julk, ya te comentaba que es lo que me había dicho gente del pueblo. En Cruz de Fuentes esa fue la temperatura que tuvimos, según me dijeron, así que supongo que la situación sería similar. Un saludo
Se podria decir que han sido calcadas,lo que pasa es que el primer año habia muchisimas menos personas inscritas y se hizo mas manejable para la organizacion controlar a la gente (y sus problemas con el frio etc) Pero vamos,que han sido iguales,el primer año habia nieve en fuentes y 0 grados,igual que el sabado.
Yo encantado, primer Soplao y completo, 10:16 y puesto 366. Ultima bajada sin frenos y con dos radios rotos pero bueno. Ya he escrito la crónica por si alguno os aburris porque menudo ladrillazo: http://10000delsoplao.blogspot.com.es/2012/05/cronica-los-diez-mil-del-soplao-2012.html Isengarder, nos tienes en ascuas ¿Donde estás? ---------- Mensaje añadido a las 06:04 ---------- El anterior mensaje fue a las 06:03 ---------- Lutxo, subi contigo monte Aa, muchas gracias por indicarme si quedaba mucho rampón o no porque solo habia ido una vez y no me acordaba bien de la subida
Estoy aquí, anonyck. Tratando de asumir la experiencia. El problema es que, cada día que pasa, me cabrea más no haber terminado el recorrido completo. Sé que nos cortaron y que no me retiré; sé que a pesar del pajarón que tuve subiendo el Moral por el frío, que me sienta desde toda la puñetera vida como una patada en el estómago, en ningún momento se me pasó por la cabeza abandonar. Y mira que lo pasé mal, como todos. Pero da igual. No me aporta nada. No me diferencia de ninguno de los que estuvieron allí. No me consuela. No me retiré, ni rehuí ninguna dificultad. Pero no hice el Soplao. De ningún consuelo me sirven los 120 kilómetros y los 3000 de subida que al final completé. No es el Soplao. Sólo fue como hacer otro puñetero e incompleto entreno más bajo el maldito frío congelador que tanto detesto. Ni él me detuvo. Sólo la organización. Pero incluso eso me suena a excusa, porque no seguí adelante desoyendo sus instrucciones, que es lo que el orgullo hoy derrotado me dice que debería haber hecho. Pero ni siquiera me lo planteé. Sentí alivio, alivio, cuando nos dijeron que no se podía seguir, y renuncié voluntariamente a completar las subidas pendientes. Creo, incluso, que tiempo después volvieron a abrir el paso, y dejaron completar el Soplao a los que llegaron detrás. Razón de más para que mi rabia no haga sino aumentar. Pude haberlo hecho entero si no me hubiera dejado vencer por la organización. Si hubiera esperado; si hubiera querido luchar. Pero sentí alivio cuando me dijeron que no se podía seguir. Me atormenta incluso la fugaz alegría que sentí al pasar por meta tras apretar inútilmente los pedales en el asfalto de los últimos kilómetros tras 9.30 Horas miserables soportando frío y lluvia y barro; aterido de frío para conseguir nada. No me sirve de nada. No conseguí nada. No completé nada. No terminé nada. Estoy vacío. Al día siguiente ni siquiera me sentía cansado. El puñetero frío me robó hasta la posibilidad de emplear la energía para hacer algo más que temblar. No tenía fuerzas ni para subir con dignidad un puerto como el Moral, que es largo, pero que no tiene pendiente, pero lo subí, sin fuerzas, y por sus dos caras. ¿Y qué? Me sentí tan vacío como estoy hoy. No servía de nada. Maldito frío, y maldita mi incapacidad para soportarlo como otros más fuertes sí hicieron. No me quito la sensación de frustración y de rabia de encima. Y cuanto más lo pienso, es peor. Me alegro enormemente por los que conseguísteis completarlo en esta edición 2012. De verdad que sí. Siempre envidiaré no haber sido uno de vosotros. Para vosotros será algo a recordar para el resto de vuestras vidas. Algo de lo que presumir. Yo no soporté el frío, llegué tarde, y mi particular enemigo me quitó todas las energías, aunque no la determinación de seguir mientras no me dieron la opción de volver. ¿Y qué? Aguanté hasta que nos dijeron que no se podía seguir, pero sentí alivio y volví, que es lo mismo que abandonar; recordar ese alivio me cabrea aún más, porque fue una cobardía, aunque por vergüenza volviera a subir otra vez el moral evitando la insulsa escapatoria de asfalto que ofrecía la organización para llegar a meta. Esa vuelta no me dio nada. El frío me quitó las fuerzas; no llegué a tiempo de pasar el corte, y perdí todo derecho a sentirme satisfecho con nada. Intento extraer los momentos positivos, que los hubo, para contar la experiencia. Pero de momento sólo recuerdo temblores, y oscuridad y niebla y frío