NAVALCARNERO AL LÍMITE 2014. Test Canyon.

Tema en 'Canyon España' iniciado por CANYON España, 21 Ene 2014.

  1. CANYON España

    CANYON España Canyon Spain Team

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    Pedro
    Pedrorf,

    Si animo de parecer redundante, el placer sabes que fue nuestro sobre todo por los detalles de esa maravillosa Cantábrica que nos hiciste llegar y que esta formando parte del segundo desayuno de todo el equipo durante esta semana.

    Siempre he pensado que lo mejor de hacer deporte, y ahora dedicarme a la industria deportiva, era el poder conocer a gente tan estupenda como vosotros.

    Sería genial verte en las Doce24 con algún equipo o en individual "Amachete" corriendo las 12 o las 24. Procuraremos tener una zona Canyonera a la altura de nuestra gente.

    Un saludo a toda Cantábrica
    Manuel
     
  2. isengarder

    isengarder Miembro Reconocido

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    Tengo que reconocer que la cita en Navalcarnero, a priori, no parecía ofrecer demasiados alicientes, salvo para los bikers más puramente rodadores. Yo me encuadro en un perfil de ciclista "polivalente". Busco disfrutar de todo un poco cada vez que subo a una bici, pero sin alcanzar extremos en ninguna faceta: me gusta subir, pero no soy un machaca, y huyo de series y entrenos programados científicamente; me gusta bajar, pero no alcanzo los extremos psicopáticos de los endureros de raza; me gusta rodar, pero me aburro en pisteos interminables que sólo ofrecen acumulación de kilómetros a las piernas. Me gusta, en fin, hacer rutas de montaña físicamente exigentes, que ronden los 60-100 km y que ofrezcan de todo un poco. Donde más disfruto es allí donde abunden los senderos tipo singletrack; esos donde precisas de un bici rápida, ágil y de buena reactividad a la pedalada; que tenga buena capacidad de absorción y sea ligera, y ofrezca toda la confianza y ayuda posibles cuando de sobrepasar zonas técnicas se trata.

    Tal vez por todo eso, mi perfil de bici se encuentra donde halle la máxima polivalencia posible, y de eso se habla cuando nos encontramos con bicis de doble suspensión de entre 100-120 mm, sin descartar la gama de rígidas 29” de Canyon, cuya polivalencia es también notable, aunque exigirá un poco más a nuestras piernas y espalda, a cambio de un cierto ahorro de peso y un plus de viveza.

    Si me dejara llevar por la vertiente maratón-racing, mi elección ideal sería la Grand Canyon CF.

    Si el precio no fuera un problema, me tiraría de cabeza a la Lux CF… Pero bueno, esto es soñar, y nada más que eso.

    Sin embargo, como opción rutera ultrapolivalente (y con permiso, de momento, de la Nerve AL con rueda 27,5” de la que aún no tengo formada opinión) me decanto por la Nerve AL 29, porque me cuesta renunciar a la seguridad, aplomo, estabilidad y capacidad rodadora que ofrecen las ruedas de 29”; sobre todo cuando se combina magistralmente (tal y como hace Canyon) con un cuadro rígido, maniobrable y que ofrece estabilidad y una notable capacidad de absorción.

    Por eso, fue ésta la bici que me acompañó a Navalcarnero; por su anunciado perfil plano (que luego no lo sería tanto), así como por la más que previsible compañía de los bien conocidos y no por ello menos peligrosos regueros provocados por la lluvia en mitad de todas y cada una de las bajadas que, previsiblemente, habríamos de encontrarnos.
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    A decir verdad, los 75 km y casi 600 m de desnivel acumulado que el organizador anunciaba (aunque a nosotros nos salieron casi 1200 con el ciclo computador) no terminaba de resultarme del todo motivante desde un punta de vista “mountainbaikero”; por eso llamé a mi amigo Pedro, invitándole a que se viniera desde Cantabria (conocedor que soy de su espíritu viajero) a correr conmigo la prueba, aprovechándome, para convencerle, del "gancho" extra de que la prueba estaba patrocinada por Canyon, y que por tanto podríamos tener la oportunidad de disfrutar, gracias a nuestra condición de canyoneros, del "Hospitality" que nuestra marca desplegaría en la prueba. Dicho y hecho. Me confirmó en seguida su disponibilidad para acercarse hasta Madrid.

