Vale, pues salimos un poco por aquí. Te dejo mi número por privado y me avisas de la quedada, ¿vale? ¡Nos vemos!
Parece que mañana algunos se escaparan por lo gris. El domingo seguro que algo acaba saliendo. Yo me doy mus este fin de semana
Buenas a todos. Vamos a darle un poco de movimiento a éste, nuestro hilo mañanero, que parece que ya padece del parón vacacional… Llegó por fin el finde de Foramontanos. Tras la Mountemplaria, me pasé varios días renqueando, intentando escapar de una faringitis que me amenazaba con obligarme a tirar de antibióticos, así que, durante varios días, reduje bastante mis pedaladas, y me quedé sin salida larga el finde previo, con lo que llegaba a Cantabria extrañamente descansado, y todavía no al 100%. El viernes fui a recoger el dorsal a Terán, aprovechando para ver lo que tardaría en el coche al día siguiente, y para encontrar sin prisas el lugar de la salida. Un cielo cenizo, cantabrian style, me acompañó durante el viaje, incluso un poco de llovizna también hizo acto de presencia. Muy lejos, más allá de la cordillera cantábrica, quedaban las altísimas temperaturas y el sol despiadado de verano. La Invernalia española es así, y algunos lo agradecemos mucho. (El gazapo: los dorsales son de la edición anterior, puesto que este año es el VI Desafío Foramontanos ) Vuelta para casa y a cenar y a dormir bien, que tocaría madrugar. El sábado, antes de las 6 estaría ya en pie, y devorando como un muerto de hambre. Prepararía los bártulos, y por una vez, engrasaría la bici de la forma adecuada, con el aceite para ambientes mojados (gran acierto). A las 7:30 estaba ya en camino, y poco más tarde de las 8 estaba ya aparcado a la sombra y echádome cosas a los bolsillos del maillot. Lo de la sombra era un dato importante, puesto que las nubes del día anterior habían desaparecido como por arte de magia, dejando un cielo azul y un sol que amenazaba con calentar lo suyo, así que tocó gastar crema solar. Dado que la salida sería a las 9, iba muy bien de tiempo. El momento cumbre de la mañana llegaría al aparcar otro participante al lado mío. Empezamos a charlar un poco, le pregunto cuántas veces ha participado, me contesta que dos; le pregunto qué tiempo hizo… y me contesta: “el año pasado la gané”… ante todo, tengo puntería, y es que Roberto Garrido, ganador de la edición anterior y segundo clasificado del Soplao era mi vecino de aparcamiento. Lástima que no se me pegase nada. Como iba bien de tiempo, me acerqué a la salida, y allí me encontré con Pablo, uno de los Pisteros MTB que me tortura cuando vengo por estas tierras. Charlamos un poco y me fui a mover un poco las patas hasta las 8:50, que ya había cogido mi sitio para salir. Un factor a tener en cuenta era el número de participantes, 125, lo que quería decir que no era una marcha multitudinaria, ni mucho menos. A las 9:00 de forma puntual se daba la salida por medio de una sonora traca, y empezaríamos rodando por una callejuca hacia Valle, el pueblo de al lado, para regresar hacia Terán y seguir hasta Renedo por la carretera principal, llaneando bastante, lo que estiró el grupo e hizo que yo, como siempre, fuese relegado a las últimas posiciones. Siempre con esas prisas del comienzo… ¡si acabamos de empezar y quedan sólo 70 km! En fin, yo puse el modo Barreiros ON y me olvidé del mundo. El tramo llano tenía su explicación. Era una bondad de la organización para calentar piernas antes de la que se nos venía encima. Nada más cruzar el Puente de las Trechas nos desviaríamos de la carretera para tomar una sabrosa dosis de hormigón rallado, ese que siempre temo en estas tierras, porque siempre implica una pendiente de más del 15%. De este modo empezábamos la primera subida, de unos cuatro km, que tras hormigón y pista fuertemente inclinada, se complementaría con otro tramo de subida por pradera, de esa que se agarra como una lapa a las ruedas. Después tendríamos un tramo de descenso con mucha piedra y muy grande, con la característica fatal de que dicha piedra estaba húmeda, y consecuentemente tremendamente resbaladiza. En las partes con menos piedra, había también barro tipo nutella, pero muchísimo menos adherente que el de Alcalá, lo que permitía rodar/deslizar sin problema. El descenso nos dejaría a las puertas de Viaña, punto de comienzo de nuestro siguiente primer ascenso del tipo interminable. 