Epica ciclista..Historias de un deporte

Tema en 'General' iniciado por labeaga, 19 Ene 2019.

  1. wuud

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    yo siempre recordare la de ullrich en andorra, no recuerdo e año, noventa y tantos, pero no solo por la tranca sino porque ni virenque ni pantani pudieron ni seguirlo, ver a virenque intentarlo y ver como se iba el avión fue espectacular
     
  2. labeaga

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    Creo que te refieres a la etapa del Tour de Francia de Arcalís en el año 1997.

    Un saludo
     
  3. labeaga

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    Arcalís 1997: El momento 'Ben Johnson' de Jan Ullrich

    Cuando hace unos días se dio a conocer la gira de la gira 2016 y su regreso a Cataluña y Andorra, ya hemos revisado cómo sería el escenario que se centrará nuevamente en los aficionados al ciclismo de todo el mundo a nuestro país. Se hablará y, ante los Alpes, tendrá números para ser una etapa movida, ya que con la experiencia de este año con la etapa que termina en Pierre Saint Martin, se cargará el primer contacto con la montaña. Intenciones, ofensivas o defensivas. Ya hablaremos de eso.

    Tan pronto como se supo que el extremo alto de Andorra estaría en la estación de esquí de Ordino-Arcalís, aparecieron los fanáticos del ciclismo, como una burbuja de los que enmarcaban sus pensamientos en los cómics. promoción que el mismo Tour hizo en 1997. En 2009, ganó un prometedor favorito, Brice Feillu, quien más tarde aprendió muy bien y atacó a un Counter in duelo fraticida en el mismo equipo de Astana con un Lance. Armstrong volvió a la competición. En Andorra, ese año, comenzó la guerra civil entre la de Texas y la de Pinto.

    Arcalís también se subió a la Vuelta a España y es un nombre casi telúrico, también, porque aquí, en orden cronológico, fue el último lugar donde ganó otro corredor muy marcado de una era, que fue herido por muchos, Única carretera, muerta en extrañas circunstancias: José María Jiménez. 'El Chava'.

    Pero los fanáticos de cierta edad, sin duda alguna, asocian a Arcalís en 1997.
    El Tour de 1997 explotó en Arcalís de la misma manera que el cohete o la huella inicial encendieron los partidos principales. Fue la confirmación, la gran explosión de una época en que el ciclismo, sin perder la plasticidad que te hace sentar a miles de fanáticos en la televisión o cerca de un camino de mala muerte, llegó a jugar con una especie de Ruleta rusa Un período de escándalos marcado por la sombra del dopaje que, si bien es imposible disipar en la actualidad o no asociado con los diferentes períodos dorados adquiridos, es una entidad única de grosor y carga en una serie de ciclistas muy marcados por esos tiempos. En Arcalís se vistió con el líder mallot amarillo de 'Grande Boucle' por primera vez en su vida, uno de ellos: Jan Ullrich.



    Incomparable y sentado


    Ullrich fue el ciclista señalado por todos después de haber hecho un segundo lugar en su debut en el Tour el año anterior, solo superado por Bjarne Riis en ese 1996 de un recuerdo divertido para todos los admiradores de Miguel Indurain. Es un segundo lugar para las órdenes de equipo, ya que las sensaciones son que él es el más fuerte, un precedente válido para el Tour 2012 entre Wiggins y Froome. Ullrich ya demostró que 96 está demoliendo en el contador y enseña extraordinario equipamiento de escenografía. En 1997 apareció nuevamente en el escenario como el segundo de Riis en un Telekom muy poderoso, pero en la segunda etapa de la montaña, en el camino a Arcalís, se convirtió en el líder del entrenamiento y la carrera, y lo hizo, dejando nada menos que Richard. Virenque y Marco Pantani. Suenan ambos nombres, ¿verdad? Lo que dijimos de esos años. Los tres estarían en el podio en París ese año.

    La etapa en Arcalís es recordada por el violento ataque de Ullrich que no permite que nadie siga el ritmo. Él se sienta, prácticamente sin levantarse, pero con un poder que, estudiado, revela por qué muchos consideran que se eleva como uno de los más extravagantes en la historia reciente del ciclismo al hacer que lo considere Ben Ben Johnson sobre dos ruedas.

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    El ascenso más poderoso de la historia.


    Jan Ullrich subió, según el estudio realizado más tarde, a una potencia promedio de 497 vatios. Años más tarde, el entrenador físico del equipo Festina, y no menos, la liebre que permitió levantar todo el escándalo, lo recordó como el "momento cumbre de la era de la OEP". Pero, ¿cuáles son casi 500 vatios de potencia promedio en un ascenso? Antoine Vayer hizo una comparación: "Si hablamos de vatios, 450 o más en más de media hora, es equivalente a correr 100 metros en nueve segundos". Ullrich sería más poderoso que Usain Bolt.
    Ese fue el único Tour ganado por Jan Ullrich. Pantani ganaría la prueba el año siguiente, en el año en que estalló el escándalo Festina y en 1999, Armstrong aparecería en la escena. Andorra y una de sus promociones más míticas, sin embargo, continúa en la memoria asociada con ese alemán, de quien Bernard Hinault vino a decir que ganaría 10 Tours seguidos y que, por parte de la compañía civil, criminal o química-farmacéutica, lo hizo. Nuestra casa es el ascenso más poderoso de la historia.
     
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  4. Zurukuain

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    No sabía que se podían hacer solicitudes ;);)
     
  5. wuud

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    exacto, en teoría el líder era riis, pero en la etapa anterior virenque ataco y se fue con el y con pantani, yo esperabaesta etapa y que lo que hizo ullrich lo hubiera hecho pantani, pero salio la bestia, ojo a los 2 que se abren de patas pantani y virenque y en que época, anda que mira para atrás como hacen todos ahora
     
  6. wuud

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    este es el post de los abuelos cebolleta con sus historias ;):D:D
     
  7. labeaga

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    Cuando Donald Trump inventó el Tour de Trump


    Aunque Donald Trump se ha hecho famoso principalmente por otras actividades, fue él quien dio vida al ciclismo profesional estadounidense. Los beneficios de sus empresas le permitieron participar como anunciantes en el mundo de los deportes que van desde la liga de fútbol de EE.UU. hasta el boxeo profesional. Normalmente cuando a la gente le gusta el ciclismo se compra una bicicleta, pues Donald Trump en 1988 lo que se compró fue una carrera, que bautizó como el Tour de Trump




    La idea de la carrera fue concebida por el reportero de la NBC John Test, quien había cubierto el Tour de Francia un año antes. Después de regresar a los Estados Unidos, presentó la idea al empresario de baloncesto Billy Packer, quien se acercó a los representantes del Casino de Atlantic para pedir patrocinio. Donald Trump resultó estar interesado y se ofreció a convertirse en el socio principal. Después de poner su nombre en un rascacielos, casino, centro comercial o incluso aerolíneas, el futuro presidente de los EE.UU. decidió formar parte de una nueva marca de carreras ciclistas.

    Influenciada por las grandes competiciones ciclistas europeas, el Tour de Trump se anunció para mayo de 1989, por lo que coincidía con La Vuelta (que entonces se hacía en abril) y el Giro. El premio total de 250.000 dólares estadounidenses hizo que los equipos ciclistas de todo el mundo lo tomaran en serio. Para poder concentrarse en un reto tan fresco y tentador, algunos de los equipos incluso se retiraron de la Vuelta a España. Se presentaron 114 ciclistas de ocho equipos profesionales y once amateurs.

    Lo de ir paso a paso nunca fue su fuerte y su idea era la de crear un evento que compitiese en popularidad con el mismísimo Tour de Francia en un horizonte temporal de 10 años, nada más y nada menos. No en vano, la bolsa para el ganador era de 250.000 dólares que solamente era superada por la recompensa recibida al ganar la ronda francesa.

    Incluso antes de que se celebrase su primera edición, los abogados de Donald Trump, mandaron una carta amenazante a los organizadores de otro evento local llamado Tour de Rump exigiendo que cambiasen el nombre debido a que podía generar confusión con su recien creado evento.

    Su ejército de abogados debió de encontrar pronto otros incautos con los que pleitear ya que todo quedó en el olvido y el Tour de Rump sigue existiendo como tal hoy en día.


    LA PRIMERA EDICION

    La primera parte del Tour de Trump comenzó en Albany, Nueva York, y consistió en 10 etapas. La longitud total de la ruta de 1.347 km atravesó cinco estados y terminó frente al Trump’s Casino en Atlantic City. El noruego Dag-Otto Lauritzen, del equipo estadounidense 7-Eleven, ganó la carrera, por delante de Greg LeMond, que dos meses después ganó el Tour de Francia. Hubo cierta controversia en la clasificación general, ya que se esperaba que el ciclista belga Eric Vanderaerden siguiera de líder después de ganar cuatro etapas, pero perdió el cruce correcto en la ruta siguiendo a la moto de carrera en la etapa final. Pese a los premios, la carrera fue recibida con protestas, y los participantes instaron a “Luchar contra el Trumpism”.

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    “Espero que con un poco de madurez, con un poco de tiempo y con un poco de esfuerzo, el Tour de Trump sea equivalente al Tour de Francia”, dijo el Sr. Trump en una entrevista en 1989 para la NBC en la que expresó la creencia de que apenas se veía a sí mismo como un político. Después de que un periodista le preguntara cuándo fue la última vez que montó en bicicleta, el Sr. Trump confesó que había sido hace mucho tiempo, quizás a la edad de siete años.

    Encantado con la carrera, Donald Trump pensó en diseñar la ruta de costa a costa, sin embargo, después de una edición más, ganada por el ciclista mexicano Raúl Alcalá, retiró su patrocinio debido a supuestas dificultades financieras.

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    Después de que Trump se retirara, Du Pont se hizo cargo y se convirtió en el patrocinador principal. La carrera atrajo a muchos ciclistas de alto perfil, incluyendo a Lance Armstrong, quien ganó dos veces, pero debido a algunos problemas legales y algunas disputas entre los patrocinadores, la carrera terminó en 1996.



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    DELIRIOS DE GRANDEZA:
    En una entrevista concedida al New York Times en 1989, Donald, afirma que el Tour de Trump pronto cruzaría el continente americano de costa a costa.

    Pero no deberíamos confiar en demasía en las dotes premonitorias del señor Trump ya que en esa misma entrevista le preguntaron si alguna vez daría el salto a la política a lo que, el actual presidente de Estados Unidos, respondió:

    «No me veo como político. Creo que soy demasiado franco expresando mis opiniones. Me gusta decir la verdad y no estoy seguro de que un buen político deba o pueda decir siempre la verdad»

    Cerró esta gloriosa entrevista diciendo que la última vez que montó en una bicicleta tenía 7 u 8 años. ¡Todo un virtuoso de las dos ruedas!

    Es cierto que en un primer momento, la personalidad casi magnética de su principal patrocinador, catapultó la fama del Tour de Trump a niveles a los que nunca habría llegado sin él.

    Sponsors como Gatorade, Nike, BMW, Dominos Pizza, Hewlett-Packard o Timex empezaron a ver el evento con interés, ya que cada vez que Trump salía en los medios tenía un enorme impacto mediático y convertía cualquier negociación en un juego de críos.


    SOBRE LA SEGUNDA EDICIÓN:
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    El coste planeado para las 11 etapas de esta segunda edición del Tour de Trump era de 4.5 millones de dólares, de los cuales el multimillonario aportó 750.000.

    La NBC ya había garantizado que iba a retransmitir al menos 6 horas de carrera en directo de esta segunda edición.

    Casualidades de la vida: El glorioso vencedor de esta segunda edición del Tour de Trump fue un mejicano, Raúl Alcalá.

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    (Raúl Alcalá durante el Tour de Francia de 1988)

    Como más tarde afirmó el bravo de Raúl Alcalá, se había apuntado a la carrera como una buena forma de ponerse a punto, pero tuvo que cambiar pronto de actitud tras conseguir la victoria en el prólogo el 3 de mayo de 1989.

    No lo hizo nada mal ya que se adjudicó también la octava etapa y cruzó la meta entre los 6 primeros en otras cuatro ocasiones.

    No en vano, sigue siendo el único ciclista mejicano que ha ganado una etapa en el Tour de Francia, además de haberse adjudicado el maillot blanco al mejor jóven en la edición de 1992.

    Alcalá tuvo una larga carrera profesional y trató de alargar un tiempo ya terminado con hasta tres intentos de volver al ciclismo profesional. El último en 2010, cuando ganó con ya 46 años el campeonato de Mexico de contrarreloj.

    Como justo vencedor final del Tour de Trump 1990, se llevó los 50’000 dólares de premio que compartió con sus seis compañeros de equipo.

    Segundo fue un desconocido Atle Kvalsvoll de Noruega y tercero Erik Breukink a 1:44.

    Para desespero de Trump y compañía, el americano mejor posicionado (Steve Speaks) solamente pudo ser sexto a 2:23 del líder.

    Pero la mayor decepción fue el gran Greg LeMond que comenzó el tour convaleciente de una enfermedad y solamente pudo terminar en el puesto 78 de los 87 participantes.

    A su favor decir que a pesar de su bajo estado de forma, intentó escaparse en un par de ocasiones, pero fue absorbido por el pelotón casi de inmediato.

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    TERCERA EDICIÓN:
    Tras dos años de fructífera colaboración, Trump decide retira en 1991 todo su patrocinio a la carrera que llevaba su nombre debido a unos problemas financieros originados por una serie de malas decisiones en el mercado inmobiliario.

    La gran apuesta americana por el ciclismo estuvo a punto de perderse en el olvido al desvanecerse el millón de dólares que había aportado en sus dos pasadas ediciones.

    Packer y Plant, pasaron por serias dificultades tratando de cubrir el hueco dejado por Trump ya que era una época complicada, la economía estaba en recesión y la idea del ciclismo no era algo fácil de vender en Estados Unidos.

    Pero finalmente el destino les llevó a llamar a la puerta correcta, la del gigante químico DuPont Corporation.

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    Puede que no te suene demasiado pero de los laboratorios de DuPont han nacido materiales como el neopreno, la licra, el nilon, el plexiglás o el kevlar entre otros.

    Otro de sus grandes «logros» es el de haber sido, con diferencia, el mayor proveedor de pólvora de los Estados Unidos desde 1802 hasta el presente en todas y cada una de las guerras en las que su ejército ha estado presente.

    RELACIONADO: Si te interesa leer un controvertido artículo sobre DuPont y su forma de destruir nuestro planeta puedes empezar por este artículo

    El hasta entonces conocido como Tour de Trump da un salto de calidad muy grande pasando de un presupuesto anual de 2 millones de dólares hasta los 6 y medio, siendo reconocido como el evento ciclista de mayor proyección y crecimiento en el mundo.

    La carrera se convertirá desde entonces en el Tour DuPont, y pasa a formar parte del circuito profesional.

    En esta tercera edición, toman la salida corredores como Greg LeMond (por segunda vez), Wayzata, Minn., Erik Breukink de Holanda, Sean Kelly de Irlanda o el canadiense Steve Bauer. Los cuatro con una larga trayectoria en el circuito europeo.
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    (Steve Bauer con el equipo de La Vie Claire)
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    Pero la organización se lamentaba de que todavía les quedaba mucho por hacer ya que no conseguían llamar la atención de corredores como Pedro Delgado o Laurent Fignon que eran dos de las estrellas del momento junto con Claudio Chiappucci y Gianni Bugno.

    Se solía decir que los italianos eran tan buenos que solamente con su presencia el pelotón incrementaba drásticamente su velocidad.

    A pesar de ello, el crecimiento del Tour DuPont era más que notable y se calcula que más de 92 millones de telespectadores de unos 110 países vieron en 1994 el evento por televisión.

    Multitud de ciudades americanas pujaban para ser inicio o final de alguna de sus etapas para las próximas ediciones. Todo parecía ir como la seda y la carrera planeaba expandirse por más y más estados del país.

    También se vio favorecido por el cambio en el calendario de la Vuelta a España que hasta 1995 se celebraba en primavera y coincidía con el Tour de Trump/DuPont.

    Con este cambio de fecha de la gran vuelta española, la primavera quedaba libre para las clásicas y pequeñas vueltas por etapas.

    Es digno de mención, para el orgullo patrio, la etapa 8 del Tour de Trump de 1991. Un jovencísimo Eladio Ambite (equipo Amaya Seguros) con tan solo 21 años consigue escaparse y rodar en solitario durante 174 km para llegar a 6 minutos del pelotón.

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    Su carrera profesional sería muy corta, de tan solo 3 años, pero ha sido y es muy reconocido como preparador físico, trabajando con ciclistas de la talla de Alberto Contador o José Ángel Gómez Marchante.

    Fueron 6 los años que la carrera seguiría desarrollándose con su nuevo patrocinador (1991-95), viendo triunfar a corredores como Greg Lemond, Ekimov o Lance Armstrong (en dos ocasiones).

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    Esta victoria de Greg Lemond en la general de 1992 sería la última de su carrera deportiva.

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    Desde el comienzo, estaba claro que Donald Trump prestó su nombre y apoyo económico a esta aventura por el simple hecho de verle un gran potencial económico.

    No destaca por su amor a la bicicleta, sino casi lo contrario.

    Fueron muy famosas sus declaraciones en 2015 cuando el ex-secretario de estado John Kerry se rompió el fémur durante un paseo en bicicleta en Francia.

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    Donald Trump no dejó escapar la ocasión para ridiculizarlo y dejar bien claro que a él nunca se le ocurriría participar en una carrera ciclista con 72 años.

    Pero Kerry no estaba compitiendo si no simplemente montando en bicicleta. Hay una gran diferencia.

    «No permitiré que Irán se haga con armas nucleares. Y para ello no voy a enviar a un hombre como el Secretario Kerry que no tiene ni idea de como negociar (…) y además se apunta a una carrera ciclista con 72 años, se cae de la bicicleta y se rompe una pierna.

    Nunca lo haré y os puedo prometer que jamás me inscribiré a una prueba ciclista. Eso os lo puedo asegurar.»

    (Donald Trump)
     
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  8. labeaga

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    Los cuatro 'días V' de Heras

    Roberto Heras ostenta el récord de victorias en la Vuelta a España. Con cuatro ediciones en su palmarés, en cada una de ellas hubo un día en el que Heras sentenció la clasificación general.

    Roberto Heras posee el récord de victorias en la general de la Vuelta a España. Con cuatro ediciones en su haber supera las tres conseguidas por el suizo Tony Rominger y a todos aquellos que como José Manuel Fuente, Bernard Hinault o Alberto Contador han resultado vencedores en dos ocasiones. Pero no solo en ello tiene Heras el récord. También es el corredor con más podios en la Vuelta subiendo al cajón final hasta en siete ocasiones, dos veces más que Luis Ocaña, Pedro Delgado y Alejandro Valverde, que lo han hecho cinco veces. Lejos quedan sus aun así espectaculares diez victorias de etapa de las 39 conseguidas por Delio Fernández o las 20 de Alessandro Petacchi, pero cerca sus 34 días como líder de la carrera de los 48 en que ostentó Alex Zulle el maillot del primer clasificado de la general. Curiosamente Zulle ‘solo’ ganó dos Vueltas. Aunque no todo su ciclismo fue Vuelta a España, si fue la base de que Heras haya pasado a la historia de este deporte. Cuando un ciclista gana una grande, pasan los años y nadie recuerda su foto en el podio final, pero todos se acuerdan del mejor día de la carrera. Aquél día en que las cosas se sentenciaron. Son los días V. V de Victoria o V de Vuelta a España. Heras tuvo cuatro días V, uno por cada edición que ganó: 2000, 2003, 2004 y 2005, cuatro Vueltas a España, cuatro días V.

    En 2000, Angliru
    A la Vuelta a España de 2000 no llegó Heras como favorito. Ya había sido quinto en el año de su debut en la carrera española, sexto en 1998 y tercero en 1999 consiguiendo su primer podio, pero los favoritos eran dos extranjeros: Alex Zulle, que ya había ganado dos Vueltas y Jan Ullrich, ganador de la anterior edición y segundo en el Tour de Francia de aquel año. También figuraban como posibles vencedores Abraham Olano, Pável Tonkov, Fernando Escartín y Ángel Casero.

    El maillot de líder lo obtuvo Alex Zulle en el prólogo, para vestirlo después Olano, Santos González y Casero. Con un Zulle que desapareció tras perder el amarillo, un Ullrich que no tomaría salida en la decimotercera etapa y un Olano que comenzaría a naufragar en la clasificación general, llegó el momento de vestirlo Heras. Fue en la etapa de los Lagos de Covadonga. Pero ése no fue su día V en la Vuelta de 2000. Su día V en 2000 llegó con la decimoquinta etapa, cuando sentenció la general y demostró que su liderato no iba a ser temporal.