y rabia e impotencia al no tener fuerza para bajar piñones y subir a algo más que a 6 malditos Km/h, y una meta que no fue el final de nada. Y encima sonreí al cruzarla... Hoy me avergüenza haberlo hecho. No tenía derecho a cruzar la misma meta que cruzaron los que sí completaron todo el recorrido. Y además sería injusto no contar todo lo demás: la gente en todas partes del recorrido; incluso en los sitios más alejados de toda comodidad, mojados igual que nosotros y aplaudiendo durante horas; llamándonos "valientes" y diciéndonos todo tipo de cosas que hace que la piel se me erice aún hoy, al recordarlo entre tinieblas de rabia. Personas ofreciendo las toallas de sus casas para quitarte el barro de la cara; sacando mangueras para lavar las bicis; aplaudiendo, animando... es muy grande lo que se vive allí. Por eso lo es aún más mi frustración por no haber podido ofrecer un sacrificio a la altura de tanto entusiasmo. Necesito algo más de tiempo para recuperarme, y asumirlo. Hoy no puedo contar nada más que rabia y frustración. Y no es justo.
Amigo, me duele mucho leer tus palabras, te juro que se me encoje el corazón, aunque entiendo perfectamente todo lo que sientes. En cualquier caso, intenta no martirizarte. Si hubieras tenido la mínima oportunidad por parte de la organización, de haberlo acabado, no me cabe la menor duda de que lo hubieras logrado. No dejes que te atormente ese sensación de alivio que sentiste cuando llegaste al corte. Ya sólo por el hecho de afrontar un reto de este calibre, considero que somos valientes, pero humanos, no lo olvides y eso que sentiste, lo hubiera sentido yo, si en cualquier punto me hubiera pasado lo mismo. No tiene nada que ver con la cobardía. Te aseguro que en ningún momento pasó por mi cabeza el abandonar, ya me conoces, pero estoy convencido de que hubiera sentido ese mismo alivio que sentiste tú. Quiero que te animes y que nos fijemos más retos. Después de haberle echado ******* con este, se nos va a quedar pequeña cualquier cosa... Espero verte el sábado y darte un fuerte abrazo. Eres GRANDE tío. Un saludo.
Hola, isengarder has tenido la suerte de haber estado en El Infierno Cántabro y lo puedes contar, lo cual no es poco. Deja de atormentarte ya que no te conduce a nada y ten presente que El Soplao siempre está ahí, esperándonos con el cuchillo bien afilado y preparado para darnos una buena patada en el culo cuando menos nos lo esperamos, jajaja. A nadie se le ha dejado pasar despues del corte, que nadie te cuente milongas. Espero que con el tiempo puedas disfrutar de lo vivido y vuelvas al Infierno con más ganas que este año si cabe........ Un saludo.
Además, Javier, te dignifica aun más hacer públicos esos sentimientos. De valientes, muy valientes, es exteriorizar públicamente las debilidades de uno mismo. No todos valemos para hacerlo. Un abrazo.
Isengarder no te sientas tan mal, yo ni me planteo hacer algo así con buén clima así que viéndolo desde la distancia solo el relato ya es épico aunque no lo terminases. Hay una edición todos los años así que seguro que lo acabarás, no creo que importe cuándo sinó querer y poder. Saludos a los participantes.
Hola, primero decirte que yo también fuí víctima del frío. Que para mí también era mi primer "Soplao" y yo también tenía una ilusión inmensa en terminar el recorrido completo, también sentí cierto alivio cuando nos dijeron en EL Moral que se había suspendido la prueba. Ni siquiera bajamos para volver a subirlo. A pesar de que físicamente me encontraba bien de fuerzas, el frío me tenía bloqueado. Para bajar me cambié de guantes pero en 2 minutos tenía las manos heladas de nuevo debido a la lluvia, no sabía si cambiaba o frenaba. Cuando llegamos de nuevo a Ucieda tuve que estar frotándome las manos un buen rato para recuperar la sensibilidad. También crucé la meta, pero tenía una sensación de vacío grandísima. Dicho esto, yo ya he empezado a sacar conclusiones positivas. Para empezar miré el cuentakilométros y cuando ví 103 km y lo entero que me encontraba una vez superado el frío, pensé en la primera ruta larga que me aproximé a esos km (ni siquiera llegaron a ser 100) y lo destrozado que estaba, casí me duermo en la ducha. Hace un tiempo no hubiese subido ni San Antonio. Puede ser una frustración, pero el MTB no es solo el Soplao. Yo ya estoy pensando en la próxima ruta con los amigos y en un par de marchas a las que me he inscrito ayer mismo para ilusionarme con otras metas. Ánimo que un año pasa rápido y ya tenemos la experiencia de este para ser finishers sí o sí el que viene.