    Su presencia añadía, además, el necesario “puntito” competitivo. Su desafiante frase: "Te advierto que estoy hecho un toro" me acompañó, insistente y machacona, desde entonces y hasta al momento de empezar el maratón. Subí la intensidad de pedalada aplicada a diario en mi ruta ciclista habitual al trabajo para tratar de no quedar definitivamente humillado por su anunciada y previsiblemente aplastante superioridad física (Pedro, como buen montañés cántabro, no es de los que alardean gratuitamente) La Nerve AL 29 tendría que portarse bien… Y lo hizo.

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    Así, nos presentamos en la plaza de Navalcarnero con tiempo suficiente para sacar los dorsales y saludar a la gente desplegada en el stand de Canyon, donde pudimos compartir buen ambiente, mejor ánimo y muchas sonrisas. Allí tuvimos también la fortuna de coincidir con Milton Ramos quien, a pesar de no ser piloto Canyon, tuvo el buen criterio de saber elegir el mejor lugar para recibir unos últimos retoques sobre su Giant. Mientras, nosotros aprovechamos a charlar con él, y hacernos unas fotos. Un tío de lo más accesible, sencillo y agradable. Un gusto dar con gente así.

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    Conforme se fue acercando la hora de la salida, la plaza se fue atestando de ciclistas, y no pocos de ellos canyoneros como nosotros, con lo que tuvimos que salir de nuestro “box particular” para posicionarnos en un buen punto de salida.

    Y ya desde el principio, los platos Sram 2210 Carbon de mi Nerve AL 9.9 SL 2013 comenzaron a hacer de las suyas, con una primera salida de cadena al meter plato grande que me hizo temer por el resto de la carrera.

    Tengo que decir que, en general, Sram y yo, no nos llevamos muy bien desde hace mucho, y las cinco o seis salidas de cadena que sufrí en Navalcarnero no contribuyeron a mejorar mi simpatía sobre esta transmisión; particularmente sobre estos platos, que sí. Son rápidos y precisos a la hora de cambiar, pero que parecen olvidar su obligación de mantener la cadena en su sitio cuando uno salta, o rebasa obstáculos de esos que hacen que la cadena rebote en todas direcciones; y sí: No cabe duda de que el cambio trasero Sram X0 tiene mucha tensión, es muy preciso y también rápido; lo mismo que los pulsadores X9, pero qué queréis que os diga… Por algún motivo, los platos que montan la transmisión Sram 2210 no están a la altura, y su dentado no retiene la cadena, incluso con la tensión del cambio X0 y un montaje de cadena un eslabón más corto de lo que sería lo suyo.

    Ya sufrí la tendencia a salirse de plato preparando un Soplao sobre una Grand Canyon AL29 hace un tiempo, y no es sólo cuestión de que el desviador Sram X0 2x10 sufra desajustes con el tiempo (que también), sino que, según parece, es una cuestión del dentado de los platos. Algo que nunca me ha pasado con platos y transmisiones Shimano. Pero en fin. Fue la única incidencia de tipo mecánico que sufrí, y al fin y al cabo, volver a meter la cadena en su sitio no lleva más que unos pocos segundos… pero eso significaba tener que avisar a Pedro de que tenía que frenar para esperarme, porque aunque ninguno de los dos lo decíamos abiertamente, íbamos con el cuchillo entre los dientes, marcándonos el uno al otro, aunque con la más cordial de las hostilidades deportivas que he vivido nunca, tal y como acreditaban nuestros rostros durante el recorrido.
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    En todo momento los dos fuimos luchando por no perder la rueda del otro, respetando Pedro siempre la ventaja que podrían haberle dado mis múltiples salidas de cadena (otro peor pensado podría argüír que fue una táctica mía para romperle el ritmo estable de pedaleo que es donde Pedro se encuentra cómodo, je je, pero tengo que decir que no fue esa mi intención…)