    La etapa discurría entre Oviedo y el Alto del Angliru. Era la segunda aparición del extenuante y abrupto puerto asturiano en la Vuelta a España. El Chava Jiménez había ganado el año anterior allí. Esta vez lo haría Simoni. Kelme se volcó y trabajó para Roberto desde los primeros kilómetros de la etapa. Ya en la Colladiella dejaron a Casero, empatado con Heras en la general, sin compañeros. Luego en el Cordal echaron de carrera a Igor González de Galdeano mientras que acababan de amilanar a Casero. Con la voz del agresivo Vicente Belda en sus pinganillos, reventaron la carrera para Heras. A pie del Angliru le tocó el turno a Escartín, que hizo una serie como las que más tarde haría Heras para Armstrong. Subió a tope, gregario al viento, líder a salvo a su rueda. Solos se quedaron Escartín y Heras en cuanto comenzó el ascenso, aunque en un falso llano pudieron enganchar Casero y Tonkov. Sin embargo, el Angliru es el Angliru y nadie puede salvarse al amparo de una rueda. Allí los demás son solo referencias y la fuerza de cada uno es la que permite seguir o no la rueda de los demás. Ni Tonkov ni Casero pudieron hacerlo cuando la carretera volvió a empinarse cruelmente, gracias al ritmo que Escartín marcaba. Entonces llegó el turno del bejarano. De pie, Heras comenzó a escribir con sus pedaladas un soneto ciclista, una oda al sufrimiento. Fue cazando escapados mientras iba aumentando su distancia con Casero. Superó a todos salvo a Simoni y Hruska. Simoni ganó la etapa y levantó los brazos entre la típica niebla del Angliru. Hruska llegó segundo y Heras fue tercero. No ganó la etapa, pero éso no importaba. Sacó 3'41'' a Casero y con ello sentenció la Vuelta. Allí el escalador bejarano se supo ganador de una Vuelta en la que la contrarreloj final no sería suficiente para un Casero que acabó segundo a más de dos minutos y medio del ciclista de Béjar. Tercero fue el ruso Tonkov.

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    Heras sentenciando en el Angliru la Vuelta a España de 2000.
    En 2003, el Alto de Abantos
    Tras la venganza de Casero en 2001 y la derrota en última instancia en 2002 frente a Aitor González, Heras conquistó su segunda Vuelta a España en 2003. Igor González de Galdeano obtendría el liderato el primer día en una contrarreloj por equipos. En Cangas de Onís pasaría a manos de Joaquim Rodríguez, que lo mantendría dos días para cedérselo a un Isidro Nozal que lo conseguía merced a una larga escapada. Fue una sorpresa, y esta aumentó cuando Nozal en vez de cederlo lo defendió con uñas y dientes.

    Tras unos Pirineos en los que sus rivales empezaron a amedrentarle, Isidro Nozal demostró que estaba en el mejor estado de forma de su carrera ganando la contrarreloj individual de Albacete, en el ecuador de la carrera. Solo Igor González y Roberto Heras pudieron mantenerse cerca en la general. Entonces llegó Andalucía y en la Sierra de la Pandera y Sierra Nevada Heras cogió su fusil. Luego lo cargó en Collado Villalba poniéndose a dos minutos de Nozal. Parecía demasiado tarde para Heras, pues solo quedaban dos días de carrera: Una corta cronoescalada al Alto de Abantos y la etapa final en Madrid. Parecía poco posible que Heras pudiera recortar dos minutos en una corta contrarreloj. Pero sucedió. Llegó el día en que Heras tenía que disparar, en Abantos. Apuntó con su arma, disparó y acertó al objetivo. Ya ganó allí en 2000, por delante de Simoni, y en 2003 volvería a hacerlo a lo grande. Esta vez sin equipo, por sí solo, en una cronoescalada. Salió Heras de la rampa de salida como si fuera una moto. O un avión. Encaró la subida y los segundos empezaron a caerle a Nozal como metralla cada metro que pasaba. Con Heras y Nozal aún en carrera, Valverde arrebataba a Igor González (compañero de Nozal en ONCE) la tercera plaza del podio. Pero todo el mundo prestaba atención al duelo entre Heras y Nozal. Arriba, Heras ganó la etapa y también la Vuelta. Sacó 2'23'' a Nozal y se enfundó el maillot oro. A la usanza de su derrota en 2002. Al final de carrera aunque no el último día. Al día siguiente, subiría al primer cajón del podio en Madrid secundado por el derrotado Nozal, a tan solo 28'', y el emergente Alejandro Valverde.

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    El podio final en 2003, con Nozal y Valverde escoltando a Heras (foto: Diario AS).
    En 2004, Calar Alto
    En 2004 Heras se presentaba en la salida de la Vuelta por primera vez como máximo candidato a la victoria. Correría con la presión de ser el objeto de todas las miradas. También estarían en la salida de la vuelta Alexandre Vinokourov, Joseba Beloki, Aitor González, Santi Pérez, Tyler Hamilton, Floyd Landis, Damiano Cunego, Alejandro Valverde y Francisco Mancebo. Floyd Landis fue el primero en tomar la iniciativa consiguiendo el maillot de líder tras imponerse el US Postal en la contrarreloj por equipos que daba inicio a la Vuelta.

    A Floyd Landis le sucedieron como líderes Max Van Heeswijk, Benoît Joachim y Manuel Beltrán antes de recuperar para sí mismo el liderato en la crono individual de la octava etapa. Cuatro días por la costa levantina retuvo el maillot Landis hasta que llegó Calar Alto. Heras iba recuperando los segundos perdidos en las cronos poco a poco, en cada llegada en alto. Llegó Calar Alto y allí Heras comenzó a dictar sentencia. Fue un día digno de recordar. Continuos ataques de gente importante a los que Heras y su equipo hacían frente con la mente fría, controlando, sin picar en los órdagos lanzados por rivales como Óscar Sevilla. Era la etapa reina de aquella Vuelta y todos querían ganar en un día en el que la combatividad de Paco Lara le llevó a ser cabeza de carrera hasta el último ascenso, a veces acompañado y a veces en solitario. Tras la ascensión a Velefique y el primer paso por Calar Alto, Paco Lara era cabeza de carrera con cuatro minutos y cuarenta segundos sobre Laiseka, Beloki, Vinokourov, Koldo Gil, Javier Pascual, Cárdenas y Marcos Serrano y casi seis minutos sobre el pelotón.

    Al inicio de la última ascensión, en las primeras rampas de Calar Alto y cazado el grupo perseguidor, Liberty disparaba el ritmo del pelotón provocando que el pelotón se partiera en pedazos. El primer favorito en ceder fue Landis, y tras un ataque de Valverde quedaba aún más reducido el grupo. Entonces llegó el ataque definitivo. Roberto Heras, con un rostro en el que se podía leer su sufrimiento atacaba con su pequeño cuerpo de escalador bailando sobre la bicicleta. Nadie pudo seguirlo. Herás pasó a Paco Lara como si de un hito kilométrico se tratara. Detrás, Valverde pagando el esfuerzo de su ataque, Santi Pérez de menos a más, un Mancebo a golpes de riñón y un Nozal a su ritmo eran los únicos supervivientes en la persecución del bejarano, intentando perder el menor tiempo posible. Tras un esfuerzo sobrehumano Heras llegó en solitario a meta. Se llevó la etapa y dejó claro que Madrid iba a ser suyo. Solo Santi Pérez le puso contra las cuerdas con su impresionante final de Vuelta ganando tres etapas y entre ellas la contrarreloj final en Madrid. Acabó Santi Pérez segundo a medio minuto de Roberto Heras en la general, y Mancebo fue el que acompañó a ambos en el podio final.

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    Roberto Heras, en los últimos metros del ascenso a Calar Alto (foto: Unipublic).
    En 2005, Pajares
    La de 2005 fue una Vuelta con solo dos aspirantes a la victoria: Denis Menchov y Roberto Heras. También estaban Francisco Mancebo y Carlos Sastre, pero poco tenían que hacer ante la potencia del ruso y la genialidad escaladora de Roberto Heras. Denis Menchov cogió el liderato el primer día en Granada, para transmitirlo a Bradley McGee antes de que Roberto Heras se adueñara de él el sexto día, en el final de Valdelinares. Tres días lo retuvo el bejarano antes de volver a perderlo ante un eminente Menchov en la contrarreloj de Lloret de Mar, en la que el ruso volvió a marcar el mejor tiempo.

    Luego llegó la montaña, en la que Heras atacó una y otra vez a un Denis Menchov que parecía que no iba a ceder nunca. Lo hizo en cada etapa, incluso en los Lagos de Covadonga, en los que parecía que ya iba a ser imposible que Menchov cediera ante los arreones de un Heras que primero con el equipo, y luego con sus propias piernas intentaba asfixiar a Menchov. Y entonces llegó la etapa decimoquinta. El día siguiente a los Lagos. En una etapa con salida en Cangas de Onís y final en Valgrande-Pajares Heras dio forma a su escultura. ‘Quitó la piedra que sobraba’. Liberty funcionó como un engranaje de relojería suiza. Todo empezó en cuanto se tomó la salida. Entre frío, niebla y agua, Liberty comenzó a mandar corredores por delante. Cuando el pelotón llegó a la Colladiela, Heras atacó una y otra vez en el ascenso a Menchov. El ruso, que se encontró sin equipo, tuvo que responder ante los demarrajes no solo de Heras sino también de Sastre y Mancebo, que luchaban por el podio. Arriba llegó con un ligero margen Heras, se lanzó en el descenso y empezó a abrir hueco. Menchov no tuvo ni temperamento ni sangre fría para seguirlo en el descenso. Heras tenía por delante a Beloki, Caruso, Scarponi y Vicioso. En los kilómetros llanos previos a Pajares, la distancia aumentó a dos minutos, con Heras ya resguardado hasta el ascenso en la numerosa fuga mientras Menchov se gastaba en el llano persiguiendo.


    Tras el ritmo de infarto puesto por Scarponi al inicio de la ascensión, Heras se marchó en solitario hacia la gloria a cinco kilómetros de meta, levantando los brazos en la meta. Menchov, que subió totalmente vacío, perdió más de cuatro minutos en la cima de Pajares. Heras tenía la Vuelta sentenciada y solo quedaría saber quienes le acompañarían finalmente en el podio. Ni en la montaña ni en la contrarreloj final de Alcalá de Henares, en la que Heras sorprendió con su segundo puesto tras Rubén Plaza un día antes de Madrid, pusieron en peligro el liderato de Heras. Menchov y Sastre fueron sus acompañantes en el podio. Fue la Vuelta del retorno de los Lagos de Covadonga, del retorno a tierras vascas. Fue la cuarta Vuelta, la del récord de Heras. Su última gran victoria antes de su injusta despedida del ciclismo.

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    EL ALIENTO DE LA CUNETA


    Cuando los abrió, a Regina se le llenaron de bicicletas. A ella, a quien su madre quiso ponerle el nombre de su abuela para recordarla siempre, y a Markel y Oinatz, sus dos hermanos mayores. Por ahí, el túnel infinito de los ojos, lo absorbieron todo. Los niños son así. Esponjas. Recogen y guardan todo lo que ven. Y lo que oyen. En casa de Markel, Oinatz y Regina se habla de ciclismo como del tiempo; ahora sí y luego también. Y la bicicleta es un utensilio más del hogar. Más común que una escoba; más útil que el calentador de agua. A Regina no hay quien le baje de ella. La bici es su osito. Su amiga. Se conocieron con dos añitos y ahora, cuatro añazos, ya sin ruedines y a merced del equilibrio, baja de Gatika a Mungia (5 kilómetros) junto a sus padres para comprar el pan. O va a la escuela cada mañana y protesta, y con ella sus hermanos, porque es invierno y el aire frío le duele en las manos y en la cara. Los lamentos no sirven de nada. Pedalean hasta clase. A veces Joane, su madre, antes Somarriba, la gran ciclista vasca, una leyenda que ganó un Mundial, tres Tours, dos Giros y muchas cosas más, quiere contarle con su voz dulce de sirena lo que se siente pedaleando allí arriba en las montañas, en los Pirineos o en los Alpes; explicarle que eso es la felicidad o lo que a ella le hizo feliz como le hizo dichoso a su padre, Ramontxu González Arrieta, ciclista también, escalador, ganador de una Clásica de los Alpes y gregario de Indurain en los Tours dorados de la primera mitad de los años 90. Pero no se lo dicen. Prefieren que lo vea ella misma. Y así, se le van llenando los ojos de bicicletas.

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    Como a mí”, dice Joane, que tiene guardada la imagen de una niña en el recodo de la carretera que sube de Bermeo hasta Sollube durante, cree recordar, una Vuelta a España de los años 70. Esa niña es ella. La llevó hasta allí, a ver a los ciclistas, su padre, que era marino y pasaba largas temporadas en la mar, pero cuando volvía era como si la puerta de casa la abriera el golpe fuerte de una ola y todo se inundara de ciclismo. “Aita era un apasionado del ciclismo y esa pasión nos la transmitió a nosotros porque era lo que veíamos en casa y de lo que se hablaba”. Era la época de la Vuelta a España en mayo, “de los retos con la bicicleta en la ikastola intentando imitar a Merckx, a Marino, a Hinault…”, recuerda Joane. La edad, también, de descubrir, de aventuras como la de subirse a una moto pequeña junto a su hermana para ir las dos a ver la Vuelta al País Vasco y regresar después bajo la lluvia, empapadas hasta los huesos. En casa tenían que aguantar otro chaparrón, la bronca de ama. Y el castigo. A la habitación. Pero se iban contentas. Esa noche soñaban con bicicletas y ciclistas.

    “Es lo que pasaba en Euskadi, que había tanta tradición ciclista que esta se iba heredando como si fuese algo genético”, cuenta Somarriba; “la pasión por el ciclismo aquí viene de ver y escuchar. Y junto a la pasión se heredaba el respeto al ciclista, la admiración por esa gente sufrida que tanto se sacrificaba por un deporte tan duro como este”.

    Lo comprobó ella más tarde, lo de la dureza del ciclismo y lo del respeto que se le procesa al ciclista, porque ella se sintió admirada y querida por una afición que, más aún que idolatrarle como reina del Tour, la amó. “Recuerdo el Tourmalet lleno de aficionados, de gente de casa, y de cómo estando muerta, sin fuerzas, esa visión me hacía revivir y me animaba para sufrir más aún”. Eso que cuenta lo repiten siempre los ciclistas. Una cuneta vacía deprime al mismo tiempo que una poblada de ojos apasionados ilusiona y motiva. Se lo decía el pelotón entero del Tour de 2001 a Somarriba. Aquella edición de la carrera francesa salió de Bilbao. “Fue algo inolvidable, exagerado”. Las carreteras se plagaron de aficionados. “Nunca antes, ni después, he visto tanta gente viendo una carrera de chicas. Y no lo digo yo, sino que todas las compañeras de aquel pelotón estaban alucinadas de lo que estaban viendo, del ambiente, de lo bonito que era todo aquello y de lo gratificante que era que la gente no solo me animara a mí -Joane era la heroína que defendía el trono del Tour y lo hacía partiendo desde casa, el inicio soñado- sino a todas, desde la primera a la última, con la misma intensidad”.

    LA TRADICIÓN
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    El padre de Antón Barrutia (Iurreta, 1933) quiso abrirle los ojos. “Con un golfo en casa ya es suficiente”, le dijo cuando le contó que quería ser ciclista, como su hermano Cosme. Antón tenía 16 años, había entrado a trabajar en la cantera y ganaba 2.500 pesetas, el doble que su padre. El ciclismo, le decía para convencerle, era sufrimiento y dolor, y hambre. No hubo manera. La pasión no sabe escuchar. “Y la culpa era suya, de mi padre, que siempre estaba hablando de ciclismo, de Fede Ezquerra, de Agirrezabal, de Mancisidor. Y también de mi hermano, que ya andaba en bicicleta. De uno heredé la pasión y al otro quise seguirle los pasos”. Entonces, los años 30 de la Guerra Civil, y los 40 de la posguerra, el ciclismo no se veía, se escuchaba. “Íbamos a la única radio que había en el pueblo a oír lo que pasaba en la Vuelta a España. Apretábamos las manos fuerte y acercábamos la oreja al aparato cuando contaban la llegada a meta y nos hacía ilusión imaginarnos cómo sería ver aquello y ver a los ciclistas a los que admirábamos no porque les considerábamos héroes, sino por su nobleza, porque practicaban un deporte duro, en el que se sufre mucho entrenando con el calor, con el frío, en cualquier condición”. Antón Barrutia trabajaba por la mañana cargando ladrillos en la cantera y por la tarde, cogía la bici y se iba a ver la Bicicleta Eibarresa o la Subida a Arrate. “Iba mucha gente, más que ahora, mucha más. Y eso que se iba andando, con el bocadillo y la botella de vino porque entonces no había otra manera de ir. La afición que había era tremenda. ¿Por qué? Porque había buenos corredores, Ezquerra, Langarica y todos los demás, y siempre los hubo. Eso es lo que atraía a la gente a las carreras, que había muchas como la Vuelta a España, la Bicicleta Eibarresa, Arrate o un Gran Premio de Ondarroa que recuerdo cuando yo ya era ciclista y los de fuera, Mascaró, Company, Poblet, Serra, Masip y otros estaban acojonados del ambiente y de la manera de animar de la gente, porque nos tenían más cariño a nosotros, los de casa, claro, pero se les aplaudía a todos”. Eso fue así, dice Barrutia, hasta el enfrentamiento entre Loroño y Bahamontes, un acontecimiento cumbre del ciclismo español. “La afición se dividió”, recuerda. Era la lucha de la clase de un ciclista “un poco loco” contra la tenacidad de Loroño, “que era duro, se enganchaba a la rueda y se iba diciendo: ‘No me dejas, no me dejas’”. Ese enfrentamiento apasionó, pero trascendió lo deportivo. Cuando Dalmacio Langarica dejó fuera del equipo del Tour del 59 a Loroño para que Bahamontes fuera el único líder, le rompieron los cristales de la tienda de bicis que el entonces seleccionador español tenía en Bilbao e insultaban a su mujer cuando paseaba por la calle.

    “Pero a mí siempre me recibían bien en el País Vasco, suele recordar agradecido Bahamontes. “Era increíble la afición que había allí y de la que antes de conocerla ya había oído hablar. En las carreras, sobre todo en la Subida a Arrate, se juntaba una cantidad de público que no te puedes hacer idea. Venían de todos lados, de Eibar, San Sebastián, Bilbao… A mí me querían. El difunto Juanito Txoko (alma y fundador de la prueba) me llamó una vez que no iba a correr porque estaba en cama para decirme que tenía que ir, que yo era el que llenaba la subida de público”. “Al público lo que le ha gustado siempre es el espectáculo”, abunda Barrutia; “y Bahamontes y muchos otros de aquella época o anteriores, lo daban. Eso era lo que la gente admiraba y apreciaba. Por eso se llenaban las carreteras de público”.

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    “Vamos a ir a correr al País Vasco”, le dijo a Pedro Delgado (Segovia, 1960) su director del Moliner cuando solo era un juvenil. Y fueron y se volvieron sin correr, fastidiados, además, enfadados. “Así que mi primera impresión fue desagradable. Me volví a casa pensando a ver qué se creían estos vascos para no dejarnos correr”, recuerda el segoviano, cuyos ojos de niño estaban llenos de bicicletas y del paisaje castellano, de los campos secos y vacíos hasta donde le alcanzaba la vista, más o menos el horizonte. “Corríamos solos, sin público salvo alguno que anduviera por ahí de casualidad”, cuenta. Se dice y es verdad que la mejor afición de España está en el País Vasco. Yo lo descubrí la segunda vez que fui y, esta vez sí, pude participar. Acostumbrado a correr sin público, me impresionó la de gente que había en las cunetas, en los puertos, en la salida o en la meta. Eso no lo había visto nunca. Y luego comprobé que era siempre así. Que en cualquier carrera de cualquier categoría había público, mucho, y no un público cualquiera, sino uno cualificado y crítico que sabía y entendía, que conocía a los corredores, a todos, los consagrados, los jóvenes, los chavalillos, y que cuando te reprochaba algo lo hacía con argumentos. Cuando te hablan así sabes que enfrente tienes un interlocutor válido, aunque sea crítico contigo, y que puedes mantener una conversación sobre ciclismo”, reflexiona Delgado, que coincidió, como Bahamontes con Loroño, en época, los 80, y escenario, la montaña, con Marino Lejarreta, el corredor que fue aún más grande que su enorme palmarés.