Gracias por los ánimos... Tengo que reconocer que, en el fondo, lo que más me ha fastidiado ha sido tener que devolver a Canyon la Grand Canyon AL 29 9.9 SL, que se portó como una CAMPEONA a pesar del maltrato extremo al que la he sometido. Creo que va a ser una de las bicis disponibles en el Test The Best de Cercedilla. Muy recomendable probarla. En cuanto recupere el ánimo del todo (estoy en ello), intentaré escribir el último capítulo del "culebrón", evitando fustigarme demasiado de nuevo. Lástima que no vaya a poder ser una crónica completa... PD: Muy buena tu crónica anonyck.
Eras tu??? jajajjajajjajja ya te dije que no te confiaras,parece que acaba pero quedan un par de rampas finales que si te cebas luego cuesta mucho afrontarlas,pero bajando monte AA me quede helado,y en ruente tire para el coche,que ya se lo que es hacerla con ese frio y no repito!!
8 de la mañana. 19 de mayo de 2012. Apocalipsis 6:12-17: "(...) Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escóndenos del rostro de aquél que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿Y quién podrá sostenerse en pie?". La marcha BTT de los 10.000 del Soplao, el Infierno Cántabro, había comenzado... Pocos serían los elegidos que pudieron completarlo entero. Muchos los que ni siquiera se presentaron a presentar batalla en la línea de salida; muchos más los que fueron abandonando a lo largo del recorrido. Algunos los caídos. El frío, la lluvia, el recuerdo de otros sufrimientos ya padecidos... Cada uno encontró su motivo para abandonar... o para seguir plantándole cara al desafío. El Soplao es una carrera que se hace contra uno mismo. Una carrera en la que no importan los kilómetros a recorrer, sino los metros que restan por escalar. Cada uno de ellos exige pagar su precio a quien los reclama como suyos. Cada metro ascendido, cuenta. Y cada uno de ellos quedará para siempre en mi haber. Pocos son, entre quienes no montan en bici, los que comprenden el por qué de tanto esfuerzo y sufrimiento; el por qué te esfuerzas en alcanzar una meta que nadie ve salvo tú mismo; una meta que puede ser sencillamente, no bajar de la bici cuando tu cabeza te dice que ya no puedes más, y seguir pedaleando, y aguantar. Sólo 200 metros más. Ya casi has llegado. Aguanta, sigue. Resiste. Metro a metro. Y las metas que quedaron atrás ya no cuentan. Sólo la siguiente. A veces, cuando todos tus sentidos se concentran en seguir pedaleando, y crees que nada tiene sentido, entre nieblas y lluvia que parece eterna, se oye resonar un campano; pero este no es como otros que has intuido a tu alrededor; este acompaña y anima. Y con sus comentarios lanzados con socarronería, te hace esbozar incluso una sonrisa; allí donde nadie cree que es posible sonreír. No es un campano más, es el de Yayón, y si no le ves, si no lo oyes haciendo el Soplao, es como si no hubieras estado allí. Y con él, la emoción que despierta la gente a lo largo de todo el recorrido; los carteles de ánimo que, no siendo tuyos, te emocionan igual... Tras la bajada del Moral, al que vencí coronándolo por vez primera en 6 horas y 39 minutos de carrera, mirando los metros que aún me quedaban por escalar, la vista obstinada en mi rueda delantera, terminó mi Soplao. Ya no hubo oportunidad de más lucha, ni de más superación. Al terminar de bajarlo, preparándome para el verdadero infierno que no había hecho más que empezar, cortaban el recorrido. No quería creer a quienes nos lo advertían de subida. No era una opción, sino una orden. Se terminó. Volví a subir lo ya bajado, enfrentándome de nuevo al Moral, maldiciendo lo inútil de aquel esfuerzo ya baldío. Volví a Cabezón de la Sal completando un final que no lo era. 9 horas 31 minutos. Hoy sin embargo me queda el orgullo de saber que no me retiré. No terminé El Soplao, pero el Infierno del Norte no pudo conmigo. Posiblemente porque alguien en la organización sabía que muchos de los que estábamos allí estábamos dispuestos a salir en ambulancia antes que a rendirnos