    Como decía, fuimos disfrutando de “darle cera” a los pedales por un recorrido sin ninguna dificultad técnica, salvo en lo que se refiere a los abundantes arenales que se tenían que ir “surfeando”; arenales que se hicieron presentes con notable abundancia, y ahí es donde la deseable rigidez de un cuadro y de unas ruedas como las Mavic SLR marcan la diferencia. Cuando uno va semienterrado en arena suelta con una rueda mirando a Cuenca y otra a Valdemoro, toda flexión indeseada en cualquiera de los dos ejes; o en el basculante, o en la pipa de dirección o en el propio cuadro, puede significar enganchada y caída por orejas. Máxime cuando, como en algunos tramos, los arenales llegaban sin previo aviso tras (y algunas caídas hubo) alcanzar el final de rápidas bajadas pisteras, de esas que se hacen con las manos bien cerradas sobre los puños de la bici y olvidándose de poner el dedo sobre la maneta de freno (al menos los que, como yo, contábamos con la nobleza y estabilidad de la Nerve AL29, claro, porque otros con bicis menos estables, o con ruedas de 26”, no pasaban con tanta tranquilidad la profusión de regueros, surcos, piedras sueltas de pequeño tamaño y en general arena de adherencia media a suelta que ofrecía el recorrido)

    En esos tramos de bajada, en los que la ventaja de las ruedas 29 son inapelables, fui siempre consciente de que Pedro se quedaba un poco atrás con su Nerve XC con ruedas de 26”, a pesar de que cuenta con el extra de llevar un amortiguador con tuning especial “Amachete”, (impresionante el cambio que genera en su funcionamiento el trabajo que hace en su interior Eduardo Cuesta. Accesible y muy recomendable para los más freaks con estas cuestiones de las personalizaciones de la suspensión.
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    Consciente de esa ventaja que me proporcionaban las ruedas de 29”, y el cuadro y el funcionamiento general de la Nerve AL29, saqué todo el partido a la suspensión en las bajadas; de hecho, el acabado Kashima de las barras de suspensión y amortiguador hace que el tacto de amortiguación pueda llegar incluso a ser demasiado lineal (si te gusta regular la suspensión para aprovechar todo el recorrido sin que, para ello, tengas que recurrir a saltar cortados), agotándose antes de lo que nos gustaría los 110 mm de recorrido que da la bici; recorrido que por otra parte se ofrece con una suavidad absolutamente gozosa en orden de marcha, lo que redunda en mayor velocidad de paso sobre cualquier obstáculo.​

    El caso era que, cuando las bajadas terminaban, siempre reducía la velocidad, dándole a Pedro la oportunidad de reengancharse a mi rueda, cosa que lograba con gran derroche de fuerza por su parte, porque lo cierto es que el recorrido era bastante más rompepiernas de lo que nos esperábamos.

    Así fuimos disfrutando los kilómetros hasta que Pedro, al que noté algo amoscado ya por mi reiterada tendencia a ir marcando el ritmo, decidió que era hora de demostrar la superioridad física propia de sus entrenos en las míticas montañas cántabras y palentinas, donde según cuentan las leyendas locales, es por donde más se deja ver. Noté en sus cada vez más frecuentes acelerones, y en alguna que otra imprecación al ver que respondía puntual a sus ataques, que su orgullo estaba empezando a sufrir mellas ante la tozudez y persistencia de mi presencia. Y reconozco que me lo estaba pasando en grande haciéndole rabiar, je je.

    El último tramo de carrera desataría la caja de las tormentas a nivel deportivo. Sin parar en los avituallamientos, tras consultarnos deportivamente el uno al otro por la necesidad de hacerlo, la furia de los montes cántabros se desataría en forma de un descomunal ataque protagonizado por Pedro, quien, aprovechando una subida larga y tendida, que es donde su motor Barreiros-Diésel carbura como en ningún otro sitio, abrió, a fuerza de bravos pistonazos el por él tan deseado hueco, acreditando que su anunciado estado de forma no era una bravata propia tal vez de otros, que no de él.