    La afición le adoraba. “A la gente le gustaba el espectáculo”, sentencia Delgado. Y eso era Marino. Una gozada de ciclista que perdía carreras y ganaba adeptos, admiradores, devotos. Corría con el corazón. Le dejaba hablar a él, que se expresara, que se sintiera libre para atacar y perder, que era como ganar. En el podio, segundo tantas veces, los honores del público, la admiración y los aplausos eran para él. “Pero a la vez, a nosotros que éramos sus rivales nos agradecían y valoraban si dábamos eso que ellos querían: espectáculo. Yo siempre me he sentido querido en el País Vasco. Y corredores como Belda que se morían en la bicicleta, también. Eso era lo que pedían”, traza Delgado.

    Marino, generoso en el esfuerzo ciclista pero a la vez cercano, humano, un tipo normal, de carne y hueso al que se podía tocar, al que se le podía hablar con naturalidad si te lo cruzabas por la calle, encarnaba todo aquello que admira la afición vasca y que resume Jean Marie Leblanc, director del Tour de Francia desde 1989 hasta 2005, cuando dice que el ciclismo es un deporte “que adoran los vascos porque, quizás, simboliza los valores que han forjado su carácter como pueblo: coraje, perseverancia, audacia, nobleza…”. Eso son los ciclistas para la afición vasca, independientemente del maillot, el nombre o la bandera. Por eso les admiran. “Son justos y apasionados”, ensalzaba Jens Voigt en una carta de agradecimiento; “son leales. No importa si hay 5 grados con nieve ni con lluvia, ni sol de verano, siempre están prestos a echar una mano cuando sufres. Te animan igual que seas el mejor ciclista del mundo o vayas en el grupeto”.

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    Eso simbolizaba, seguramente más que ningún otro momento, la victoria de Roberto Laiseka en Luz Ardiden en el Tour de 2001. “Recuerdo pocas victorias de etapa en las que el suspense y la simbología fueran tan intensos”, señala Leblanc aquel día en el que los Pirineos se volvieron repentinamente naranjas, el color que identifica desde entonces al ciclismo vasco como un fenómeno social incomparable. “Un boom”, analiza Delgado; “una gran idea que hacía que se reconociese a los aficionados vascos en las carreras, pero que no se debe confundir con la impresión de que la afición vasca nace en ese momento. El ciclismo en el País Vasco ha apasionado siempre”. Desde la cuna.

    Hay quien asegura que el País Vasco es la cuna del ciclismo español. Que la Vuelta a España nació ahí. Como algunos de los mejores equipos: el legendario Kas, o el Fagor. Que los corredores, los mejores, todos, de aquí y allá, del Mediterráneo o de los campos de Castilla, viajaban de niños al norte para hacerse ciclistas, una emigración forzosa. La universidad. Ese camino siguió Delgado. Y como él, otros: Mancebo, Sastre, Joaquim Rodríguez, Contador… Todos. O casi.

    Paulino no es nadie. Solo un jubilado que pasa los días bajo el cielo castellano, donde nació, tras emigrar a Euskadi en los años 50, la cruda posguerra, no para ser ciclista, sino en busca de trabajo. Lo encontró en una fábrica en Mondragón. Allí se quedó para verlo: la subida a Arrate, la gente de pie en las cunetas esperando entusiasmada, una imagen sublime. Antón Barrutia dice que parte, mucha, de aquella pasión se ha perdido, que ya no es lo mismo. Y Delgado, que cada vez que programan una carrera en televisión, las audiencias en el País Vasco se elevan de manera espectacular. Paulino no quiere escuchar ni una cosa ni otra. Recuerda a Bahamontes y a Loroño, claro, y, riéndose, a Sagarduy, “que era un chuparuedas”. Dice que lo que han visto sus ojitos que no se lo cuente nadie. Mientras, Regina baja con sus padres a comprar el pan a Mungia en bicicleta. Y así, se le van llenando los ojos.
     
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    Patrick Sercu y Eddy Merckx: enemigos íntimos

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    El pasado viernes 19 de abril, «El Caníbal» lloró la última escapada de Patrick Sercu
    No era para menos, su compatriota Patrick Sercu, su amigo y enemigo íntimo a partes iguales, con el que había formado un tándem casi invencible en la pista, lo acababa de dejar de rueda, escapándose de la vida a la edad de 74 años.

    Y lo había hecho como él lo solía hacer: deprisa y rápido, esprintando en solitario.

    Sí, Eddy Merckx lloró ese día la muerte del que había sido su compañero de fatigas desde que tenían 16 años, una gran pérdida para él a nivel personal y para el ciclismo en general que había perdido uno de los grandes nombres de la historia de este sacrificado deporte.

    Es posible que muchos os preguntéis quién era Patrick Sercu para tener este merecidísimo reconocimiento.

    Los que no lo hayáis conocido, no os culpéis.

    Es comprensible.

    Sólo los fieles seguidores del ciclismo en pista, o los amantes de las épicas aventuras que se viven en el velódromo, reconocerán a este inigualable corredor como “el Eddy Merckx de la pista”.

    Sólo vamos a dar unas pocas cifras para que os deis cuenta de quién era este fenómeno de la velocidad:

    *1206 victorias en toda su carrera, aunque la gran mayoría forjada en los velódromos.

    *Ganó 88 pruebas de los Seis Días. 27 participaciones con Merckx de pareja, de las que ganó 15.

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    *Campeón olímpico de kilómetro en Tokio en 1964 y triple campeón del mundo de velocidad.

    *En carretera tampoco fue cojo, con nada menos que 168 victorias en su palmarés, algo al alcance sólo de los elegidos.

    *También lució en el Tour, incluso un día llegó a ser maillot amarillo, ganando seis etapas y adjudicándose el maillot verde en el año 1974, compartiendo podio con su gran amigo Eddy Merckx que aquel año ganaba su quinta ronda gala.

    Podríamos seguir citando datos de un historial deslumbrante, pero creemos que estos son suficientes para destacar su carrera como ciclista: brillante, larga, intensa y vertiginosa.

    Pero donde labró su leyenda fue sin duda en la pista y en una competición de seis días.

    En efecto, una carrera que obligaba a los corredores a dar vueltas al velódromo 18 horas al día durante seis días.



    El séptimo estaba reservado al “día del Señor” y el descanso era obligado: era la prueba de los Seis Días que había nacido en el año 1878.

    Como buen flamenco que era, Sercu inició su andadura en el velódromo en Izegem, en la pista construida por Odile Defraye en 1912 que fue, además, el primer belga en ganar el Tour.

    Pero fue en la pista de Gante en la que Sercu logró su primera gran victoria en los Seis Días.

    Fue en 1965 y lo hizo en asociación con Eddy Merckx, al que ya conocía desde que eran adolescentes.

    Se conocieron en el Sportpaleis de Bruselas y se hicieron grandes amigos dos jóvenes e inocentes corredores cuya única ambición era la dedicación exclusiva a su profesión.

    Pero un año antes, en 1964, ambos ya habían participado juntos en los Juegos Olímpicos de Tokio.

    La vida de Eddy Merckx se entiende con Patrick Sercu
    Sercu lo hacía en calidad de campeón belga de Sprint, Ómnium y Madison, y ambos, a su vez, como campeones mundiales amateur recién coronados: Merckx en la carretera, Sercu en el sprint.

    Sercu ganó el oro, privando del posible título a Merckx, algo que dicen no sentó demasiado bien a “El Caníbal”, pero que, a pesar de todo, no fue impedimento para que la admiración mutua que se profesaban continuara siendo profunda.

    Su amistad no había de dañarse por culpa de la competición.
    Ser rivales no tenía porque romper ese vínculo.

    Ambos corrían para ganar, sin importar contra quién.

    Pero a Sercu dónde más le gustaba participar (y ganar) era en su casa: en Gante y en su velódromo de Kuipke, la meca flamenca.

    En aquella pista sucia, con marcas negras de las llantas en aquellas maderas que crujían y se hundían al paso de los corredores y con manchas de sudor, Sercu ganó nada menos que 11 veces.

    Cuatro fueron con Merckx, su mejor compañero, «un ciclista vacunado por un rayo», como el propio Sercu acertó en definirlo.

    Dicen que ambos se complementaban a la perfección: Eddy era la fuerza y Sercu la velocidad.

    Y siempre amigos, a pesar de la intensa rivalidad, sobre todo cuando un equipo italiano (el Dreher) se cruzó en sus caminos y los convirtió en oponentes.

    El propio Sercu siempre decía que a pesar de ser adversarios nunca peligró su relación de amistad y que se había de distinguir muy bien entre la ambición deportiva y el respeto mutuo y el afecto.

    Aunque Merckx siempre se encargaba de encender la mecha y declaraba que “el adversario nunca te puede gustar”.

    Quizás lo dijera con bastante resentimiento por la pérdida de su compañero.

    Se sentía decepcionado por este hecho y alguna vez lo llegó a demostrar.

    Como en el Tour de Cerdeña del año 1970
    Aquella carrera por etapas fue la primera victoria de Sercu en la carretera como profesional.

    Un pinchazo de Merckx lo había dejado casi sin opciones a la general y Sercu asumió el liderato de la prueba.

    Las etapas finales eran bastante montañosas y Sercu las temía, aunque pensaba que su amigo le respetaría aquella primera posición en la general.

    No fue así. Para nada.

    Merckx estaba allí para ganar y Sercu pertenecía a un equipo rival: fin de la historia.

    De esta manera, “El Caníbal” lo atacó sin cesar en las siguientes etapas.

    Una noche incluso llegaron a discutir airadamente.

    Merckx no cedió y siguió con su acoso y derribo contra su viejo amigo rival.

    Dicen que Sercu se agarraba a su rueda con sangre en los ojos, que llegó a morir mil veces, como él mismo luego declaró.

    Al final pudo mantener su condición de líder.

    Aquel mismo año, Sercu iba en cabeza en la Gante-Wevelgem con Merckx y otros dos corredores.

    Parecía que el sprint final iba a ser suyo, pero Merckx no se lo permitió y ganó.

    Ya sabemos que Eddy no era de regalar carreras, salvo alguna excepción a algún compañero de equipo muy fiel.

    Sercu se había quedado sin ganar en el prestigioso clásico “de su casa”.

    Dicen que la venganza se sirve en plato frío y, un tiempo más tarde, podemos imaginar la enorme satisfacción con la que derrotó a Merckx en el circuito europeo Ómnium.

    Sercu y Merckx, Merckx y Sercu, enemigos íntimos.
     
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    El gran día de Luis Pedro Santamarina fue un día negro

    Pedro Luis Santamaría, un histórico ciclista de los setenta, uno de esos corredores que desde su anonimato se hicieron imprescindibles a los grandes líderes. Santamarina fue uno de esos ciclistas que acompañó a Luis Ocaña aquel día que llegó hecho un nazareno en la meta del Tour. Santamaría no ganó muchas carreras y una de ellas fue ese fatídico mes de julio del 67.

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    Julio de 1967. Ciclismo de quilates a un lado y a otro de los Pirineos, ciclismo de luto, ciclismo negro. En quince escasos días Jaime Mir contempló cómo dos corredores perdían la vida en la carretera compitiendo y practicando el deporte de sus amores, ejerciendo su profesión. El día soplaba caluroso, extenuantemente seco en las lomas del Mont Ventoux, el monte que describió Petrarca y que desde antiguo los romanos dejaron pelado, como un gran pedrusco, solo, en medio de la Provenza. Mir llevaba el 600, el único de toda la caravana del Tour, que Joan Plans dispuso para seguir la prueba para El Mundo Deportivo.

    La carrera iba disparada. Julio Jiménez, ya en el Bic, iba doblegando rivales, hasta que Raymond Poulidor fue el último en ceder. El coche de Mir y Plans iba unos minutos por delante del pelotón y estos seguían los sucesos por la radio no sin disgusto, porque en las ondas parecía que solo corría Poupou, cuando el relojero de Avila volaba cuesta arriba y otros como Janssen, Gimondi y Balmamion estaban también en la brega. Estos franceses…

    Jiménez en cabeza iba fuerte, coronaría con más de un minuto, pero a juicio del locutor su estilo era tosco, poco elegante, muy alejado del volar tibio y suave de su Poupou. Cuando Pingeon flaqueó por detrás fue por un contubernio de los italianos, con Gimondi al frente. Plans estaba irritado. Las palabras de aquel locutor francés no retrataban la grandeza de una etapa que con los años pasaría a la leyenda más pesada de la mejor carrera.

    Sin embargo, las frivolidades quedaron al margen cuando Mir y Plans pegaron la oreja al aparato. Se informaba del desplome en plena subida de un ciclista, el inglés, largo y espigado Tom Simpson. La noticia llamó la atención desde el primer momento y cobró todo el protagonismo cuando se informó que se había caído nuevamente de la bicicleta, en plena subida, tras un zigzagueo que hacía presagiar lo peor.

    Pasada ya la cima, por la que transitó el primero Julito Jiménez, la radio seguía escupiendo malas noticias. El doctor Pierre Dumas, el mítico galeno de la carrera, había tomado las riendas de la situación. Tras sufrir un desvanecimiento a tres kilómetros de la cima, Tom Simpson entró en estado de coma. Sobre la misma carretera, a la altura del monolito que con el tiempo le levantaría en su memoria, el corredor fue atendido, experimentando una leve mejoría, pero fue eso, leve, y también breve. Fue trasladado en helicóptero a Aviñón, en cuyo hospital falleció.

    Mir y Plans, desbordados por las informaciones, desconocían los motivos de aquel desvanecimiento y posterior muerte. De hecho el periodista narró al día siguiente, en crónica enviada por servicio telex y no cantada por Mir vía teléfono como años antes en el Tour de Bahamontes, que el corredor había “muerto en acto de servicio” luchando por no perder sus opciones y resbalando de la máquina en uno de los arrebatos que le dieron para acortar distancia con los primeros. Las primeras lecturas de aquello hubieron de ser rectificadas. Los médicos, por si acaso, se negaron a inhumar el cuerpo hasta practicarle la autopsia, cuyos resultados pasaron a la crónica negra del deporte.

    El propio doctor Dumas tenía alguna declaración sobre los riesgos que algunos deportistas asumían con la consigna de ganar, ganar y ganar. El dinero que el atleta tocaba, añadido a la juventud de muchos de ellos, era el lastre de muchos competidores que cayeron en la tentación de ser unos “campeones artificiales”. En la conducta de Simpson había mucho de eso, y Pierre Dumas, con un generoso y escurridizo bigote, estaba con la mosca detrás de la oreja. El ciclismo había perdido a uno de sus deportistas más conocidos.

    Agolpados en la sala de prensa, Plans y Mir escudriñaron la historia para saber quiénes habían perdido la vida en la carretera y salió el nombre de Francisco Cepeda, quien en los años del buen amigo de Jaime, Mariano Cañardo, se dejó la vida en un terrible accidente bajando el col del Galibier hacia Bourg d’Oisans.

    Simpson estaba a dos años de colgar la bicicleta, de dedicarse a vivir la vida en Australia bajo el sol que no tuvo ni en sus islas británicas ni en Gante, donde aprendió el oficio. La muerte truncó sus planes. El Tour prosiguió y acabó en manos de Jan Janssen con la campana sonando.

    Tan solo dos semanas después, retornado de Francia, Mir se acercó a Sabadell porque allí se celebraba el Campeonato de España de ruta, que entonces se dirimía en lucha contra el crono por un recorrido aterrador de poco menos de 100 kilómetros. Dos pasos señalaban los registros intermedios; en ambos Carlos Echevarría marcaría el mejor tiempo. En el primer punto, Sant Llorenç Savall, Vélez se dejaba casi un minuto. Valentín Uriona era cuarto y Luis Santamarina, noveno, a más de dos minutos. El siguiente punto volvió a poner a Echevarría primero, pero con Santamarina en franca recuperación, quinto, y Uriona en medio, cuarto.

    En línea de meta Luis Santamarina completó la hazaña saltando hasta el triunfo final tras dos horas y cuarto de esfuerzo individual, dejando a Echevarría a menos de medio minuto. Tercero fue el compañero del ganador en el Fagor, Ginés García, que se dejó poco más de un minuto.

    Sin embargo, para cuando la totalidad de los participantes había completado el recorrido, las miradas, el corazón de los allí presentes estaba unos kilómetros antes de atravesar el arco de Sabadell, estaban con Valetín Uriona, cuyo maillot de Fagor era un harapo ante las curas que los médicos de la carrera le habían aplicado. Uriona se había estrellado en plena ruta. La jornada festiva, el palco lleno de autoridades, Mir ejerciendo de maestro de ceremonias en la meta, y de repente una ambulancia con la sirena causando estruendo cruzaba el lugar camino de una clínica en la que poco se pudo hacer ante el estropicio de la caída. Uriona fallecía y empañaba un día caluroso de julio, el último del mes.

    Valentín Uriona fue un ciclista vizcaíno que ganó carreras interesantes como la Milán-Turín o el Dauphiné. Murió con solo 27 años. Mir lo atendió mucho en la época en la que ambos coincidieron en el Kas, a inicios de la década de los 60. Curiosamente Uriona había abandonado el Tour el día en que Simpson perdió la vida en el Ventoux. El siguiente en la fatal lista sería él, cientos de kilómetros al sur. Era un tipo alto, fuerte y tosco. Su simpatía estaba en proporción a sus tremendos gemelos. Una pérdida irreparable, la segunda en escasos 15 días. Quiso el destino que Mir presenciara ambas.

    Para mí fue un salto de cadena, salió despedido y se quedó ahí. Nosotros salimos un par de corredores detrás de él, lo adelantamos y cuando llegamos a meta nos enteramos de la tragedia. Cuando pasamos por su lado no estaba muerto aún, pero al poco se informó de su fallecimiento. Cuando corrió la noticia aquello se enfrío. El podio parecía una procesión de curas”.
     
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    El Mortirolo, ciclismo épico en su máxima expresión


    En el corazón de los dolomitas. Rodeado de colosos por encima de los 2.500 metros sobre el nivel del mar como el Passo dello Stelvio y el Passo di Gavia, se encuentra escondido el Passo della Foppa (1.852m). Así es como originalmente se conoce al Mortirolo. Una ascensión llena de épica, de rampas imposibles y de leyendas ciclistas.



    Hasta los años 90, esta pared de 12 kilómetros que arranca en Mazzo di Valtellina había sido ignorada por los organizadores del Giro de Italia. Desde entonces cada rampa del Mortirolo se ha llenado de leyendas, de ataques, de crisis, fatigas y gotas de sudor.



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    Leonardo Sierra fue el primero en coronar el puerto en 1990. Desde la vertiente de Tirano eso sí, la más blanda. El venezolano se llevó la etapa en un Giro que será recordado por la gesta de Gianni Bugno. Lució la maglia durante los 21 días que duró la prueba.



    La carnicería de Chioccioli


    La primera vez que se subió el Puerto del Mortirolo por su parte más dura recordó al ciclismo de la vieja usanza. Era un lunes de junio y de líder el italiano Franco Chioccioli. Era la primera de las tres etapas dolomitas que iban a decidir el Giro del ‘91. A tan solo veintiséis segundos se encontraba el español Marino Lejarreta y amenazantes Chiappucci, Bugno y Massimiliano Lelli.



    Era una etapa corta de tan solo 130 kilómetros con el Mortirolo al inicio. El martes y el miércoles vendrían dos ‘tappones dolimíticos’ por lo que podría ser un buen día para guardar fuerzas. Nada de eso pasó. A estos valientes el Mortirolo les pilló completamente por sorpresa. El propio Chioccioli afrontaba la etapa con un 42×24, una auténtica barbaridad para un puerto con varios kilómetros por encima del 10% de media y con rampas del 20%.



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    Histórico álbum de fotos del Giro 91 con Delgado, Bugno…



    La Maglia Rosa tomó el mando al inicio de la subida mientras los rivales impasibles veían como se les esfumaba el Giro. Franco Chioccioli coronó con 2.30 minutos de ventaja sobre sus perseguidores, incluido Lejarreta. El italiano se llevó la etapa, se llevó el Giro y destrozó a todos sus rivales en esta subida inhumana.



    Nada más rebasar la meta en Aprica Marino Lejarreta declaró: “Nunca en mi carrera he subido un puerto tan duro como el Mortirolo.”





    Nace el mito


    En 1994 el coloso alpino asistió al nacimiento de un mito, Marco Pantani. Eran tiempos de bonanza para la corsa rosa con un elenco de ilustres leyendas que no venían precisamente a pasearse. Claudio Chiappucci, Gianni Bugno y Miguel Induráin como hombre a batir lideraban una participación excelsa a la que se sumaban figuras emergentes como Evgeni Berzin, Pavel Tonkov, Francesco Casagrande, Ivan Gotti, Wladimir Belli o el propio Marco Pantani.