y, afortunadamente, salvaguardaron nuestra integridad física impidiéndonos continuar, porque es muy posible que algunos, de verdad, hubiésemos terminado por salir en ambulancia antes que desoír la única voz que nos impulsaba: SEGUIR AVANZANDO. Y eso hice, hasta la meta; la última que pude vencer, pero no la última del Soplao. Esa me quedó lejos... pero no la olvido... No puedo terminar mi crónica sin hacer justa alabanza de la bici que me sostuvo durante las 9 horas y 31 minutos que tardé en hacer mi Soplao "de circunstancias". La Grand Canyon AL 29 9.9 SL Quienes hayáis leído mis crónicas de entreno, sabéis que no he callado nada sobre ella. Si he tenido incidencias, las he comentado. Si algo había que entendía había que criticar, lo he hecho. Por ejemplo, el cambio Sram X0 en lo que respecta al cambio de plato es lo que más problemas me ha dado; aunque por compensar, el cambio trasero ha funcionado a la perfección siempre, a pesar de que he rodado bajo todo tipo de condiciones: polvo, lluvia, barro, niebla, granizo, nieve... A destacar de la bici: Sin duda alguna, su cuadro: Impresionante. La geometría es perfecta. Es comodísima sobre firmes de bueno a moderadamente rotos. Más allá de eso, no olvidarás que es una rígida (el famoso hormigón rallado del Soplao, por ejemplo, no fue en absoluto un problema para su capacidad de absorción) Ayuda a subir (la Terralogic hace el resto), a rodar fuerte y a bajar rápido. Es tan noble, predecible y estable; proporciona tanta confianza a su piloto, que me convirtió (incluso a mí, que bajo fatal y con miedo... ¿o debería decir "bajaba"?) en un "descender" arriesgado, sin que en ningún momento tuviera la sensación de estar llegando al límite de la bici... ni al mío. Increíble. Se nota compacta (no parece una 29); es rápida y precisa de dirección, siempre que no le exijas "ratoneos" sobre una baldosa. No es para bailar el Chotis. Ojo, pero lanzada, sigue lo que le marques, precisa como un tiralineas. Es y se nota rígida, sin que eso implique falta de absorción detrás (insisto: es una rígida, pero absorbe), pero sobre todo, es SÓLIDA y razonablemente ligera. Pesa un kilo menos que mi XC, que ya es una bici considerada ligera en su gama... La he maltratado lo que no está escrito (no pensé hacerlo tanto, pero la climatología me llevó a extremos insospechados con ella), y en El Soplao dio lo mejor de sí misma sin desfallecer en absoluto; aunque el desviador delantero siguió sin ir todo lo fino que debería (culpa mía en el ajuste fino, supongo, pero es demasiado caprichosito) Sin duda, la echaré de menos. Podría sustituir perfectamente y sin complejos a una XC en casa, dejando paso a, por ejemplo, una Strive, para cubrir perfectamente dos extremos de uso... Claro, si vuestro presupuesto lo permite (el mío, de momento, no) Otras cosas destacables: Cómo no... la Fox Terralogic Factory Series. BRUTAL. Nunca 100mm rindieron tanto y tan bien como con esta horquilla. Rígida en frenadas fuertes, sin importar que fuera con nieve, barro, lluvia o zonas pedregosas. No desfallece. Ofrece un control preciso y absorbente en todo momento, dándote toda la confianza del mundo para lanzar los brazos y dejarla hacer su trabajo. Me da incluso más confianza bajando a lo burro que la Fox 120 RL que lleva mi XC. Imagino que también influye la estabilidad que proporciona la rueda grande. El sistema terralogic es sencillamente mágico: Absorbe cuando tiene que hacerlo, y ya está bloqueada cuando lo necesitas. No sé cómo han conseguido los de Fox un comportamiento tan perfecto en una horquilla, que vale perfectísimamente para rally, XC y rutas maratón, donde también necesitas ese plus de absorbencia, que también ofrece. La mejor acompañante de un cuadro tan impresionante como el de la Grand Canyon AL 29. Tercer punto a favor de la bici: Sus frenos Sram X0. Notable potencia; gran modulabilidad, fiables y... silenciosos. Reconozco que no esperaba mucho de unos frenos Avid (o Sram, que es lo mismo), salvo ergonomía y modulabilidad, pero poco