    Pero quien esto suscribe es igualmente cabezón, y adoptando un ritmo sostenible, conseguí neutralizar la sangría de metros que en su ataque consiguió sacarme; de forma tal que, en el último de los giros que ya nos orientaría (con algunos kilómetros aún por cumplimentar) hacia la meta de Navalcarnero, conseguí emparejarme de nuevo a su rueda. Cosa que celebré saludando alegremente, algo que casi le hizo perder el equilibrio por la sorpresa, pues me hacía mucho más atrás (je je)

    En un nuevo gesto de deportividad por su parte, no tuvo reparo en ayudarme a sacar un gel de mi mochila para que por mi parte pudiera aportar un poco más de energía a mis piernas en el tramo final (él fue tirando de extraños plátanos cántabros sin duda aliñados con alguna antigua poción mágica, que se reproducían sin cesar en su maillot). Me enchufé en marcha el aporte energético, disponiéndome a sufrir los últimos kilómetros, que sabía serían duros, porque ya iba muy justo.

    Por el rabillo del ojo, veía cómo Pedro me vigilaba, no fuera a osar atacarle, y aprovechando un tramo de llaneo con viento de cara, me puse descaradamente a su rueda, celebrando en voz alta el ahorro energético que ello me suponía (eso de que se le pongan a rueda le saca de sus casillas), pero cometí un error de cálculo en el número de kilómetros y metros de ascensión que nos quedaban y, tras alardear de fuerza poniéndome delante de él en la última bajada larga (lo que ocasionó su protesta aludiendo a no sé qué tácticas de la selección española en el mundial de ciclismo), el gran oso cántabro rugió de nuevo dándolo todo sobre los pedales. En el repecho de subida número doscientos mil setecientos noventa y tres de la prueba, Pedro esprintó una vez más, retorciéndose sobre los pedales. Intenté seguirle, pero las fuerzas me dijeron “basta”. Él gruñía mientras derrochaba watios en sus bielas, y entre gruñidos de esfuerzo, creí oírle recitar antiguas letanías y encantamientos cántabros, a la vez que alguna imprecación menos mítica del estilo: “por mis pelotas que ahora sí que le dejo atrás”, o algo del estilo. No estoy de todo seguro…

    El caso es que cedí ante su superior potencia, porque mis piernas avisaron de que, de seguir abusando así de ellas, me iban a regalar un bonito calambre general en todos y cada uno de sus músculos. Tuve que resignarme a su partida fulgurante; que sabía irrecuperable esta vez, y mientras se alejaba, le escuchaba entonar unos extraños cánticos entonados al ritmo de sus pedaladas demoledoras, que le alejaban cada vez más, acompasadamente con los impactos de sus piernas sobre los pedales “Fooooontechas y ojáaaaaaaancanos, deeeeeeenme suuuuueeeeeeenergiiiiiiaaennnnneeeeeelcoooooombaaaaate”, fue lo último que creí oírle canturrear en una extraña voz como de arrebato místico. Hasta ahí había llegado mi resistencia.

    Adopté así de nuevo mi ritmo defensivo cochinero-trotón con el que, no obstante, aún fui rebasando a algunos ciclistas que iban tan castigados como nosotros, o más, toda vez que, a pesar de todo, los iba superando.

    En esos momentos finales, perdido de vista definitivamente el guerrero cantábrico, comencé a hacer balance mental de una carrera que había resultado mucho más divertida de lo que había previsto en un inicio; una carrera, además en la que habíamos podido saludar, y ser saludados, por un número sorprendentemente elevado de Canyoneros que, convocados por el patrocinio de la "Casa Madre", acudimos en tropel a su llamada.