    En la jornada anterior El pirata -con 24 años recién cumplidos- ya había demostrado su golpe de pedal en Passo di Monte Giovo, donde aventajó en 40 segundos al grupo de los favoritos. Su fama mundial estaba a punto de llegar…



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    195 kilómetros dolomíticos con Passo dello Stelvio y Passo del Mortirolo como grandes atractivos del día. La etapa comenzó descafeinada con los gallos fumándose el Stelvio. Quedaba el Mortirolo y Valico di Santa Cristina antes de llegar a Aprica. Pantani atacó desde abajo, pero esta vez -conscientes de que era la rueda a seguir- todos continuaron la estela del menudo escalador italiano.



    Primero cedió Bugno e Induráin, que veía como se alejaba por las duras rampas el líder Evgeni Berzin y con él la posibilidad de lograr su tercer Giro consecutivo. Sin embargo, la decisión de seguir a Pantani fue la peor de todas. El siguiente en quedarse fue De Las Cuevas. Y luego le llegó el turno a Berzin que pagó el esfuerzo titánico de seguir al pirata. Entonces fue sobrepasado por Miguelón a tres kilómetros de coronar. El navarro acariciaba el liderato.



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    Induráin rebasa a Evgeni Berzin en el Mortirolo



    Lo que pasó después camino de Aprica fue una auténtica masacre. Induráin conectó junto a Cacaíto con el todopoderoso Pantani, pero en Valico di Santa Cristina (6km al 10%) sufrió una tremenda pájara, similar a la de Berzin. Se dejó 3 minutos y medio con Pantani en meta y el ruso más de 4 minutos. Acababa de nacer un mito.



    Más cadáveres


    En la tercera ocasión que el Passo della Foppa hizo acto de presencia en la corsa rosa desde la temida vertiente de Mazzo di Valtellina volvió a ser una jornada caótica. Etapa 21. El día siguiente llegan a Milán. Abraham Olano, el sucesor de Induráin, vestido de rosa. Ante él Pavel Tonkov, 250 kilómetros dolomíticos y un Mortirolo a 30km de meta.



    El Mapei tensa la cuerda en Paso Gavia, que es la cima Coppi. Olano llega inmune a las faldas del Mortirolo. Entonces atacan los Gotti, Zaina, Ugrumov y también Pavel Tonkov. Olano a ritmo, hoy no lleva el maillot arco iris conquistado en Colombia porque es líder y va de rosa. Tiene 46 segundos de margen. A 5 para la cima todavía conserva la maglia. Hace frente a la gravedad. Pesa 73kg y los rusos 62kg, como Gotti que corona el primero junto a Tonkov, se sabe de rosa. Olano agoniza. Se deja casi tres minutos en la cima y salva el pódium de milagro, por tres segundos. El Mortirolo ya tiene una nueva víctima.



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    Huérfanos


    En 1997 se escalaba de nuevo el coloso antes de Milán y hubo un intercambio de papeles. Ese día ganó Tonkov y el Giro fue de Iván Gotti. Lo mismo sucedió en 1999. Otro Giro para Gotti y en vez del ruso el que gana la etapa es Roberto Heras. Nadie recuerda la victoria del bejarano. Esa mañana de sábado de junio del 99 el ciclismo fue noticia en todo el mundo. Pantani descalificado el día en que escalan su puerto fetiche. Índice de hematocrito en sangre 51,9%. Iba de rosa con más de cinco minutos y medio de ventaja. Listo para exhibirse. Conspiraciones, mafia, apuestas deportivas… 18 años después la fiscalía todavía investigaba el caso que dejó a Pantani sin Mortirolo.



    Desde la muerte de Marco Pantani en 2004, el Giro premia al corredor que corona en primer lugar este puerto catalogado como Cima Pantani. Así mismo la organización ha creado un monumento en el punto kilómetrico nº 8 en honor al pirata.



    Desde el año 2004 el puerto no ha tenido la dimensión que tuvo en los 90. Cunego, Basso (2006) y Contador (2008) aguantaron los envites de sus rivales para conquistar el rosa. El siguiente en sucumbir al Mortirolo fue él español David Arroyo en la edición de 2010. Vestía de rosa en la penúltima etapa gracias a una fuga consentida, pero en el puerto Ivan Basso asaltaría el liderato. En 2012, en el Giro que perdió Purito Rodríguez el puerto se hallaba lejísimos de la meta. Solo un valiente, Thomas De Gent, se atrevió a probarlo y le valió el pódium cuando encaraba la etapa como sexto clasificado.



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    Alberto Contador


    El siguiente gran tappone que se vivió en el Mortirolo fue en 2015 con dos protagonistas. Alberto Contador y el Team Astaná. El madrileño muy sólido afrontaba el día con aires de grandeza y la mira puesta en sentenciar la carrera con un recorrido que le viene al pelo. Sin embargo, a pocos kilómetros de Mazzo di Valtellina todo se tuerce. Avería mecánica en Aprica y el Astaná se pone a bloque en favor de Aru. 47 segundos de ventaja y Contador inicia el puerto sin gregarios. Peligra el Giro.



    El tercero de la general es Mikel Landa. Gregario de lujo para el italiano y gran damnificado. El baile de Contador surte efecto. Llega hasta Fabio Aru. Lo ataca. Lo elimina. Y junto a él se va Landa que por fin es libre. Free Landa. El vasco se lleva la etapa y Contador en otra jornada épica, es más líder.

    Mejores tiempos de subida

    Pos.
    Corredor Tiempo Carrera Km/h
    1
    Ivan Gotti 41m 42s Giro de Italia 1999 16.83 km/h
    2 Roberto Heras 41m 42s Giro de Italia 1999 16.83 km/h
    3 Gilberto Simoni 41m 42s Giro de Italia 1999 16.83 km/h
    # Pavel Tonkov 42m 07s Giro de Italia 1996 16.67 km/h
    # Marco Pantani 42m 40s Giro de Italia 1994 16.45 km/h
    # Miguel Induráin 43m 33s Giro de Italia 1994 16.12 km/h
    # Evgeni Berzin 44m 21s Giro de Italia 1994 15.83 km/h
    # Ivan Basso 44m 39s Giro de Italia 2010 15.72 km/h
    # Vincenzo Nibali 44m 39s Giro de Italia 2010 15.72 km/h
    # Wladimir Belli 45m 13s Giro de Italia 1997 15.53 km/h
    # Alberto Contador 45m 14s Giro de Italia 2015 15.52 km/h
    # Mikel Landa 46m 04s Giro de Italia 2015 15.24 km/h
    # Emmanuelle Sella 46m 12s Giro de Italia 2008 15.19 km/h
     
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  13. labeaga

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    Lagos de Covadonga 1983

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    Lejarreta en los Lagos de Covadonga en 1983. Imagen de deportesconhistoria.blogspot.com.es

    La temporada de 1983 se presentaba con un claro dominador en el panorama internacional, Bernard Hinault, y con un corredor que parecía en plena madurez deportiva, Giuseppe Saronni, ganador el año anterior del mundial por delante de un joven americano, de nombre Greg y apellido Lemond, el cual había vencido también Lombardía y ya en en esa misma temporada la Milán-San Remo.

    Ambos estarían en la Vuelta a España, junto a las figuras locales Marino Lejarreta, vigente ganador de la prueba, Alberto Fernández y Ángel Arroyo, que si bien había terminado 1º en 1982 fue posteriormente descalificado por dopaje (igual que Fernández, 3º en el podio), lo que dió el triunfo a Lejarreta. También había que estar atento a varios jóvenes, como el vizcaíno Julian Gorospe, que venía de ganar la Vuelta al País Vasco; Pedro Delgado, que esa misma temporada fue una de las grandes sensaciones en el Tour; y un jovencísimo corredor de 21 años que había impresionado en Niza, venciendo dos etapas, y que era señalado como un futuro Merckx o De Vlaeminck en clásicas y pruebas cortas, el “enfant terrible” del ciclismo belga, Eric Vanderaerden.

    A priori el claro favorito era Hinault, quien además venía con dos grandes promesas en su equipo, Laurent Fignon y el mencionado Greg Lemond, pero que sin embargo parecía que estaba en un punto de no retorno con su otrora mentor y directo deportivo, Cyrille Guimard. ¿Afectaría esto al campeón francés?. Desde luego estaba claro que “el caimán” quería igualar el récord de la prueba, que ostentaban Deloor, Berrendero y Fuente con dos victorias cada uno, para sumar otra Vuelta a la ya lograda en 1978.

    Por otro lado, la carrera presentaba un trazado bastante completo y novedoso respecto a anteriores ediciones, con un prólogo, dos cronos individuales llanas, una cronoescalada al Balneario de Panticosa y montaña variada en Pirineos, Asturias, Ávila y Madrid, siendo en algunos casos etapas muy duras debido a su longitud y desnivel acumulado. Y por encima de todo destacaba un estreno: la subida a los Lagos de Enol, los cuales la prensa ya habían bautizado como “los Lagos de Hinault”, en previsión de la tiranía del corredor francés sobre la Vuelta en general y dicha etapa en particular.

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    *El final era distinto, con meta en un parking al N del lago Enol en lugar del más cercano al lago Ercina*. Perfil de APM

    La ronda española se iba a celebrar del 19 de Abril al 8 de Mayo, quedando marcada en el calendario la etapa de los lagos el día 2 de Mayo. En el prólogo de Almusafes se ponía líder uno de los gregarios de Hinault, Dominique Gaigne, que mantenía el liderato las primeras jornadas, de aproximación a los Pirineos.

    Hinault no esperaba más y tomaba el liderato de la prueba en Castellar del N´hug (5ª) -> clasificación, en una etapa con los puertos de Formic, Olost y Berga antes de la subida final (hasta el km 11,4) y triunfo para Alberto Fernández. Parecía que el bretón tomaba el mando de la carrera, y ya todos temían que la prevista tiranía empezara incluso antes de acabar la primera semana de carrera. Sin embargo al día siguiente, en la jornada de Viella (6ª), los españoles se lanzaban al ataque y hacían perder el liderato a Hinault, pasando éste a Lejarreta, ganador de la etapa por delante de Gorospe -> clasificación. Señalar que esta jornada tuvo uno de los recorridos más duros en la historia de la Vuelta (hasta ese momento), con 235 km y los puertos de la Creueta, Cantó y la Bonaigua, este último pasándose además nevado, aunque con mucho llano entre ellos.

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    Lejarreta por delante de Gorospe en la llegada de la 6ª etapa. Imagen de EFE

    Y peor se le iban a poner las cosas a Hinault dos días despues en la contrarreloj de Panticosa -> perfil de la subida, donde Marino daba una nueva exhibición ganando la etapa y consiguiendo más de 2 minutos de ventaja sobre “el Tejón”, que bajada hasta el 6º puesto en la general -> clasificación. Parecía que se le complicaba la carrera a Hinault, a la par que se le ponía muy de cara a Lejarreta. Sin embargo, camino Soria “el Junco de Bérriz” veía como sus principales rivales se metían en el corte bueno, cediendo 2 minutos y medio y el liderato, que iba a parar al joven Gorospe, quien su vez lo cedía por escasos segundos a Alberto Fernández al día siguiente.

    Y por fin llegaba el día esperado más desde la presentación: llegaban los Lagos -> perfil y galería fotográfica, “los Lagos de Hinault”, donde la prensa barruntaba el golpe de gracia del francés, a la vez que catalogaba a la etapa como la reina de la prueba a pesar de la ausencia de dificultades antes de la subida final (más allá de dos 3ª). No obstante, era comprensible, ya que se trataba del estreno del puerto más duro jamás subido en la Vuelta, con sólo Rassos de Peguera, estrenado dos años antes, y Sierra Nevada, con mayor desnivel pero más tendido, acercándose a su dificultad.

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    La etapa salía de Aguilar de Campoo en lo que parecía iba a ser la guerra de la Independencia, con las tropas “Hinaultianas” intentando derrocar a las guerrillas españolas comandadas por Gorospe, Alberto Fernández y sobretodo un enrabietado Lejarreta, que sabía que siendo el más fuerte había tirado buena parte de sus opciones de victoria camino Soria y debía ahora recuperar tiempo.

    86 esforzados de la ruta iban a salir de Aguilar de Campoo con una misión, superar un coloso que iba a marcar la historia de nuestro ciclismo. Durante los primeros kilómetros, un temeroso pelotón se limitaba a acumular minutos de retraso, sólamente salpicados por algún movimiento en metas volantes o sprints especiales. Querían retrasar al máximo el enfrentamiento con el nuevo coloso asturiano. Así pues, el primer acontecimiento significativo de la etapa, y que a punto estuvo de ser decisivo, se producía en el km 73, cuando el español del equipo Hueso, Carlos Machín, atacaba llevándose a rueda a Rudy Pevenage, Del Tongo. El pelotón comandado por los hombres de Hinault no se inmutaba, se había formado la escapada buena casi al primer intento. Y las diferencias no iban a tardar en abrirse …

    De este modo, la ventaja pasaba de 2 minutos en el km 100 a casi 6 en el km 120 y a 8′ en la meta volante de Cangas de Onis, en el km 165. Parecía que la suerte por la etapa estaba servida, pero los dos fugados debían superar un coloso nunca visto en la Vuelta. Por detrás, el Renault había estado marcando un ritmo tranquilo, pero éste se empezaba a acelerar hasta que en la base de puerto, en el sprint especial de La Riera, la ventaja ya estaba por debajo de los de 6 minutos.

    Empezaban los últimos 14 km de etapa. Los fugados se iban desinflando y a 10 km de meta Machín se marchaba sólo, descolgando a Pevenage, mientras que por detrás se producía el movimiento del día: al llegar el primer tramo duro, a 12 km de la cima, Marino atacaba a un grupo comandado siempre por Hinault que no podía seguir al de Bérriz. Primero 50 metros, despues 100, Marino volaba hacia los fugados y quien sabía si hacia el triunfo en la Vuelta. Por detrás el grupo, que había quedado muy reducido ya desde las primeras rampas, era de sólo 4 unidades: Muñoz y el líder Alberto Fernández, ambos del equipo del Zor, el sorprendente Gorospe, del Reynolds, e Hinault.

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    Gorospe, A.Fernández y Muñiz en la subida final. Foto de movistarteam.com

    Sin embargo “el galleta”, apodo cariñoso con que se conocía Alberto Fernández, sufría y cedía a 5 km de meta. Muñoz sin embargo apoyaba a su líder, consiguiendo que Hinault y Gorospe estuvieran siempre en vista, mientras por delante Marino cazaba a Pevenage y se iba a por Machín. En los últimos km también sufría Hinault, propiciando que el líder y Muñoz contactaran de nuevo. Por delante Lejarreta seguía con un ritmo imponente y la diferencia, a la vez que crecía con sus seguidores, decrecía con Machín, que veía como tras una excepcional etapa Marino le adelantaba a poco más de 2 km para la llegada. De ahí hasta el final, Lejarreta aumentaba las diferencias hasta entrar vencedor en la ya mítica cima de los Lagos de Enol … o como despues terminarían siendo nombrados, de Covadonga.



    Clasificación de la etapa:

    1. Marino Lejarreta 5h45’17”
    2. Bernard Hinault a 1’11”
    3. Alberto Fernández a 1’15”
    4. Julián Gorospe m.t.
    5. Pedro Muñoz m.t.
    6. Carlos Machin a 1’40”
    7. Guillermo de la Peña a 2’05”
    8. Giuseppe Saronni a 2’14”
    9. Raimond Dietzen a 2’15”
    10. Alvaro Pino a 2’18”
    11. Laurent Fignon a 2’34”
    12. Pedro Delgado a 2’54”

    Así quedaba la general:

    1. Alberto Fernández 64 h. 41min 44 seg
    2. Julián Gorospe a 8″
    3. Marino Lejarreta a 45″
    4. Bernard Hinault a 1’52”
    5. Pedro Muñoz a 4’21”
    6. Hennie Kuiper a 6’42”
    7. Alvaro Pino a 7’23”
    8. Faustino Rupérez mt.
    9. Raimond Dietzen a 7’54”
    10. Laurent Fignon a 8’37”
    11. Eduardo Chozas a 9’49”
    12. Guillermo de la Peña a 10’51”

    Se ponía complicada la carrera para Hinault, que aunque lo estaba dando todo no podía con los corredores españoles. Sin embargo, aún faltaban por suceder muchas cosas …

    Justo después de la etapa de Los Lagos, en una jornada que incluía el Puerto de Pajares aunque muy lejos de la meta en León (14ª), hubo cambio de liderato, que pasaba a manos de Álvaro Pino al ser parte de una escapada que llegó con 8 minutos de ventaja sobre el pelotón, el cual a su vez se vió sorprendido por un ataque de Hinault en los últimos km, con el bretón recuperando casi 30 segundos sobre sus rivales. Al día siguiente, en una contrareloj de 22 km con salida y llegada en Valladolid, continúo la remontada del bravo corredor francés, con triunfo de etapa incluído -> clasificación, si bien el gran beneficiado fue Gorospe, que gracias a su tercer puesto en la crono se hizo con el liderato.

    El joven vizcaíno era ahora la gran amenaza para Hinault, al que aventajaba en algo más de un minuto en la general … si bien éste junto con su director Guimard diseñaba la estrategia perfecta camino de Ávila (17ª): tras un fuerte ritmo en Peña Negra, Poisson y sobretodo Fignon destrozarían el pelotón en Serranillos, una subida sin mucha pendiente pero bastante larga, con más de 1000 m de desnivel, e Hinault remataría, contando con la ascensión a Navalmoral para aumentar posibles diferencias. Y así ocurrió, Hinault atacó durante la subida a Serranillos y reventó el grupo de favoritos, ganando finalmente la etapa y haciéndose con el liderato -> vídeo. Sólo Lejarreta y un Belda que iba escapado aguantaron el brutal ritmo del tejón, mientras que Gorospe se hundía completamente, perdiendo más de 20 minutos en meta y quizás sus opciones de ganar una grande para siempre.

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    El ataque de Hinault, con Gorospe a su rueda antes de acabar cediendo.

    Clasificación de la etapa:

    1. Bernard Hinault 5h57’03”
    2. Marino Lejarreta m.t.
    3. Vicente Belda m.t.
    4. Laurent Fignon a 3’05”
    5. Hennie Kuiper m.t.
    6. Guy Nulens m.t
    7. Alberto Fernández a 3’58”
    8. Guillermo de la Peña m.t.
    9. Claudio Bortolotto a 5’09”
    10. Leonardo Natale m.t.

    General:

    1. Bernard Hinault
    2. Marino Lejarreta a 1’12”
    3. Alberto Fernández a 3’58”
    4. Alvaro Pino a 5’09”
    5. Hennie Kuiper a 10’26”
    6. Eduardo Chozas a 11’15”
    7. Laurent Fignon a 11’38”
    8. Pedro Muñoz a 12’05”
    9. Vicente Belda a 1308”
    10. Faustino Rupérez a 13’36”

    La exhibición de Hinault tuvo aún más mérito de lo que parece, ya que ese día empezó a notar unas molestias en la rodilla que se hicieron insufribles en la etapa siguiente, con un duro recorrido en la sierra madrileña que incluía los puertos de Navacerrada, la Morcuera N y un nuevo paso por Navacerrada antes de la meta en Destilerías Dyc. Pero Hinault pudo disimular, lo que unido al miedo de sus rivales tras lo sucedido camino de Ávila hizo que no hubiera ataques por la general, llegando un día después a Madrid muy dolorido pero con la satisfección de haber conseguido su 2º triunfo en la Vuelta a España.

    Sin embargo, el esfuerzo realizado le pasó factura, no pudiendo correr el Tour y teniendo que operarse de la rodilla en el mes de agosto, abandonando el equipo Renaut a final de temporada. En cualquier caso, Hinault había dejado un recuerdo imborrable, siendo capaz de sobreponerse a sus derrotas en Pirineos y Asturias para acabar dándole la vuelta a la clasificación en la memorable jornada de Ávila, una de las etapas más míticas en la historia de la Vuelta a España.

    Otro tanto los Lagos, convirtiéndose en el puerto emblema de la carrera hasta mediados de los 90, destacando, además de la gran victoria de Marino Lejarreta, los dobletes de Lucho Herrera (1987-91), Pedro Delgado (1985-92) y Laurent Jalabert (1995-96), cumpliéndose este año el trigésimo aniversario de su estreno. Lástima que desde finales de esa década la subida ha ido perdiendo gran parte de su fama, algo que analizaremos en una próxima entrada, junto con el modo en que podría volver a recuperar su aura de puerto mítico y decisivo para la carrera.
     
