Hola a todos. Os pego aquí mi relato colgado en Wikiloc sobre lo acontecido en una de mis rutas, en una calurosa tarde del mes de junio del pasado año ... Por el río Dílar y la Ermita Vieja, desde Gójar No me canso de hacer esta ruta... Ya sea en invierno o en verano, como ahora. Salí por la tarde. Más bien tarde, esperando que se suavizara el calor. El rio Dílar y sus áreas recreativas estaban llenas de visitantes que buscan mitigar el riguroso calor veraniego. A la temperatura más fresquita del cauce del río, se suman los baños que sus aguas cristalinas ofrecen. Pasé por la central eléctrica, en pleno funcionamiento, con la imponente imagen de la tubería por donde baja el agua que impulsa sus turbinas, y llegué hasta el final de la vereda, donde el rio se vuelve agreste. Después decidí subír a la Ermita Vieja, algo más de 5 km de subida sostenida, exigente pero muy bonita. Al final siempre obtienes el premio del agua de su fuente... Siempre con caudal... Siempre fresca... Tal vez la fuente con el agua más fresca de todos los alrededores. En la subida me ocurrió algo curioso. Me encontré con una pareja de personas ya mayores. Ella vestida de negro, con grandes gafas oscuras que ocultaban su mirada. Él, también mayor, un hombre sencillo. Era un tramo estrecho que hacía a pie, y al cruzarnos les cedí el paso al tiempo que daba las buenas tardes. En ese momento la señora con voz temblorosa me preguntó Donde va usted? Pues voy a dar un paseo hasta la Ermita Vieja, a beber agua en la fuente., le contesté. Mi hijo también venia por aqui, le gustaba mucho. Pero un día subió y ya no bajó más... Se quedó por ahí arriba para siempre... Le dio un infarto mientras subía con la bicicleta y perdió la vida el año pasado ... La bicicleta era lo que más le gustaba... Contestó ella con la voz más temblorosa aún. En ese momento recordé el caso porque lo había leído en la prensa y porque se corrió la noticia de lo ocurrido en el mundillo ciclista, de aquel muchacho de Armilla... Y así se lo comenté a la pareja. Somos sus padres y venimos de dejarle un ramo de flores, dijo el señor... Fue un momento muy emotivo para los tres . Tuve que buscar unas palabras de consuelo a pesar del nudo en la garganta... Desde estas líneas, quiero ofrecer mi pequeño pero sentido homenaje a aquel compañero de fatigas que perdió la vida haciendo lo que más le gustaba... A él y a todos aquellos compañeros desaparecídos en estas circunstancias y disfrutando de la práctica de este bendito deporte... Descansen en paz...
en momentos así, uno no sabe ni qué decir tiene que ser muy duro para la familia que suceda algo así que nadie se espera....
Bonita historia, el próximo sábado pesaba hacer esa ruta, pero la hare subiendo por Marchena, si subiera por Dilar me da mal rollo acordarme del pobre muchacho y el infarto.
Hace ya unos 8 años hice una ruta nocturna con mi grupo en los alrededores de Banyeres, Alicante. Nosotros éramos un grupo e Alicante capital. Aquí en verano no hay manera de salir aunque madrugues mucho, pero si quedas a las 18:30-19:00 h. y llevas luces, puedes haxcer una buena ruta de 3-4 horas. La cena la puedes poner al final o por en medio. Pues saliendo de Banyeres, donde acabamos cenando abrigados en agosto en una terraza, tras todo el calor que pasamos, e hicimos uan cicular muy larga y agotadora por Alcoy, Barranc del Cint, Carrasqueta, etc. La penúltima traca fue la subida al preventorio, por asfalto, que tiene unos porcentajes tremendos. Como no llevábamos bastante paliza, y la cena ya empezaba a olerse, empezamos a apretar con pique en la subida. Nos pegábamos al margen derecho, para que nadie se colara, aunque el arcén es inexistente y hay pared de roca a 10 cms de la línea de la carretera. Total, con la intensidad del pique, y los últimos kms hasta el final de la ruta, no nos dimos cuenta de algo importante. A mitad de cena, un compañero dice si nadie había visto a la niña con vestido blanco viejo y la muñeca en la mano que bajaba por el lado derecho de la carretera. En ese momento me dí cuenta que yo la había visto. De hecho, la vimos todos los que nos pegamos al margen derecho para proteger nuestra posición y hacer menos recorrido. Pero la cosa es que no había espacio posible, al 100% de seguridad, de haber un espacio suficiente entre nuestros manillares y la pared para que pasara una niña, por muy delgada que fuera. Y tampoco lo era tanto. La niña al menos tenía 9-10 años y estaba un tanto raquítica. Yo no noté nada, cuando tenía que haber notado un golpe o, al menos, un roce con su ropa o su cuerpo. El preventorio de Alcoy, como imaginaréis, es un antiguo lugar donde vivían niños/niñas sin familia, creo que, en algunos casos, con problemas mentales. A día de hoy sigo pensando que nos cruzamos con un fantasma.