5 km largos rodeando el Alto de la Silla. Saliendo del pueblo, un paisano se reía de mí y me decía que iba a sufrir, gracioso el abuelete… Lo bueno de la subida era que el monte tenía poca arboleda, por lo que desde el principio se podía ver gran parte de la subida, y allá a lo lejos se veían participantes casi coronando, snif. Vaya patas que tienen estos tíos, y yo casi sólo empezando, como quien dice. Tenía alguno al alcance de la vista, y así siguieron hasta el primer avituallamiento, en el km 17, en Zarzamorosa. Parada para reponer líquido, zamparme un plátano y terminar de subir por una pradera, para atacar la primera bajada del día. Dicha bajada era de las que prácticamente todos los mañaneros odiamos a muerte. Una bajada por pista de grija tremendamente resbaladiza, con zanjas profundas cada pocos metros, y con una curva traidora, muy cerrada, justo después de otra más abierta que te anima a confiarte, y que si te pasas de listo, te deja las puertas abiertas a bajar de la forma más rápida, por un barrando tremendo. Justo allí estaban dos miembros de la organización avisando para que redujéramos la velocidad antes de entrar. Acabada la bajada, llaneamos un poco por un tramo muy roto, con bastante piedra y barro, y volvimos a bajar por pista y pradera hasta llegar de nuevo al valle, donde tendríamos el segundo avituallamiento, antes de afrontar el famoso Negreo/Moscadoiro. Empezando la subida me cruzaría con otro Pistero. Éste bajaba acompañado por su hijo, los dos en bici, y me reconocería rápido, pegándome una voz (el maillot mañanero ya es conocido por estas tierras, ja ja). Unos cuantos de vosotros ya conocéis bien los 6 km de subida, convenientemente señalizados con los hitos de los 10000 del Soplao. Una vez más, prácticamente desde abajo se podía ver perfectamente lo muchísimo que subía la pista, y la de km que faltaban todavía por subir. Yo los subí con el culo prieto, y buscando un sitio apañado donde ayudar a la repoblación del monte cántabro. Prácticamente arriba encontraría un pinar estupendo, ja ja. En el km 32 llegaría la primera bajada seria de la jornada. Empezaría con un tramo de pradera, muy pindio, que desembocaría en un sendero que se adentraría en un sombrío pinar, transformándose en un tramo un poco claustrofóbico, por la cercanía de los pinos, y técnico y divertido por los cambios de trazada y las raíces. Lástima que no durase, porque nuevamente saldríamos al claro, para coger un tramo de zetas entre arbustos, bastante divertido, con una inclinación bastante considerable, y con tramos ciertamente complejos de lidiar. Cada vez que me adentraba en la umbría, rápidamente el barro hacía acto de presencia, y dada la pendiente y la estrechez del sendero, entre la suerte, el equilibrio y el apoyo adecuado se conseguía librar, pero el margen era más que estrecho. Parte de la bajada la haría acompañado, lo cual me dejaría ver más de una vez el punto crítico, pero la segunda mitad sería cosa mía, y sería en ésta en la que el barro, peligrosamente asociado con el canto rodao, harían acto de presencia de forma estelar. De hecho, acabaría cazando la que fue mi única parcela en la marcha, sin consecuencias, pero avisando de lo que podría pasar si me pasaba de listo. El sendero desembocaría en una pista totalmente destrozada por los surcos, y poco después llegaría de nuevo a lo más profundo del valle, tras 4 km de bajada, para pasar por línea de meta, en lo que sería el punto intermedio del recorrido. Allí, en Terán, repondría líquido de nuevo y volvería a comer plátano y algo de melón, que ayudaba a refrescar, puesto que ya el sol empezaba a sacudir con fuerza. Regresaría a Valle por el mismo trazado del comienzo, y continuaría por la carretera hasta Barcenillas, donde haríamos la única parte del recorrido que ya conocía, de una kdd con gente de aquí, del año pasado. Se trataba de la subida a la Corva, 7 implacables km cuesta arriba, que empezaría con uno que hizo el avituallamiento conmigo, quitándome las pegatinas al comienzo de la subida. El caso es que después de eso no consiguió alejarse más de 100 m, con lo que me sirvió de punto de referencia durante casi toda la subida, donde lo más importante era trazar buscando la sombra. Aproximadamente en el último km, el trazado volvía a abrirse, dejando a la vista lo que quedaba, y en un tramo en el que la pendiente suavizaba, me dio el subidón de la mañana. Empecé a bajar piñones, manteniendo una buena cadencia, con lo que cacé al que me había adelantado y a otros dos. Cuando parecía que la subida terminaba, lo que tocaba era seguir la línea del collado, escalando por una pradera, y ahí me acercaría a otros dos, que cazaría en el siguiente tramo de pista, donde comenzaría una bajada bastante rápida y diferente, por ser por pradera, mayoritariamente, que acabaría convirtiéndose de nuevo en pista tremendamente rota con unas zanjas tan grandes que parecían rampas de una pista de MX. Serían 3 km que acabarían con un rampón duro, despiadado y técnico (el único del día) donde vería a tres participantes solucionando un pinchazo. Uno de ellos tenía un roto en el culotte justo a la altura de la bandera de Japón, je je, aunque parecía que no había tenido consecuencias. El tramo de subida de marras me dejaría a las puertas del archiconocido Goyopark, bajada en la que estrené la compra parcelaria con la KTM el año pasado. Este año, para mi alegría, no tenía barro, por lo que la bajada fue bastante más rápida y controlable que la vez anterior. Aquí me