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  14. labeaga

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    El día en que Fausto Coppi forjó su leyenda
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    Fue hace casi 70 años (6 de junio de 1949). El Giro del Centenario le ha hecho un giño a aquella etapa (Cuneo-Pinerolo) en la que Fausto Coppi entró definitivamente en la leyenda. La salida y la meta fueron ayer las mismas, pero el recorrido bien distinto, mucho más duro el de 1949 y sensiblemente más severas las condiciones climáticas.

    Fausto Coppi dejó muchas perlas en la historia del ciclismo. Como la primera ascensión a Alpe d'Huez, que determinó su segundo triunfo en el Tour de Francia (1952). O la primera de sus tres victorias en la Milán-San Remo, con una fuga de 147 km, en 1946, recién terminada la II Guerra Mundial; hasta el año anterior había estado en una cárcel africana prisionero de los ingleses. Antes de la guerra había ganado el primero de sus cinco Giros, con 20 años, todavía el más joven de la historia, carrera que inició como gregario del gran Gino Bartali.


    La dimensión de los campeones la dan la fuerza de sus rivales. Y Gino Bartali también estuvo en aquella Cuneo-Pinerolo para fijar la magnitud de la gran hazaña de Coppi, quien un mes después ganaría también el Tour (primer doblete de la historia) y pasaría a ser llamado 'Il Campeonissimo'.

    Coppi saltó del pelotón en el km 56, él solo, en las primeras rampas de la Madeleine. Por delante 192 km, de ellos, 90 km de ascensión a otros cuatro sonoros colosos alpinos: Vars, Izoard, Montgenevre y Sestriere. Por la cima de la Madeleine ya tenía algo más de dos minutos de ventaja.

    La lluvia, el frío y el miedo ante el feroz ataque de Coppi destrozan el pelotón. Bartali, también en solitario, sale en persecución de su gran rival. Fuerte y tozudo, Bartali no se rendiría, pero la figura espigada de Coppi (1,87 m, 75 kg) baila sobre la bicicleta, vuela sobre las rampas. La diferencia seguiría subiendo en cada cima. Cuando Bartali llega a la meta de Pinerolo hace ya casi doce minutos (11:52) que había llegado Coppi. El siguiente grupo de tres ciclistas entraría a 19:14.


    Os añado un dato que no aparece en la crónica, en aquella etapa Coppi tuvó 4 pinchazos y aun y todo en meta le sacó casi 12 minutos al segundo clasificado, Bartali.
     
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  15. labeaga

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    He comentado en el hilo de marchas que ayer algunos tuvimos la suerte de disfrutar de la compañía de los hermanos Induráin en la marcha La Peluso que se celebró en Irurtzun.
    Cuando iba en la grupeta me vino a la mente este artículo que tenía reservado y creo que este es el momento de compartirlo.
    Un saludo



    Induráin contra Induráin


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    Vuelta al Alentejo 1996: cuando Induráin fue el mayor rival de Induráin
    Los Induráin, Prudencio y Miguel: hermanos, amigos, compañeros, confidentes y… ¿“rivales”?

    Sí, sucedió por estas fechas, a primeros de mayo, de hace ya nada menos que 23 años, cuando los hermanos Induráin se convirtieron en “enemigos íntimos” y entre ellos dos se jugaron la victoria en la “prestigiosa” Vuelta al Alentejo de la temporada 1996.

    Ya ha llovido.



    Lo curioso fue que esta carrera no estaba en la agenda de los hermanos Induráin
    De hecho, ni pensaban participar en ella ni nunca antes habían corrido en tierras lusas.

    Portugal y la Vuelta al Alentejo se encontraron con este regalo inesperado, con la presencia de los hermanos Induráin, al suspenderse la recordada Vuelta a los Valles Mineros que se disputaba en Asturias.


    Como suele suceder, los problemas econónimos acabaron con esta bonita carrera en la que habían lucido con nombre propio ciclistas como el mismísimo Miguel Induráin, Perico Delgado, Lucien Van Impe, López Carril, Alberto Fernández y Fernando Escartín, entre otros.

    A pesar de la suspensión de aquel año, hubo una nueva edición la temporada siguiente, en 1997, pero fue un espejismo y desde entonces, tristemente, ya no se ha vuelto a organizar.


    De esta manera, el pentacampeón del Tour iba a correr en tierras portuguesas por vez primera en toda su carrera, lo que supuso todo un acontecimiento en el país vecino.

    Toda la afición lusa esperaba a Induráin y éste les llegó por partida doble.

    Así se presentaron los dos hermanos en la turística región del Alentejo a disputar la primera etapa: una contrarreloj inicial de 15,2 kilómetros con salida y llegada en la bella población de Sines, asentada en el litoral atlántico y con una de las mejores playas de toda Europa.


    Ya de entrada, Pruden, el menor de los Induráin, estuvo a punto de dar la sorpresa, quedando a tan sólo 21″ de su hermano Miguel, que se había adjudicado la victoria en esta crono inaugural con un tiempo de 18’57´´.

    A partir de aquí, la Vuelta ciclista al Alentejo fue todo un festival de la familia Induráin.

    Habría sido una sorpresa, pero ésta tampoco se hizo esperar mucho, ya que nuestro asombro fue cómo en la segunda jornada, el menor de los Induráin -al que nunca antes habíamos visto ganar- se destapó como gran velocista, imponiéndose al sprint de Castro Verde a todo un pelotón encabezado por otro tal Induráin que, según dicen, tampoco era cojo sprintando

    En seguida saltaron los críticos que, como siempre, decían que Miguel se había dejado ganar en beneficio de su hermano, al cual quería premiar tantos años de sacrificio y de esfuerzo, de trabajo abnegado por su líder e íntimo familiar.

    Por un lado era lógico, era su hermano y se lo merecía, y entre los dos habían venido a disputar y repartirse el tesoro de Portugal.

    Miguel, su querido hermano, a lo mejor podía dejar de pedales justo en línea de meta, pero… ¿y el resto?

    Vamos a ver, que Pruden sprintaba contra todos, no sólo contra Miguel


    Además esa victoria no fue flor de un día.

    La tercera etapa también fue para Pruden, que parecía, en aquel momento y en aquella carrera, imbatible al esprint.

    Miguel Induráin continuaba como líder sólido.

    El “dúo dinámico” causaba sensación.
    Llegaban la cuarta y quinta etapa.

    En estas dos jornadas, los Induráin dejaron “escapar” la victoria, con triunfos parciales para el búlgaro Stanchev y el lituano Sarkauskas, respectivamente.

    Indurain, hermanos: Cuando Navarra conquistó el Alentejo
    De esta forma, llegábamos a la sexta etapa, una jornada de 174 kilómetros y con final en Castelo de Vide, después de acometer un puerto a 1500 metros de altitud.

    Se podía considerar la etapa reina.

    La proximidad con la frontera española hizo que aquel final se llenase de aficionados españoles, que vitoreaban a los Induráin y disfrutaban de su presencia en aquella exótica Vuelta al Alentejo.

    De nuevo aquel día, la carrera continuó siendo un auténtico paseo para el equipo Banesto y los hermanos Induráin.


    Miguel consolidaba su primer puesto en la general al conseguir en solitario su segundo triunfo parcial, al demarrar en aquella ascensión a pocos kilómetros para meta.

    Nadie pudo seguir su ritmo. Ni siquiera su hermano Pruden.

    Quizás David García, del equipo Euskadi, diera la sensación de estar cerca de él, al llegar a tan sólo tres segundos de Miguel.

    El equipo Banesto en aquella etapa, como fue la tónica de toda la Vuelta, controló en todo momento los intentos de escapada, imponiendo un ritmo altísimo de competición y anulando cualquier escaramuza de fuga.

    Nuestro estimado amigo Pruden nos volvía a sorprender, y también tuvo su protagonismo en esa cima, manteniendo un alto nivel y entrando en cuarta posición, a tan sólo ocho segundos de su hermano Miguel.




    Pero el mayor de los Induráin había aumentado su ventaja con su hermano menor hasta los 26´´, tiempo, a todas luces ya inalcanzable para el bueno de Pruden que aún tuvo una nueva recompensa ganando la séptima y penúltima etapa.

    Y de nuevo al sprint.

    De siete etapas, los Induráin habían ganado nada menos que cinco de ellas.

    La fiesta navarra la completó David García, tercer navarro en el podio, el único hombre que inquietó algo a los Induráin.

    David fue el líder de la gran actuación de su equipo, el Euskadi, que al fin pudo ganar una etapa, la octava y última, a cargo de Guenetxea en la meta de Évora, que batió al esprint al propio Pruden, uno de los pocos que se le escaparon al menor de los Induráin.

    Fue todo un recital del ciclismo navarro en el que Miguel se adjudicó el triunfo final y dos etapas, Pruden acabó segundo en la general, llevándose además la regularidad y tres victorias de etapa de las que presumir: las primeras (y a la postre, únicas) victorias en su carrera como profesional.

    Banesto, no hace falta decirlo, ganó la clasificación por equipos: “ha sido un buen entrenamiento”, comentó en aquel momento Echávarri.

    Un cachondo, el entonces director del equipo navarro.
     
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  16. labeaga

    labeaga Miembro Reconocido

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    Ahora que acaba de comenzar el Giro y estamos en la semana de las volatas os dejo una historia de uno de los mejores sprinters de la historia.

    Un saludo


    El día en que Cipollini atacó al pelotón del Tour para ver a Miss Euskadi



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    Estas pintas se gastaba Cipollini en el 92
    Ocurrió en el año 1992, el mismo en el que la organización del Tour no dejó que Indurain se escapase por unas horas (en la penúltima etapa, con todo decidido) para llevar el último relevo de la antorcha olímpica que prendió en el estadio de Montjuich y en el corazón de todos los españoles.

    Aquel año, segundo del reinado Indurain, el Tour empezaba en San Sebastián, una ciudad volcada por el Tour donde, por obra y gracia del alto de Jaizkibel, Mario Cipollini incumplió su costumbre de ganar casi todas las etapas en la primera semana de las grandes vueltas. Se hizo, eso sí, con un sprint intermedio, lo que le permitió subir al podio a recoger el beso de la azafata de turno, un bellezón en toda regla que además ostentaba ese año el título de Miss Euskadi.

    El Bello Cipollini se quedó prendado desde el primer momento que la vio. Amor, atracción o simplemente deseo, pero el caso es que se quedó, como se dice vulgarmente, totalmente enchochado. No tardó en conseguir el teléfono de la azafata, algo que consiguió a través del autor de Cuentos del Pelotón, pero claro, el Tour ya se había marchado del País Vasco y continuaba su periplo por tierras galas y europeas. Aquel año se visitaban seis países aparte de Francia y la gran caravana puso rumbo al norte.

    Eso, claro está, no iba a frenar las ganas del gran Mario por conocer mejor a Miss Euskadi, menos aun teniendo ya su teléfono. En aquella época no existía el whatsapp, ni las redes sociales, ni apenas el e-mail, así que las citas se concretaban por teléfono fijo (o por cabina) y se resolvían en persona. Y eso fue lo que hizo el sprinter italiano, que ya en la etapa de Bruselas anunciaba –era un tipo comunicativo- que había quedado con la chica vasca en Milán dentro de dos días.

    Había quedado en Milán, pero el Tour se dirigía a Luxemburgo, y luego a Estrasburgo, y aunque más adelante se pasaba por los Alpes, no se hacía noche en Milán. Un poco complicado para quedar.

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    Pero el entuerto quedó resuelto al día siguiente. En una etapa sin aparente trascendencia, Mario Cipollini atacó. Algo nunca visto. Era, y es, absolutamente inusual ver atacar a un sprinter, en solitario, a todo el pelotón del Tour de Francia. Si acaso, se suman a una fuga en las etapas de montaña para evitar quedarse luego fuera de control, pero… ¿un hombre contra el mundo echando por la borda las posibilidades de ganar al sprint?

    Y sin embargo Cipollini iba en serio. 5 minutos de ventaja en la primera referencia, 10 en la segunda, 15 al cabo de un rato. Parecía que se estaba gestando una hazaña digna de enmarcar, contra toda lógica ni sentido. Hasta que al llegar al avituallamiento, Cipollini levantó el pie de la bicicleta y abandonó.

    El avituallamiento de aquella etapa estaba situado en un cruce de una carretera directa que se dirigía al aeropuerto de Ámsterdam.

    Lo tenía claro el italiano. Si el pelotón seguía rodando tan lento iba a perder el avión que había reservado con destino a Milán, para ver a la chica que le había cautivado en San Sebastián. Por los pelos, pero nunca perdió ese avión. E hizo bien. No es de recibo hacer esperar a la gente, sobre todo en la primera cita.
     
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  17. pepineldelosrolling

    pepineldelosrolling Miembro Reconocido

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    En mitad del medio, al Norte y cerca del lunes...
    Grande Mario jajaja
     
  18. labeaga

    labeaga Miembro Reconocido

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    En este artículo se hace un repaso de toda la historia del Giro, hay algunas cosas que os sonaran de algunas aportaciones a este hilo a pesar de ello he pensado que el artículo en general merece la pena.

    Va en dos partes ya que no me deja ponerlo en una sola.

    Un saludo


    Giro de Italia, la gran fiesta del ciclismo





    El Giro de Italia 2019, la carrera ciclista italiana, que pone un país en el escaparate.
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    La más bella carrera en el país cincelado para el ciclismo. El Giro de Italia, la corsa rosa, la carrera que engalana la bota itálica, que la recorre en todos los sentidos, que la abre al mundo, sus pueblos, sus calles, sus urbes, las iglesias, los Dolomitas, la ceja alpina… todo invita a ciclismo en el Giro de Italia, la carrera en la plenitud de la primavera, la carrera que ve el paisaje florecer al tintineo de cadenas.

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    Cómo nació el Giro de Italia

    Cómo nació el Giro de Italia
    La Gazzetta dello Sport mira a la competencia, el Corriere della Sera, organizadores del Giro de Italia en automóvil.

    En el horizonte dibujan la posibilidad de hacerlo, pero en bicicleta.

    En estas que el periodista Tullo Morgagni habla con el director del periódico, Eugenio Camillo Costamagna, planteándole la posibilidad de crear una prueba ciclista a imagen y semejanza del Tour de Francia.

    La Gazzetta dello Sport no era nueva en estas lides, con sus páginas color rosa y dedicada íntegramente al mundo del deporte.

    El diario gozaba de experiencia ya probada en la organización de otras pruebas ciclistas, como “La clásica de las hojas muertas” es decir, el Giro de Lombardía que desde 1905 o “ La Classicissima” en otros términos, la Milán-San Remo, nacida en 1907,

    Así se lanza a una aventura llamada Giro de Italia y lo hace con tres nombres en la palestra, Eugenio Camillo Costamagna, Armando Cougnet y Tullo Morgagni.

    El ciclismo ese deporte que crearon los diarios…

    El primero de ellos es un periodista italiano nacido en 1864. Fundó en 1895 el seminario La Tripletta en Turín y al año siguiente, junto a Eliso Rivera, la Gazzetta dello Sport, siendo uno de los coordinadores del Giro.

    El segundo de ellos, Armando Cougnet también periodista, pero éste nacido en Francia, concretamente en Niza. A los 18 años empiezó a escribir sus primeros artículos en la Gazzetta. En 1902 se hizo responsable de la gestión administrativa del periódico y siendo entre los años 1911/12 único propietario del mismo.

    Su pasión por el ciclismo le lleva a ser uno de los organizadores de la Milán-San Remo, que él mismo bautizo en 1907.

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    Portada de la primera edición del Giro de Italia en La Gazzetta dello Sport

    Se dice que suya fue la idea de vestir de diferente color al líder de la prueba, por lo que en 1931 tenemos la maglia rosa dando un nuevo colorido a la prueba italiana.

    Tullo Morgagni el tercero de ellos, nace en Forli, en la suculenta Emilia-Romagna, donde tiene un estadio con su nombre.

    Desde 2009 el Club de Leones “Forlì-Valle del Bidente”, junto con la Facultad de Ciencias del motor de la Universidad de Bolonia, le recuerda con el premio nacional “Tullo Morgagni” para las tesis sobre la comunicación deportiva.

    Su historia de cómo empezó a trabajar en la Gazzetta es de alturas, ya que ahí mismo, en las alturas, subido a bordo de un globo es donde conoció a Eugenio Camillo y empezó a trabajar para él, siendo editor jefe con sólo 23 años.

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    Madonna del Ghisallo, símbolo de Il Lombardia.
    Imagen: Facebook de Il Lombardia

    Lombardía & San Remo, los antecedentes del Giro de Italia
    Si en 1909 nace el Giro de Italia, cuatro años antes lo había hecho Il lombardia, el Giro de Lombardía, la carrera de otoño, la de las hojas de las hojas muertas.

    Es uno de los cinco monumentos y generalmente cierra la temporada ciclista italiana, y casi en Europa.

    Ideado por el mentado Tullo Morgagni, fue llamado durante cerca de 70 años “Campeonato Mundial de Otoño».

    Pero esto es otra historia y ésta recuerda que la Segunda Guerra Mundial lo interrumpió un par de años, en 1943 y 1944.

    Il Lombardia presenta uno de los santuarios más importantes en la historia del ciclismo, la ascensión de la Virgen del Ghisallo, a 750m sobre el nivel del mar, cerca de Bellagio, en las inmediaciones del Lago Como.

    Hablamos de la subida favorita de Fausto Coppi, por encima del Stelvio, Izoard o el Galibier.

    Con una distancia casi intacta desde el primer día por encima de los 290 kilómetros y un recorrido casi intacto desde la primera edición tenemos la Classicissima, esa carrera de un día que une Milán con San Remo.

    Una vez más las dos guerras mundiales interrumpen esta prueba lanzada por Tullo Morgagni, con el visto bueno de Eugenio Costamagna y montada por Armando Cougnet, considerado el mejor organizador de carreras de ciclismo de su época.

    Recordar que en este tridente se asienta el nacimiento del Giro de Italia unos años después.

    San Remo está la primera de los “monumentos ciclistas”.

    El primer Giro de Italia de la historia
    Con este rodaje el Giro de Italia se presentaba en sociedad el 24 de agosto de 1908.

    Aquel día La Gazzeta dello Sport lanzaba una primera página que rezaba

    IL GIRO D’ITALIA, organizzatto dalla Gazzetta dello Sport, 3000 km, 25.000 Liras di premi.

    Eran los primeros pasos del Giro.

    Si hay algo que salta a la vista en cada edición del Giro de Italia es sin duda ese color rosa que distingue al líder de la carrera y al vencedor definitivo de la prueba.

    El nacimiento de esta prueba ya de por si fue una carrera de fondo contra el Corriere della Sera, y en ese empeño se basa el color rosa, por ser el de las páginas de este diario.

    No sería hasta 1931 que nacería la Maglia Rosa.

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    Imagen: Facebook del Giro d´ Italia

    La Gazzetta dello Sport no siempre tuvo este color rosa.

    En su inicio, fruto de la unión entre “Il Ciclista” y “La Tripleta” unas revistas dedicadas al ciclismo. El color de sus páginas eran verdosas, pero este color duró seis años. A partir de enero del ya lejano 1899, el color pasó a ser el rosa, un color abundante y más barato, fruto del reciclaje del papel.

    Este fue el motivo por el cual La Gazzetta lo utilizaba en sus ejemplares y de ahí su paso al ciclismo.

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    Imagen: Facebook Giro d´ Italia

    Pero volvamos al primer Giro…

    Ciento veinte siete corredores se dieron cita el 13 de mayo de 1909 para disputar la que sería la primera edición del Giro de Italia.

    La plaza de Loreto de Milán fue el lugar escogido para dar salida a la primera etapa, en el mismo sitio en el que años después, habría una masacre por parte de la Legión Autónoma Mobile Ettore Muti con la muerte de 15 antifascistas partisanos.

    Aunque el lugar pasó a los anales por la exposición pública de Mussolini, junto a su amante Claretta Petacci, después de haber sido ejecutados.

    Pero volviendo a lo que nos concierne, esa primera edición del Giro constaría de 8 etapas y 2.448 km en las que se corría cada dos o tres días, pues la Gazzetta era una publicación que aparecía tres veces por semana.

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    Luigi Ganna, primer ganador del Giro de Italia Imagen: Pinterest

    Con una clasificación por puntos según el orden de llegada en cada etapa, Luigi Ganna sería el primer vencedor del Giro de Italia. Sólo cuarenta y nueve corredores pudieron finalizar esa primera edición, entre ellos, Giovanni Gerbi, Giovanni Rossignoli o Carlo Galetti, es decir, estamos hablando de los mejores ciclistas del momento.