    Entrando ya en el suelo asfaltado de Navalcarnero aún me quedaron fuerzas para acordarme de algún familiar cercano del diseñador del recorrido, por regalarnos unos últimos metros de llegada en continua ascensión. Tuve incluso que cambiar el modo climb de las suspensiones (mando remoto, claro, una maravilla) al modo Trail, porque necesitaba pedalear un poco más acomodado. Y de repente, enfilando la recta de meta, ví al oso cántaro parado antes de meta, esperándome, subido en su Nerve XC, pie a tierra, con una gran sonrisa. Entramos juntos sobrepasando una nueva meta, en una suerte de tradición que las circunstancias del Soplao de 2012 se encargaron de inaugurar, y que hemos venido repitiendo en unas cuantas ocasiones desde entonces.
    navalcarnero-al-l-mite-mtb-50-y-75-kms-707-2441-node.jpg
    En los últimos metros, aún dejó espacio al último detalle de grandiosidad deportiva, empujándome para dejarme pasar por delante de él bajo el arco de meta. Pero la justicia ocupó su lugar, y en la clasificación final aparecimos donde las circunstancias de la carrera hicieron merecer a cada uno. Él por delante de mí, como era de justicia y méritos propios. El Barreiros-Diésel había vencido al cascajo urbano.

    Tras la llegada a meta, aprovechamos para hacer una nueva visita a nuestro box de Canyon, y allí seguimos departiendo con buen humor hasta que todos los trofeos fueron entregados. Nosotros no recibimos ninguno, aunque Pedro había ganado nuestra particular carrera, y por ello, aquí queda mi homenaje a su victoria.

    Eres muy grande compañero… Y aún a pesar de eso (porque yo creo que a pesar de tus entrenos, aún debes pesar más que yo), ¡fuiste capaz de ganarme! ;)
     
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  3. pedrorf

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    Muchas gracias por tus palabra Javi, te lo dije en privado y ahora lo digo en publico: Es un gran honor ser tu amigo, y todos quienes te conocen pueden atestiguarlo. ¡Gracias por tu amistad!

    Cuando Isengarder me llamo una tarde- noche de un Domingo del mes de Enero, y me propuso ir al maraton de Navalcarnero al limite, la verdad es que no habia nada que pensar. La diversion y el buen ambiente estaban asegurados, ademas Canyon estaba detras de este evento y Canyon solo esta en los mejores eventos. Coincidia en fecha con la Bilbao - Bilbao pero para alguien que vive cerca de la costa Cantabra no ofrecia muchos alicientes, ya que los paisajes son como los puedo ver en cualquier salida cerca de casa.

    Cuando me presente en Navalcarnero ya sabia que me tocaria sufrir y de lo lindo, no destaco en ningun ambito en especial, pero quizas donde mejor mejor me defiendo es en las subidas y cuanto mas largas mejor, donde peor me defiendo es en las bajadas. Asi que con esas condiciones tomamos la salida en unas condiciones desde mi punto de vista un poco caoticas, pero sin incidentes salvo la primera salida de cadena de las varias que tuvo de Isen. A consecuencia de ella hubo un fallo de cordinacion entre el y yo ya que nos perdimos de vista, Isen creia que yo estaba delante de el cuando realmete estaba mas atras, a consecuencia del trafico que habia entre ambos. Esto me obligo a hacer un gasto de energia extra para dar alcance a Isengarder, una vez a la par rodamos juntos, pero yo en un exceso de confianza force el ritmo, y tuvo como consecuancia que que no pudiera mantenerlo durante mucho tiempo en un terreno que para nada era el mas favorable para mi en especial por mi persistente negativa al igual que Isengarder a entrenar haciendo series (Solo de oir esa palabra se salen sarpullidos).

    Durante 50 km solo iba pensando en un par de casas "Cuando acabara esto" y " Esto me pasa por bocazas" (Estoy como un toro jajaja). En estos dos primeros tercios de la carrera a consecuencia de los continuos sube y baja, llevaba una continua sensacion de quemazon en las piernas que me impedian llevar un ritmo comodo. Y para rematarlo todo la impotencia de ver como Isengarder cada vez se hacia mas pequeño en el horizonte, cuando conseguia darle alcance mas bien por que el bajaba el ritmo llegaba una bajada otra vez me sacaba unas cuantas docenas de metros de distancia por la ventaja de montar una Nerve al 29er y de contar con los mejores entrenadores que hay en lo del "gravity" y a esto sumado que yo llevo una Nerve 26" con cubiertas de gerneroso balon 2.25 a 3 kg de presion y que en mi tierra son algo desconocido los bancos de arena al llegar a estos era como patinar sobre hielo, pero al mismo tiempo divertido ya que no dan sensacion de peligro ante una hipotetica caida.