a poco me han ido convenciendo. Los he torturado en todo tipo de condiciones, y han respondido con solvencia en todo momento. Puestos a rizar el rizo, podrían tener algo más de potencia bruta, pero siempre vas a tener la suficiente para bloquear en cualquier condición, si quieres; y el límite para hacerlo siempre lo tienes claro en el dedo. Puede ser algo de vicio de estar acostumbrado a la potencia de mis Formula RX, cuyo tacto es más contundente, además de que la XC lleva disco de 180 detrás, y eso también se nota, sobre todo si a los 160mm le añades una rueda de 29". Pero para un concepto de uso como el de la Grand Canyon AL 29, no necesitas más freno, y no desfallece en bajadas largas. Doy fe. Como crítica a la bici, ya lo sabéis. El ajuste del desviador delantero y la fiabilidad del mismo a medio plazo (del ajuste; no del desviador), y el tacto de las manetas X0. Ya no es que sea más o menos tosco; más o menos "flotante" al tacto (Shimano tiene un tacto más "hidráulico"); es cuestión de ergonomía y de contacto dactilar. En condiciones de manos dormidas y dedos insensibles, sencillamente, pierdes su ubicación. En Shimano siempre "tropiezas" con los pulsadores, activándose cuando quieres. Con Sram, cuando vas agotado, a veces te obliga a mirar para encontrarlos. Al menos a mí, que también puedo ser algo torpe... Pero eso es como los sillines. Habrá quien piense todo lo contrario, y también acertará. Sobre el sillín, por cierto, no puedo opinar. Ahí no arriesgué, y fui directo a poner mi Phenom Pro de 143 mm, cuyo funcionamiento tengo sobradamente contrastado. Las ruedas también merecen un comentario: Tratándose de una rígida a la que le vamos a dar un uso más duro del que podamos pensar, porque la bici te da confianza para ello, habrá que estar un poco al cuidado de posibles descentrados que puedan aparecer en la rueda trasera, aunque las DT Swiss que monta han demostrado aguantar el maltrato con mucha eficacia (llantazo en los entrenos de La Pedriza al margen, pero eso fueron circunstancias de fuerza mayor, y presión de neumático demasiado baja) Habrá quien piense que un juego de ruedas de 1800 gramos para una bici con apellido SL pueda parecer algo contradictorio, pero soy de la opinión (y puedo equivocarme) de que en CANYON han primado fiabilidad a peso. El eje trasero 142X12 exige mucho a la rueda trasera, precisamente por el extra de rigidez que ofrece, y un aro o unos radios muy aligerados podría resultar en ruedas inservibles a medio plazo, y en frustración del comprador. Las DT Swiss, aguantan el maltrato más exigente como unas jabatas. Si quieres aligerarlas, siempre tendrás la opción de hacerlo, pero cuidado con pasarte de ligero con unas ruedas 29; al menos de momento. Las cubiertas, ya sabéis: Son Schwalbe: Perfectas en condiciones húmedas; autodestruíbles en seco y pedregoso. Carcasa muy blandita para hacerlas tubeless (son tubeless ready). Aunque debo decir que, una vez puesta cámara detrás, y llevándola a 2,7 Bar, la Racing Ralph me ofreció la confianza que no ofrecía más baja de presión, mientras que la Rocket Ron, a 2,3 Bar, ha funcionado perfectamente siempre, aunque perdía presión (venía con tubelesado casero) de una semana a otra. El manillar Ritchey WCS, ancho y plano, perfecto. Sólo una pega: LOS PUÑOS Canyon. Por Dios, que alguien se decida en Alemania a sustituírlos. Además de que en El Soplao terminaron por moverse (si bien no me di cuenta hasta que me puse a lavarla bajo una manguera), aún tengo semi-insensibles los dedos meñique y anular de ambas manos. Aunque son de un tamaño correcto y se empuñan perfectamente aún con guantes con generoso almohadillado, no ofrecen absolutamente ninguna amortiguación complementaria, y ésta se echa en falta en salidas largas y bacheadas. Nada grave, eso sí; en tres días, recuperas tus dedos... Si alguno tiene dudas sobre las 29, y puede acercarse a Cercedilla, que aproveche a acercarse al puesto de Canyon en el "Test The Best". La 29 os va a sorprender. Mucho y bien.