    La primera etapa la ganaría Darío Beni con llegada a Bolonia.

    ¿Quién era el primer ganador del Giro de Italia?
    Luigi Ganna era empresario y ciclista profesional, entre 1904 y 1915.
    Fue el primer ganador del Giro y ese mismo año gana la Milán- Sanremo.

    Se le conocía como “El rey del barro”, por su magnífica resistencia a la climatología adversa. En la primera edición del Giro de Lombardía acaba tercero. El maestro milanés Edoardo Bianchi queda prendado por el poderío de ese corredor, ofreciéndole un salario de 200 liras que Luigi aceptó de inmediato.

    En Bianchi coincide Eberardo Pavesi y con Carlo Galetti.

    Hicieron una amistad tan grande que fueron apodados “Los tres mosqueteros”. Ganador en 1907 de la Milán-Turín-Milán, quinto en el Tour de Francia de ese año, decidió probar el récord de la hora en el velódromo de Milán y para el crono en 60 minutos con 40.405 kilómetros en las piernas.

    Un récord que duró 6 años.

    En 1914 y tras tener una caída sin consecuencias, decidió retirarse del ciclismo profesional para dedicarse a la construcción de bicicletas con el nombre de “Ganna”.

    Fundó un equipo profesional en el que reclutó a grandes ciclistas como Ottavio Bottecchia o Fiorenzo Magni.

    En la ciudad de Varese, conocida como “la ciudad jardín” en el norte lombardo, se encuentra el Estadio Franco Ossola, y en él, el Velódromo Luigi Ganna, un homenaje más que los italianos hacen a sus grandes figuras.

    Anecdotario histórico del Giro de Italia
    1911 La primera victoria de etapa internacional, Lucien Petit-Breton en Turín
    1914 Primera edición decidida por tiempos y no por puntos
    1920 Primera vez que el Giro sale de Italia
    1924 La historia de Alfonsina Strada
    1931 Nace la maglia rosa
    1933 Alfredo Binda es el primer rey de la montaña del Giro
    1947 Primera retransmisión radiofónica del Giro
    1953 Primera retransmisión televisiva del Giro
    1954 Primera caravana publicitaria
    1967 Nace la maglia ciclamino, la de la regularidad

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    http://historiasdeldxt.blogspot.com.es/

    Giro de Italia: Recortes
    • El 21 de Marzo de 1925 nacía en Zúrich «le pédaleur de charme», si el apodo no dice nada, tal vez el nombre sí: Hugo Koblet.
    Profesional entre 1946 y 1958, sumó 70 victorias en su carrera. Empezó corriendo en velódromos en la modalidad de persecución.

    Fue campeón nacional ocho veces consecutivas y subcampeón mundial en 1951 y 1954.

    Llega 1950 y su fama se dispara al ser el primer no italiano es decir, el primer internacional en ganar el Giro de Italia. Fuerte en escalada y en llano, llegó a ganar a Fausto Coppi en el Gran Premio de las Naciones, una prueba contrarreloj considerada como el oficioso Campeonato del Mundo.

    Corría el año 1951 y no contento con ello, se proclamó vencedor del Tour de Francia, con cinco etapas.

    Sumó dos segundos puestos en el Giro además de la ya mencionada victoria. Sus mejores años fueron 1950 y 51.

    Se retiró en 1958 del ciclismo profesional y en 1964 en circunstancias extrañas fallece en accidente de coche habiendo especulaciones sobre un posible suicido.

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    Podium Café

    • Si hemos de hablar de dureza podemos remontarnos a 1914.
    La organización del Giro decidió que por primera vez el ganador del Giro ha de hacerlo por tiempos y no por puntos.

    Se desarrolló con un recorrido de 3162 km en 8 etapas. La salida se dio un 24 de mayo para acabar un 7 de junio.

    Inicio y final en Milán.

    81 corredores tomaron la salida y sólo ocho a la última etapa y meta final.

    El descalabro fue mayúsculo y se le consideró una de las pruebas más duras de la historia.

    La sexta etapa entre Bari y l’Aquila cuentan que fue la más dura de esa edición, pues la mayoría de participantes abandonó, entre ellos el hasta entonces líder, Giuseppe Azzini, a quien encontraron en estado febril, al día siguiente en un granero en Barisciano, provincia de L’Aquila.

    Esa edición de 1914 sería para Alfonso Calzolari, italiano de cuna y con un palmarés más bien escaso.

    Cinco etapas de más de 400km y la más larga de la historia del Giro, entre Lucca y Roma con 430km que serán recordadas por su dureza y por ser el último Giro antes del estallido de la Gran Guerra.

    Esta edición estuvo salpicada de polémica ya que el vencedor Alfonso Calzolari fue acusado de hacer una parte de la sexta etapa en la Salita delle Svolte enganchado a un coche.

    Le penalizaron con tres horas de las cinco que llevaba de ventaja, la Unión Italiana de Velocipedistas pidió la descalificación y daban ganador a Pierino Albini pero en febrero de 1915 la Gazzetta confirmo a Alfonso como ganador.

    • Passo del Monte Ceneri, año 1920.
    El Giro, con una Italia todavía marcada por la guerra decide pasar más allá de sus fronteras y llega a Suiza.

    554 m de altura que dividen el Cantón de Ticino en dos mitades, hablamos del cantón más meridional de Suiza, casi por completo en la vertiente sur de los Alpes.

    Reza en el Artículo I de la Constitución cantonal: el Cantón Ticino es una República de cultura e idioma italiano, y continúa en su Preámbulo: El pueblo de Ticino es fiel a la tarea histórica de interpretar la cultura italiana en la Confederación Suiza.

    Salen de Italia a territorio suizo, pero a un territorio de cultura marcadamente italiana.

    Con todo es la primera vez que el Giro sale de Italia. Inicio y llegada a Milán.

    Etapas maratonianas como viene siendo habitual. Cuarenta y nueve participantes y diez supervivientes.

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    Mondo Padano

    Gaetano Belloni se llevo aquel Giro de 1920. Belloni fue un “eterno segundón” ganó esa carrera con tal el recibimiento en meta que no pudo disputarse el sprint final.

    Dos ediciones de la Milán-Sanremo y tres giros de Lombardia fueron sus mayores logros. Lo de eterno segundón es por sus 100 segundos puestos en diversas carreras, en 26 de ellas por detrás de Constance Girardengo, primer campeonissimo de la historia del ciclismo italiano.

    Una vez retirado Belloni fue durante décadas director del Vigorelli Velodrome de Milán.

    • Un 16 de marzo de 1891 Carlo Morini y Virginia Marchesini daban a luz a la segunda de sus hijas en Castelfranco Emilia, el nombre elegido, Alfonsa Rosa María Morini, conocida como Alfonsina Strada.
    Después de ella vendrían ocho hijos más.

    Habían transcurrido diez años de su nacimiento cuando llegó a su casa una bicicleta para desguazar casi.

    Aún así la bicicleta funcionaba y ella aprendió a montar y ya no volvió a bajarse.

    Con catorce años participaba en carreras a escondidas de sus padres, incluso estos la invitaron, debido al machismo de la época, a casarse si quería seguir corriendo.

    Lo hizo con Luigi Strada, hombre moderno y sin prejuicios. Le regaló para su boda una bicicleta como las que llevaban los corredores profesionales.

    Su marido se convirtió en manager y entrenador todo esto ya instalados en su nueva ciudad, Milán.

    En 1907 gana el titulo de “mejor ciclista italiana”.

    Se vacía en Moncalieri, región del Piamonte, para establecer un nuevo récord de la hora al conseguir rodar a 37.192 kilómetros en 60 minutos.

    Años más tarde, con 47 años, volvió a batir el récord de la hora, esta vez parándose a los 37.580km.

    El Zar Nicolás II le entregaría la medalla de Oro después de ser invitada para correr el Grand Prix de San Petersburgo.

    Un corresponsal de la Gazzetta dello Sport, Fabio Orlandini convence a unos empresarios franceses de que gracias a la popularidad de la ciclista italiana pueden sacar provecho y es contratada para correr en la capital francesa, en el Vélodrome d’Hiver y en el Buffalo, ni que decir de que su popularidad creció de forma considerable.

    En 1917 con la guerra sin acabar, participa en el Giro de Lombardía habiendo con el visto bueno Armando Cougnet, participando como corredora de segunda clase.

    Es la primera vez que corre entre corredores masculinos.

    Llegaría la última en esta edición que disputaron 43 corredores teniendo un gran valor, ya que unos 20 de ellos se retiraron de la carrera.

    “El demonio en vestido” como así empezaron a llamarla tocaba a la puerta.

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    En la Milán- Modena de 1918 participa pero debido a una caída se retira prematuramente.

    Para sacarse esa espina clavada ese mismo año regresa a , acabaría vigésima primera. La “Reina del Pedal” como también era conocida se acercaba al sueño de correr el Giro de Italia.

    En el Milán de 1924 y una mujer de 33 años y con el dorsal 72 se inscribe con el nombre de “Alfonsin” en el Giro de Italia.

    Aquella edición tenía 12 etapas y 3.613km.

    No es hasta la tercera etapa entre L’Aquila y Perugia con 296km que la organización se da cuenta que Alfonsin era “Alfonsina”.

    Una caída y algunos incidentes más desvelan su verdadera identidad.

    El director de la Gazzetta, Emilio Colombo evita que la expulsen de la carrera y se ofrece a costear los gastos para que continúe en carrera.

    Acabaría el Giro pero de una forma extraoficial ya que la dejaron correr pero sus tiempos no serían contabilizados.

    De 90 corredores sólo llegaron al final de esa edición 30, entre ellos Alfonsina Morini Strada.

    En los siguientes años, el Giro no la dejaría participar nunca más, aunque tardaría en dejar la bicicleta de forma profesional.

    También pasa por España, concretamente por Elche.

    Hablamos de un día de Reyes de 1929 en el Stadium de Elche (Campo de Don Jeremías) en el que varios ciclistas internacionales como Antonio Torres, Carlos Messori, José Carratala o Alfonsina Strada hicieron delicias a los allí congregados.

    Con 68 años y víctima de un ataque al corazón murió dejando patente la fuerza y la convicción de que las mujeres también pueden correr en pruebas profesionales reservadas solo para los hombres.

    En San Salvatore Monferrato, localidad cercana a Alessandria en el Piamonte una plaza la recuerda.

    El escritor y cronista deportivo Paolo Facchinetti escribió un libro basado en su historia,

    “Gli anni ruggenti di Alfonsina Strada.

    El grupo italiano de folck-rock «Têtes de Bois» le dedicó en 2010 la canción «Alfonsina e la Bici» en su disco Goodbike.

    Homenajes más que merecidos para tener en el recuerdo a esta gran mujer.

    • El Giro de Italia de 1933 trae consigo una de las grandes novedades: el Rey de la montaña.
    En esta edición de 17 etapas tomaron la salida 97 corredores, de los que 51 llegaron al final.

    Alfredo Binda ganó esta edición pero nos detenemos en uno de los cambios de esa edición y es que se iba a coronar por primera vez al rey de la montaña.

    La maglia no sería verde, ésta se introduce en 1977, sería de color blanco.

    Alfredo Binda también sería rey de la montaña.

    • La corsa rosa de 1947 era un mano a mano entre Bartali y Coppi. Finalmente el segundo es quien gana.
    Por primera vez los locutores de la RAI se encargaron de hacerlo saber al mundo, por primera vez en la historia del Giro.

    Si en 1947 se produjo la primera retransmisión radiofónica, en 1953 fue la primera retransmisión por televisión. Era un 12 de Mayo con la etapa entre Milán y Albano de 263km.

    • En 1954 nace la caravana publicitaria en el Giro de Italia.
    Metro Goldwin lleva una caravana con un León auténtico. “Cada rugido, un triunfo”, era el lema.

    • Nos encontramos en la edición de 1966 y entra en escena la maglia ciclamino.
    Esta no es otra que la de la regularidad, teniéndose en cuenta no el tiempo y sí el orden de llegada junto al paso por los sprints en cada etapa.

    En 2014 el sistema de puntos varía en función de la altitud de la etapa.

    Entre 1967 esta era de color rojo pero a partir de 1970 esta pasó a ser color malva llamado ciclamino.

    A partir de 2010 recuperan el color rojo denominándolo maglia rosso passione.

    Ya en 2017 volvió a ser maglia ciclamino con el color de la flor que lleva dicho nombre.

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    Grandes leyendas del Giro de Italia
    Constante Girardengo

    Learco Guerra

    Giovanni Brunero

    Alfredo Binda

    Gino Bartali

    Fausto Coppi

    Fiorenzo Magni

    Jacques Anquetil

    Felice Gimondi

    Eddy Merckx

    Francesco Moser

    Guiseppe Saronni

    Bernard Hinault

    Miguel Indurain

    Gilberto Simoni

    Paolo Savoldelli

    Ivan Basso

    Alberto Contador

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    Constante Girardengo

    Nacido en Novi Ligure en 1893, podríamos bien decir que es el primer campionissino.

    Así lo dijo uno padres del Giro de Italia, Eugenio Colombo.

    Su palmarés habla por sí solo. Fue profesional desde 1912 hasta 1936 llegando a las 87 victorias.

    Su primera victoria fue siendo un niño cuando Dorando Pietri, legendario corredor de maratón ofreció 2 liras a quien le ganase completando dos vueltas a la plaza del mercado en bicicleta mientras él daba una corriendo.

    Esto no es más que una anécdota pero ya se convirtió en un ídolo allá en su Novi Ligure natal.

    Con casi 20 años pasa a ser profesional tras un paso como amateur deslumbrante.

    Ganar la etapa más larga de la historia del Giro con 430km en el año 1914 no es nada, si tenemos que compararlo con todo lo que ganaría en su carrera profesional.

    Nueve veces campeón de Italia, seis veces la Milán-Sanremo, tres veces el Giro de Lombardía, otras tantas veces en el Tour del Piamonte y sus dos Giros de Italia. Un palmarés increíble.

    Ganó etapas por doquier, ganó diferentes pruebas hasta la saciedad hasta que, a sus 45 años, decide retirarse tras varios años de rivalidad con Alfredo Binda y mucho más joven que él.

    Un columnista del Corriere della Sera dijo

    «Ha corrido. No hecho otra cosa. Es decir, sí que ha hecho otra cosa más: ha vencido. Ha vencido permanentemente desde 1913. Tenía tantas competiciones para ganar, Girardengo que no pudo permitirse ninguna distracción. Algunos lujos sí, las dos villas, el campo, el coche. Pero diversiones, ninguna«

    Una vez retirado se hizo entrenador ciclista y cedió su nombre a un fabricante de bicicletas entre los años 1951 y 1954.

    Un febrero de 1978, fallecía en Cassano Spinola.

    Learco Guerra
    La locomotora humana, apodado así por Emilio Colombo.

    Nació en 1902 en Bagnolo de san Vito.

    Su entrada en el ciclismo profesional fue tardía, con 26 años. Aún así se llevó 72 victorias.

    Primer ciclista de la historia en vestir la maglia rosa al ganar la etapa inaugural del Giro del 1931, año en el que fue instituida.

    En 1926 se llevó el Campeonato del Mundo y en 1934 el Giro.

    En su palmarés hay más perlas: Campeón de Italia cinco veces consecutivas, giros del Piamonte, Campania, y Romagna, Milán- Módena…un palmarés bestial el de este ciclista, fallecido Milán en 1963.

    Giovanni Brunero
    De San Maurizio Canavese. En su época amateur, siendo el año 1919, se proclamó campeón nacional de fondo en carretera.

    En 1920 pasó a profesional. Ese mismo año ya queda segundo en el Giro de Lombardía y tercero en el campeonato italiano en ruta.

    Ganó el Giro de Italia en tres ocasiones, en dos quedó segundo y en uno, tercero.

    Es decir estuvo lidiando de forma constante en el Giro durante los años 20. El Giro de Lombardía también se lo llevaría para casa de la misma manera que una Milán-Sanremo. En Cirié, noviembre del 1934 a la edad de 39 años fallecería Giovanni a causa de una enfermedad incurable.

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    Alfredo Binda,
    Le llamaron «La Gioconda» por su elegancia y la sonrisa que nunca le abandonaría.

    Nació el 11 de agosto de 1902 en Cittiglio, pero creció en Niza.

    Es, y con razón, el primer gran campeón de la historia del ciclismo.

    En 1924 se inscribe en el Giro de Lombardía, atraído por las 500 liras de premio al mejor escalador en la subida al Ghisallo, quedó cuarto en esa edición pero el premio fue para él.

    En ese momento le ofrecían su primer contrato.

    1925: le ven ganar los giros de Italia y de Lombardía. Luego vendrían cuatro Giros más y otros tres de Lombardía.

    Añadidle 41 etapas en la Corsa rosa, tres veces el Campeonato del mundo, otros tantos campeonatos de Italia y dos ediciones de la Milán-Sanremo.

    Al ganar su tercer campeonato del mundo, la gente empezó a apreciarlo y su popularidad se disparó, a causa, en parte, de su rivalidad con Girardengo, quien no era santo de devoción de los aficionados italianos.

    Es otro de los campeonissimos junto a Girardengo, Bartali y Coppi.

    En su honor se creó el Trofeo Alfredo Binda-Comune di Cittiglio. Tiene un museo en esa misma ciudad.

    Según su palmarés está en el número nueve en la Clasificación de los 100 mejores ciclistas de la historia.

    Una vez retirado dirigió el equipo ciclista nacional italiano.

    Coppi, Bartali y Gastone ganaron el Tour de Francia a sus órdenes.

    El señor de la montaña como era conocido falleció en 1986.

    Gino Bartali o «Il Ginettaccio»
    Méritos en la carretera: dos Tours de Francia, tres Giros de Italia, cuatro Milán-Sanremo, tres Giros de Lombardía, 91 victorias en su haber y un largo etc.…

    Méritos civiles: Grande ufficiale dell’Ordine al merito della Republica Italiana, Cavaliere di gran Croce dell’Ordine al Merito della Republica Italiana, Medaglia d’Oro al Merito Civile.

    Sobran palabras al hablar de este Campeonissimo.

    Si su palmarés asombra, más aún lo hace la historia en la que consiguió salvar nada más y nada menos que a 800 judíos italianos de ser deportados a campos de concentración en Alemania, lo que le valió ser declarado «Justo entre las naciones» por Yad Vashem, la Agencia Nacional de Memoria del Holocausto.

    En el Giro que sale de Israel esta historia es muy celebrada.

    Hablamos de un ciclista y de una persona en mayúsculas.

    En la clasificación de los 100 mejores ciclistas de todos los tiempos se encuentra sexto.

    Sus duelos con Fausto Coppi serán recordados por siempre como los más bellos en la historia del Giro.

    Una vez retirado fue director del equipo San Pellegrino con Coppi bajo sus órdenes y luego comentarista de la RAI.

    Su hija Andrea Bartali dijo en una ocasión sobre lo que hizo su padre con los judíos:

    «Mi padre era un católico ferviente. Casi nunca nos habló de lo que hizo durante la guerra. Decía tan solo que “en la vida, esas cosas se hacen y basta”.

    Estas palabras nos dan una idea la clase de persona que era Bartali.

    Un ataque al corazón lo dejó sin vida en Florencia en el año 2000.

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    Fausto Coppi
    Castellania, provincia de Alessandria, debería estar de fiesta siempre porque aquí nació otro de los Campeonissimos.

    A los 8 años tiene su primera bicicleta que utiliza para trabajar de repartidor, en 1937 conoce a Biagio Cavanna, su descubridor.

    Se hace difícil saber por dónde empezar con Fausto, si por el récord de la hora, sobre en ser el primer corredor de la historia en ganar en el mismo año Giro y Tour…

    Para siempre se pueden admirar, estelas de honor en su memoria en el Stelvio, Pordoi y en el Col de Larche.
     
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  19. labeaga

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    En 1965 la “Cima Coppi” aparece por primera vez en el Giro para designar la cima más alta de esa edición.

    También hay un monumento en Turín a su memoria y en esa misma ciudad un estadio de ciclismo lleva su nombre.

    Número tres en la clasificación de los 100 mejores ciclistas de la historia… su récord de la hora en el velódromo Vigorelli de Milán, 45.871km, duró 24 años hasta que Jacques Anquetil se lo arrebató.

    Hablar de Coppi es hablar de Bianchi, diez años duró su unión.

    En su primer año gana la Milán-Sanremo con una superioridad insultante, el segundo clasificado llegó a 14 min.

    El periodista Nicolò Carosio lo narraba así:

    Primer clasificado, Fausto Coppi, en espera del segundo transmitimos música de baile

    En 1949 gana Milán-Sanremo, Giro d Lombardía y Giro de Italia.

