buah! Tiritonas y mareos. ****, se ha hecho más duro bajar que subir. Entramos en un café donde nos miran como bichos raros. La camarera no hace entender que estamos locos. Ni que no haya visto a nadie en estas condiciones. Bueno, el calor de los cafés nos hace reaccionar pronto y tomar ánimos para el resto de la jornada. Hasta luego.