encontraría con otro participante que se dejaría adelantar rápidamente, dejándome disfrutar del descenso. Recordaba perfectamente dónde había mordido el barro el año anterior, y lo pasé sin más problemas esta vez. Finalmente, tras 1,5 km de diversión de la buena, perdido entre pinos, raíces, piedras, troncos caídos y revueltas varias, acabaría de nuevo en la pista, apuntando hacia Ruente, mi siguiente avituallamiento. Llegaba al km 68, y me tocaba afrontar la última gran subida de la marcha, de tan sólo 10 km, hasta el Collado Sopeña. En este caso la pendiente no sería nunca demasiado desorbitada, pero sí constante. Aquí nuevamente tendría a otro participante, en este caso dos, a los que tener en el punto de mira. Con eso estaría entretenido durante toda la subida. Con eso y con buscar sombras. La subida terminaría con unos tramos más pindios, por pradera, y ya en el collado comenzaría la bajada, nuevamente sería sendero con mucha pradera, entre arbustos, con bastante pendiente y revueltas, donde acabaría cazando a los dos de delante, pero me quedaría con ellos. Tras 2 km muy divertidos, vendrían otros 2 km de bajada, pero por pista rota y polvorienta, destrozada por las heridas de la explotación maderera. El descenso nos dejaría en Valle, donde estaría el último avituallamiento, donde dejaría que se fueran mis dos compañeros. Yo estaba un poco perezoso, y bastante entretenido con el melón, que zampaba, ansioso de algo fresco. Y ya sólo quedaban unos 3-4 km, con regalo de despedida. Me monté de nuevo en la bici, y una vez más, el sendero se adentraba en la umbría, llegando a un tramo de subida, no demasiado inclinado, pero sí tremendamente resbaladizo, gracias a la siempre odiosa combinación de barro y canto rodao. El terreno me obligaría a echar pie a tierra dos o tres veces, aunque tras esos tramos odiosos, el sendero se transformaría en un trazado agradable, gracias a la sombra y a la facilidad para rodar, con poca pendiente. Finalmente, el sendero desembocaba en terreno conocido, y es que volvería a deslizarme por el segundo tramo de la bajada del negreo, ese embarrado y resbaladizo, que me llevaría lanzado hacia la meta, esta vez sin parcelas. Tras el descenso buscaría mi segundo y último paso por línea de meta. Entraría en un tiempo de 6h28. A mis espaldas, y en mis patas, quedaban 73 km y 3000 m de desnivel acumulados, con un recorrido tipo Ruta Imperial, con subidas largas, pisteras y fáciles, casi todas, a las cuales les añadiría algo más de pimienta (cosa que por la orografía de la zona no sé hasta qué punto es posible) y unas bajadas en su mayoría divertidas, técnicas y complicadas, a excepción de la primera. En lo referente al entorno, pues qué os voy a contar del Valle de Cabuérniga, paraje precioso, verde y abrupto a rabiar, con unos pueblos preciosos, dignos de visitar, y donde seguro que se come más que bien. Yo me conformé con comerme la paella que la organización hizo para nosotros, acompañada por una estupenda Mahou, para rehidratar. En cuanto a los participantes, he de decir que fuimos 125, de los que terminamos 115, acabando yo en la posición 95. Por cierto, al final el tal Roberto Garrido volvió a ganar, con un tiempo por debajo de las 4h. Qué quiere decir todo esto. Pues que después de seis ediciones, donde se masificaron tan sólo las primeras, es una marcha a la que asisten mayoritariamente los de siempre, y no precisamente globeros. Yo no soy ningún pro, ni mucho menos, pero suelo acabar en la zona media de la tabla, y aquí sólo acabaron 20 detrás de mí. Normalmente suelo recoger bastantes “cadáveres” de esos que salen al principio como pollo sin cabeza, y aquí tan sólo recogí del orden de 26, entre retirados y cazados realmente. Vamos, que la gente no viene a esta marcha a probar, sino a repetir y a mejorar marca. A pesar de haberla disfrutado bastante, me ha dejado un sabor de boca ligeramente amargo, por la enorme cantidad de pista, aunque quién sabe si habría sobrevivido a un trazado distinto. Con ésta cumplo con los dos objetivos que me había marcado para este año, y con una buena nota, diría yo. A partir de aquí, a golfear con lo que se me cruce, a ver qué sale.
Pues si te digo la verdad, no lo sé. Me quieren sonar 60, pero no estoy seguro. Muchas gracias, Monsieur.
Que buenas crónicas, fotos y rutas Mario. Las fotos de la primera son espectaculares.... y ver en la segunda una foto en manga larga... quien lo pillara ahora!!
Ja ja. En Cantabria el único día que hizo sol, fue el de la marcha. El resto, una temperatura coj onuda. El cuanto a las fotos de la primera... Mi tierra mola Gracias Ignacio... ¡¡Ponte a la sombra!!
Vamos al lío: SALIDA SÁBADO 16 Hora: 07:45 Lugar: báscula Ruta: buf, a saber. Mucho Miura disponible. Asistentes: 1-Jorgt 2-Juanvel 3-Santi 4-Yomismo 5-Barbadoviedo??
Ayyy yo quería ir a la sierra! No os apetece hacer algo por fuera de Alcalá? Enviado desde mi Aquaris E5 mediante Tapatalk