    En ese Giro cobra vida una de sus hazañas más célebres: 192 km de escapada y victoria de etapa. Mario Ferretti en su crónica del día pronunciaría una frase que pasaría a la posteridad:

    Un hombre solo al mando, su maillot es blanco y celeste. Su nombre, Fausto Coppi»

    Es pentacampeón del Giro, doble vencedor del Tour, campeón del mundo de ciclismo en ruta, récord de la hora, campeón de Italia, campeón de la Paris-Roubaix, Flecha Valona y un largo etc.…

    Con 40 años víctima de la malaria fallecía en Tortona.

    Fiorenzo Magni
    Considerado el tercer hombre al saberse por detrás de Coppi y Bartali. Nace en 1920 en Vaiano.

    Tres Giros de Italia, otros Tours de Flanders, consecutivos ganando la denominación de “Leone delle Fiandre”, campeón de Italia, primer ciclista en ganar etapas en las tres grandes vueltas en diferentes años, segundo en el campeonato mundial en ruta.

    Con 35 años es el ganador de un Giro con más edad.

    En 1946 no puede competir por su adhesión al fascismo y por competir bajo un nombre falso.

    También será recordado por correr la edición del Giro de 1956 con una fractura de hombro sosteniendo el manillar a través de un tubular entre los dientes.

    En 2004 fue galardonado con el collar de oro al mérito deportivo.

    En 2012 murió a causa de un aneurisma.

    Jacques Anquetil
    Nacido en Mont-Saint-Aignan en 1934.

    Fue el primer ganador de las tres grandes vueltas.

    «L’Enfant Roi», «Monsieur Crono» o «Maître Jacques» son sus apodos.

    Fue el primero en ganar cinco Tours, sumados a dos Giros y una Vuelta a España, adjudicándose 23 victorias entres las tres grandes.

    De esos cinco Tours de Francia, cuatro de ellos los ganó de manera consecutiva.

    También ganó nueve veces el Gran Premio de las Naciones y batió el récord de la hora en 1956, ese mismo año fue campeón de Francia en persecución.

    Ganó varias veces la París-Niza, Lieja-Bastogne-Lieja, Dauphiné Libéré, Volta a Catalunya… condecorado en 1965 con la Legión de Honor.

    Se encuentra en el número cuatro de la clasificación de los 100 mejores ciclistas de todos los tiempos.

    Un cáncer de estómago acabó con la vida de este amante a los buenos vinos en la ciudad Rouen en el año 1987.

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    Anquetil & Gimondi
    Foto: commons.wikimedia.org

    Felice Gimondi
    Natural de Sedrina, Bérgamo, nació en 1942 y profesional durante 15años.

    Ganó tres veces el Giro de Italia, una el Tour y una la Vuelta. El Fénix, como así era conocido ganó 14 etapas entres las tres grandes. Es el ciclista que más veces ha subido al pódium del Giro de Italia.

    En el Campeonato del Mundo de ciclismo tiene una medalla de cada metal: bronce, plata y oro en los años 1970/71/73.

    Campeón de Italia en ruta, Volta a Catalunya, Giro de Lombardía, París-Roubaix y Milán-Sanremo están entre otras muchas de sus victorias.

    En 1973 le hacen entrega del Mendrisio de Oro, premio internacional al mejor ciclista profesional del año. En su carrera profesional ganó un total de 141 carreras además de representar a Italia en los campeonatos mundiales en once ediciones.

    Una vez retirado fue director deportivo de Gewis-Bianchi en 1988 y ya e 2000 presidente del Mercatone Uno-Albacom, equipo de Pantani.

    Eddy Merckx
    Considerado el mejor ciclista de todos los tiempos.

    «El Caníbal» es de sus apodos más conocidos.

    Nació en Meensel-Kiezegem, Brabante, en 1945.

    Su primera bicicleta la tuvo a los ocho años y a esa edad tenía como ídolo a Stan Ockers, ganador de varias etapas del Tour y del maillot verde.

    «Él siempre sale en las noticias del Tour y el Tour lo era todo para mí» explicaría Eddy años más tarde.

    Edouard Louis Joseph, su nombre real, estuvo en activo desde 1961 hasta 1978.

    En esos años se convirtió en una bestia al querer ganarlo todo.

    525 victorias dan muestra de este colosal ganador en el que entre otros, la revista francesa Vélo lo nombró en el año 2000 “El más grande del ciclismo”.

    Ganó el Tour de Francia y el Giro de Italia cinco veces, y la Vuelta a España, una vez. Tiene todas las clásicos menos la Paris-Tours.

    El mundial de ciclismo en carretera también fue suyo en tres ediciones al igual que el récord de la hora.

    Récords de todo tipo.

    No hay otro con tantas victorias y con un palmarés que difícilmente será igualado.

    No obstante su carrera profesional no deja de estar bajo la sospecha del dopaje. En tres ocasiones estuvo la polémica sobre él.

    En 1969 se le encontró fencamphamine. La segunda vez dio positivo por norefedrina. Y la tercera por pemolina.

    Él siempre se sintió inocente pero hubo muchas voces disconformes y críticas en todos los casos.

    Se retiró del ciclismo en 1978 en el Tour of the Waasland. Su cuadro de honor no es igual de extenso que su palmarés pero igualmente está al alcance de muy pocos.

    En 1996 el Rey de Bélgica lo eleva a Barón. También tiene el Trofeo UCI al mejor ciclista del S.XX y es Comandante de la Legión de Honor de Francia.

    En Mourenx, comuna en el departamento francés de Pyrénées-Atlantiques, hay un velódromo con su nombre.

    Libros, películas, cómics y un sinfín de estatuas que adornan más de un lugar como su lugar de nacimiento o el municipio de Meise.

    Actualmente tiene su propia marca de bicicletas y de vez en cuando hace de comentarista en algunas pruebas ciclistas.

    Sin duda El Ogro de Tervueren es el número 1 en la clasificación de los 100 mejores ciclistas de todos los tiempos.

    Francesco Moser
    Nació en una aldea llamada Palù, en el municipio de Trentino, en el seno de una familia ciclista.

    Empezó como amateur a los 18 años.

    Tenía una constitución atlética que intimidaba al resto de ciclistas.

    Fue profesional desde 1973 hasta 1988.

    273 victorias en su haber le convierten en el ciclista italiano con el mayor número de conquistas.

    Tuvo una rivalidad de las buenas con Giuseppe Saronni, en el pelotón le llamaban el “Sheriff” por su capacidad para administrar el grupo.

    En 1971 participa con Italia en los Juegos del Mediterráneo llevándose la medalla de plata, en 1972 participa en los juegos Olímpicos siendo octavo en la prueba en línea y noveno en la contrarreloj por equipos, todo ello sin ser profesional.

    En 1973 gana su primera etapa en el Giro de Italia: es su primera victoria como profesional.

    A partir de ahí su carrera se dispara: Campeonato mundial en ruta, campeonato mundial en pista, campeonatos de Italia, París-Roubaix, Milán-Sanremo, Tirreno-Adriático, Giro de Italia, Lombardía…

    Su victoria frente a Fignon fue muy controvertida y sembrada de sombras.

    Fue el primer ciclista en asaltar el récord de la hora con una bicicleta modificada tecnológicamente.

    Cuatro días después lo volvió a batir pero no se le dio por bueno al llevar una rueda lenticular. El récord se lo arrebató a Eddy Merckx.

    El medallero de reconocimientos también es importante: Giglio d’Oro, Mendrisio d’Oro, Silver Athena, Appennino d’Oro, entre otros nos recuerdan los éxitos de Moser.

    Retirado crea una marca de bicicletas que llevan su nombre.

    Guiseppe Saronni
    Nació en 1957 en Norava,

    Este piamontés llegó al ciclismo desde el atletismo, siendo seleccionado para los Juegos Olímpicos de Montreal en la prueba de persecución.

    De ahí llega a su debut como profesional en 1977 en el Trofeo Laiguela en el que queda segundo detrás del campeón mundial Freddy Martens.

    Su primera victoria es en el Trofeo Pantalica.

    Con 21 años gana el Giro de Italia, corre el año 1979 siendo uno de los ganadores más jóvenes del Giro.

    En esa edición también gana la maglia ciclamino, la primera de las cuatro consecutivas.

    Ese mismo año se adjudica el Campeonato de Zurich, el Tour de Romandie, Midi Libre y el Trofeo Baracchi.

    Fue campeón del mundo una vez y en la retina quedan sus duelos contra Francesco Moser.

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    Imagen:http://www.iogiocopulito.it/

    Bernard Hinault
    Once de años de profesional para este francés nacido en Yffniac.

    «El caimán» fue uno de los mejores ciclistas de la historia.

    Después de 36 victorias como amateur se convierte en profesional en 1975.

    Un año después vienen las primeras victorias como la del Tour de L’Aude o de Limousin.

    216 carreras ganadas por el francés con sus cinco Tours de Francia, tres Giros y dos vueltas.

    Además se colgó la medalla de Oro en el Campeonato del Mundo de 1980.

    Una de sus grandes victorias fue la Lieja-Bastogne-Lieja en 1980. La ganó bajo la nieve y sacando una ventaja de nueve minutos al segundo clasificado, el holandés Hennie Kuiper.

    Bernard Hinault es el ciclista francés con mejor palmarés de la historia de Francia.

    Actualmente trabaja en la organización del Tour de Francia.

    Miguel Induráin,
    «Miguelón» como se le llamaba cariñosamente, nació en Villava, Navarra.

    Cuando ficha por el equipo Reynolds gana el campeonato de España amateur y ese es el empujón para hacerse profesional.

    En 1989 es el primer español en ganar la París-Nice y el Critérium Internacional.

    Su estilo sobrio, perfecto en la montaña y fortísimo en las contrarreloj le hacen ser uno de los mejores ciclistas de la historia al ganar cinco Tours de Francia consecutivos, dos Giros consecutivos coincidiendo con las victorias en el Tour.

    Dos dobletes consecutivos. El extraterrestre además fue campeón del mundo contrarreloj en 1995, campeón olímpico y poseedor del récord de la hora en 1994.

    En el Cycling Hall of Fame ocupa el quinto lugar, un grande en las carreras y más grande fuera de ellas.

    Tiene un premio Príncipe de Asturias en su haber, todo un reconocimiento al ciclista más grande de España.

    Varias distinciones como el Mendrisio de Oro, Mejor deportista español del S.XX o la medalla de Oro y Brillantes de la RFEC.

    Miguel Induráin ganó muchas pruebas por etapas de una semana así como clásicas de un día, también se ganó el corazón de todos los amantes del ciclismo por su generosidad y deportividad.

    Gilbert Simoni
    Nacido en Palù di Giovo y es uno de los mejores ciclistas italianos en cuanto a rendimiento por carreras de etapas de los últimos 20 años.

    Ganador de dos Giros de Italia y llegando al podio en cinco ocasiones.

    Este escalador puro ha ganado etapas en las tres grandes.

    Acusado de dopaje por cocaína, se demostró su inocencia para poder seguir compitiendo.

    Ocho victorias de etapa y ganador de la clasificación por puntos es su broche de oro en el Giro de Italia.

    Se retiró del ciclismo en 2010. Al finalizar la contrarreloj en Verona, lució bajo su maillot un elegante traje, camisa y corbata en señal de despedida.

    Paolo Savoldelli
    El 7 de mayo de 1973 en Bérgamo nacía Savoldelli.

    Apodado «il Falco» por su calidad a la hora de hacer los descensos y por sus contrarrelojes también era bueno subiendo lo cual le hizo un corredor muy completo.

    Con 27 años gana el Tour de Romandía.

    Ha ganado dos veces el Giro de Italia y corrió como gregario de Lance Amstrong, ayudándolo a ganar su séptimo Tour.

    La Athena de Plata y el Collar de Oro cierran su palmarés.

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    Imagen: Triamax

    Ivan Basso
    Nació en 1977 en Varese.

    Si en 1995 siendo juvenil fue segundo en los mundiales de san Sebastián ya en 1998 ganó en Valkemburg el mundial sub-23.

    Profesional en 1999, en su segundo año gana su primera etapa.

    El 2002 gana el maillot blanco en el Tour y en esa edición queda onceavo.

    En 2003 queda séptimo y en 2004 sube al pódium en tercer lugar. En ese Tour gana la etapa de montaña con final en La Mongie.

    Gana dos veces el Giro de Italia , en 2006 y 2010.

    En la Operación Puerto fue sancionado por dopaje durante dos años. En 2015 se retiró del ciclismo.

    Alberto Contador
    «El Pistolero», el de pinto, nacido en 1982.

    Uno de los mejores ciclistas de la historia del ciclismo.

    Es el número trece en la clasificación de los 100 mejores ciclistas de todos los tiempos.

    Dos veces ganador en el Giro de Italia, más dos Tours de Francia, tres Vueltas a España, victorias de etapa en las tres grandes, dos parís-Nice, La Milán-Turín, la Tirreno-Adriático…

    El primer y único español en ganar las tres Grandes vueltas por etapas. Sencillamente impresionante.

    Profesional desde 2003 hasta 2017 hizo doblete de Giro y Vuelta en 2008.

    Monumental escalador y magnifico contrarrelojista, ganó varias etapas en la París- Niza y en 2009 el UCI World Ranking.

    La mancha del dopaje le salpicó en 2010 al encontrarle clembuterol un análisis que le habían realizado. A causa de la sanción impuesta fue desposeído del Tour de Francia que había ganado ese año.

    Premio AS del deporte, Bicicleta de Oro, triple Corona son algunos de los premios ganados a lo largo de su carrera deportiva.

    En 2017 corriendo la 20ª etapa de la Vuelta con ascenso al Angliru, Alberto Contador disparaba por última vez en una carrera profesional. Se despidió a lo grande y en solitario en los últimos 4,5 km de ascensión.

    Para Fomentar el ciclismo y concienciar a la gente de lo que es un Ictus, Alberto poner en marcha la Fundación Alberto Contador.

    El ciclista más laureado del Giro de Italia: Mario Cipollini
    Un sprinter italiano nacido en Lucca, «Il Bello» le llamaban.

    Todo un sex-symbol de 1,91cm dentro del pelotón para firmar un récord al alcance de pocos: 42 etapas en el Giro de Italia.

    Este ciclista es el más laureado del Giro de Italia. El Rey León como también era conocido era uno de los mejores sprinters del mundo.

    Al margen de esas etapas en el Giro, tiene el mundial en 2002, una Milán-Sanremo, un Harelbeke, tres Gante -Wevelgem, doce etapas del Tour y tres en la Vuelta.

    No sin olvidar triunfos de etapas por doquier en infinidad de pruebas.

    Era un tipo controvertido capaz de presentarse a una Vuelta a España para que su equipo fuera invitado y en la primera etapa abandonar. En 2008 deja el ciclismo por segunda y definitiva vez.

    En 2013 su nombre aparece en un listado de positivos del Tour de Francia de 1998 con carácter retrospectivo.

    Españoles en el Giro de Italia
    Miguel Poblet

    Paco Galdos

    José Manuel Fuente

    Miguel Poblet
    Natural de Montcada i Reixach, Barcelona nació en 1928. Se convirtió en profesional a los 16 años.

    Especialista en velocidad y campeón de España en seis ocasiones sus primeros años los dedico a competir por Catalunya pero cuando pudo dar el salto al circuito internacional deslumbró en Italia.

    Ganó dos veces la Milán-Sanremo, quedando segundo en otra edición, 20 victorias de etapa en el Giro, también ganó etapas en la Vuelta y en el Tour pero en Italia se consagró.

    Ganó etapas en la Roma-Nápoles-Roma, en la Milán-Turín entre otras.

    En 1955 fue el primer español en portar el maillot amarillo en el Tour y en 1956 fue el primer ciclista en ganar etapas en las tres Grandes Vueltas el mismo año.

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    imagen: aiheciclismo.blogspot.com

    Paco Galdós
    Nace en 1947 en Vitoria.

    Comenzó como profesional con el equipo Kas. Fue uno de los mejores ciclistas de los años 70.

    Un tercer puesto en el Giro de Italia de 1972 y un segundo puesto en el del 1975, se le recordará este último por una etapa en la que tuvo la victoria final a tocar después de una memorable lucha con el ganador de aquella edición Fausto Bertoglio.

    Galdós ganó aquella etapa con el Passo del Stelvio como testigo pero Bertoglio resistió el ataque y se proclamó vencedor de ese Giro de 1975.

    Acabó su carrera en el Kelme después de que Kas dejase el ciclismo.

    Ese mismo año acabó octavo en la Vuelta a España.

    José Manuel Fuente
    Nacido en el Principado de Asturias en 1945 era conocido como el «Tarangu».

    En siete años se hizo con un palmarés envidiable.

    Amigo de Eddy Merckx y querido en Italia por su espíritu atacante tuvo una gran rivalidad con Felice Gimondi.

    Sus grandes triunfos los cosechó casi todos en Italia.

    Ganó la Vuelta a España en 1972 y fue segundo clasificado en el Giro de Italia en 1972.

    Al año siguiente se hizo con de la Vuelta a Suiza, ese mismo año tercer puesto en el Tour de Francia.

    Segundo triunfo en la Vuelta a España de 1974.

    Etapa y ganador de la montaña en el Giro de Italia del 1971, vuelve a repetir en 1972 pero con dos etapas.

    Fuente tenía un idilio con Italia y es en 1974 que gana cinco etapas del Giro más la montaña.

    Una enfermedad le hizo enfrentarse a un trasplante de riñón, dos meses después fallecía. Pero tuvieron tiempo en Septiembre de 1995 brindarle un homenaje.

    No faltó nadie a la cita, amigos, compañeros, Merckx, Hinault, Thevenet, Gimondi estuvieron a su lado ese día.

    La «maglia nera» del Giro de Italia
    Entre 1946 y 1951 el Giro de Italia otorgaba al último clasificado la “Maglia nera” y un premio en metálico.

    Así que más de uno sabiéndose que no iban a ganar el Giro por lo menos intentaban ganar la maglia nera aunque no fuera de una forma limpia.

    Trampas, tretas, escondrijos más de una tuvieron que ingeniárselas para poder conseguirla.

    En eso era un especialista Luigi Malabrocca, e éste se las sabía de todos los colores, lo mismo se escondía en un bar que en un bosque. Quedar el último clasificado tenía su mérito, así que había competencia por tan ansiado maillot.

    La inspiración de la camiseta viene de la figura de Giuseppe Ticozzelli, un jugador de fútbol de los años veinte que quiso participar en el Giro como independiente.

    En el transcurso de la cuarta etapa fue golpeado por una motocicleta y tuvo que parar a curarse las heridas en un bar.

    Corría con la camiseta de su equipo, color negra con una estrella blanca.

    En 1952 los corredores protestaron para que la retiraran ya que para conquistarla daba lugar a espectáculos indecorosos.

    De forma excepcional se volvió a introducir en el Giro de 1967.

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    Las subidas míticas del Giro de Italia
    Passo dello Stelvio.
    El Passo dello Stelvio en los Alpes Orientales es un infierno a 2.757m de altura y con una distancia de 24km.

    Es el segundo paso de montaña más elevado de los Alpes sólo superado por el Col de L’Iseran.

    Con un desnivel medio del 7,6% bien podría decirse que es un auténtico coloso.

    Fue el Imperio Austríaco quien construyo este Passo, allá por el año 1820.

    Escenario de muchas batallas durante la Primera Guerra Mundial.

    Esas batallas pasaron en 1953 al mundo ciclista ya que en esa fecha pasaba el Giro de Italia por primera vez, en esa primera edición Fausto Coppi ganó al suizo Hugo Koblet en una de las etapas más épicas del Giro.

    La cima Coppi, en claro homenaje a Fausto Coppi es por excelencia el Passo dello Stelvio, es esta cima la que otorga más puntos para la clasificación de la montaña recibiendo nada menos que 40 puntos cuando un puerto de 1ª categoría otorga 32 puntos.

    Esta serpiente de asfalto tiene 48 curvas si dejas atrás el sur del Tirol o 36 si por el contrario dejas a tus espaldas Lombardía.

    Esta creación de Carlo Donegani ha visto pasar a los mejores del ciclismo y estos mismos han caído rendidos a la dureza extrema de esta subida.

    Cuando en 1953 se subió por primera vez el mismo creador pensaba que se trataba de una broma.

    En esta serpiente de cinco túneles y de horquillas imposibles se han escrito epopeyas ciclistas con el citado Coppi o con Hinault.

    Este coloso en cada año que es visitado por el Giro nunca ha defraudado y los venideros tampoco lo hará.

    Mortirolo
    Il Pirata e Il Mortirolo, indisolubles.