Isengader, sólo puedo decirte que si sigues manteniendo esa sensación de insatisfacción por no haber terminado, tienes por delante 51 semanas para preparar la edición 2013. Nuestro deporte es así, ofrece grandes satisfacciones, pero a veces las mezcla con sensaciones de frustración o impotencia, para mí, sin las más desagradables, no sería mountain bike. Si nunca has pasado por lo desagradable, nunca llegarás a disfrutar lo realmente bueno del mtb, ya verás como cuando cruces las meta del soplao en alguna edición próxima, la aventura del 2012 hace de ese triunfo algo mucho más especial. Por cierto, el sábado pruebo la 29", justo después de soltar una strive y a poco de empezar la marcha enduro con mi AM, fin de semana PURE CYCLING.
Después de 7 meses de intenso y planificado entrenamiento, por fin llega la gran cita. El viernes 18, Julio, mi entrenador, pasa por casa para recogerme y salir de viaje, camino de Cabezón de la Sal. Me comenta que ha cambiado pastillas de freno y la rueda trasera se queda frenada, algo que al día siguiente le pasaría factura ya que no pudimos ajustar la pinza al no disponer de llave torx. La noche fue algo agitada, debido a que me encontraba bastante alterado y no conseguía mantener durante mucho tiempo un sueño profundo. Tenía el despertador programado a las 5h, para desayunar, pero ni siquiera llegó a sonar porque a las 4:30 estaba en planta, comiendo. Me volví a acostar, pero no sirvió de mucho A las 6:30, despierto a Julio, nos preparamos y sobre las 7h, estábamos guardando cola. A esa hora ya veíamos el arco de salida como a unos 100 metros Leche, como madruga la gente. Imaginaos el ambiente. Más de 4600 bikers por las calles de Cabezón. Una pasada. A las 8 en punto, con un grito al unísono de los participantes, dan la salida. Las indicaciones de Julio fueron mantener un ritmo de paseo, o sea el que marcara el grupo, hasta el km 65, donde comienza la ascensión al puerto de El Moral, para ahí empezar a apretar un poco más. Así lo hicimos. Reconozco que me costaba sujetar las piernas y sobre todo el ímpetu, pero nos mantuvimos, hasta que Julio comentó que no iba fino. Llevaba unas 12 ó 15 pulsaciones más de lo normal, algo perfectamente comprensible debido al excesivo rozamiento del disco trasero. Así que, sobre el km 20, me suelta las riendas y me dice que tire, lo que me permitirá llegar al punto donde cortaron, antes de que se tomara la decisión de cancelar la prueba. Comienzo a rodar a un ritmo más alegre, sin forzar, pero aprovechando los primeros kilómetros que son bastante rápidos. Sin asumir el más mínimo riesgo voy adelantando a muchos ciclistas. Me es imposible relatar el paso por las diferentes zonas del recorrido porque, a mi malísima memoria, hay que sumar que cuando me encuentro a punto, me pongo las orejeras y casi ni me fijo en el recorrido y alrededores. Esto, por supuesto, tiene sus contras porque no controlas las referencias que deberías para una mejor dosificación, pero me cuesta más estar pendiente de todos esos datos que marcar mi ritmo y tirar palante. No obstante reconozco que es un tema que debo practicar, por mi propio bien. Como decía, empiezo a rodar a mi ritmo y a encontrarme con los primeros repechos. Hasta llegar al punto donde comienza la subida a El Moral, unos 65km, es muy pronto y apenas hay desgaste, me encuentro muy bien y cuando veo el crono que puso la organización y veo que marca, si no recuerdo mal, 3h cuarenta y tantos minutos, siento un subidón importante. Julio me había marcado pasar por ese punto entre 3h30´y 4h, para estar terminando sobre las 10 horas. Qué iluso Hasta ese punto, en las bajadas, empiezo a tener problemas con el barro, cuando me salta a los ojos. Los tengo bastante delicaditos y la menor motita, me molesta enormemente, así que os podéis imaginar lo que supone una cortina de agua embarrada. Con gafas era imposible bajar porque entre que se empañaban y se embarraban, no veías nada, así que decidí prescindir de ellas. Una maldita china decidió que le apetecía irse de vacaciones unos días a Cabezón de la Sal y tuvo la feliz idea de alojarse cómodamente en mi ojo derecho, hasta que puede ducharme y echarla de allí a golpe de alcachofa de ducha. La dichosa china hacía que, como acto reflejo, el ojo se me cerrara en contra de mis órdenes