    Pero que quereis que os diga, Cantabria sera infinita pero la paciencia de sus moradores no, y mas cuando se golpea su orgullo. en los ultimos 25 km me vine arriba por rabia y pundonor. Sabia que ese ritmo a Isengarder mas tarde o temprano le tendria que pasar factura. Tome un gel y un platano y decidi atacar forzando el ritmo del Barreiros Diesel, que no sera el mas rapido, pero si el constante. En un primer arreon Iserngarder pudo seguirme la rueda, pero al anfilar los ultimos 3km a meta aprobeche la pendiente en subida, decidi pegar otro hachazo ya que era terreno favorabla para mi, Y ahora si, ¡lo habia conseguido! y cada vez me veia con mas ganas de tirar.
    Antes de enfilar la ultima recta antes de meta me pare a esperar a mi compañero de fatigas (Nunca mejor dicho) y como ya es una costumbre cruzar juntos la meta (Javi, nunca sabras el tiempo que estuve esperandote jejeje) ¿Que porque enpuje a Isengarder por delante de mi al pasar por el arco de meta? Muy sencillo: por que el habia sido superior en todo momento a mi y ademas el no estaba en las mejores condiciones fisicas ya que ese fin de semana tenia un buen "trancazo" Me habria gustado saber que habria ocurrido de haber estado el al 100% (Cosa que en su modestia no ha contado) Y sobre todo por que es un luchador nato.
    Isengarder: Si por cascajo urbano te refieres a un Porche Cayenne, me vale jejeje Quedan muy bien llevando los crios al cole.
    El balance final es que disfrute mucho de ese fin de semana y de esa marcha en concreto, llega a casa a las 11:30 de la noce, cansado, pero con una gran sonrisa en la cara, fruto entre otras cosas de haber podido disfrutar de el buen ambiente Canyonero que se respiraba ese dia, recibiendo y dando animos a todos los orgullosos canyoneros que encotramos durante el recorrido. Sin olvidar el haber podido conocer y charlar con parte de la gente de Canyon David, Manu (que ya le conocia), Arturo Un abrazo a todos. El haber conocido a Milton Ramos, un pro de los de verdad dentro y fuera de los circuitos, y defensor como yo del defenestrado triple plato.

    Una cosa aque recomiendo frevientemente es que si necesitais una revision, reparacion o pueta a punto de vuestro amortiguador lo dejeis en manos de eduardo Cuesta http://www.amachete.com Seriedad, rapidez, buen trato personal y al material entregado, y desde mi punto de vista economico.
    En mi caso lo que hizo fue fusionar la parte hidraulica de un viejo Fox RPL en el cuerpo de mi Fox RP2 Boost valve. El resultado a sido fabuloso, ahora dispongo de un amortiguador hiper-sensible y aprobechable en abierto, eficiente en modo pro-pedal y muy firme en posicion pro-pedal+++ (No llega a bloquear al 100% y tampoco lo quiero asi) En el tren delantero monta una horquilla Rock Shox rebelation RLT 150/120 dual position con bloqueo en el manillar, y ademas el umbral de bloqueo se puede ajustar. Elimine la transmision Sram X9 por sus constantes problemas y monte una eficiente y fiable transmision Shimano SLX/XT. Con todo esto y algun detalle mas dispongo de una bici todo uso, ideal para un maraton, para una dura ruta por la montaña Palentia, o una salida llena se senderos ratoneros lo mismo hacia arriba que hacia abajo.
    Pero todo esto es posible por que se parte de una excelente plataforma que es su cuadro, el Nerve XC, de no ser por esto tan solo seria un trozo de metal bien vestido. Estoy seguro que que sus hermanas mayores en tamaño de ruedea 29 y 27.5 seran unas dignas sucesoras, lo llevan en los genes.

    Un abrazo a toda la comunidad Canyonera

    PD. lamento mucho no disponer de la prosa de nuestro compañero Isengarder, espero que sepais disculparme mis errores y faltas
     
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    Última edición: 25 Mar 2014

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