Hola amigos. Si me lo permitís de nuevo, os dedico este relato navideño, que me ha salido un tanto lisérgico. Para todos los que ahora convalecéis de alguna caída, y especialmente dedicado a maese &re. Paciencia... dentro de poco nos veremos todos en el sendero. Sin importar la distancia y el tiempo. Brindo por ello. :chinchin DOS SEGUNDOS DE ETERNIDAD La rueda delantera acaba de pisar una piedra enorme, plana, y estoy volando a tanta altura que empiezo a sentir los efectos de la descompresión. Mi máquina sigue bajo las nalgas y me siento extrañamente eufórico. Aunque el tiempo y el espacio se dilatan de forma curiosa, veo que en breves instantes tomaré tierra. Vamos, que me voy a hartar de tierra. Ah, mira. Ya se ven los arbolitos, la trialera tan empinada y esas piedras tan bonitas Por favor, abróchense el cinturón. Dicen que cuando pasa algo de esto, toda tu vida se presenta ante los ojos de tu mente como una sucesión de escenas. Vamos, como un trailer bastante chungo. Mentira. Tu hemisferio cerebral derecho anda acongojado por la bronca que le está echando su colega, el izquierdo: ¿Qué ****** es ésta? ¡¡Me quieres contar que hacemos aquí, botarate!! así que vamos a hacer deporte, en buena compañía, naturaleza, sol y bla, bla, bla ¡¡¡¡IDIOTA!!! Mientras, la amígdala, el lóbulo occipital y el ángel de la guarda, ajenos al razonamiento lógico, intentan minimizar el cataclismo: equilibrando masas, apretando, calculando a velocidad de vértigo puntos de impacto y liberando adrenalina a chorro. .... Día de Navidad. En torno a la mesita de café están Chema , su novia, esta mujer tan maja ¡Ana! eso Ana la del pelo panocho. Y Luis, con su rostro de comanche de spaghetti western y sus ojos de azul eléctrico. Sonreímos, pues Angela acaba de describirnos los rostros de nuestras sobrinas al recibir sus regalos: Dos preciosos triciclos. De lindos colores. - Y claro, en principio solo compramos uno, y a Nora teníamos pensado regalarle un trenecito - Pero al llamar a mi hermano para consultarle caímos en la cuenta de ¡algo fundamental!. intervine, dejando a un lado el polvorón que me estaba comiendo. - Las dos chiquillas querrán jugar a la vez y un solo triciclo es poco adecuado para mantener la paz. Así que ¡pedales para ambas! Y un precioso casco para sus cabecitas. - ¿Un casco? preguntó la novia de Chema. Pero que te crees, ¿qué con dos años van a competir en el Tour?... ja!!! - Bueno, en fin creo que deberían acostumbrarse a ponérselo. ¿y si tropiezan con la mesa o cae un perchero, o - Vale! rió divertida Angela- ¿y lo monas que están con sus casquitos de Disney? Todos asintieron, imaginando la escena de las dos chavalas arrasando la casa con sus triciclos de colores chillones. Chocando con todo y con todos. Qué tierno - ¡Hora de los regalos! gritó Luis, haciendo que se me atragantara el polvorón a medio masticar. Una tras otra, las cajas decoradas son despanzurradas, a todo prisa, entre chanzas y risas. Todos encontramos encantador cada obsequio, que es alzado con orgullo por su nuevo dueño. La casa huele a café. Siento el calor del radiador que hay bajo la ventana. Miro a mi alrededor, satisfecho, algo adormilado por los licores, y reparo en la tele. Está encendida. Pasan una película de media tarde para niños. Mientras abro mi regalo recuerdo su título: ET, el extraterrestre. ¡que buenos recuerdos! En la caja hay un casco de MTB. Negro. Está roto, aplastado por un lado y la visera cuelga desvalida de un extremo. Sucio de tierra roja. La sorpresa me invade, levanto mi vista y veo de nuevo la pantalla. La peli. Estoy viendo a Elliott con su Schwinn voladora, transportando a su feo amigo por los aires, recortados ante una enorme luna llena. La banda sonora atrona mis oidos ¿qué?? ¿qué? -¡¡Tío!!, ¿estás bien?... ¿Puedes moverte? espera, que te quito la burra de la pierna. ¿Estás bien? ¡eh! ¡Di algo, ****! ¡RESPIRA! ¿qué? -***** que acojone nos has dado!!!!. Te estábamos esperando abajo y hemos oído el hostión No te gires, espera un poco que viene una ambulancia. ¡ánimo chaval! Estoy en una camilla, y mientras me suben al vehículo veo las caras enrojecidas y polvorientas de Chema, y su novia, y Ana, y el pequeño y adusto Luis, al que sus ojos azules borran la dureza del rostro. No me duele nada. Puedo mover la cabeza: el sanitario sonríe y me dice que estoy bien, que no pasa nada, sosteniendo una bolsa de suero que, casualmente, está conectada a mi brazo. Me coloca un casco sobre el pecho. Mi casco negro, chafado como un siniestro huevo. Me dice que lo sujete, que lo guarde como recuerdo. Creo que he logrado esbozar una sonrisa de circunstancias. El tiarrón vestido de naranja fosforescente capta mi gesto y dice: - Bueno, chaval ya sabes lo que le tienes que pedir a Papá Noel este año...
Ni yo mismo podría haber escrito mejor esa situación. Alfhers, me voy a suscribir a todos tus relatos. A mi mujer le encantó el anterior...
Tiene que ser muy bueno para que a la 1 de la madrugada me lo haya leído entero...sí señor! Muy muy bueno!
Aparte Los Pilares de la Tierra para quedarme con tu relato ,yo no paso por esa dicotomia entre emisferios,en esos momentos solo me funciona el talamo,....como me suscribo? flipo por los betselers en miniatura!!!!!