y cada dos por tres tenía que parar para aliviarme un poco con mis pulcros dedos Finalmente, encontré la solución a mi problema. Adopté, bajando, una postura bastante antinatural, que consistía en ir más erguido de lo habitual para así evitar la cortina de agua sucia que levanta la rueda delantera y, por supuesto, evitar rodar dentro de la estela de agua que levanta el ciclista precedente. Con esta postura, además, conseguía que el agua de la lluvia me limpiara los ojos del barro, pero os podéis imaginar lo incómodo que me encontraba, con las piernas casi estiradas del todo, absorbiendo de forma mucho menos efectiva las irregularidades del terreno y con el centro de gravedad mucho más alto. Todo esto, junto a las condiciones meteorológicas, no permitieron que disfrutara de lo que nos gusta a muchos, bajar ligerito, pero, ante todo, era la seguridad y, qué leche, que tenía que bajar con los ojos, al menos, medio abiertos. Comienzo la ascensión al puerto de El Moral. La hago de forma muy conservadora, entre 8 y 10km/h, como me había planteado esta marcha desde el principio. En mis entrenamientos he hecho rutas muy largas, más incluso que El Soplao, pero por carretera. Realmente, sobre la bici de montaña, el recorrido más largo que había hecho, apenas superaba los 100km, con lo que, aún encontrándome en un estado de forma más que aceptable, me quedaba la duda de cuáles serían las reacciones de mi organismo en una ruta larga y dura de BTT, añadiendo el plus de la lluvia y el frío. La subida a El Moral se hace larga, sobre todo por ese ritmo que me he impuesto, no quiero quemarme, había que guardar. Subida, subida y más subida. Cuando pensabas que se terminaba en la siguiente curva, llegabas a ella y de repente, entre las nubes, se divisaba a lo lejos la hilera de bikers rodando por donde tú lo harías en un rato, o ratazo. Se les veía lejos y sobre todo con una diferencia de altitud muy importante. Eso era lo que más imponía. En el descenso de El Moral comienzo a tener síntomas de hipotermia. A estas alturas, ya llevaba rato calado hasta los huesos con un temblor de cuerpo que intento controlar con la respiración y la mandíbula inferior castañeteando contra la superior. Expresamente para esta prueba compré un chubasquero con membrana transpirable, que sirvió más bien de poco. En absoluto lo achaco a la prenda. Todo tiene un límite y han sido muchas horas de agua sin cesar. Comienzo de la subida a Fuentes. Si el puerto del Moral es largo, Fuentes, más. Con menos pendiente, pero muy largo. Al culminar el puerto, frío, frío y más frío. En la bajada, me cuesta mucho controlar el temblor del cuerpo. Con el frío y la postura tan antinatural que tengo que adoptar, noto como los trapecios se me endurecen tanto que cada ciertos metros tengo que parar porque parece que van a explotar. Después de la bajada de Fuentes, toca subir a la Ozcava. Me encontraba bastante bien de fuerzas pero bastante mermado por el frío. Es una sensación extraña. Notas que estás bien de energía, pero no la puedes emplear. Curioso. En la pista de bajada de Ozcava a Los Tojos, problemón Los frenos no me responden. El delantero, no frena y el trasero lo hace cuando quiere. En el punto de hipotermia en el que me encuentro, no sé si agradecerlo. El hecho es que, evidentemente, no puedo rebasar los 15, 17km/h, no debo permitir que la bici se embale y tengo que mantener una velocidad que me permita frenarla con el pie en caso de emergencia. Esto me genera dos sentimientos. Por un lado pienso, si la velocidad es menor, tendré menos frío y por otro, si pudiera bajar más rápido, la pesadilla acabaría antes. En definitiva, la única opción es bajar despacio y es lo que hay. Evidentemente, a estas alturas, la marca que me había propuesto hacer, está en un plano muuuuy secundario. El modo supervivencia-on, se había activado hacía rato y hasta el momento no había pensado en el tiempo que emplearía en la ruta, pero cuando muchos, pero muchos bikers me pasaban a más de 40km/h, a pesar de las circunstancias, no pude evitar el pensamiento, Dios, el tiempo que estoy perdiendo aquí y, lo peor de todo, me queda la bajada de El Moral hasta Cabezón en esta situación, sin frenos. Pero he de reconocer que ese pensamiento lo disipó una de las incontroladas tiritonas que me producía el