    «La escalada más dura que he conocido nunca«

    «Es una salvajada, una **** salvajada, es una pendiente que no acaba nunca«

    Son algunas frases oídas por grandes del ciclismo, ciclistas que se han tenido que enfrentar alguna vez a este gigante italiano.

    El también llamado Passo della Foppa, tiene una pendiente media del 10,5% y una altitud del 1.306 m en un trazado de unos 12,5 km.

    Este puerto tampoco se salva de batallas entre partisanos y alemanes en 1945 y si lo trasladamos al terreno ciclista las batallas empiezan en 1990 cuando es incluido por primera vez en el Giro de Italia.

    Un pletórico y emergente Marco Pantani se fundió de una tacada a Miguel Induráin, Eugeni Berzin y a Claudio Chiappucchi en 1994 esa fuga en solitario quedará en la retina de los amantes del ciclismo.

    Sectores con un 18% está considerada la ascensión más dura de Europa.

    Desde el año 2006 en el km 8 una escultura recuerda a Pantani obra de Alberto Pasqueal.

    El Pirata bien podría tener el récord en subir esta cima pero este mérito recae en Iván Gotti con un tiempo de 42’ 40”.

    Gavia
    Entre Sondrio y Brescia, dos provincias de Lombardía tenemos el Passo de Gavia, en esta zona meridional de los Alpes todo es belleza descomunal y atravesar este Passo es dar muestra de lo que hablamos.

    2.621 m de altura, 17.3 km y una pendiente media de 7.9 %.

    Uno de los mejores escaladores de la historia del ciclismo, Charly Gaul, luxemburgués de nacimiento, con un Tour ganado en 1958 y dos triunfos en el Giro de Italia, 1956 y 1959, puso el Gavia en el mapa.

    «Il Bimbo Terribile» (Gavia) se subió por primera vez en 1960, un infierno helado que será recordado por ser la etapa reina y en la que Gaul se adjudicó sin defraudar el triunfo de etapa pero sin conseguir una diferencia en la línea de meta que le diera el liderato de la prueba.

    Ese año la victoria final sería para Jacques Anquetil y sería la primera vez que un francés ganaría la ronda italiana.

    Tres cimas de Lavaredo

    Tre Cime di Lavaredo, entre Trentino y Véneto, en Bolzano y Belluno, en otras palabras, Dolomitas.

    Los ciclistas aman las buenas ascensiones aunque deban sufrirlas y esta es sin duda una de ellas.

    Este santuario para unos y un coloso tricéfalo para otros tiene 7.2 km y una media de 7.6% pero no nos engañemos un muro de 4km a casi el 12% destroza a cualquiera.

    Esta ascensión pocas veces se sube en el Giro de Italia tal vez sea el motivo por lo cual es idolatrada cada vez que se visita.

    O tal vez sea porque en aquella edición, en la que el Giro ascendía por primera vez en 1967 unos jóvenes Gimondi y Merckx empezaban a sacar las uñas ante los Anquetil o Balmamion.

    Esa etapa la ganaría Gimondi pero sería anulada ante el panorama que se encontraron los corredores.

    El frío y la nieve hicieron imposible la etapa y la organización decidió suspenderla.

    Pero realmente lo que ocurrió en Tre Cime di Lavaredo fue que en el Giro del año siguiente se visitó nuevamente esta cima en compensación de lo ocurrido un año antes y allí fue testigo el mundo del ciclismo y esa cima monstruosa, del nacimiento del mejor ciclista de todos los tiempos, Eddy Merckx.

    Hizo una ascensión difícil de olvidar, una autentica exhibición encima de la bicicleta, aquí ganó su primer Giro, aquí afirmó años después que había realizado la mejor ascensión de su carrera deportiva.

    Pordoi
    El Passo Pordoi se ubica en los Dolomitas, entre las regiones del Véneto y Trentino-Alto Adigio.

    Si escogemos la vertiente desde Canazei nos encontramos una longitud de 13 km y una pendiente media del 6% y si nos vamos a la vertiente de Arabba tenemos 9.4 km y una pendiente media del 6.8%.

    Ni qué decir que ha sido Cima Coppi en 13 ocasiones.

    Se subió por primera vez en 1940 siendo Gino Bartali quien coronó primero y si nos vamos a esta cima como final de etapa nos situamos en 1990 y el vencedor fue Charly Mottet.

    En este Passo tenemos una de las épicas del ciclismo.

    Es 1949, Coppi y Bartali en carrera, decimoséptima etapa, cinco puertos de montaña por encima de los 1800 m.

    Es una etapa de 254 km y Fausto Coppi hizo en solitario 192 km llevándose la etapa y endosándole nada menos que casi 12 minutos a Bartali que fue segundo.

    Ese año Coppi se llevaría Giro y Tour. Italia tuvo que ser y en este Passo Pordoi Fausto Coppi tiene un monumento de obligada visita para todos los ciclistas.

    Agnello
    Garra, coraje, sufrimiento…eso es el ciclismo y es gracias a carreras como el Giro de Italia que nos deja etapas alpinas espectaculares y dramáticas, el romanticismo cilcista no tiene límites.

    En los Alpes, en la frontera entre Francia e Italia tenemos este coloso, el tercero en altura en toda Europa, 2744m de altura tienen la culpa, con 21.3km de ascensión y una pendiente media del 9.3% llegando en algunos tramos al 15% lo hacen temible. Stefano Zanini en 1994 fue el primero en ganar en este coloso.

    Sestriere

    En los Alpes de Cozie, en el Piamonte al norte de Italia se encuentra el Colle del Sestriere.

    En 1991 se subió por primera vez y aquí ese año Eduardo Chozas ganaba esta etapa.

    Con casi 12km y una media del 5.9% no es de los más duros pero ha dado lugar a etapas memorables como aquella del 2015 en la que Fabio Aru ganó a Alberto Contador haciéndole sufrir de lo lindo.

    Zoncolan

    El Giro de Italia llegó por primera vez a este puerto en 2003 con la victoria de Gilberto Simoni.

    En cinco ocasiones se ha subido este puerto apodado La Porta per L’Inferno.

    Tiene dos vertientes como muchas otras cimas pero estas terroríficas las mires por donde las mires. Con una altitud de 1750m este monte de los Alpes Cárnicos supera en una de sus vertientes se superan en 10.5km nada menos que 1210m de desnivel. Una media de 11.5% y rampas del 22%. Ascensión joven esta ya convertida en templo de culto en el ciclismo.

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    Imagen: www.fotoseimagenes.net/

    Así fue el Giro del centenario
    Centenario de la prueba italiana. 3.395 km y países como Austria, Francia y Suiza, que fueron testigos de esta edición.

    Una edición que salió desde Venecia para acabar en Roma.

    Una edición en la que la cima Coppi fue el Col D’Izoard de 2.360m.

    Una edición en la que se volvía a Roma como final de la prueba después de 58 años, pasando por Venecia, Milán, Turín, Florencia, Nápoles, Roma…toda una declaración de intenciones visitando las grandes ciudades italianas.

    Una edición en la que perdían kilómetros los Alpes para dárselos a los Apeninos.

    Edición en la que se disputó una etapa entre Cuneo y Pinerolo recordando una de las etapas más míticas de la historia en la que Fausto Coppi hizo diabluras a tres días de finalizar la prueba.

    Aquel día de 1949 Coppi se vestía de líder.

    Todo acabó con la victoria de Denis Menchov, el tercer ciclista ruso en llevarse el Giro de Italia.

    En la contrarreloj de 14.4 km por Roma, una caída no impidió que sucediera a Eugeni Berzin en 1994 y Pável Tonkov en 1996, entre los rusos en ganar en el Giro de Italia.

    El ruso ganador el Giro a la Vuelta que ya tenía en un palmarés muy selecto.

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    FB Giro d´ Italia

    ¿Cómo viven los pueblos el paso del Giro de Italia?
    • Italia es arte.
    • Es un cuadro pintado no por uno o por dos pintores, por todos los pintores habidos en la historia y a su vez cincelado a conciencia por un divino maestre.
    • Luz y color, trazos sacados de aquí y de allá.
    • Vinos, pizza y gelatti. La Toscana, la moda y las piedras conviviendo al calor del Sol viendo transcurrir el tiempo en una Piazza.
    • Italia es pasión por el deporte.
    • Italia es pasión por el ciclismo.
    Italia es el Giro de Italia, es una metamorfosis en plena primavera, es la creación según Miguel Ángel.

    El país coge tintes de pintura, escultura y arquitectura. La gente y sus pueblos entregados en cada calle o en cada esquina. Sufriendo el Sol en un Sprint y refugiados de la lluvia en una contrarreloj.

    Al abrigo del frío y del viento o la nieve en la alta montaña a la espera del paso de esos deportistas convertidos en Dioses mitológicos.

    El Giro es una fiesta multicolor llena de alegría que lo inunda todo.

    Los más pequeños soñando en ser ciclistas algún día, luego están los no tan pequeños que ya son capaces de salir corriendo detrás de su ídolo para conseguir un bidón, una Maglia o una gorra de su equipo favorito.

    Los adolescentes gritando al paso de los corredores haciendo valer su juventud para decirles a sus amigos mientras un grupo de chicas se acercan, que él puede ir tan rápido como ellos.

    Los tenderos se frotan las manos con tal cantidad de gente venida de todas partes para ver el paso de los corredores o en mejor suerte el final de la etapa. Hoteles hasta la bandera, cafeterías o pizzerías a rebosar.

    Roulottes por doquier con toda clase de atrezzos dando vistosidad y colorido a la ya de por sí belleza de los pueblos.

    Económicamente, un esfuerzo organizarlo, pero los beneficios son más que satisfactorios.

    Durante unos segundos, minutos o durante unas horas ese pueblo ha sido un escaparate mundial.

    Paso fugaz del pelotón, de los camiones de equipo, técnicos, organización, ha valido la pena la espera, ha valido la pena el esfuerzo por organizar ese paso o esa llegada, todos se congratulan, desde el alcalde hasta el mayor de los ancianos, aquel que en bicicleta de hierro con un solo desarrollo soñaba un día ya lejano con ser ciclista.

    Las bicicletas de Italia y del Giro de Italia
    Legnano de Bartali
    14 Giro Di Lombardia, 16 Giro de Italia, 10 Milano-San Remo, 7 Campeonatos del Mundo, 2 Tour de Francia, 15 campeonatos de Italia…para quitarse el sombrero con la marca Legnano.

    Triunfos de una marca que existe desde el 1902, cuando nació con el nombre de Lignon.

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    El color verde oliva es su estandarte al igual que su logotipo, un guerrero güelfo llamado Alberto da Guissano que luchó en las guerras de la Liga Lombarda contra Federico Barbarroja en el S.XXI.

    Primero Vittorio Rossi en 1902 y luego Emilio Bozzi en 1908 son los padres esta marca a la que luego se unió Franco Tosi, un inversor de Legnano y en la que la marca se dispara como la espuma y se convierte en una de las más punteras del mundo.

    Ya en 1924 el régimen fascista obligó a todos los ciclistas italianos a utilizar esta marca y es en esa fecha cuando cambia al nombre a Legnano.

    El equipo ciclista Legnano nació en 1906 y llegaría hasta el 1966.

    En ese periodo nombres como Binda, Learco Guerra, Coppi o Bartali fueron los que pasaron por este equipo. Con 22 años Gino Bartali llega a la marca y en ese primer año gana el Giro de Italia, dos años después se llevaría su primer Tour de Francia.

    Bartali estuvo con el equipo Legnano desde 1936 al 1948 ganando una barbaridad de pruebas para convertirse en uno de los grandes del ciclismo mundial.

    Bianchi de Coppi
    Vía Nirone nº7, Milán. Edoardo Bianchi cuenta con 21 años y comienza su andadura en la fabricación de bicicletas.

    Ruedas simétricas, cadena de transmisión, neumáticos con cámara inventado por Dunlop.

    Crea una bicicleta para la reina Margarita por petición expresa de la misma.

    Dejaremos de lado la fabricación de motocicletas o de automóviles.

    Bicicletas para el ejercito como la fabricó para la Infantería Ligera para utilizar en los desiertos africanos.

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    Color azul pantone 332, dicen que es el color del cielo de Milán, o de una ex-reina de Italia. El águila coronada en adaptación de de la antigua cresta real.

    Pero lo que es un amor íntimo es la relación que mantuvieron Bianchi y Fausto Coppi.

    Si el equipo ciclista duró desde el 1905 al 1966, el matrimonio Bianchi-Coppi fue de casi 12 años.

    Clásicas de un día, campeonatos nacionales, grandes vueltas, Bianchi ha bebido el ciclismo auténtico y ha ganado como un campeón. En su primer año en el equipo en 1946 ganó Milán – San remo, Giro de Lombardía, GP de las Naciones, Giro de la Romagna y segundo puesto en el Giro De Italia. Sólo en 1952 Coppi ganó para Bianchi Giro de Italia, Tour de Francia y el Gran Premio de Lugano.

    Sin duda un palmarés impresionante para este binomio formado por Bianchi y Coppi que ha pasado a la historia del ciclismo.

    Colnago de Saronni
    Ernesto Colnago comienza a trabajar en 1945 en el mundo de las bicicletas, pero no es hasta 1952 que abre su propio taller y ya en 1954 construye su primera bici.

    En sus inicios el emblema de la marca era un águila con una flecha entre sus garras para ya en 1970 pasar al as de trébol mundialmente famoso, una declaración de intenciones de Ernesto ya que quería ser un as del ciclismo.

    Sus bicicletas han pasado por más de 100 equipos y los mejores ciclistas.

    Uno de ellos Giuseppe Saronni, italiano y profesional durante 12 años, quien consiguió 129 victorias en su carrera y muchas de ellas a lomos de la marca Colnago.

    Pasó por el Scic en la que ganó el Giro de Italia en 1979 mención aparte del Tour de Romandía o Midi Libre de ese mismo año. En 1978 se adjudico la Tirreno-Adriático.

    Con el equipo Gis Gelati firmó un tercer puesto en el Giro del 1981 aunque en 1980 se había llevado el Campeonato de Italia en ruta y la Flecha Valona entre otras.

    Ya en el equipo Del Tongo, entre los años 1982/88, el binomio Saronni – Colnago consigue los mayores éxitos como pareja de baile: Campeonato del Mundo en Ruta, Milán – Turín, Giro de Lombardía, Tirreno – Adriático, Giro de Italia, Milán – San remo y un sinfín de victorias para recordar a Saronni y Colnago.

    Pinarello con Indurain

    A Giovanni Pinarello le conocían como “Nani”.

    Nació en posguerra allá en 1922.

    Con 20 años ya había ganado más de 60 carreras incluida “Popolarissima” en Treviso abriéndose las puertas del ciclismo profesional.

    1951 marcaría un antes y un después en la vida de Pinarello.

    Ese año corría en Giro de Italia que ganaría Fiorenzo Magni. La maglia nera sería para Giovanni Pinarello dando una vuelta de honor en el velódromo Vigorelli junto a Magni y Bobet, ganador de la montaña.

    Ese día, Gino Bartali, gran amigo de Pinarello le dedico unas palabras: “El Maillot Negro del Ciclismo pero el Maillot Rosa de la vida”.

    En 1952 se preparó para ganar el Giro pero le pidieron que cediera su lugar a Pasqualino Fornara que acababa de ser despedido del equipo de Bianchi de Fausto Coppi.

    Pinarello, decepcionado, se retiró aceptando un despido de 100.000 libras.

    Con ese dinero abrió un pequeño taller de bicicletas para crear sus propios modelos.

    En 1953 nacía Cicli Pinarello.

    En el Tour de l’Avenir de 1961 consigue su primera victoria y ahí empieza la marca a crecer. Ya el año llega la primera victoria en el Giro de Italia y pero son los ochenta los años gloriosos para la firma.

    En los noventa si primero fue con Banesto y luego lo fue con el equipo alemán de Telekom.

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    En ese periodo Miguel Indurain forjó una leyenda. La marca de Treviso diseñó para El Extraterrestre una bicicleta única, de nombre “Espada” por como cortaba el viento.

    Acababa de ganar su cuarto Tour cuando asaltó el récord de la hora en el velódromo de Burdeos, era un 2 de septiembre de 1994.

    Miguel Indurain, Pinarello con su “Espada”, un velódromo y 53.040 km.

    Nuevo récord de la hora en la que el hombre y la máquina aquel día fueron uno solo.

    La película del Giro de Italia: Totò al Giro de Italia
    Dirigida por Mario Mattoli en 1948 y de producción italiana es la primera película sobre el Giro de Italia.

    Película cómica en B/W y de 80 min de duración que contó con la presencia de varios ciclistas de la época como Coppi, Bartali, Bobet, Magni o Astrua entre otros.

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    Antonio De Curtis, Totò, el príncipe de la risa, encarna a un profesor de una escuela de secundaria en la que se enamora de Doriana y esta para corresponderle le dice que solo lo hará cuando haya ganado el Giro de Italia.

    El pobre profesor no sabe si quiere montar en bici…

    20 «Giro facts»
    1. La primera edición se celebró en el año 1909, luego la competición tiene más de cien años.
    2. El Giro ha tenido seis directores a lo largo de su historia. Desde su primer organizador, Armando Cougnet, hasta al actual Mauro Vegni. Vincenzo Torriani y Carmine Castellano son posiblemnte los dos directores más emblemáticos de la gran carrera rosa.
    3. Se cumplen cien ediciones porque la carrera no se corrió en los años 1915, 1916, 1917 y 1918 por la Primera Guerra Mundial, y 1941, 1942, 1943, 1944 y 1945 por la Segunda Guerra Mundial.
    4. El primer ganador de la carrera fue Luigi Ganna. Ganna era un albañil que se desplazaba siempre en bicicleta, y de ahí dio el salto a ganarse la vida como ciclista profesional.
    5. Cuenta la leyenda que las primeras declaraciones de Ganna como vencedor del Giro fueron “Me brüsa tanto el cü!” (es decir, “me duele el culo”).
    6. ¿Y el primer ganador de la primera etapa de toda la historia? Dario Beri, que el 13 de mayo fue el primero en cubrir los 397 kilómetros de recorrido entre Milán y Bolonia.
    7. El jersey que luce el líder de la carrera es rosa, como las páginas del diario que la organiza desde su primera edición: La Gazzetta dello Sport.
    8. El jersey rosa se instauró en el año 1931. Así pues, el primer ciclista que vistió así fue Learco Guerra, ganador de la primera etapa y primer líder de la edición de aquel año.[​IMG]
    9. Desde 1999, al ganador final se le premia, además, con el Trofeo Sensa Fine.
    10. Para ver a un español con una maglia rosa hubo que esperar hasta 1958, cuando Salvador Botella se enfundó el jersey de líder durante un día.
    11. Los colores de las otras maglias son el azul para el ganador de la montaña (antes era verde), roja para el ganador de la clasificación de la regularidad (antes era púrpura) y blanca para el ganador de la clasificación de los jóvenes.
    12. El Giro llegó a tener su maglia negra, para identificar al último clasificado de la general. Se instauró en 1946 y se mantuvo hasta 1951.
    13. Cuenta la leyenda que los ciclistas peleaban por esta clasificación con tanto ahínco como por la maglia rosa. Del “ganador” de la maglia negra en 1947, Luigi Malabrocca, se decía que hacía paradas en bares o que se pinchaba él mismo las ruedas para perder tiempo.
    14. Si bien, el Giro contabiliza otras muchas clasificaciones aunque no luzcan maglia, como por ejemplo las metas volantes, la clasificación por equipos, la combatividad o el premio al ciclista que más kilómetros llevaba en fuga. Para esta edición centenaria se estrena una nueva clasificación al mejor ciclista en los descensos.
    15. Hablando de puertos de montaña, el Giro no catalogaba su dureza por números sino por colores. Si bien, ya en los últimos años utiliza el sistema de categorías habitual del resto de carreras.
    16. A la montaña de mayor altura de cada edición se la denomina Cima Coppi. Ésta cuenta con una puntuación especial de cara a la clasificación del gran premio de la montaña.
    17. El Mortirolo es, posiblemente, la cima más mítica de cuantas se suben en el Giro por su dureza. Se estrenó en 1990, y el primero en coronarlo fue el venezolano Leonardo Sierra.
    18. La clasificación de la montaña se instauró en 1933. El primer ganador fue Alfredo Binda, que además ganó la carrera ese año.
    19. El ciclista que más veces ganó la clasificación de la montaña fue Gino Bartali, en siete ocasiones.
    20. Varios españoles han ganado la clasificación de la montaña. Quien más, José Manuel Fuente, conocido como El Tarangu, que lo hizo durante cuatro años consecutivos (de 1971 a 1974).
     
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  20. mralien

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    Menudo reportaje!!!

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