frío. Comenzamos la ascensión al puerto de El Moral de vuelta. Cuando llevo unos 3 ó 4 kilómetros, una extraña sensación me dice que algo está fallando. No se puede decir que me encontrara mal, mareado, ni nada por el estilo, pero me encontraba raro. La confirmación de lo que me empecé a temer, fue cuando miré el pulsómetro y vi la cifra de las pulsaciones. En esa subida, en circunstancias normales, el pulso debería haber sido de unas 145-150 bpm. Me encontraba rondando las ¡¡¡100!!! Conclusión pájara a la vista. PILOTO DE EMERGENCIA ENCENDIDO. Paré un momento para escurrir lo que me quedaba en el envase del último gel, beber y pensar por un instante en qué hacer, porque no disponía de nada que echar al estómago que me chutara hasta la cumbre de El Moral. Como pude, abrí la bolsa de sillín y vi el envoltorio de una barrita que, con el teléfono móvil haciendo bulto por detrás, parecía estar sin abrir, ya que en esos momentos mi cabeza no era capaz de acordarse de si me había comido las 3 barritas o me quedaba alguna. Metí los dedos y saqué el maldito envoltorio, vacío Qué sensación, pensar que había algo para echarse a la boca y no era más que un papel. Era una situación complicada. No podía parar, evidentemente, por los problemas que me acarrearía el frío, con lo cual bajé al plato pequeño y piñón grande y comencé de nuevo mi larga ascensión a El Moral a puro molinillo. Os podéis imaginar cómo me sentí sólo de pensar que, lo que quedaba de puerto, lo tenía que hacer a una velocidad de unos 4km/h. Y, lo peor de todo, no me consolaba la llegada a la cumbre porque sabía que tenía más de 20km de bajada, sin frenos Y con ese gélido frío que había consumido tantas y tan necesarias calorías que deberían haberse empleado en otros menesteres. La subida fue cansina, tediosa, frustrante. Al llegar a la cima, paré un instante para mover un poco los brazos, buscando inútilmente calentar los hombros que sabía, que en unos momentos iban a estar rígidos como piedras, en esos largos 20 kilómetros que tenía que descender. Unos kilómetros más adelante vi un puesto de asistencia de Protección Civil con mantas térmicas, etc. Muchas fueron las tentaciones de parar a calentarme un poco, pero, y creo que hice bien, seguí adelante. Lo que quería, necesitaba, era llegar a Cabezón. Si hubiera parado, estoy convencido de que me hubieran tenido que llevar al pueblo. ¿Quién es el guapo que se pone otra vez en marcha después de una parada, con la ropa mojada, fría, etc.? La llegada a Cabezón estuvo muy deslucida por la situación en que me encontraba. Me hubiera gustado disfrutar de ese momento, mejor dicho, momentazo, de entrar en la meta de ¡¡¡LOS 10000 DEL SOPLAO!!! Pero en esos instantes no sentía alegría. Tenía una necesidad imperiosa de llegar al hotel y meterme bajo el ardiente chorro de agua. Exactamente fue lo que hice. Cuando llegué, le pedí ayuda a un chaval que había allí, para que me abriera la bolsa de sillín y coger las llaves ya que me era imposible articular las falanges. Notaba la falta de movilidad producida por el frío, al mismo tiempo que una extraña sensación de descoordinación, que no me permitían tirar de la cremallera. El barro acumulado en esta, supongo que también tenía algo que ver. Lo siguiente fue la ducha, bendita ducha. Aunque inicialmente, cuando el agua ardiendo empezó a resbalar por el cuerpo, un agudo dolor me hizo saber que tenía tres importantes rozaduras en mis partes, seguramente producidas por la badana empapada. Nada grave, pero bastante desagradable, simplemente, una más Después, me metí en la cama, con ropa seca. En esos momentos me pareció la sensación más reconfortante posible. Esto ha sido grande, muy grande. Después de esta experiencia, ¿Qué reto te planteas? Pues evidentemente, hacer Los 10000 del Soplao 2013, intentando bajar marca, porque no se me ocurre algo más gordo. Por último, me gustaría hacer un agradecimiento, en primer lugar, a mi familia. Sobre todo a mi mujer, que es la que aguanta todas las horas que paso fuera entrenando, siempre preparándome las comidas que le pido y soporta lo que es casi como una obsesión. A Julio, mi entrenador. Él siempre dice que el mérito es mío, pero sin las pautas que me marca, el resultado nunca hubiera sido el mismo. Nos vemos en Los 10000 del Soplao 2013 Un saludo.